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Este documento explora la evolución de las políticas de salud mental en argentina, desde la visión transformadora de ramón carrillo hasta la ley de salud mental 26.657. Se analiza la importancia de la integración de la salud mental con la salud general, la atención primaria de salud y la participación comunitaria. Se destaca la necesidad de una práctica integral que considere la dimensión subjetiva, histórica y social del individuo.
Tipo: Esquemas y mapas conceptuales
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Según Freud (1930), gran parte de nuestra miseria se debe a lo que se llama nuestra cultura. Freud habla de un antagonismo irremediable entre las restricciones impuestas por la cultura y las exigencias pulsionales de los individuos. La cultura impone reglas y normas al individuo a través de las instituciones como la familia, la escuela y el trabajo.
La subjetividad es de naturaleza social (Pichón-Rivière y Pampliega de Quiroga). Freud afirma que "en la vida anímica del individuo, el otro cuenta con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo". La subjetividad es un sistema abierto al mundo, siempre en estructuración, no una estructura cerrada (Pichón-Rivière, 1981). La subjetividad es emergente, resultado de la interacción entre individuos, grupos y clases (Pichón-Rivière, citado en Zito Lema, 1985). Castoriadis señala que la producción de subjetividad hace al modo en que las sociedades determinan las formas en que se constituyen sujetos plausibles de integrarse a sistemas que le otorgan un lugar.
Según Lewkowicz (2005), el lazo social moderno está basado en la ficción del ciudadano, la historia como donadora de identidad, la representación como dispositivo de funcionamiento y la idea de progreso. La violencia surge donde queda suspendido o comprometido lo que hace vínculo entre las personas, el discurso y las prácticas que producen una comunidad.
Freud (1930) afirma que el sufrimiento amenaza desde tres lados: el propio cuerpo, el mundo exterior y los vínculos con otros seres humanos. La cultura impone requisitos como la belleza, la limpieza y el orden, y regula los vínculos recíprocos entre los seres humanos a través de la justicia.
Para Freud (1930), la inclinación agresiva es una disposición pulsional autónoma y originaria del ser humano, que se opone al desarrollo cultural.
La cultura debe movilizarlo todo para sofrenar las exteriorizaciones de la pulsión agresiva. El desarrollo cultural puede caracterizarse como la lucha por la vida de la especie humana.
Psicohigiene. De la higiene mental a la salud
mental
La higiene mental en Argentina tiene sus orígenes en las décadas de 1930 y 1940, con la fundación de la Liga Argentina de Higiene Mental en 1929. El ministro de Salud, Ramón Carrillo, impulsó una visión transformadora en relación con las políticas públicas en salud mental, buscando modernizar los establecimientos de internación y evitar la cronificación.
El desarrollo de la higiene mental en Argentina estuvo influenciado por el psicoanálisis, particularmente por las conceptualizaciones de Pichón-Rivière (1970) y José Bleger (1964).
Bleger (1964) propone un cambio en el posicionamiento del psicólogo, considerándolo un agente social cuya función en la salud pública debe ir más allá de la cura de enfermedades, abarcando también la prevención y la promoción de la salud. El objetivo de la higiene mental, según Bleger, es la promoción de un mayor equilibrio y un mejor nivel de salud en la población.
Psicología institucional
Las instituciones atraviesan a los sujetos y su subjetividad, regulando y equilibrando la personalidad (Bleger, 1964). La psicología institucional se encuentra en diálogo constante con las ciencias sociales, y la configuración de estas líneas de análisis en una época particular sentarán las bases de los distintos modos de abordar la subjetividad y de las diferentes modalidades de producción de subjetividad.
La psicología institucional implica una actitud crítica y responsable en el ejercicio de la función del psicólogo dentro de la disciplina, entendiendo cómo los procesos histórico-sociales han impactado en la formación, las intervenciones y la salud mental de la población.
Descargado por Marina PL (marinapiguillem@yahoo.com.ar) lOMoARcPSD| 11016632
Según Bleger (1964), la psicohigiene actúa sobre el nivel psicológico de los fenómenos humanos, con métodos y técnicas del campo de la psicología y de la psicología social. Algunos de los momentos o ámbitos de actuación son: - Momentos o períodos del desarrollo y de la evolución normal. Momentos de cambios o de crisis. - Situaciones de tensión normal o anormal en las relaciones humanas. - Organización y dinámica de instituciones sociales. - Problemas que crean ansiedad en momentos o períodos más específicos de la vida. - Situaciones altamente significativas que requieren información, educación o dirección.
Investigar y tratar la institución misma. Actuación sobre los grupos humanos, tanto unidades naturales como grupos artificiales (homogéneos o heterogéneos, conformados por la edad, el sexo, etc.). Actuación sobre la comunidad, abordando la problemática, las tareas y situaciones de tensión colectiva.
Stolkiner (1987) señala que la distinción entre salud mental y salud orgánica o corporal manifiesta una representación dualista del ser humano, de la cual es difícil escapar. Por lo tanto, se hace necesaria la integración de la política de salud mental a la política general de salud.
La psicología institucional tiene sus antecedentes en la psicología social de Pichón-Rivière (1970) y se enfoca en el estudio de las instituciones. Sus precursores en Argentina fueron José Bleger (1964) y Fernando Ulloa (s.f.).
Estudio de la estructura y dinámica de las instituciones: Encuadre de la tarea (contrato, plan de acción, fijación de constantes, administración de conocimientos y técnicas, información de la institución, ubicación geográfica y relaciones con la comunidad).
Objetivos (de la institución y del psicólogo).
Psicología de las instituciones:
Factores psicológicos que se hallan en juego en la institución por la participación de seres humanos.
La institución como parte de la organización subjetiva de la personalidad.
Estrategia del trabajo en psicología institucional:
Tipos de instituciones según el manejo de grupos (primarios, formalizados o estereotipados, y secundarios sin caer en estereotipos). El hospital como institución y el fenómeno de la deprivación sensorial.
Un ámbito de estudio: la institución. Estudio de la estructura y dinámica de las instituciones. Estudio de la psicología de las instituciones. Estrategia del trabajo del psicólogo, que incluye el encuadre de la tarea y la teoría del encuadre.
Psicología Institucional y el Psicólogo en las
Instituciones
La psicología se caracteriza por sus modelos conceptuales, los cuales abarcan el encuadre de la tarea. Esto implica la fijación de constantes y la administración de conocimientos y técnicas. En una institución, el psicólogo centra su atención en la actividad humana y en su efecto, para los que en ella desenvuelven dicha actividad.
El objeto de estudio de la psicología institucional son las instituciones. Bleger (1964) afirma que la institución forma parte de la personalidad y es un soporte, un apoyo, un elemento de seguridad, de identidad y de inserción social o pertenencia.
La psicología institucional brinda una apertura a la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. Investiga el funcionamiento institucional y cómo se relacionan e interrelacionan los sujetos en un espacio institucional.
La psicología de las instituciones implica el estudio de los factores psicológicos que se hallan en juego en la institución por el mero hecho de que en ella participan seres humanos, y por el hecho de la mediación imprescindible del ser humano para que dichas instituciones existan.
La psicología institucional y el psicólogo en
las instituciones
Según Bleger (1964), la psicología institucional abarca el conjunto de organismos de existencia física concreta, que tienen un cierto grado de permanencia en algún campo o sector específico de la actividad o la vida humana, para estudiar en ellos todos los fenómenos humanos que se dan en reacción con la estructura, la dinámica, las funciones y los objetivos de la institución.
Bleger (1964) afirma que el psicólogo institucional se puede definir como un técnico de los vínculos humanos, un técnico de explicitación de lo implícito: ayuda a comprender los problemas y todas las variables posibles de los mismos, pero él mismo no decide, no resuelve ni ejecuta.
Bleger (1994) nos dice que toda institución tiene objetivos explícitos tanto como objetivos implícitos o, en otros términos, contenidos manifiestos y contenidos latentes. Estos deben ser valorados en forma separada de los efectos laterales que una institución puede producir.
Dentro del encuadre de la tarea del psicólogo institucional, se deben contar dos principios estrechamente interrelacionados:
Toda tarea debe ser emprendida y comprendida en función de la unidad y totalidad de la institución. El psicólogo debe considerar muy particularmente la diferencia entre psicología institucional y el trabajo psicológico en una institución.
Bleger (1994) nos recuerda que tenemos que sumar la consideración de los objetivos del psicólogo a los objetivos de la psicología institucional. La finalidad o el objetivo que se quiera alcanzar orienta la acción y forma parte del encuadre de la tarea.
Bleger (1994) afirma que cada individuo tiene comprometida su personalidad en las instituciones sociales y se conduce con respecto a las mismas en calidad de precipitados de relaciones humanas y en calidad de depositarias de partes de su propia personalidad. La institución forma parte de la organización subjetiva de la personalidad.
Bleger (1994) menciona que cuanto más inmadura es la personalidad, más dependiente es la relación con la institución y tanto más difícil todo cambio que se produzca en ella o bien toda separación de ella. La institución es un instrumento de regulación y de equilibrio de la personalidad a la vez que un instrumento de organización, regulación y control social.
Bleger (1994) resalta que lo que tenemos que obtener los psicólogos es que "la tarea que se realiza en una institución sirve de medio de enriquecimiento y desarrollo de la personalidad: he aquí-en última instancia- el objetivo básico de la psicología institucional".
Kaes (1989) afirma que la institución es, antes que nada, una formación de la sociedad y de la cultura, cuya lógica propia sigue. Cada institución tiene una finalidad que la identifica y la distingue, y las diferentes funciones que le son confiadas.
Enríquez (1989) señala que las instituciones desempeñan un papel esencial en la regulación social global, ya que su finalidad primordial es colaborar con el mantenimiento o renovación de las fuerzas vivas de la comunidad, permitiendo a los seres humanos ser capaces de vivir, amar, trabajar, cambiar y tal vez crear el mundo a su imagen.
Kaes (1989) plantea que las instituciones abarcan un conjunto de formas y estructuras sociales instituidas por la ley y la costumbre, y cada una de ellas tiene una finalidad que la identifica y la distingue. Estas instituciones nos sostienen, nos sitúan y nos inscriben en sus vínculos y en sus discursos, estructurándanos y estableciendo relaciones que sostienen nuestra identidad.
La institución de la sociedad y el imaginario
social
La institución de la sociedad es la institución de un mundo de significaciones, una creación específica en cada momento histórico. Esto implica que la sociedad se organiza a través de instituciones que dan sentido y coherencia a la vida social.
En el marco de un análisis institucional, es importante considerar el "diseño de intervención", es decir, un modo pautado de intervenir en una institución a través de acciones programadas, elaboradas y llevadas a la práctica por un equipo. Este diseño tiene por función crear condiciones de visibilidad o enunciabilidad de aquellas cuestiones que, al quedar desalojadas en una institución, generan malestar.
Siguiendo a Bleger, en psicología, la ética forma parte del encuadre de la tarea, coincidiendo con la técnica. Asimismo, Ulloa plantea que el profesional de la salud mental debe operar sobre el tríptico salud mental/ ética/derechos humanos como ejes del abordaje clínico.
La demanda institucional muchas veces encubre motivos latentes que es necesario trabajar. El malestar o "donde incomoda" constituye un registro importante para acceder a la demanda, entendiendo que esta es producida por una desproporción en las relaciones sociales que desestabiliza o desestructura, poniendo de manifiesto la falta o necesidad subyacente.
Transferencia y contratransferencia en la
entrevista psicológica
En la transferencia, el entrevistado asigna roles al entrevistador y se comporta en función de los mismos. En otros términos, traslada situaciones y pautas a una realidad presente y desconocida, y tiende a configurar a esta última como situación ya conocida, repetitiva.
Con la transferencia, el entrevistado aporta aspectos inmaduros o irracionales de su personalidad, su grado de dependencia, su omnipotencia y su pensamiento mágico. En ellos es donde el entrevistador podrá encontrar aquello que el entrevistado espera de él, así como su fantasía de la entrevista o su fantasía de ayuda. Se podrá igualmente despistar otro factor importante que es el de la resistencia a la entrevista o a ser ayudado o curado, y la intención de satisfacer anhelos frustrados de dependencia o de protección.
En la contratransferencia se incluyen todos los fenómenos que aparecen en el entrevistador, como emergentes del campo psicológico que se configura en la entrevista; son las respuestas del entrevistador a las manifestaciones del entrevistado, el efecto que tienen sobre él.
Dependen en alto grado de la historia personal del entrevistador, pero si aparecen o se actualizan en un momento dado de la entrevista es porque en ese momento hay factores que operan para que ello suceda así. Durante mucho tiempo se los ha considerado como elementos perturbadores de la entrevista, pero progresivamente se ha reconocido que ellos son
indefectibles o ineludibles en su aparición, y el entrevistador debe también registrarlos como emergentes de la situación presente y de las reacciones que provoca el entrevistado.
La interacción transferencia-contratransferencia puede estudiarse también como una asignación de roles (por parte del entrevistado) y, por parte del entrevistador, como una percepción de los mismos. Si, por ejemplo, la actitud del entrevistado irrita y provoca rechazo en el entrevistador, este último debe proponerse estudiar y observar su reacción como efecto del comportamiento del entrevistado, para ayudarlo a rectificar dicha conducta.
Fernando Ulloa nos dice que un profesional de la salud mental que pretenda trabajar en determinados sectores sociales, "habrá de operar sobre el tríptico salud mental/ética/derechos humanos, como ruedas-engranajes del abordaje clínico. El atascamiento de uno de estos engranajes altera los otros, y la dinamización de uno cualquiera de ellos dinamiza a los demás".
Además, todo análisis de campos de representaciones actuales debe incorporar el hecho de que el terror tiene una operatoria que trasciende los límites temporales de su aplicación. Se invisibiliza en formas de aparente consenso pasivo o indiferencia, y opera en las subjetividades y en los funcionamientos institucionales.
Las principales herramientas técnicas en la entrevista psicológica son:
La observación La entrevista La disociación instrumental Los dispositivos grupales Los grupos en la institución
La entrevista es un instrumento fundamental del método clínico y una técnica de investigación científica de la psicología. Bleger afirma que la entrevista tiene sus propios procedimientos o reglas empíricas con los cuales no solo se amplía y se verifica el conocimiento científico, sino que al mismo tiempo se lo aplica.
La disociación instrumental implica actuar en parte con una identificación proyectiva con el entrevistado, y en parte permaneciendo fuera de esta identificación, observando y controlando lo que ocurre, de manera gradual, así como el impacto emocional y la desorganización ansiosa.
Bleger también destaca que la primera condición del encuadre es que el psicólogo mismo tenga una actitud clínica, con manejo de un cierto grado de disociación instrumental: identificarse con los sucesos o personas, pero manteniendo con ellos cierta distancia.
Ninguna situación puede lograr la emergencia de la totalidad del repertorio de conductas de una persona, por lo que ninguna entrevista puede agotar la personalidad del entrevistado. La entrevista no puede reemplazar ni excluir otros procedimientos de investigación de la personalidad, pero estos últimos tampoco pueden prescindir de la entrevista.
La entrevista como campo de trabajo
El entrevistador : su actitud, disociación instrumental, contratransferencia, identificación, etc. El entrevistado : transferencia, estructuras de conducta, rasgos de carácter, ansiedades, defensas, etc. La relación interpersonal : interacción entre los participantes, proceso de comunicación (proyección, introyección, identificación, etc.), problema de la ansiedad, etc.
En la entrevista, el entrevistador forma parte del campo y condiciona los fenómenos que va a registrar. La máxima objetividad se logra cuando se incorpora al sujeto observador como una de las variables del campo. El psicólogo cumple el rol de observador participante, incluyéndose como variable del campo en el que interviene.
Encuadre y técnica de la entrevista
Entrevistador y entrevistado conforman un grupo, un conjunto o una totalidad, donde sus integrantes se encuentran interrelacionados y su conducta es interdependiente. Se diferencian de otros grupos en que uno de sus integrantes (el entrevistador) asume un rol específico y tiende a cumplir determinados objetivos.
La interdependencia e interrelación entre entrevistador y entrevistado se realiza a través del proceso de comunicación. La conducta de uno actúa como estímulo para la conducta del otro, y viceversa.
No hay entrevistas fracasadas, ya que toda entrevista aporta datos sobre la personalidad del entrevistado. El fin de la entrevista y el encuadre deben ser respetados, incluyendo la reacción a la separación y la evaluación de cómo se va el entrevistado y cómo queda el entrevistador contratransferencialmente.
El grupo operativo
Conjunto de personas con un objetivo común, que intentan abordar operando como equipo. Tiene propósitos, problemas, recursos y conflictos que deben ser estudiados y atendidos por el grupo mismo. A través de su actividad, los integrantes entran en relaciones entre sí y con las cosas, más allá de la mera vinculación técnica con la tarea.
Respetar el emergente del grupo, es decir, trabajar sobre la información que el grupo actualiza en cada momento y que corresponde a lo que momentáneamente puede admitir y elaborar. Mantener y operar sobre la distancia con el objeto de conocimiento que el grupo puede tolerar.
El grupo puede tanto enfermar como curar, organizar como desorganizar, integrar como desintegrar. Estas diferencias no son cualidades esenciales del grupo, sino emergentes de su organización.
Descargado por Marina PL (marinapiguillem@yahoo.com.ar) lOMoARcPSD| 11016632
Salud y Enfermedad: Una Concepción
Dinámica
La entrevista es una técnica de investigación científica de la psicología y un instrumento fundamental del método clínico. Tiene sus propios procedimientos o reglas empíricas que permiten ampliar y verificar el conocimiento científico, a la vez que aplicarlo. Es el punto de interacción entre la ciencia y las necesidades prácticas, logrando la aplicación de conocimientos científicos y obteniendo o
Los problemas de salud mental pueden plantearse en diversos espacios, como centros de maternidad, escuelas, ámbitos judiciales, etc. Desde un punto de vista operacional, la Salud Mental implica estrategias y actividades que apuntan al cuidado de la vida mental, crear condiciones de bienestar y posibilitar la salud. El sector de la salud debe incorporar las ideas de Salud Mental, ya que el derecho a la salud es un derecho fundamental. La institución es permanente y moviliza cargas y representaciones que contribuyen a la regulación endopsíquica y aseguran las bases de la identificación del sujeto al conjunto social.
La institución y sus funciones psíquicas
La institución es el conjunto de formas y estructuras sociales que son instituidas por la costumbre y la ley. Nos preexiste y se impone a nosotros, a la vez que regula nuestras relaciones y se inscribe en la permanencia. Cada institución tiene una finalidad que la distingue e identifica.
La institución no es solo una formación social y cultural compleja, sino que también realiza funciones psíquicas múltiples para los sujetos singulares, en su estructura, dinámica y economía personal. Moviliza cargas y representaciones que contribuyen a la regulación endopsíquica y aseguran las bases de la identificación del sujeto al conjunto social.
Según Kaes et al. (1987), la institución cumple las siguientes funciones:
Proporcionar representaciones comunes y matrices identificatorias. Proporcionar un estatuto a las relaciones de la parte y el conjunto. Vincular los estados no integrados. Proponer objetos de pensamiento que tienen sentido para los sujetos a los cuales está destinada la representación y que generan pensamientos sobre el pasado, el presente y el porvenir. Indicar los límites y las transgresiones. Asegurar la identidad. Dramatizar los movimientos pulsionales.
Kaes et al. (1987) afirman que entramos en la crisis de la modernidad cuando las instituciones no cumplen su función principal de continuidad y de regulación. Entonces, el trasfondo imperceptible de nuestra vida psíquica, administrado hasta entonces por los garantes metafísicos, sociales y culturales de la continuidad y del sentido, irrumpe violentamente en la escena psíquica y en la escena social.
Las ciencias del hombre nacen de este cuestionamiento, al constatar que el hombre no es ya la medida de todas las cosas, sino que es atravesado y manipulado por fuerzas de una envergadura mayor: la economía, el lenguaje, el inconsciente, la institución.
Kaes et al. (1987) señalan que la institución no sufre, sino que nosotros sufrimos de nuestra relación con la institución. Sufrimos por el hecho institucional mismo, por los contratos, pactos, comunidad y acuerdos que nos ligan, por el exceso o la falta de la institución, por no comprender la causa, el objeto, el sentido y al sujeto mismo del sufrimiento que experimentamos en ella.
Stolkiner et al. (2016) mencionan que, en los últimos 70 años, los movimientos de transformación de la atención en salud mental han dado lugar a una gran heterogeneidad de servicios, cuyo objetivo se ha ido modificando, pasando de la rehabilitación a la recuperación de derechos ciudadanos. Esto implica un enfoque relacional que reconoce a todos los actores significativos y analiza las interacciones entre ellos.
La inclusión de personas con trastorno mental severo en la vida cotidiana no solo las beneficia, sino que también enriquece a los demás integrantes de la comunidad, al permitirles ampliar sus redes sociales y vivenciar la convivencia con la diferencia. Sin embargo, la investigación académica no ha acompañado suficientemente estas transformaciones.
Stolkiner y Ardilla Gómez (2012) señalan que, en el campo de la salud mental, persisten en el siglo XXI formas institucionales de respuesta a la problemática de la locura, propias del siglo XIX: las instituciones asilares manicomiales, que coexisten con las formas actuales del proceso de medicalización extrema de la época.
Kaes et al. (1987) afirman que la institución es un objeto psíquico común, y que el sufrimiento que experimentamos en ella se debe a nuestra relación con la institución, no a la institución en sí misma. Sufrimos por el hecho institucional mismo, por los contratos, pactos, comunidad y acuerdos que nos ligan, por el exceso o la falta de la institución, y por no comprender la causa, el objeto, el sentido y al sujeto mismo del sufrimiento que experimentamos en ella.
Foucault (2007) considera que a principios del siglo XIX surge un criterio de reconocimiento y atribución de la locura que es absolutamente distinto. Aquello por lo cual se le atribuye la locura al sujeto es la "insurrección de la fuerza, el hecho de que en él se desencadena cierta fuerza, no dominada y quizás indominable".
Foucault (2007) afirma que lo esencial en todo poder es que su punto de aplicación es siempre y en última instancia el cuerpo. El poder es físico y, por eso mismo, violento, en cuanto es perfectamente irregular, no en el sentido de ser desatado sino, al contrario, de obedecer a todas las disposiciones de una especie de microfísica de los cuerpos.
Foucault (2007) advierte que antes de ocuparse de las instituciones, es necesario analizar las relaciones de fuerza en esas disposiciones tácticas que las atraviesan. No se trata de la familia, ni del aparato del Estado, sino de las relaciones de poder propias de la práctica psiquiátrica, en cuanto son productoras de una serie de enunciados que se presentan como legítimos.
Foucault (2007) define el poder psiquiátrico como una manera determinada de manejar y administrar, antes que una cura o intervención terapéutica. Es un régimen que se espera produzca efectos terapéuticos, pero al mismo tiempo, una lucha contra la locura concebida en el siglo XIX como voluntad insurrecta e ilimitada.
Foucault (2007) identifica cuatro formas de realidad que penetran en el asilo y articulan el régimen asilar: 1. La voluntad del otro, en cuanto centro de la voluntad y foco de poder superior al del loco. 2. La identidad, el nombre y la biografía en primera persona, que se imponen al loco. 3. La realidad contradictoria, ambigua y vertiginosa de la locura, que el sujeto debe someterse a reconocer. 4. Las técnicas concernientes al dinero, la necesidad, el trabajo y el sistema de intercambios y utilidades.
El cuerpo del psiquiatra es la primera realidad con la que el enfermo debe toparse y a través de la cual pasan las otras realidades. El médico y la maquinaria del asilo deben constituir una unidad.
Foucault señala que en los hospicios se hacen divisiones marcadas entre pacientes curables e incurables, con vigilancia constante o esporádica, calmos o agitados, obedientes o insumisos, capaces o incapaces de trabajar,
castigados o no castigados. Esta distribución escandió efectivamente el espacio intraasilar.
Además, la gran importancia de la clínica en la vida cotidiana de los hospitales psiquiátricos se debe a que, a través de ella, el médico se erige en maestro de verdad. La técnica de la confesión y el relato se convierte en obligación institucional, y el enfermo entra en el sistema de ganancias y satisfacciones obtenidas por el encargado de curar.
El poder psiquiátrico según Foucault
Según Foucault (2007), el poder psiquiátrico no es principalmente una cura o intervención terapéutica, sino una manera determinada de manejar y administrar la locura. Es un régimen que se espera produzca efectos terapéuticos, como el aislamiento, la regularidad, el uso del tiempo, el sistema de carencias medidas y la obligación de trabajar. Sin embargo, este régimen también es una lucha contra la locura, concebida en el siglo XIX como una voluntad insurrecta e ilimitada.
De acuerdo con Stolkiner y Ardilla Gómez, la transformación de la atención en salud mental implica considerar la inclusión social, teniendo en cuenta los beneficios que la vida social comunitaria puede traer tanto para las personas con trastorno mental como para el resto de la comunidad.
Hablar de institución, para Foucault (2007), es hablar de individuos y colectividad. Se da por sentada la existencia del individuo, la colectividad y las reglas que los gobiernan, lo que permite incluir allí todos los discursos psicológicos o sociológicos.
Salud mental: constitución del campo y el
paradigma de la exclusión
Según Stolkiner et al. (2016), el campo de la salud mental es un subcampo dentro del de la salud en general, que se ha configurado como un espacio paradigmático del límite en cuanto a la concepción biologista-individual de la enfermedad. Se ha diferenciado por conservar formas específicas institucionales que revelan la imbricación entre mandatos sociales de orden y propuestas curativas.