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Tipo: Apuntes
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UNIDAD 11. La Psicología del desarrollo: definición y conceptos^1
La “psicología del desarrollo” o también llamada “psicología evolutiva” estudia el comportamiento humano a lo largo de las diferentes etapas por las que transcurre la vida de una persona o ciclo vital. El psicólogo del desarrollo puede enfocar su atención en un aspecto específico del comportamiento, como los que se refieren al desarrollo del pensamiento o la percepción, o puede enfocar su atención en un período específico de la vida, como la niñez o la adolescencia. De esta manera, la psicología infantil o de los adolescentes forma parte de la rama general de la psicología del desarrollo.
Como no podía ser de otra manera un concepto fundamental en la psicología evolutiva es el de “desarrollo”. Su definición varía según las diferentes escuelas o corrientes de la psicología, pudiéndose distinguir, a grandes rasgos, tres modelos explicativos:
Modelo mecanicista Modelo organicista. Modelo contextual-dialéctico.
a) Modelo mecanicista
La concepción mecanicista del desarrollo es opuesta a cualquier idea de plan preestablecido, de finalidad hacia donde pueda orientarse, explicando las transformaciones en el comportamiento de los individuos como resultado de causas externas. La metáfora básica para su explicación es la máquina, es decir, entiende al individuo humano como un mecanismo reactivo ante las fuerzas externas, negándole un papel activo en su relación con el medio. El concepto central de esta concepción es el de “aprendizaje”, y los factores ambientales se priorizan por sobre los factores biológicos o heredados. De aquí se deriva que se podrían programar los cambios evolutivos siempre que se conozcan los estímulos que los provocan y los refuerzos que los consolidan. En sus investigaciones cuenta sólo aquellos aspectos que pueden ser observados empíricamente, es decir, la conducta externa.
Sus antecedentes en la historia de la filosofía pueden ser reconocidos en el empirismo inglés de los siglos XVII y XVIII (Locke, Berkeley, Hume). Como representantes de este modelo en la psicología contemporánea podemos contar con: los conductistas clásicos, los neo-conductistas y los teóricos del aprendizaje social.
b) Modelo organicista
La metáfora básica que explica este modelo es la de un organismo vivo, activo y organizado de forma coherente donde el todo es más que las partes y da significado a todas ellas. El cambio evolutivo es un cambio estructural que en cada etapa presenta una organización que, siendo distinta a la anterior, sólo se entiende y se puede explicar a partir de ella. Los cambios son unidireccionales, irreversibles y orientados hacia metas. Las leyes del desarrollo son universales independientemente de la cultura a la que pertenezca el individuo.
Aunque los factores ambientales y el aprendizaje pueden modificar (desencadenar, acelerar o dificultar) el desarrollo de los individuos, siempre se da una base o programa propio del organismo, que puede consistir en predisposiciones heredadas genéticamente, y que determina las diferentes etapas del desarrollo.
Se puede encontrar un antecedente de este modelo en Leibniz, filósofo racionalista alemán del siglo XVII. Entre sus representantes en la psicología contemporánea, a pesar de sus grandes diferencias, es posible mencionar a Werner, Freud, Erikson o Piaget.
(^1) Adaptado a partir del texto de Mario de Ochoa: http://www.apsique.com/wiki/DesaIntro_desa
c) Modelo contextual-dialéctico o sistémico
El modelo contextual-dialéctico tiene su origen en las concepciones marxistas y en las teorías psicológicas basadas en ellas como las de Vygotski, la psicología soviética y las de Wallon. También se podrían incluir en este modelo las explicaciones que del desarrollo del individuo realizan las corrientes sistémicas. Las metáforas de este modelo pueden ser la composición orquestal o la interacción del diálogo. El desarrollo es un diálogo entre el sujeto y su ambiente y se condicionan mutuamente.
El individuo se percibe como un todo organizado pero en continuo cambio, como un sistema cuya circunstancia normal es el desequilibrio y la búsqueda continua del equilibrio, un sistema abierto que se está continuamente auto-conformando en su relación dialéctica con el medio ( autopoiesis^2 ). El cambio evolutivo es resultado de la interacción de todos los factores implicados en el desarrollo: biológicos, históricos, económicos, sociales... El desarrollo es un proceso multidireccional que tiene lugar a lo largo de todo el ciclo vital, desde el nacimiento hasta la muerte, pasando por la niñez, la adolescencia, la adultez y la vejez.
Un concepto fundamental de la psicología del desarrollo es que los procesos de crecimiento son madurativos. El término maduración se refiere a los procesos de crecimiento físico que de manera importante influyen para dar lugar a un desarrollo de conducta ordenada, o sujeta a un modelo conocido. Cuando vemos que cierta conducta aparece en todos los miembros de una cierta especie, aproximadamente en una misma edad, sin que haya mediado un entrenamiento especial, podemos decir que es el resultado de la maduración más que del aprendizaje. Si los factores genéticos y ambientales se dan dentro de parámetros normales, los procesos madurativos seguirán un curso predecible, con escasas variaciones. Pero también si estos factores genéticos o ambientales presentan alteraciones el proceso de maduración esperado puede verse notablemente interferido.
En el momento del nacimiento el niño no despliega gran parte de la conducta que se ve en los niños de mayor edad y en los adultos. Los niños recién nacidos no pueden hablar, gatear, sentarse, caminar o ejercer control sobre las funciones intestinales o de la vejiga. ¿Cuáles son los factores que ocasionan el desarrollo o la aparición de esta conducta? Hay tres posibilidades: la conducta puede ser el resultado del crecimiento físico o la maduración, el aprendizaje o una combinación de ambos factores.
Muchas veces, puede parecer que el aprendizaje desempeña el papel de mayor importancia en el desarrollo de las conductas, puesto que la mayoría de los padres de nuestra cultura proporcionan entrenamiento, oportunidad para la práctica y considerables estímulos. De los estudios realizados con respecto al desarrollo de la conducta, sin embargo, se desprende que si bien el aprendizaje interviene en todos los casos, la maduración es por lo menos una variable de igual importancia y, en algunos casos, de importancia primordial.
Al principio y al final de la vida, la edad cronológica y los factores biológicos determinan en gran medida los cambios de los individuos, pero en la vida adulta el cambio se explica mejor en base a las experiencias vividas por los sujetos, es decir, los sucesos vitales. Los sucesos vitales ocurren en cualquier momento de la vida, ponen a prueba la capacidad adaptativa de los sujetos, tienen una repercusión individual o colectiva y producen cambios en la estructura vital.
Hay momentos en la vida de los sujetos en los que se producen cambios estructurales, estos momentos los llamamos transiciones. Las transiciones son puntos decisivos entre dos periodos de estabilidad. Éstas pueden
(^2) La autopoiesis (del griego αυτο-, auto , "sí mismo", y ποιησις, poiesis , "creación" o "producción"), es un neologismo propuesto en 1971 por los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela para designar la organización de los sistemas vivos. Una descripción breve sería decir que la autopoiesis es la condición de existencia de los seres vivos en la continua producción de sí mismos. Este término nace de la biología, pero más tarde es adoptado por otras ciencias y otros autores, como por ejemplo por el sociólogo alemán Niklas Luhmann. (Wikipedia)
Ésta hace posible la aparición de las operaciones racionales y, en el plano afectivo y social, provoca una conciencia de la reciprocidad. El proceso de socialización, que había comenzado con el lenguaje, se acelera ahora con la escolarización del niño.
4.2 La adolescencia (de 12 a 18 años)
Es la época de la vida que marca la transición entre la infancia y el estado adulto. Sus límites varían según una serie de factores, como pueden ser el sexo (doce a dieciocho años por término medio, en ellas; trece a diecinueve en ellos), el tipo individual, la raza, las condiciones geográficas, el medio socioeconómico, etc. Es un período de profundas transformaciones fisiológicas, que se caracteriza a la vez por importantes cambios en las estructuras mentales, por el intento de liquidar el estadio infantil –en un plano afectivo– y, en el social, por los difíciles ensayos de inserción en la sociedad adulta. Algunos autores, como Piaget, señalan dos etapas: la pre-adolescencia –hasta los quince años– y la adolescencia propiamente dicha –a partir de esa edad hasta los dieciocho–. Otros, como Debesse, distinguen un primer período de pubertad, caracterizado eminentemente por el desarrollo fisiológico-sexual, y otro de juventud, cuyo signo primordial sería el de la integración a la sociedad.
a) El plano fisiológico
En la adolescencia se presenta un impulso biológico brusco, que lleva consigo al principio un desequilibrio general de las funciones, una aceleración del crecimiento, el desarrollo de los órganos genitales y de los caracteres sexuales secundarios. Durante este periodo de la vida, el papel de la hipófisis es relevante, puesto que segrega las hormonas de crecimiento. Las vísceras, los huesos y los músculos se desarrollan. El corazón adquiere un tamaño casi doble entre los doce y los dieciséis años, la tensión arterial aumenta y el ritmo cardíaco disminuye.
b) El plano intelectual
Hacia los doce años, se efectúa una transformación fundamental en el pensamiento del niño: el paso del pensamiento concreto al pensamiento formal o «hipotético-deductivo». Hasta esa edad las operaciones de la inteligencia infantil son únicamente «concretas», es decir, no se aplican más que a la misma realidad, a los objetos susceptibles de ser manipulados. A partir de los doce años, el pensamiento formal empieza a ser posible, las operaciones lógicas comienzan a ser traspuestas del plano de la manipulación concreta al de las solas ideas, sin el apoyo de la percepción ni de la experiencia. Así, pues, el pensamiento formal del adolescente será hipotético-deductivo en el sentido de que será capaz de deducir las conclusiones que se pueden extraer de puras hipótesis y no solamente de la observación real. Aquí vemos una de las novedades que oponen la adolescencia a la infancia: la libre actividad de la reflexión espontánea, su facilidad en la elaboración de teorías abstractas. Como dice Piaget, «comparado con un niño, un adolescente es un individuo que construye sistemas y teorías». Otra característica importante de la actividad mental del adolescente es su egocentrismo intelectual. Este se manifestará por la creencia en la omnipotencia de su reflexión, como si el mundo debiera someterse y adaptarse a sus sistemas, y no los sistemas a la realidad. Posteriormente, ese egocentrismo casi metafísico va encontrando su corrección en una reconciliación entre el pensamiento formal y la realidad. La actividad intelectual del adolescente irá alcanzando el equilibrio cuando éste comprenda que la función propia de la reflexión no es la de contradecir la experiencia, sino la de interpretarla y, en el fondo, adaptarse a ella.
c) El plano afectivo
La adolescencia se caracteriza por una profunda crisis que hace emerger al sujeto del mundo protegido de la infancia. Sucede a un período tranquilo en que el instinto está calmado y los conflictos de la primera infancia olvidados. Esta crisis se manifestará ante todo por la definitiva superación del complejo de Edipo, lo que llevará al adolescente a los primeros problemas importantes con sus padres. Esta rebelión, además, no sólo se dirigirá contra la autoridad paterna, sino contra toda clase de autoridad: maestros, profesores, etcétera. La emancipación será tanto más difícil cuanto más el niño se haya fuertemente fijado a sus padres y su imagen haya sido opresiva. El adolescente empieza a descubrir su propio yo personal, necesita autoafirmarse en contra de sus padres y de toda su infancia para encontrarse a sí mismo. Estos últimos deben saber aceptar la diferencia de intereses, costumbres, ideas y opiniones de su hijo y ayudarlo a liberarse del círculo familiar –
vivido por él de una forma opresiva–. El narcisismo, la auto-contemplación y la soledad caracterizan este período. Por otro lado, la reactivación del instinto sexual lleva consigo una manifestación constante, la masturbación, a la que normalmente se relaciona, por el hecho de la represión social habitual, una culpabilidad. Hay que tener muy en cuenta, en contra de todos los prejuicios establecidos, que son las consecuencias psicológicas de esta culpabilidad las que son temibles y nocivas y no los efectos propios de la masturbación, que desaparecerá a partir del momento en que el sujeto pueda dirigir normalmente su impulso sexual hacia otra persona. Todos estos conflictos hacen del adolescente un personaje aparentemente contradictorio, impulsivo e hipersensible, manifestaciones que hay que entender como signos de una difícil etapa de búsqueda de sí mismo.
d) El plano social
La adolescencia es un periodo no menos conflictivo en este aspecto. El joven vive de una forma casi contradictoria su doble impulso de rechazo de la sociedad adulta y sus ensayos de inserción en la misma. Hacia los quince años sale del mundo cerrado familiar para ampliar sus relaciones en nuevas amistades. Vive sus primeros amores, se forman las bandas de adolescentes y todo ello entre continuos entusiasmos y decepciones, que configuran la imagen del adolescente en un constante estado de insatisfacción. Insatisfacción provocada por el desfase que suele haber entre su mundo interior y la realidad. Son corrientes, por ejemplo, las decepciones que le acarrea el descubrir que la verdadera personalidad de su amigo o amiga no corresponde al arquetipo que había proyectado sobre él o ella. A menudo parece que el adolescente sea asocial y casi asociable. Nada es más falso, sin embargo, ya que medita y actúa sin cesar en función de la sociedad. Se afirma en contra de ella, pero, en el fondo, en relación a ella, y la actitud que toma sigue siendo la de insertarse en una sociedad que, si bien al principio no es la de los adultos, será por lo menos el grupo restringido o la banda de adolescentes.
Finalmente, todos estos conflictos se irán resolviendo a medida que equilibre su vida en el doble plano afectivo y social. Equilibrio que será una adaptación al adquirir un estatuto social y profesional, y una estabilización sentimental y sexual. Se puede afirmar, sin embargo, que ciertos adultos son adolescentes prolongados –a pesar de que su desarrollo fisiológico se haya realizado completamente– cuando las condiciones de estabilización no se han realizado de forma satisfactoria.
4.3 La edad adulta o adultez
La adultez comienza aproximadamente a los 20 años. Usualmente se divide en tres períodos: Adultez joven o juventud: 20 a 40-45 años. Adultez media: 45 a 65 años. Adultez mayor: 65 años en adelante.
a) La adultez joven o juventud (de 18-20 a 40-45 años)
La juventud comienza con el término de la adolescencia. Constituye el período de mayor fuerza, energía y resistencia física. Se producen menos enfermedades y se superan rápidamente, en caso que éstas se presenten. Por tal motivo, el índice de mortalidad es bajo. La mantención del estado físico depende de factores como la dieta adecuada y el ejercicio físico.
En relación al desarrollo intelectual, los adultos son capaces de considerar varios puntos de vista simultáneamente, aceptando las contradicciones, lo que se conoce como pensamiento dialéctico. En esta etapa lo ideal suele ser elegir una pareja, plantearse la paternidad, lograr amistades duraderas y un trabajo estable.
b) La adultez media (de 45 a 65 años)
Durante esta etapa se suele dar la llamada “crisis de la mitad de la vida”, en la cual se produciría una suerte de lucha entre la generatividad y el estancamiento, la necesidad de reelaborar la imagen del Yo debido a los cambios corporales, a la muerte de los padres, a la marcha de los hijos, a la evaluación de los logros y las metas conseguidas. En general, se puede afirmar que la "crisis de la edad media" no es un acontecimiento