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Documento que contiene recetas tradicionales mexicanas de salsas de chile, como borracha, jalapeño, poblano y otras variedades. Cada receta incluye ingredientes y instrucciones de preparación.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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Me dije: “Mi hermano ha hecho un libro de salsas; cualquiera que sea, se trata de una audacia.” Pensé desde luego que podría tratarse de alguna biografía de Óscar de León o Willy Colón, con una suculenta historia de la música afroantillana y sus infinitas variaciones: la rumba en Cuba, el merengue en Dominicana, el reggae en Jamaica; todas con reminiscencias africanas, sabor a trópico y ritmo contagioso que convoca al movimiento sensual de las parejas, en una especia de rito lacio o danza erótica que reúne alrededor del gusto (y hasta la pasión) por bailar a infinidad de adictos.
Pero no, se trata de que Gerardo Chapa, a quien por razón natural quiero desde pequeñito, es un apasionado, como yo, del arte culinario, y por una de esas vocaciones que a veces tienen los seres sensibles, se ha ido inclinando hacia las salsas, esa parte de la gastronomía que está llena de exquisiteces, de finuras, de sorpresas. ¿Qué sería de la cocina francesa sin su delicado salseo? ¿O de la china, la latinoamericana?.
Para los paladares refinados del mundo, las gastronomías sajona y del este europeo, carentes de salsas en general, no pueden estar a la altura de las grandes cocinas del mundo.
nueva filosofía de los sabores que la ubica en una nueva dimensión y la sitúa entre las mejores, más amplias y más variadas del mundo.
Por ello es una sorpresa gratificante que Gerardo haya trabajado acuciosamente para crear un libro de salsas. Es como inventar la especialidad, hurgando en las viejas experiencias culinarias de la historia para combinarlas, con el alma de alquimista, con otros elementos que convocan a nuevas aventuras en el mundo de los sabores. Las salsas son a veces base, pero también incorporación; transforma, enriquecen, aromatizan, antojan, colorean, sugieren. Sin duda la comida puede, debe convertirse en un placer sensual; las salsas lo aumentan, lo afirman.
Así pues, este libro es una obra de la imaginación, y su deseo es estimular la inventiva de quien lo disfrute. Incorporar todas estas salsas a nuestra alimentación es una fiesta de los sentidos, de la sensibilidad. Escoger una entre la enorme variedad que se nos ofrece constituye el arte de la elección; es una aventura gastronómica, un inquietante águila o sol. Adornar la mesa con ellas es un acto plástico, estético; comerlas debe ser la culminación de un proceso. Con esta publicación quedará comprobado que las salsas ocupan un primerísimo lugar en la gastronomía mexicana, pues ya no sólo tienen la pobre aspiración de añadir picante, incorporando quizá la frescura de un “pico de gallo”; ahora se vuelven elemento primordial, complemento indispensable.
No es posible hablar de salsas de nuestro país sin introducirnos en el sortilegio de los moles, que son una especie de hechizo. Imposible descifrar la historia de un pueblo si no se tiene conocimiento de las costumbres alimenticias; ya lo decía Balzac: “Dime qué comes y te diré quién eres”. Pero una cosa es comer simplemente para ahuyentar el hambre, y otra muy diferente encontrar la plena satisfacción del paladar, el uso total de las papilas gustativas, el raro embrujo de llevar al estómago un absoluto placer.
El nuestro es un país en gran parte desértico. En algunas regiones sólo hay arbustos, yerbas, biznagas, magueyes y algunos animales; eso ha comido nuestro pueblo siempre, acompañado de maíz, frijol y chile. La mixtura se obtuvo lo que nos ha dado la muchas veces avariciosa tierra; gusanos, escamoles, chapulines, tepezcuintles, eternamente acompañados de salsas. El lujo fueron los moles, que no son otra cosa que salsas aterciopeladas, calientes, con tal cantidad de ingredientes que se vuelve conseja y misterio su elaboración. El clásico poblano puede llevar hasta 20 elementos; en Oaxaca (que algunos llaman “valle de los siete moles”), hay uno enigmático de color negro, otro rico coloradito, el sugerente verde y el muy característico amarillito, sin olvidar el chichilo y el almendrado. En el centro del país surgen los pipianes, que tienen como base las pepitas de calabaza; en el sur se acostumbra condimentar con el famoso achiote.
Nuestro salseo no sería lo mismo sin el taco, que reclama, antes de enorgullecerse, ser bendecido por una suculenta salsa: borracha si es barbacoa, verde si son carnitas, “pico de gallo” para el bistec, suave para el pastor, piquín para los gusanos, amashito para el peje lagarto, de árbol para el taco de camarón, cuaresmeño para la pancita, entomatada para los escamoles. ¿No es todo un rito? ¿No es otra fiesta para los sentidos (vista, olfato, tacto, gusto), exaltados todos por el taco y sus salsas?
Por ello, bienvenido el libro de las nuevas y viejas salsas; el libro de la búsqueda, de la composición, el que viene a aposentar el mejor de los complementos para la nueva cocina mexicana.
¡Bienvenida al reino de la mesa, Su Majestad, la Salsa!
Julio de 2001.
Las salsas son parte fundamental no sólo de la cultura gastronómica, sino también de la religiosa, que se pierde en la noche de los tiempos. Fueron tan importantes que los caltzontzin, los gobernantes purépechas, tenían a su servicio una mujer denominada yamati, cuya única obligación era servirle las salsas a su amo y señor con los pechos al aire, una mezcla de erotismo y refinamiento alimentario.
En los ingredientes de las salsas mexicanas, básicamente picantes y verduras, se reflejan distintas idiosincrasias. Desde el intenso picante del sureño habanero hasta el exquisito chipotle, pasando por el norteño piquín, todos los chiles reflejan la bravura, el señorío y la actitud de nuestros ancestros, que hacían frente a la vida en una lucha constante por afirmar su hombría. Por eso somos una nación de naciones, soberana, enhiesta y libertaria; por eso nos hemos opuesto a la intervención extranjera, a la entrega del territorio y la sumisión. De alguna manera somos lo que comemos, y nuestra raza ha comido fuego, transmutándolo de forma violenta y generosa,
INGREDIENTES:
5 tomates verdes ½ diente de ajo pelado La pulpa de un aguacate maduro ¼ de taza de cilantro fresco, picado 2 cucharaditas de mejorana fresca, picada 3 chiles serranos sin desemillar, picados ¼ de taza de cebolla, finamente picada (opcional) 1 cucharada de aceite de oliva Agua, al gusto Sal, al gusto
NOTA: PUEDE UTILIZAR CONSOMÉ DE POLLO EN LUGAR DE AGUA APRA ADELGAZAR ESTE GUACAMOLE.
LICUE LOS TOMATES Y EL AJO HASTA QUE ADQUIERAN CONSISTENCIA DE PURÉ. AGREGUE AGUACATE, EL CILANTRO Y LA MEJORANA; CONTINÚE LICUANDO HASTA ACREMARLOS. LUEGO AÑADA LOS CHILES, LA CEBOLLA Y EL ACEITE DE OLIVA; ADELGACE LA MEZCLA CON UN POCO DE AGUA HASTA OBTENER LA CONSISTENCIA DESEADA. POR ÚLTIMO SAZONE CON SAL.
INGREDIENTES:
1hoja de aguacate ligeramente asada 3 chiles serranos desemillados 1diente de ajo chico, pelado 10 tomates verdes Aceite de maíz, el necesario ¼ de taza de cebolla finamente picada Sal, al gusto
VARIANTE: PUEDE UTILIZAR MEDIA CUCHARADITA DE SEMILLAS DE HINOJO TOSTADAS Y MOLIDAS EN LUGAR DE LA HOJA DE AGUACATE.
LICUE LA HOJA DE AGUACATE CON LO CHILES, EL AJO Y LOS TOMATES. FRÍA LA MEZCLA CINCO MINUTOS EN UN SARTÉN CON EL ACEITE CALIENTE; RETIRE LA SALSA DEL FUEGO Y AGREGUE LA CEBOLLA. AL FINAL SAZONE CON SAL.
INGREDIENTES:
4 jitomates grandes asados y pelados 4 chiles serranos asados Sal, al gusto 1 cebolla mediana finamente picada 2 cucharadas de orégano molido 6 aguacates pelados y picados
MUELA LOS JITOMATES Y LOS CHILES EN EL MOLCAJETE Y SAZONE CON SAL. LUEGO VIERTA LA SALSA EN UNA CAZUELA DE BARRO; AÑADA LA CEBOLLA JUNTO CON EL ORÉGANO Y EL AGUACATE. POR ÚLTIMO REVUELA BIEN LOS INGREDIENTES.
INGREDIENTES:
½ cebolla pequeña finamente picada y desflemada 3 chiles serranos finamente picados 1 jitomate grande y maduro finamente picado 4 ramas de cilantro finamente picadas Sal, al gusto
VARIANTE: ESTA SALSA SE PUEDE HACER COCIDA FRIÉNDOLA EN UN SARTÉN CON UN POCO DE ACEITE CALIENTE DURANTE CINCO MINUTOS.
MEZCLE EN UN RECIPIENTE LA CEBOLLA, LOS CHILES, EL JITOMATE Y EL CILANTRO; POR ÚLTIMO SAZONE CON SAL.
INGREDIENTES:
4 chiles serranos picados 1 cebolla chica finamente picada ½ rama de apio finamente picada El jugo de dos limones 1 cucharada de mezcal blanco Sal, al gusto
NOTA: SE RECOMIENDA PREPARAR ESTA SALSA TRES HORAS ANTES DE CONSUMIRLA.
VARIANTE: CAMBIE EL MEZCAL POR UNA CUCHARADA DE TEQUILA BLANCO Y AGREGUE DOS CUCHARADAS DE JUGO MAGGI.
REVUELVA LOS CHILES, LA CEBOLLA Y EL APIO; VIERTA EL JUGO DE LIMÓN Y EL MEZCAL. POR ÚLTIMO SAZONE CON SAL.
INGREDIENTES:
2 jitomates maduros, asados ocho minutos 5 chiles serranos frescos, asados ocho minutos 1 diente de ajo asado y pelado Sal, al gusto
RETIRE LAS PARTES QUEMADAS DE LOS JITOMATES. LUEGO MUELA PERFECTAMENTE LOS CHILES Y EL AJO EN EL MOLCAJETE; AÑADA LOS JITOMATES Y TERMINE DE MOLER. POR ÚLTIMO SAZONE CON SAL.