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Tipologia: Notas de estudo
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http://www.boulesis.com/didactica/apuntes/?a=
Hume es uno de los máximos representantes de la Ilustración británica. Aunque ha pasado a la historia como uno de los fundadores del empirismo, eso no debe hacernos olvidar las importantes reflexiones de Hume en torno a temas prácticos: ética (por supuesto), pero también política, religión e historia. Por ello, la teoría del conocimiento que plantea el escocés debe entenderse también en el marco de toda su filosofía práctica: en sus comienzos, el joven Hume, admirado por la física, aspiraba a ser el “Newton de las ciencias morales”, centrando su estudio en la naturaleza humana, pues estaba convencido de que todas las ciencias tenían relación con la antropología filosófica. Sólo después, convencido de la incapacidad de aplicar al conocimiento del ser humano los métodos de la física, evolucionará su pensamiento hacia el escepticismo y el empirismo, formulando sus críticas a la idea de sustancia, a la causalidad, y al razonamiento inductivo. A estas alturas, Hume ya será conocido por sus contemporáneos como “Mr. Hume, el ateo”. Este enfrentamiento con autoridades religiosas de su tiempo, unido a sus ideas ilustradas, impidieron que Hume accediera a la cátedra de ética de Edimburgo. Más tarde, sin embargo, llegaría a trabajar en la embajada de París, donde establece relación con ilustrados franceses. En todo este periodo Hume fijará su reflexión en temas eminentemente prácticos: la religión, la historia, la política…
Evolución
Se podría dividir la trayectoria del pensamiento de Hume en estas 3 etapas:
El Newton de la moral : con su primera obra, el Tratado de la naturaleza humana. Ensayo de introducción del método experimental de razonamiento en las cuestiones morales, Hume aspiraba, según sus propias palabras, a convertirse en el Newton de la ciencia moral. Su convicción de que todas las ciencias se basaban, en último término, en la concepción del ser humano, le llevan a escribir este tratado de antropología filosófica, tratando de aplicar en el mismo el método newtoniano. No debe olvidarse que en el siglo XVIII se produce una auténtica ebullición del pensamiento científico, y su forma de analizar la realidad se convertía en el modelo de referencia. Si Hume aspiraba a trasladar los métodos de la física, unos años antes Spinoza había intentado, desde presupuestos racionalistas, construir una ética a la manera de la geometría. Hume interpreta la moral como la ciencia del hombre, y cree además que al progresar en esta ciencia, se logrará el gran proyecto moderno de unificación de los saberes. A partir de presupuestos empiristas, Hume planteará diversas leyes y experimentos, con el objetivo último de arrojar luz, de una vez por todas, sobre la tan controvertida naturaleza humana.
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Fracaso del proyecto inicial : Ya al final de la primera parte del Tratado, Hume se da cuenta de las dificultades de su proyecto. La metodología newtoniana no se muestra tan efectiva cuando se trata de estudiar la naturaleza humana. Por eso en su siguiente obra, la Investigación sobre el entendimiento humano , Hume renuncia a su proyecto inicial: ni estudia la naturaleza humana, ni intenta recuperar la metodología de la física. En cierta forma, este escepticismo y todas las tesis empiristas que desarrollará en este período son la consecuencia de todas las dificultades encontradas para llevar a cabo el estudio científico de la naturaleza humana. Por ello, consciente de las limitaciones del conocimiento humano, Hume trata de fijar cómo conoce el ser humano, lo que, en definitiva, viene a ser una explicación de los motivos del fracaso de su anterior proyecto. El escepticismo domina todo este período, en el que Hume, de un modo crítico, trata de establecer hasta dónde puede llegar el ser humano por medio del conocimiento.
Reflexión sobre temas ilustrados : Alejado de sus intenciones iniciales, Hume centra su atención en temas típicamente ilustrados: la política, la religión, la historia… En todos ellos adoptará un método descriptivo e histórico, sin abandonar en ningún momento el tono crítico y escéptico que caracteriza todo su pensamiento.
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“Cuando una idea es ambigua, siempre se puede recurrir a la impresión correspondiente que la puede convertir en clara y precisa. Así, cuando el autor sospecha que un término filosófico no está aparejado a ninguna idea, como es muy común, se pregunta siempre: ¿de qué impresión deriva esta idea? Y si no puede remitirse a ninguna impresión, concluye que el término en cuestión carece de significado. De esta manera ha examinado nuestra idea de “sustancia” y de “esencia” y sería de desear que este método riguroso se practicara más a menudo en los debates filosóficos” ( Resumen del Tratado de la Naturaleza Humana).
4.-Principio de asociación de ideas : según Hume, las ideas no aparecen de un modo aislado, sino que la imaginación se encarga de enlazar unas con otras, estableciendo diferentes conexiones. Pero además, las ideas mismas ejercen entre ellas una cierta fuerza de atracción (¿una “gravedad” de las ideas?) que introduce un cierto orden en nuestro pensamiento. La naturaleza de las ideas es la que provoca que éstas se relacionen de un modo determinado y ordenado. Hume habla de 3 leyes distintas:
“Hablando con propiedad, no existen las ideas generales y abstractas, sino que todas las ideas generales no son, en realidad, sino ideas particulares vinculadas a un término general, que recuerda en determinados momentos otras ideas particulares que se asemejan en ciertos detalles a la idea presente en la mente. Así, cuando se pronuncia el término “caballo”, inmediatamente nos figuramos la idea de un animal blanco o negro, de determinado tamaño y figura; pero como ese término usualmente se aplica a animales de otros colores, figuras y tamaños, estas ideas –aunque no actualmente presentes a la imaginación- son fácilmente recordadas, y nuestro razonamiento y conclusión proceden como si estuvieran actualmente presentes.”
La distinción entre cuestiones de hecho y relaciones de ideas
A partir de la Investigación sobre el entendimiento humano , Hume introduce esta distinción. Para él, la razón puede tener dos objetos de estudio:
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cuestión de hecho, pues eso no implicaría contradicción alguna. Las cuestiones de hecho vienen avaladas por la experiencia, y son los sentidos los que nos permiten tener acceso a las mismas. Los razonamientos propios de las cuestiones de hecho no son demostrativos, sino probables.
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conciencia, pues tampoco tenemos una impresión de la misma. La crítica a la metafísica, que ya iniciara Ockham y que es común a todo el pensamiento empirista, alcanza en el pensamiento de Hume sus grados más altos.
La propuesta de Hume es, en el fondo, una invitación a desistir de la certeza que tanto buscaban los racionalistas. La razón, viene a decirnos Hume, no puede proporcionarnos certezas, a no ser que estemos dispuestos a asumir de un modo acrítico conceptos de dudosa procedencia. El pensamiento del escocés sería, así, una invitación a abandonar la aspiración a un conocimiento seguro y a aceptar que nuestro conocimiento será siempre limitado, probable, con un grado de inseguridad. Hume nos invita, por tanto, a abandonar la razón para vivir según la costumbre, que es, según sus palabras, “la guía de la vida”. La vida cotidiana está dirigida así, por una creencia: la de que la naturaleza se comportará en el futuro del mismo modo que lo ha venido haciendo hasta el presente.
La razón en nada nos puede ayudar para conocer cuestiones de hecho. Sólo la creencia (belief), que nunca puede acompañarse de certeza, nos hace avanzar cuando nuestro conocimiento se basa en la experiencia. El conocimiento del mundo nunca podrá ser, en consecuencia, racional, seguro, objetivo, cierto. Será siempre empírico, inseguro, subjetivo, incierto o probable. Hume entiende la creencia como un “sentimiento” de tipo particular que acompaña a una percepción y se impone a la mente. Podría valer la siguiente definición: la creencia es un sentimiento que no depende de nuestra voluntad y que nos obliga a percibir un objeto de una manera diferente, anticipándonos al futuro o atribuyendo al objeto propiedades que no son directamente observables. La creencia se basa siempre en un hábito o costumbre mental, en una tendencia a confirmar una idea, acto u operación, sin que la razón pueda intervenir en ningún momento. La repetición de la experiencia acaba logrando que el sujeto se anticipe a la misma, lo cual termina siendo necesario para su supervivencia, pero sin que en esta anticipación exista un fundamento racional. Estas anticipaciones, al repetirse una y otra vez, pueden alcanzar casi la misma intensidad y la misma vivacidad que una impresión. Afortunadamente, diría Hume, nos dejamos llevar por la creencia, somos irracionales, pues si quisiéramos tener una certeza racional de todo lo que hacemos o conocemos quedaríamos condenados a la inactividad, a la pasividad más absoluta. La supervivencia del ser humano está ligada a que éste renuncie a la certeza absoluta en todo lo que hace, a que se deje llevar por un conocimiento limitado, probable, pues según Hume la misma naturaleza nos podría dar dos argumentos (ambos con resonancias biológicas) para actuar de este modo:
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Consecuencias para la ciencia
Para terminar con la teoría del conocimiento, cabe plantear una última pregunta: ¿Qué ocurre con la ciencia? ¿Qué clase de conocimiento es el científico? ¿Es la ciencia verdadera? Este tipo de preocupaciones traspasan las inquietudes de la filosofía de Hume, que no aborda directamente estas cuestiones. Sin embargo, su crítica al razonamiento inductivo y a la idea de causalidad sí que han ejercido una influencia nada despreciable en la filosofía de la ciencia del siglo XX (piénsese, por ejemplo, en K. Popper). Por ello, cabría decir que desde las tesis de Hume, las diferentes ciencias quedarían explicadas de este modo:
“Si procediéramos a revisar las bibliotecas convencidos de estos principios, ¡qué estragos no haríamos! Si cogemos cualquier volumen de Teología o metafísica escolástica, por ejemplo, preguntemos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto sobre la cantidad y el número? No. ¿Contiene algún razonamiento experimental acerca de cuestiones de hecho o existencia? No. Tírese entonces a las llamas, pues no puede contener más que sofistería e ilusión.”
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Las resonancias filosóficas que se derivarán del pensamiento de Hume a lo largo de la historia son muy importantes: a nivel teórico, las ideas de Hume respiran en el fondo de diferentes corrientes: desde el positivismo francés (A. Comte), a toda la filosofía americana (Ch. S. Pierce, W. James…). Ya en el siglo XX, la filosofía analítica (R. Carnap, B. Russell) trasladará las tesis empiristas al marco de la filosofía del lenguaje. Pero no creó escuela Hume sólo en la teoría del conocimiento: si ya durante su vida fue amigo de Adam Smith (fundador de la economía), sus propuestas éticas alargaron su influencia hasta el utilitarismo y al pragmatismo, como hemos comentado anteriormente. Por si todo esto fuera poco, hay un terreno en el que Hume ha ganado también actualidad: la filosofía de la ciencia.
Efectivamente, la crítica de Hume al razonamiento inductivo nos deja como herencia un mundo regido por la probabilidad, una realidad a la que tenemos que incorporar la incertidumbre como uno de sus componentes esenciales. La ciencia, en consecuencia, estará construida en función de “conjeturas y refutaciones” (Popper) y ya no volverá a ser ese conocimiento cierto, objetivo, y eterno al que se aspiró en la modernidad. A. Musgrave ha interpretado la crítica de Hume al razonamiento inductivo como una invitación al irracionalismo (por supuesto discutible y criticable), más allá del escepticismo moderado del que hablara Hume. Musgrave ha formalizado la crítica de Hume en el siguiente silogismo:
El reto que este argumento lanza al conocimiento científico y también al conocimiento de la vida cotidiana ha sido también analizado por Bertrand Russell, que habla de la necesidad de resolver el problema de Hume en los siguientes términos:
“Es importante descubrir si hay alguna respuesta para Hume… Si no, no hay ninguna diferencia intelectual entre la cordura y la locura. El lunático que cree que es un huevo cocido podría ser condenado solamente sobre el fundamento de que es una minoría o mejor –puesto que no debemos asumir la democracia- sobre el fundamento de que el gobierno no está de acuerdo con él. Este es un punto de vista desesperado y se debe esperar que haya algún camino para escapar de él.”