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tarea 3 Tarea 3 Historia Dominicana III.docx, Apuntes de Historia

En 1882 Luperón propuso a Heureaux para la presidencia, en reconocimiento explícito de su papel clave en el mantenimiento del orden. En carta a Pedro F. Bonó, en la que todavía intentaba convencerlo de que aceptara la presidencia, y ante la velada advertencia de Bonó acerca de los peligros que entrañaba la personalidad del discípulo, Luperón ponderó las cualidades de este último. Usted me habla de Lilises: me alegro. Es mi discípulo, es el único que puede reemplazarme en todo sentido.

Tipo: Apuntes

2019/2020

Subido el 21/11/2020

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Universidad Autónoma de Santo Domingo
Nombres: Sugeidy natividad de la cruz Jesús
Matricula: 100224870
Sección: 03
Materia: Historia dominicana 3
Profesora: Ángela Fernández
Fecha: 06/11/2020
Industria azucarera moderna
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Universidad Autónoma de Santo Domingo

Nombres: Sugeidy natividad de la cruz Jesús

Matricula: 100224870

Sección: 03

Materia: Historia dominicana 3

Profesora: Ángela Fernández

Fecha: 06/11/

Industria azucarera moderna

A partir de la década de 1870, la económica dominicana empezó a cambiar con la aparición de la industria azucarera moderna. Puede decirse que el país inició de transición en la que las actividades económicas adicionales (ganaderia, madera, tabaco y otras), empezaron a ser desplazadas por la nueva industria azucarera. Porque en ella había más inversión de capitales, más producción de riquezas, más empleo de mano de obra, sobre todo la utilización de una nueva tecnología basada en las máquinas de vapor. Esas transformaciones de ninguna manera conllevaron la desaparición de los productos tradicionales, sino que la nueva industria empezó a predominar con relación a las viejas actividades económicas. Por ejemplo, la producción y comercialización del tabaco, que fue la principal actividad del Cibao durante casi todo el siglo diecinueve, entró en decadencia a partir de 1870. Lo mismo ocurrió con la explotación forestal en el Sur, cuya actividad se hacía más difícil en la medida en que se agotaban los bosques, Desde los tiempos de la colonia, la producción de azúcar se hacía con trapiches que empleaban la fuerza muscular de bueyes y esclavos. Con la desaparición de la industria azucarera del siglo dieciséis, la producción del dulce se limitó, durante muchos años, a satisfacer la demanda del consumo local у familiar. Después de la revolución restauradora se comenzó a exportar azúcar producida con trapiches, hasta que el cubano Carlos Loynaz estableció, en un campo cercano a Puerto Plata en 1872, el primer ingenio que funcionó con máquina de vapor. Con el estallido de la primera guerra de independencia cubana en 1868, muchos cubanos extranjeros llegaron a República Dominicana. Ellos vinieron con sus capitales y con sus nuevas tecnologías para incentivar el renacimiento de la industria azucarera. Y los que carecían de recursos para instalar ingenios, se iniciaron como colonos de caña, es decir, arrendaban las tierras de otros propietarios para sembrar caña y producir azúcar. Durante el régimen de González se incrementó el flujo de inmigrantes, especialmente de cubanos у puertorriqueños. El gobierno había tomado algunas disposiciones que favorecieron el florecimiento de la industria azucarera y la inversión extranjera en el país. Por ejemplo, mediante un decreto exoneró el pago de impuesto por derecho a la importación de las máquinas de vapor y toda clase de instrumentos utilizados en el cultivo de la caña. Esos y otros incentivos, más los buenos precios internacionales del azúcar, originaron el crecimiento y desarrollo de la industria. Estimulados por esas excelentes expectativas en la producción y comercialización del edulcorante, otros cubanos llamados Joaquín Delgado y Evaristo Lamar fundaron el primer gran ingenio moderno en 1875, llamado Esperanza, en la zona de San Carlos de la capital dominicana. Dos años después se fundó en San Pedro de Macorís el ingenio Angelina, el más antiguo de los que existen ahora. Para 1882, se habían fundado casi 30 ingenios, distribuidos entre Puerto Plata, Azua, Santo Domingo, San Pedro de Macoris y otras zonas del país. En ellos laboraban más de 5 mil trabajadores, mientras las exportaciones se elevaron a 235 mil toneladas de

En octubre de 1879, el general Luperón derrocó, mediante una insurrección al corrompido y efímero gobierno de Cesáreo Guillermo, estableciendo en su ciudad natal de Puerto Plata un gobierno provisional, con el cual se inició una etapa de veinte años en la historia dominicana donde los líderes azules se alternaron en el poder cada dos años. Luperón prefirió gobernar desde la ciudad atlántica, convertida entonces. en una de las principales del país. Para atender los asuntos políticos y militares de la capital y del Sur, nombró como Delegado del gobierno a su lugarteniente у hombre de confianza Ulises Heureaux, alias Lilís, quien además ocupaba el cargo de Ministro de Guerra. Los azules volvían al poder en un momento donde los otros dos bandos políticos estaban en desbandada. Báez se encontraba exiliado en Puerto Rico, a donde huyó en 1878 después de fracasar en su quinto y último gobierno. Viejo, enfermo y desacreditado, no intentó volver al país. Murió en Hormigueros en marzo de 1884. Con su muerte se llevó a la tumba al Partido Rojo. Sus seguidores se dispersaron. Algunos de sus más altos dirigentes, se "pasaron luego a los azules. Otros, que habían formado el Partido Verde, no pudieron regresar al poder, a pesar de algunos intentos. Los tiempos del desorden caudillista entraron así en un receso de veinte años. Con el ambiente político despejado y con una industria azucarera en apogeo, los azules empezaron a gobernar, ahora con su líder histórico como Presidente. En realidad, Luperón no quería ser Presidente. En varias ocasiones pudo haber ocupado el solio presidencial y sin embargo el caudillo revolucionario optaba por recomendar a otros líderes del Partido Nacional para tan alta investidura. Las primeras ejecutorias del breve gobierno de Luperon fueron dirigidas a lograr la estabilidad y a favorecer el desarrollo del capitalismo dominicano. Debido al desastre económico en que recibía los destinos de la República, herencia del desorden y la corrupción de pasados gobiernos, Luperón decretó la suspensión del pago de la deuda pública que abrumaba al gobierno y creó nuevas Juntas de Créditos, integradas por comerciantes prestamistas, ahora con intereses más blandos. Asimismo aumentó los impuestos al comercio exterior. Recuperó a favor del Estado dominicano el cobro de los impuestos en los puertos de Santo Domingo, Samaná y Barahona que el gobierno de Guillermo había rentado por veinte años a favor de un ciudadano norteamericano, Con esas disposiciones económicas, más los crecientes ingresos obtenidos por las vetas de azúcar en el exterior, el gobierno aumentó sus recaudaciones. y, en consecuencia, pudo pagar sueldos atrasados a los servidores públicos, reorganizar la administración del Estado y hacer mayores inversiones en la educación y la cultura, fundando Escuelas Normales en Santo Domingo, Santiago, Puerto Plata y La Vega. En ellas se formaron los primeros maestros del país y la de Santo Domingo estaba dirigida por el ilustre pensador y educador puertorriqueño Eugenio María de Hostos, quien vivía exiliado desde 1875. Luperón dispuso la entrega de una ayuda de 40 pesos mensuales "a todo periódico" que se viera la luz en lo adelante, "de manera que la República pudiera contar con una prensa libre de toda censura que ayudara a educar la opinión pública en el ejercicio de la democracia". Ese subsidio ayudó al florecimiento de más de 300 publicaciones en el período de los gobiernos azules, en una época donde no existían los

anuncios publicitarios, de los cuales "viven" los periódicos. También ayudó con un 25 por ciento a todo libro impreso en el país y creó escuelas de artes y oficios. En el ámbito de la política, Luperin derogó la Constitución despótica de diciembre de 1854, con la cual gobernaban los caudillos conservadores. Convoco la convención nacional para que se reuniera y elaborara una Constitución democrática. La nueva Constitución fue promulgada en mayo dc 1880. Se inspiró en la de Moca de 1858, con la cual gobernaban los caudillos liberales. Pero, en una clara advertencia a los adversarios que intentasen derrocar al gobierno, impuso la pena de muerte para todo aquel que empuñara las armas tratando de desestabilizar al país. El general Luperón, cuyo gobierno apenas duró un año, enfrentó dos conflictos internacionales. El primero con el gobierno haitiano del general Salomón, quien quiso dejar sin efecto el tratado de 1874, donde se establecía que los productos dominicanos entrarían libres de impuestos a la vecina República. Como respuesta a esa decisión unilateral. Luperón ordenó la suspensión total del comercio fronterizo, medida que disgustó a los comerciantes haitianos, pues muchos de ellos necesitaban los ganados y otras mercancías que los dominicanos les vendían en la frontera. El conflicto se resolvió cuando el gobierno haitiano decidió respetar el tratado y pagar al dominicano las cuotas atrasadas, contempladas en el mismo tratado, ascendente a 825 mil pesos. El segundo conflicto fue con la monarquía española que le reclamó a Luperón la entrega del general Antonio Maceo, uno de los héroes principales de la primera guerra de independencia cubana, quien vivía exiliado en Puerto Plata. Al terminar "la guerra de los diez años", cientos de cubanos independentistas se exiliaron en República Dominicana, contando con la solidaridad del gobierno y la del pueblo dominicano. El gobierno de Luperón fue sometido a todo tipo de chantajes y amenazas por parte del Cónsul español que pedía la extradición de Maceo. Molesto el representante español por la firme negativa del gobierno dominicano, regresó luego a Cuba con las manos vacías. Otros gobiernos azules Resueltos ambos conflictos.cl tiempo de Luperón se agotaba como Presidente. Entre las reformas a la Constitución de 1880 había una que reducía el per presidencial de 4 a 2 años, para darles más oportunidad a otros líderes presidenciables del Partido Azul. Luperón solicitó al egregio Pedro Francisco Bonó que aceptara la postulación presidencial, pero el intelectual cibaeño se negó,"temeroso de que se repitiera la historia del ilustre Espaillat, que fue víctima, en octubre de 1876, de la más deplorable inconsecuencia del pueblo". Luperón decidió entonces dirigirse al padre Femando Arturo de Meriño, quien "era el patriota más notable que tenían las provincias del Sur y del Este". Las elecciones se celebraron en julio de 1880 y, como era de esperarse, Meriño obtuvo una amplia mayoría de votos. Se juramentó el primero de septiembre e integró un gabinete con líderes del Partido Azul. Fue el primer sacerdote dominicano en ocupar la presidencia. La sede del gobierno la trasladó a la capital y, al igual que el gobierno de Luperón, favoreció el desarrollo educativo y cultural del país.

Casimiro de Moya a la presidencia y al general Segundo Imbert a la vicepresidencia. Esta combinación, según Luperón, "alcanzó la mayoría" de votos en las elecciones, pero el líder azul ya había modificado su percepción sobre su antiguo lugarteniente, diciendo que era un hombre "pícaro, tramposo y corrompido", que violó groseramente la ley “metiendo 15 mil boletos en las umas. y el Congreso, poco avisado, proclamó la candidatura de Billini-Woss y Gil". La cleccion fraudulenta de Billini significó la división definitiva del Partido Azul. Los seguidores del bando perdedor intentaron irse a la insurrección, pero fueron persuadidos por Luperón de que se unieran al nuevo gobierno para evitar la guerra civil, mientras el líder del partido salía del país, en uno de sus continuos viajes por las Antillas menores y Europa. En efecto, Billini estableció un gobierno de unidad, respeto las libertades públicas, pero, al decretar una amnistía general, permitió el retorno del indómito general Cesáreo Guillermo, considerado un traidor a la patria y enemigo de Lilís, quien ostentaba el principal cargo militar del país. Billini además había nombrado gobernador de Puerto Plata al general Federico Villanueva, enemigo de Luperón. La presencia del general Guillermo en el país y el nombramiento de Villanueva, sellaron la suerte del Presidente Billini. Al verse sometido a fuertes presiones, prefirió renunciar en mayo de 1885, sin que completara su período gubernativo. Tras la renuncia de Billini ocupó la presidencia Alejandro Woos y Gil, hombre de confianza de Lilís, quien lo había sugerido para Vicepresidente. De esu manera, el control de la situación quedó en poder del bando lilisista. En su breve mandato, Woss y Gil ordenó que Lilís enfrentara en Azua la última rebelión del general Guillermo, quien, al verse acorralado por las tropas del gobierno, decidió suicidarse en noviembre. Por su parte, la facción liberal de los azules, al ver el creciente auge político de Lilís, se agrupó nuevamente en torno a Casimiro de Moya. Era evidente la división definitiva de los azules. En esa división jugaron su papel "algunos rojos de fama, como los señores Generoso Marchena, Wenceslao Figuereo y Manuel María Gautier". Esos tres personajes baecistas se unieron al lilisismo "con premeditado plan", que era provocar la ruptura entre Lilís y Luperón para luego "destruir la fuerza y la grandeza del Partido Azul, en beneficio de una oligarquía funesta". Según admite el propio Luperon en sus Nolas Autobiograficus Apuntes Históricos. Nuevas elecciones se efectuaron en julio de 1886. Como se esperaba, dos combinaciones presidenciales surgieron del Partido Azul. Para Lilis había llegado el momento de regresar a la presidencia y presentó su candidatura, acompañado del general imbect a la vicepresidencia, mientras Casimiro de Moya presentó la suya, acompañado de Billini para Vicepresidente. Curiosamente, Luperon decidió apoyar al binomio Lilís-Imbert, a pesar de que Moya y Billini representaban las esencias liberales de los azules. El mismo día de las elecciones, los seguidores de Moya fueron perseguidos y encarcelados en muchos puntos del país". El bando oficialista apeló al "uso del

'terrorismo político y también al fraude colosal a la hora de contar los votos depositados en las urnas". Fraude electoral y represión política fueron las vías utilizadas por Lilís para volver a la presidencia. Al verse de nuevo engañados, Moya y sus seguidores, que eran "la mayoría del país", se prepararon para la insurrección, contando con el apoyo y la dirección militar del general Benito Monción, "quien tenía viejas disputas con Luperón". La revolución estalló el 21 de julio. Se entabló una lucha sangrienta entre ambos bandos, en la cual perdieron la vida más de 600 hombres. Lilís perdía la contienda en sus inicios, pero varió su curso al comprar a importantes generales partidarios de Moya. Para aplastar la Revolución de Moya, el propio Lilís asumió el mando de las tropas. Los derrotados líderes de la revolución se refugiaron en territorio haitiano y luego se embarcaron a las Islas Turcas. Debido a la guerra civil, Lilís no pudo juramentarse en septiembre, sino el día de los Reyes Magos de 1887.