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El presente texto contiene un punteo, entre citas y paráfrasis, con las ideas más importantes de texto Dos escritos sobre hermenéutica de Wilhem Dilthey
Tipo: Resúmenes
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Sistematización de apuntes de Dilthey DILTHEY, Wilhelm (2000). Dos escritos sobre hermenéutica. El surgimiento de la hermenéutica y Esbozos para una crítica de la razón histórica. Madrid: Istmo.
1. El surgimiento de la hermenéutica Nos enfrentamos ahora con la cuestión del conocimiento científico de las personas individuales, e incluso de las grandes formas de la existencia humana singular en general. ¿Es posible un conocimiento tal, y qué medios poseemos para alcanzarlo? Nuestro obrar presupone siempre la comprensión de otras personas; una gran parte de la dicha humana brota de volver a sentir estados anímicos ajenos; toda la ciencia filológica e histórica descansa sobre el pre supuesto de que esta comprensión posterior de lo singular puede ser elevada hasta la objetividad. La conciencia histórica edificada sobre ese presupuesto le hace al hombre moderno tener presente dentro de sí todo el pasado de la humanidad: por encima de todas las barreras de su propio tiempo, mira hacia las culturas pasadas; recibe en sí el vigor de éstas y disfruta a posteriori de su magia: brota de ello para él un gran aumento de dicha. estas ciencias, así como la historia, sean dependientes, para su seguridad, de si es posible elevar la comprensión de lo singular a la validez universal. De este modo, en el pórtico de las ciencias del espíritu nos encontramos ya con un problema que es propio de ellas, a diferencia de todo conocimiento de la naturaleza. Ciertamente, las ciencias del espíritu aventajan a todo conocimiento natural en que su objeto no es un fenómeno ofrecido a los sentidos, no es un mero reflejo de algo real en una conciencia, sino que es él mismo realidad interna inmediata, y lo es como una conexión vivida desde dentro Sin embargo, ya por el modo en que esta realidad está dada en la experiencia interna resultan grandes dificultades para su concepción objetiva. Además, la experiencia interna, en la cual yo accedo interiormente a mis propios estados, jamás puede hacerme consciente, por sí misma, de mi propia individualidad Sólo en la comparación de mí mismo con otros tengo yo la experiencia de lo individual en mí; sólo entonces se me hace consciente lo que, en mi propia existencia, difiere de los otros. La existencia ajena, sin embargo, sólo se nos da, al principio, desde el exterior, en hechos sensibles, en ademanes, sonidos y acciones. Sólo a través de un proceso de reproducción de lo que afecta así a los sentidos en signos aislados, llegamos a completar ese interior. Todo, la materia, la estructura, los rasgos más individuales de este completar, hemos de transferirlo desde nuestra propia vitalidad. A este proceso por el cual conocemos un interior a partir de signos dados sensiblemente desde fuera lo llamamos comprender. Tal es el uso lingüístico; y una terminología psicológica firme, de la que tan menesterosos estamos, sólo podrá tener lugar cuando cada expresión ya firmemente
acuñada, perfilada de modo claro adecuado, sea mantenida uniformemente por todos los escritores. Pero también la concepción de estados propios la designamos como comprensión sólo en un sentido impropio una manifestación de mi ser, que ha entrado en el mundo sensible, se me enfrenta corno la de alguien ajeno, y que, como tal, no soy capaz de interpretarla o, en el segundo caso, que he caído en un estado que he caído en un estado en el que fijo mi mirada como en algo ajeno, extraño. Así, pues, llamamos comprender al proceso en el cual, a partir de unos signos dados sensiblemente, conocemos algo psíquico de lo cual son su manifestación. el proceso de comprender, en tanto que está determinado por los medios y condiciones comunes de este modo, tiene que tener caracteres comunes en todas partes. El comprender muestra grados diversos. Éstos se hallan condicionados, en primer lugar, por el interés. Si el interés es limitado, también lo será la comprensión. En otros casos, en cambio, tensados por cada gesto, por cada palabra, intentamos penetrar en el interior del hablante. Pero hasta la atención más tensa penetrar en el interior del hablante. Pero hasta la atención más tensa sólo puede llegar a convertirse en un proceso técnico en el cual se alcanza un grado controlable de objetividad, cuando la manifestación de la vida ha sido fijada, de modo que siempre podamos volver de nuevo a ella. A este comprender técnico de manifestaciones de la vida fijadas de modo duradero lo denominamos exégesis o interpretación. sólo en el lenguaje encuentra lo interior humano una expresión que sea completa, exhaustiva y objetivamente comprensible. De ahí que el arte de comprender tenga su centro en la exégesis o interpretación de los vestigios de existencia humana contenidos en la escritura. Es ésta, en su médula, el arte personal y el virtuosismo en tal tratamiento de lo conservado por y escrito, sólo en conexión con este arte y sus resultados puede madurar cualquier otra interpretación de monumentos o de acciones transmitidas históricamente. Pero la obra de un gran poeta o de un descubridor, de un genio religioso o de un filósofo genuino no puede ser sino la verdadera expresión de su vida anímica. sólo ella arroja su luz sobre los otros monumentos artísticos de una época y a las acciones históricas de los contemporáneos Ahora bien, arte de la interpretación se ha ido desarrollando paulatinamente, con la misma regularidad y lentitud que, por ejemplo, la interrogación de la naturaleza en el experimento A la vez, sin embargo, todo arte procede según reglas. Estas enseñan a superar las dificultades. Transmiten el resultado del arte personal. Por eso, a partir del arte de la interpretación se formó, ya muy pronto, la exposición de sus reglas. Y de la
en las ciencias del espíritu toda proposición abstracta puede justificarse, en definitiva, sólo por su relación con la vitalidad anímica, tal como está dada en la vivencia y en el comprender. el análisis epistemológico, lógico metodológico del comprender es una de las tareas capitales. Y para la fundamentación de las ciencias del espíritu. Pero el significado de esta tarea sólo cobra plenamente relieve cuando se hace consciente de las dificultades que la naturaleza del comprender contiene en lo que se refiere al ejercicio de una ciencia de validez universal. Cada uno está como encerrado dentro de su conciencia individual y comunica a toda captación su subjetividad. La posibilidad de captar un ser ajeno es, para empezar, uno de los más profundos problemas gnoseológicos. ¿Cómo puede una individualidad llevar una manifestación vital de otra individualidad ajena que le haya sido dada sensiblemente a una comprensión objetiva y universalmente válida? en ninguna manifestación individual ajena puede aparecer algo que no esté ya contenido en la vitalidad que la capta En todas las individualidades están las mismas funciones y las mismas partes constitutivas y sólo en el grado de su vigor se diferencian las disposiciones de los diferentes seres humanos. Segunda aporía. De lo singular al todo, y del todo de nuevo lo singular. el todo de una obra requiere la marcha hasta la individualidad , hasta la literatura en conexión con la cual está. Así la comprensión sale del todo mientras que el todo sale de lo singular. Tercera aporía. Ya cada estado anímico singular es comprendido por nosotros sólo desde estímulos externos que lo provocan De este modo, el medio es imprescindible para la comprensión. Llevado hasta su extremo, el comprender no es, entonces, diferente del explicar en tanto que este último sea posible en este ámbito. Y el explicar tiene, a su vez, como su presupuesto la culminación del comprender. De este modo, en el pórtico de las ciencias del espíritu se halla escrito, como un problema gnoseológico capital, el análisis del comprender. En tanto que la hermenéutica parte de este problema gnoseológico y se propone como su meta última su solución, entra en una relación interna con las grandes cuestiones motrices de la ciencia de hoy, las cuestiones de la constitución y legitimidad de las ciencias del espíritu. La solución de esta cuestión gnoseológica conduce al problema lógico de la hermenéutica. Naturalmente, también éste es siempre el mismo. Es obvio (en contra de la concepción que yo tenía al tratar de Wundt) que se presentan las mismas operaciones lógicas elementales en las ciencias de la naturaleza y en las del espíritu. Inducción, análisis, construcción, comparación La inducción, cuyos datos son los procesos sensibles, se realiza, aquí como en todas las demás partes, sobre la base de un saber de una conexión.
Con lo que esta base no es una abstracción lógica, sino una conexión real, dada en la vida; pero esta conexión es individual y, por ende, subjetiva Así, en el estrecho ámbito lingüístico, la teoría de esta inducción se especifica por la teoría del lenguaje: la gramática. Formación del concepto de la forma interna. Pero es necesario
en el mundo espiritual, Y en el descubrimiento de la sistemática que hay en ese mundo El comprender es un reencontrarse del yo en el tú; el espíritu se reencuentra en niveles cada vez más elevados de conexión; esta mismidad del espíritu en el yo. en el tú, en cada sujeto de una comunidad, en cada sistema de la cultura, finalmente, en la totalidad del espíritu y en la historia universal, hace posible la cooperación conjunta de los diferentes logros en las ciencias del espíritu El sujeto del saber es aquí uno con su objeto, y éste es el mismo en todos los niveles de su objetivación Si por este procedimiento se reconoce la objetividad del mundo espiritual creado en el sujeto, surge la cuestión de en qué grado puede todo esto contribuir a la solución del problema del conocimiento en general. Pero la cuestión es si una epistemología de la historia, que él mismo no ofreció, cabe dentro del marco de sus conceptos.
2. Acceso interior, realidad, tiempo Presupongo lo que ya he dicho antes sobre la vida y la vivencia. La tarea es ahora mostrar la realidad de lo que llega a concebirse en la vivencia, y dado que aquí se trata del valor objetivo de las categorías del mundo histórico, las cuales brotan a partir de la vivencia, anticipo ahora una observación indicando en qué sentido utilizo la expresión categoría En los predicados que pronunciamos acerca de los objetos se hallan contenidos los modos de captación. A los conceptos que designan tales modos los denomino categorías. Cada uno de estos modos comprende en sí una regla de referencia. Cada una tales categorías designa, entonces, un mundo propio de predicaciones Las categorías normales son formas enunciativas acerca de toda realidad. Pero entre las categorías reales aparecen algunas que tienen su origen en la captación del mundo espiritual, aunque luego, por transformaciones encuentren aplicación a la realidad efectiva toda al ser aplicadas a las objetivaciones de la vida en el comprender y a todos los sujetos de las proposiciones de las ciencias del espíritu, se amplía su entorno de validez, hasta que se muestra que en todas partes donde haya vida espiritual, le corresponden a ésta una conexión dinámica, fuerza, valor, etc. De este modo, los predicados universales reciben la dignidad de categorías del mundo espiritual En la vida está contenida, como primera determinación categorial de la misma, fundamental para todas las demás, la temporalidad. El tiempo está ahí para nosotros, por virtud de la unidad abarcadora de nuestra conciencia. Este marco de relaciones abarca, pero no agota, la vivencia del tiempo, en la cual el concepto de éste encuentra su último cumplimiento. El tiempo es aquí experimentado como el enigmático avance del presente, en el cual lo actual va deviniendo continuamente pasado y el futuro presente.
Presente es el cumplimiento de un momento de tiempo con realidad, es realidad en contraposición al recuerdo, o a las representaciones de lo futuro, que aparecen en el desear, esperar, temer, querer. existe continuamente, mientras que lo que constituye el contenido de la realidad está cambiando sin cesar. Las representaciones en las que poseemos pasado y futuro sólo existen ahí para el que vive en el presente. El presente existe siempre, y no está ahí nada más que lo que brota en él. La nave de nuestra vida va como arrastrada sobre una corriente que avanza constantemente hacia adelante, y el presente es siempre allí donde estamos sobre estas olas, donde padecemos, recordamos o esperamos en una palabra, allí donde vivimos en la plenitud de nuestra realidad De modo que las partes del tiempo cumplido no se diferencian unas de otras sólo cualitativamente, sino que también, cuando miramos hacia atrás, al pasado, desde el presente, o hacia adelante, hada el futuro, cada parte de este río del tiempo, independientemente de lo que aparezca él, tiene un carácter diferente. Hacia atrás, la serie de imágenes del recuerdo, graduada según su valor para la conciencia y su participación en el sentimiento Y cuantos más momentos haya hacia adelante, entre el presente cumplido y un momento del futuro cuantos más estados del ánimo, procesos exteriores, medios, tanto más se apilarán las posibilidades del curso, tanto más indefinida y nebulosa se hace la imagen de este futuro Si miramos hacia el pasado, nos comportamos pasivamente éste es lo inalterable, y en vano se agita por el pasado el hombre determinado por él, soñando cómo podría haber sido de otro modo. Si contemplamos nuestra relación hacia el futuro, nos encontramos activos, libres. Aquí nace, junto a la categoría de la realidad efectiva que brota para nosotros en el presente, la de la posibilidad. Nos sentimos en posesión de posibilidades infinitas De este modo, esta vivencia del tiempo determina en todas las direcciones el contenido de nuestras vidas Las antinomias que encuentra el pensar en la vivencia del tiempo brotan de la impenetrabilidad del mismo para el conocer El presente nunca es; lo que vivimos como presente encierra siempre el recuerdo de lo que, en sí, era precisamente presente Lo que, de este modo, forma en el flujo del tiempo una unidad en la presencia, porque tiene un significado unitario, es la unidad mínima que podemos denominar vivencia también llamamos vivencia a cada unidad más abarcante de partes de la vida, vinculadas por un significado común para el curso de la vida, incluso allí donde las partes están separadas unas de otras por procesos que la interrumpen. El vivir es un transcurso en el tiempo, en el cual cada estado, antes de hacerse más claramente objeto, se transforma, pues el momento siguiente se construye siempre sobre el anterior, y en el cual transcurso todo momento -no captado todavía- se hace pasado.
No hace falta exponer como solo a partir de la vivencia obtenemos nuestro conocimiento de todo hecho espiritual. Un sentimiento que no hayamos vivido nosotros no lo podemos encontrar en otros. Pero lo decisivo para la formación de las ciencias del espíritu es que al sujeto, que encierra dentro de los límites de un cuerpo la posibilidad de las vivencias, le asignamos predicados universales, atributos de nuestra vivencia los cuales contienen en sí el punto de arranque para las categorías de las ciencias del espíritu.
3. La conexión de la vida Un nuevo rasgo de la vida se hace ahora visible: está condicionado por el carácter, ya expuesto, de su temporalidad: pero va más allá de él. Nos comportamos frente a la vida, lo mismo frente a la propia que frente a la extraña, comprendiendo. Pero las categorías reales no son las misma en las ciencias del espíritu que en las ciencias de la naturaleza Ninguna categoría real puede reclamar validez en las ciencias del espíritu tal como ya la tiene en las ciencias de la naturaleza. No hay en el mundo histórico ninguna causalidad científico-natural, pues la causa, en este sentido, entraña que ella produzca necesariamente, según unas leyes, unos efectos; la historia sabe sólo de las relaciones del efectuar y padecer, de la acción y la reacción todas estas formaciones conceptuales del conocimiento científico-natural son irrelevantes para las ciencias del espíritu. Y si la categoría formal de la relación del todo a las partes es común a esta conexión y a la del espacio, del tiempo, del ser organizado, es en el ámbito de las ciencias del espíritu donde adquiere un sentido propio, a partir de la esencia de la vida y del procedimiento de comprensión que le corresponde: el sentido de una conexión en la que las partes están vinculadas. la vida orgánica como un eslabón entre la naturaleza inorgánica y el mundo histórico, y, por tanto, como un nivel previo a este último ¿Cuál es, entonces, este sentido propio, en el cual las partes de la vida de la humanidad se hallan enlazadas en un todo? ¿Cuáles son las categorías en las que nos adueñamos comprensivamente de este todo? Miro las autobiografías que son expresión más directa de la meditación sobre la vida ¿Cómo captan, entonces, estos escritores, comprensivamente, la conexión de las diferentes partes de su propio curso vital? ninguna relación de su vida tiene para él un valor por sí misma. ¡Rousseau! Su relación con la vida en las Confesiones puede ser captada únicamente en las mismas categorías de significado, valor, sentido y fin También aquí se interpreta el curso de los procesos externos de una vida
Se busca una conexión que no consista en la mera relación de causas y efectos. Y si se quiere pronunciar esa conexión, no se tiene para ella más que palabras como valor, fin, sentido, significado Si miramos más de cerca hay una relación más propia de estas categorías entre ellas, y en esa relación se lleva a cabo la interpretación. El sentido de la vida reside en la configuración, en el desarrollo; a partir de aquí, se determina el significado de los momentos vitales de un modo propio; es, a la vez, valor propio vivido del momento y de su fuerza actuante Cada vida tiene su sentido propio Estriba este en una conexión de significado, en la cual cada presente recordable posee un valor propio; pero, a la vez, tiene en la conexión del recuerdo una relación hacia un sentido del todo. Este sentido de la existencia individual es totalmente singular, imposible de resolver para el conocimiento, y, sin embargo, representa a su modo, como una mónada leibniziana, el universo histórico.
4. La autobiografía La autobiografía es la forma suprema y más instructiva en la que nos sale al encuentro la comprensión de la vida. Aquí, un curso vital es lo exterior, lo que se manifiesta sensiblemente, a partir de lo cual la comprensión avanza hacia aquello que ha producido este curso vital dentro de un medio determinado El mismo hombre que busca la conexión en la historia de su vida ha formado ya en todo lo que siente como valores de su vida, en lo que realiza como fines de la misma, en lo que ha bosquejado como un proyecto vital, en lo que, mirando hacia atrás, ha captado como su desarrollo, mirando hacia delante como la configuración de su vida y de su bien supremo -en todo ello ha formado ya una conexión de su vida bajo diferentes puntos de vista y esa conexión tiene que ser ahora pronunciada. Ha destacado y acentuado en el recuerdo los momentos de su vida que experimenta como significativos, dejando hundirse los demás en el olvido. Luego. el futuro le ha corregido para él las equivocaciones del momento acerca de su significado. Las unidades están formadas en las concepciones de vivencias en las que algo presente y algo pasado se mantienen juntos por un significado común. Con lo que el asunto de la presentación histórica es tú aquí a medias resuelto por la vida misma. Las unidades están formadas como vivencias; de entre la infinita e innumerable pluralidad está preparada una selección ele aquello que es digno de ser presentado. Y entre estos miembros se ha visto una conexión la cual, por supuesto no puede ser una simple copia del curso de la ida de tan1os años, ni tampoco quiere serlo, precisamente porque se trata de una comprensión; pero esa conexión pronuncia, desde luego, lo que una vida individual sabe ella misma de la conexión que hay en ella.