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Un análisis profundo del desarrollo económico argentino entre fines del siglo xix y principios del xx. explora el auge exportador, la influencia de las inversiones extranjeras (principalmente británicas), el rol del estado, y los conflictos sociales que surgieron en este período, como el grito de alcorta. Se detallan las características del modelo agroexportador, la ocupación de la pampa, el sistema financiero y las crisis económicas que marcaron la época. el texto proporciona un contexto histórico crucial para comprender la evolución económica argentina.
Tipo: Resúmenes
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A fines del siglo XIX, Argentina experimentó un auge en la producción de bienes para la exportación, incluyendo cereales, lino, carne congelada ovina y ganado en pie. Este auge fue impulsado por la internacionalización del comercio, acelerada por el desarrollo del capitalismo internacional. Este proceso generó un exceso de bienes manufacturados que debían ser exportados, así como una mayor demanda de alimentos y materias primas para las fábricas de los países industrializados.
Se intensificó el comercio de bienes, servicios y factores de producción móviles, como el trabajo y el capital. La industrialización en las economías más dinámicas generó excedentes de capital que buscaron oportunidades de inversión en otros países. Argentina contaba con un factor de producción abundante: la tierra, que sustentó el crecimiento exportador. El clima y el tipo de tierras de la pampa permitieron la producción de bienes con alta demanda en el mercado mundial, convirtiendo a la región pampeana en el centro de una expansión aparentemente ilimitada.
La ocupación del espacio pampeano se consolidó con la Campaña del Desierto, liderada por Julio A. Roca en 1879. Esta conquista atrajo a pobladores al ofrecer vastas extensiones de tierras vírgenes. Las inversiones extranjeras se guiaron por la seguridad y la rentabilidad, siendo la seguridad crucial al principio y la rentabilidad ganando importancia con el aumento de la confianza en el país.
La disolución del gobierno nacional llevó a la declaración de impago de la deuda, lo que alejó a los capitales extranjeros de nuevos préstamos. Estos capitales se concentraron en recuperar el dinero ya prestado. A mediados de siglo, se alentó la llegada de nuevos capitales mediante un acuerdo con los acreedores extranjeros para establecer la forma de pago de la deuda.
El Estado naciente, con el objetivo de atraer inversiones, disminuyó las regulaciones y ofreció garantías de rentabilidad a los inversores. Los ingleses invirtieron en bonos del Estado y en los ferrocarriles, infraestructura clave para la comercialización y exportación de la producción. La rentabilidad de las primeras inversiones ferroviarias extranjeras fue garantizada por el Estado, que aseguró una ganancia (alrededor del 7%) sobre el capital invertido.
La primera vía de tren fue construida por el estado de Buenos Aires en 1857, cuando estaba separado del resto del país, y vendida en 1890. La
expansión de la red ferroviaria facilitó la puesta en producción de nuevas tierras y la explotación de nuevos productos exportables. Los británicos invirtieron en tierras, comercio e industria, pero los bonos del Estado y los ferrocarriles fueron sus principales focos. Otros países europeos, como Francia, Alemania, Bélgica e Italia, también invirtieron, aunque en menor medida que Gran Bretaña. A principios de siglo, comenzaron a llegar capitales norteamericanos, invirtiendo en bonos y frigoríficos. Gran Bretaña era el principal comprador de carne argentina, un producto barato. Argentina consolidó un perfil productivo y exportador basado en cereales y carne destinados a los mercados europeos.
La estructura agraria pampeana se caracterizaba por la presencia de agricultores propietarios de parcelas de aproximadamente 50 hectáreas. En las "estancias mixtas", los estancieros se dedicaban al engorde de ganado. Los chacareros explotaban fracciones de tierra, generalmente para producir cereales, pero no eran dueños de la propiedad, sino que la arrendaban. El negocio del estanciero invernador consistía en cobrar la renta por la tierra alquilada y obtener la tierra alfalfada para engordar sus vacas. Los cabañeros, un grupo minoritario, se dedicaban a la importación y reproducción de animales de raza.
En 1912, el "Grito de Alcorta", una revuelta agraria en el sur de Santa Fe, evidenció tensiones en el tejido social pampeano. A pesar del dinamismo capitalista en el campo, los conflictos sociales urbanos no se replicaron en la misma medida en el ámbito rural. El Grito de Alcorta fue una excepción. En la década de 1890, surgió un movimiento de protesta de agricultores (propietarios de la tierra) llamado populismo. En 1896, su candidato presidencial denunció que los agricultores sufrían una "cruz de oro", símbolo del comercio y las finanzas que los oprimían. Aquellos que no poseían tierras enfrentaban dificultades y recurrían a mecanismos como los almacenes de ramos generales.
A principios de la década de 1880, el Banco de la Provincia de Buenos Aires, de propiedad estatal, dominaba el escenario bancario y se caracterizaba por una creciente liberalidad en la concesión de créditos. Los beneficiarios eran tanto el sector ganadero como el comercial, aunque su gestión estaba influenciada por conexiones con el mundo político, especialmente con el Partido Autonomista Nacional. El crecimiento económico de la década justificaba esta estrategia liberal.
Además de los préstamos directos, el Banco Hipotecario de la provincia de Buenos Aires actuó como intermediario en la cadena de crédito, canalizando inversiones de ahorristas británicos hacia el sector agrario. A cambio del dinero, el deudor se comprometía a pagar la amortización del capital más los intereses. En Argentina, se utilizaban dos tipos de moneda:
de la Nación Argentina en la década de 1890. Sin ser un Banco Central, tenía una función indicativa importante para otras instituciones. Sus operaciones en el mercado de bonos y en la compra de divisas mitigaban los desequilibrios coyunturales.
La relación entre Estado y economía también se manifestaba en la política fiscal. Los ingresos del Estado no cubrían sus gastos, lo que generaba un déficit fiscal. La emisión de deuda pública para financiar el gasto público llevaba a un aumento en la tasa de interés y a una eventual caída en la tasa de inversión del sector privado, generando el efecto de "crowding-out" o expulsión. Este efecto se acentuaba en momentos difíciles, cuando los inversores preferían la seguridad de los títulos del Estado a una rentabilidad incierta en el sector privado.