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Guias e Dicas
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CARTA 69 FREUD- año 1895, Resumos de Psicologia

Y enseguida quiero confiarte el gran secreto que poco a poco se me fue trasluciendo en las últimas semanas. Ya no creo más en mi «neurótica». Claro que esto no se comprendería sin una explicación: tú mismo hallaste creíble cuanto pude contarte. Por eso he de presentarte históricamente los motivos de mi descreimiento. Las continuas desilusiones en los intentos de llevar mi análisis a su consumación efectiva, la deserción de la gente que durante un tiempo parecía mejor pillada, la demora del éxito pleno con que yo había contado y la posibilidad de explicarme los éxitos parciales de otro nodo, de la manera habitual: he ahí el primer grupo {de motivos}. Después, la sorpresa de que en todos los casos el padre hubiera de ser inculpado como perverso, sin excluir a mi propio padre,188 la intelección de la inesperada frecuencia d

Tipologia: Resumos

2025

Compartilhado em 03/06/2025

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giuliana-blanche 🇧🇷

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lerdo, y aquí no he conseguido vencer la agitación en la ca- beza y en los sentimientos; para esto lo único que viene al caso es Italia. Después de haberme puesto aquí de ánimo muy festivo, ahora gozo de un período de malhumor. El paciente que principalmente me ocupa soy yo mismo. Mi histeria, peque- fia, pero muy realzada por cl trabajo, sc ha solucionado en otro fragmento. Ottas cosas siguen estancadas. À ello obe- dece en primer lugar mi talante. El análisis es más difícil que cualquier otro. Es, además, lo que me paraliza la fuerza psíquica para la exposición y comunicación de Jo va conse- guido. No obstante, creo que es preciso hacerlo, y es una necesaria etapa intermedia en mis trabajos. L. . . . . . . . . o! Carta 6917 [...] Y enseguida quicro confiarte el gran secreto que poco a poco se me fue trasluciendo en las últimas semanas. Ya no creo más en mi «ncurótica». Claro que esto no se com- prendería sin una explicación: tú mismo hallaste creíble cuanto pude contarte. Por eso he de presentarte histórica- mente los motivos de mi descreimiento. Las continuas des- ilusiones en los intentos-ede Jlevar mi análisis a su consuma- ción efectiva, la descrción de la gente que durante un ticmpo patecía mejor pillada, la demora del éxito pleno con que yo había contado y la posibilidad de explicarme Jos éxitos par- ciales de otro modo, de la manera habitual: he ahí cl primer stupo (de motivos! Después, la sorpresa de que en todos los casos el padte hubiera de ser inculpado como perverso, sin excluir a mi propio padre,'* la intelección de la inespe- tada frecuencia de la histeria, en todos cuyos casos debiera o robable que la perversión contra nifos (La perversión tendria que set inconmensurablemente más frecuente que la histeria, pues la enfermedad sólo sobrevie- ne cuando los sucesos se han acumulado y se suma un factor que debilita a la defensa.) En tercer lugar, ta inteleceión cierta de que en Jo inconciente no existe un signo de reali 1st [Fechada en Vicna el 21 de setiembre de 1897] 188 [uMein eigener nicht ausgeschlossen», omitido en AdA, pág. 230. 301 dad,1ºº de suerte que no se puede distinguir la verdad de la ficeión investida con afecto. (Según esto, quedaría una so- lución: la fantasia sexual se adueiia casi siempre del tema de los padres.) En cuarto lugar, la veflexión de que en las psi- cosis más profundas el recuerdo inconciente no se abre paso, de suerte que el secreto de las vivencias infantiles no se. trasluce ni en el delivio (Delirinm ) más confundido, Y vien- do así que lo inconciente nunca supera la resistencia de lo conciente, se hunde también la expectativa de que en la cura se podria ir en sentido inverso hasta el completo dome- famiento **º de lo inconciente por lo conciente. Todo ello me predispuso. para una doble senuncia:vanla solución cabal de una neurosis y al conocimiento cierto de su etiologia en la infancia. Ahora no sé dónde estoy, pues no he alcanzado la inteligencia teórica de larepresión y su jucgo de fuerzas. Parece de nuevo discutible que sólo vivencias posteriores den el envión a fantasías que se remontan a la infancia; con ello el factor de una predisposición hereditaria recobra una jurisdicción de la que yo me habfa propuesto desalojarlo fverdrângen) en interés del total esclarecimicnto de la neurosis. Siyo estuviera desazonado, confuso, desfalleciente, dudas así podrían interpretarse como fenómenos de cansancio. Pe- to como ini estado es el opuesto, tengo que admitirlas como el resultado de un trabajo intelectual honesto y vigoroso, y enorgullecerme por ser capaz de una crítica así luego de semejante profundización. €Y sí estas dudas no fuesen sino un episodio en el progreso hacia un conocimiento ulterior? Cosa notable es también que falte todo sentimiento de bochorno, para el cual podría haber ocasión. Sin duda no lo contaré en Dan, ni hablaré de ello en Ascalón, en la tierra de los filisteos;'"* pero ante ti y ante mí mismo tengo, en ver- dad, más el sentimiento de un triunfo que el-de una derrota (lo cual, empero, no es correcto) 1º2 L. . . . . . . . . 1 189 [Véase, sobre esta expresión, el «Proyecto», pág. 371 y 2. 81] tm [Cf ei «Proyecto», pág. 450, 9. 54.] 101 [Alude a Il Samuel, 1: 20, aunque no es «Dan» sino «Gato»: «No lo anunciéis en Gat, no lo divulguéis por las calles de Ascalón; que no se regocijen las hijas de los filisteos, no salten de gozo las hijas de los incircuncisos».) 1»? [En esta carta, Freud anuncia pot primera vez (aparte de una insinuación en la Carta 67, pág. 300) sus dudas acerca de la teoria de la etiologia traumática de las neurosis, teoria que habia sostenido du- rante los cinco afios anteriores, como mínimo (cf. su carta a Brever (19414) del 29 de junio de 1892, supra, págs. 183.4), Cuando más adelante, en su Presentación autobiográfica (19254), AE, RO, pág. 32, 302