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la adultez no puede ser vista como una fase estática, sino como una construcción continua en la que el individuo se relaciona activamente con su entorno y donde las experiencias, aprendizajes y decisiones personales moldean su estado de salud y bienestar
Tipo: Resúmenes
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Unidad 3:
1. Programas de salud centrados en el adulto. Modelo de atención primaria con participación de la familia Los programas de salud orientados al adulto tienen como eje el enfoque biopsicosocial y comunitario. Este enfoque reconoce la necesidad de atender integralmente a la persona, considerando su dimensión física, emocional, social y espiritual. La Atención Primaria de la Salud (APS) es el modelo que articula este tipo de programas, priorizando la promoción, la prevención y la participación comunitaria. Según la OMS (1978), la APS es “la asistencia sanitaria esencial basada en métodos y tecnologías prácticas, científicamente fundadas y socialmente aceptables, puesta al alcance de todos los individuos y familias de la comunidad mediante su plena participación”. Potter y Perry (2015) refuerzan que este modelo permite “una atención centrada en la persona, accesible, continua, coordinada e integral”, con un fuerte énfasis en la educación sanitaria y en la participación activa de la familia, considerada como el primer agente de cuidado. 2. El Enfermero y su acción educativa. La consulta de Enfermería La acción educativa del enfermero es uno de los pilares del ejercicio profesional, especialmente en la etapa adulta, donde es fundamental la prevención de enfermedades crónicas y la promoción de estilos de vida saludables. A través de la consulta de enfermería, se establece un espacio de diálogo y construcción de conocimiento con el paciente y su entorno familiar. Kozier et al. (2013) sostienen que “la educación en salud es un componente inherente al cuidado, cuyo objetivo es facilitar la autonomía del paciente y mejorar los resultados de salud”.
La consulta de enfermería permite realizar una valoración integral del paciente, identificar factores de riesgo, elaborar diagnósticos enfermeros y definir intervenciones específicas. LeMone y Burke (2009) destacan que esta instancia debe basarse en una relación de confianza, comunicación clara, escucha activa y respeto por los tiempos del otro.
3. Enfermería y los grupos comunitarios: proyectos interinstitucionales e intersectoriales La enfermería comunitaria tiene un rol estratégico en la articulación de redes de cuidado. Los proyectos interinstitucionales e intersectoriales permiten abordar los determinantes sociales de la salud (educación, empleo, vivienda, acceso a servicios) desde una mirada amplia. Burdiles (2011) afirma que “la salud no puede pensarse como responsabilidad exclusiva del sistema sanitario; es una construcción colectiva donde confluyen múltiples actores sociales”. En este sentido, el trabajo con organizaciones barriales, centros de salud, municipios y escuelas fortalece el tejido social y permite diseñar acciones conjuntas. 4. Enfermería en el domicilio: visita domiciliaria La visita domiciliaria es una estrategia clave en la continuidad del cuidado. Permite acercar el sistema de salud al entorno habitual del paciente y observar directamente las condiciones del hogar, los vínculos familiares, los recursos disponibles y las posibles barreras para el autocuidado. La visita domiciliaria incluye cuatro etapas: Preparación: análisis del motivo de la visita, revisión del historial clínico, y coordinación con el equipo. Valoración: entrevista, observación del entorno, control de signos vitales, evaluación funcional y emocional.
La internación domiciliaria permite que pacientes con enfermedades crónicas, en recuperación postquirúrgica o en situación terminal puedan continuar con su tratamiento en el hogar. Esta modalidad favorece el confort emocional, disminuye el estrés hospitalario y permite el acompañamiento familiar continuo. Smeltzer (2013) sostiene que “el hogar puede transformarse en un espacio terapéutico si se cuenta con el acompañamiento profesional adecuado”. La enfermería tiene funciones clave: monitoreo de signos, administración de medicamentos, cuidado de heridas, educación y contención.
7. Marco conceptual para la atención del sujeto adulto/anciano desde el rol del enfermero clínico. Lugar de la familia El enfermero clínico aborda a la persona adulta y al anciano desde una perspectiva integral. Utiliza herramientas como el proceso de atención de enfermería (PAE) y modelos de cuidado centrado en la persona, como los propuestos por Marion (2011) con la articulación de NANDA, NIC y NOC. La familia es un actor fundamental en esta etapa. Puede ser facilitadora o limitante del cuidado, por lo cual el rol del enfermero incluye capacitar, acompañar y sostener a los cuidadores familiares, especialmente en situaciones de dependencia o deterioro cognitivo. 8. Participación de Enfermería en alteraciones de las necesidades psicosociales de la ancianidad: comunicación, sensopercepción, seguridad, abandono, marginalidad, pobreza La ancianidad es una etapa en la que pueden presentarse diversas vulnerabilidades. La pérdida de roles, el duelo, la soledad, el deterioro sensorial y la pobreza son factores que inciden negativamente en la salud mental y emocional de los adultos mayores.
Beare y Myers (1997) destacan que el profesional de enfermería debe actuar como un “agente de protección y defensa de derechos”, promoviendo entornos seguros, escuchando activamente y detectando señales de maltrato o abandono.
9. Cuidados enfermeros a sujetos con alteraciones de la salud mental en adultos/ancianos. Participación de la familia en el cuidado La depresión, la ansiedad y los trastornos cognitivos como la demencia son frecuentes en la adultez mayor. La enfermería tiene un rol clave en la detección precoz, la evaluación de conductas de riesgo, el acompañamiento emocional y la prevención de recaídas. Smeltzer (2013) señala que los planes de cuidado deben considerar la participación activa de la familia, tanto para el cumplimiento terapéutico como para brindar un entorno de afecto, contención y seguridad. Es fundamental también la coordinación con equipos interdisciplinarios. 10. Manejo de la información de los profesionales de Enfermería. Confidencialidad, veracidad, seguridad, calidad El respeto por la confidencialidad y la veracidad de la información forma parte del código ético de la profesión. Según Kozier et al. (2013), “los profesionales deben mantener la privacidad del paciente, informar con claridad y proteger la integridad de los datos en todo momento”. La calidad del cuidado implica también seguridad del paciente (prevención de errores, control de infecciones, correcta administración de medicamentos), evaluación continua del desempeño profesional y seguimiento del cumplimiento de normas y protocolos.
“Riesgo de deterioro de la movilidad física” (00085) “Alteración del patrón del sueño” (00095) “Riesgo de síndrome de desuso” (00040) Además, las guías NIC y NOC (Marion, 2011) permiten establecer las intervenciones y resultados esperados, reforzando la sistematización del cuidado.
3. Estrés y significado de la hospitalización La hospitalización es, en sí misma, un agente estresor. El paciente se enfrenta a un entorno nuevo, con rutinas impuestas, personal desconocido, y preocupaciones por su salud. Esta situación puede generar estrés agudo, desorientación, irritabilidad, o retraimiento. Según LeMone y Burke (2009), el estrés hospitalario “puede afectar negativamente los mecanismos de adaptación, interferir con la comunicación y dificultar el cumplimiento del tratamiento”. Kozier et al. (2013) explican que cada paciente reacciona de forma diferente según su personalidad, historia previa, red de apoyo y diagnóstico médico. Por eso, el profesional debe adaptar sus intervenciones de forma empática y personalizada. En adultos mayores, el estrés se puede manifestar a través del delirium (estado confusional agudo), que requiere atención inmediata y cuidados específicos para evitar el deterioro cognitivo. 4. Cambios en la vida cotidiana: reestructuración de los tiempos La hospitalización obliga al paciente a interrumpir sus rutinas y someterse al ritmo institucional. Desde la hora de comer hasta cuándo puede levantarse o recibir visitas, todo está reglado, lo que puede provocar ansiedad, aburrimiento, sensación de aislamiento y pérdida de autonomía.
Hinkle y Cheever (2019) señalan que “el paciente adulto experimenta una alteración radical en la estructura de su tiempo, lo que puede afectar su percepción del entorno y su bienestar psicosocial”. El equipo de enfermería tiene un rol importante en minimizar el impacto negativo de estos cambios, brindando contención emocional, respetando las preferencias del paciente, e incluyendo pequeñas rutinas personales (leer, escuchar música, comunicarse con sus afectos).
5. El rol de la familia en el cuidado La familia es un componente central en el proceso de hospitalización. No solo proporciona apoyo emocional al paciente, sino que también colabora en la toma de decisiones y, en muchos casos, participa directamente en los cuidados (alimentación, higiene, movilidad). Potter y Perry (2015) afirman que “la familia es un recurso terapéutico que debe ser incorporado de manera activa en el plan de cuidados”. Esto implica no solo brindar información clara, sino también acoger sus dudas, temores y propuestas. En el caso del adulto mayor, muchas veces la familia es su principal red de contención. Sin embargo, en contextos de pobreza o marginación, puede estar ausente o tener recursos limitados. En estos casos, la enfermería debe actuar con sensibilidad, promoviendo la intervención de equipos interdisciplinarios e instituciones de apoyo social. 6. Seguridad, confidencialidad y calidad del cuidado El entorno hospitalario requiere de altos estándares de seguridad para prevenir eventos adversos, infecciones intrahospitalarias o errores en la medicación. Lilley (2020) enfatiza la importancia del conocimiento farmacológico para la administración segura de medicamentos, especialmente en adultos mayores con polifarmacia. Además, el