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Tipo: Apuntes
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de Ra.psicopatología
a la estética del contacto 1
El dolor no es otra cosa que la sorpresa de no encontrarnos De todos los pecados de la psicología, el más mortal es su indiferencia ante la belleza.
La primera de las cinco meditaciones sobre la belleza de Fran<;:ois Cheng se abre con estas palabras:
En estos tiempos de miseria omnipresente, violencia ciega, catástrofes naturales o ecológicas, hablar de belleza puede parecer incongruente, inconveniente o incluso
1 Conferencia de apertura del III Congreso de la SIPG (Sociedad Italiana de Psico- terapia Gestalt), Palermo, 9 diciembre 2011. Publicado en italiano en: Francesetti G., Ammirata M., Riccamboni S., Sgadari N., Spagnuolo Lobb M. (2013), Il dolare e la bellez- za. Atti del Ili Congresso SIPG, Franco Angeli, Milano. Una versión ligeramente reducida ha sido publicada en British Gestaltjournal (20 12), 21, 2, pág. 4-18. Este artículo va a
España. ,
GIANNI FRANCESETTI
una provocación. Casi un escándalo. Pero. precisamente por esto, se ve cómo, como opuesto al mal, la belleza se coloca en las antípodas de una realidad con la que debemos contar (Cheng, 2007, p. 7).
Hablar de belleza. por lo tanto, no está de moda, ¿está fuera de lu-
un homenaje a Palermo, sede del III Congreso de la SIPG, dejo la res-
toria de Peppino Impastato, el chico de Cinisi que ha luchado contra la mafia y debido a esto ha sido asesinado en 1978. Peppino, sentado con un amigo en las montañas que están detrás del aeropuerto de Punta Raisi, mirando la fealdad de las casas construidas abusivamente, dice: "No necesitamos nada para destruir la belleza ... En cambio, en la lucha política, en las manifestaciones, necesitaríamos ayudar a la gente a reconocer la belleza, a defenderla. Es importante la belleza: de la belle- za desciende todo el resto". Es cierto que la afirmación de Peppino Impastato, símbolo de la lucha civil contra la mafia, no es un juicio que provenga de alguien que se ocupa de cosas inútiles o maquilladas. Des- de un horizonte completamente distinto, james Hillman (1997, p. 56) escribe "De todos los pecados de la psicología, el más mortal es su in- diferencia por la belleza". La belleza podría, por lo tanto, ser un tema central en la psicología y en la estética, de hecho Franyois Cheng en el paso siguiente al citado, afirrna que tratar de la belleza no es un juego ocioso, sino más bien "una tarea urgente e indiferible de nuestro tiem- po" (Cheng, 2007, p. 7). ¿Pero en qué sentido la belleza puede ser tan importante? Y después, ¿de qué belleza estamos hablando? En este trabajo intento explorar el tema de la belleza en la psicote-
. rapiagestáltica,centrándomeydesp_ués tratando.de. ampliarunodelos conceptos cardinales de nuestro modelo. Voy a desarrollar mi argumento en cuatro puntos: 1. La belleza: concepto cardinal en el corazón de la teoría gestáltica; 2. El dolor el sufrimiento. psicopatológico como ausencia y no como.dolor; · · 3. De lqpsicopatología a la estética del contacto.~Q.y§Jilar)éJ,.bE;llE:;za: una p'eYspectiva existencial; ·
2 Discordar. discrepar. [NdT] 3 1 cento passi (Los cien pasos), 2000, dirigida por M.T. Giordana.
EL DOLOR Y LA BELLEZA
La belleza: concepto cardinal en el corazón de la teoría gestáltica
La belleza es verdad, la verdad belle- za', esto solamente Sabéis sobre la tierra, y es cuanto es suficiente" j. KEATS
Como terapeutas asistimos, cotidianamente, a los efectos transfor- madores de nuestro trabajo: a veces un trabajo gestáltico encanta por la magia que irradia y por la estela de belleza que crea y deja detrás de
de este tipo: "Ahora, después de trabajar estás guapísima, las líneas de tu cara no han estado nunca tan relajadas y armónicas, tienes una luz
La validez intrínseca o estética
Empezamos por la consideración de que nuestros fundadores han
hecho individuando un criterio intrínseco para valorar la salud del hombre:
Hay dos tipos de evaluación, la evaluación intrínseca y la evaluación comparativa. La valuación intrínseca está presente permanentemente en cada acto en curso; es eTfin hacia el que se dirige el proceso, la situación inacabada que va hacia lo aca- bado. la tensión hacia el orgasmo. etc. El criterio de evaluación surge del acto en sí mismo y es, finalmente, el acto en sí mismo como totalidad. [... ] En la evalua- ción comparativa, el criterio es extrínseco al acto. El acto es juzgado con relación
Es uno de nuestros conceptos revolucionarios, todavía actualmen- te, después de 60 años: la salud de un ser humano se expresa y puede ser captada por medio de las cualidades del contacto sin necesidad de recorrer kilómetros de comparación externa: la fuerza, la gracia, el rit- mo, la fluidez, la intensidad del contacto del organismo con su entorno, del proceso de formación de una figura sobre un fondo, eo .resumen la belleza del contacto es la medida de nuestra salud. Lo que se ha indivi-
calidad del contacto, del encuentro, de la situación, de la salud (Joe Lay
FIGURA PONDO • Núm. 33 • 2013 37
EL DOLOR Y LA BELLEZA
El término "estético" "ha sido acuñado por Baumgarten que lo uti- liza por primera vez en una obra en 1 735, titulada Reflexiones sobre la poesía, en la que sostiene la idea de que, del mismo modo que' existe úfúi'Ciencia de los contenidos intelectuales, la lógica, igualmente debe- ría existir una _ciencia de los datos sensibles de la consciencia, a la que habría que llamáfestética" (D'Angelo, 2011, p. 16). De hecho aisthesis en griego antiguo significa sensación, y por lo tanto, estética ~-~ eLc;()n()- cimiento a. través de los sentidos. An-estésico, por otra parte, es un fármaco o un procedimiento que atonta los sentidos. Inmediatamente podemos unir el fenómeno estético al concepto gestáltico de c;QLL?c;Jen- cia inmediata, la capacidad de estar despierto a los propios sentidos, de sentir la excitación en la frontera de contacto. Como recuerda Marghe- rita Spagnuolo Lobb (2003; 2004; 2007a), en inglés estar despiertos -to be awake- tiene una raíz común con la palabra consciencia inme- diata awareness.
La valoración estética en la raíz de la Gestaltung:
Si la estética no es un proceso reflexivo, sino que es consciencia a través de los sentidos, ¿qué encontramos en nuestros sentidos en la frontera de contacto? ¿Dónde se coloca la valoración estética? La acti- tud natural (como la llama Husserl) empírica, positiva, científica diría que hay un órganismo que, encontrando un mundo ya constituido, lo conoce. Los sentidos del organismo registran los objetos presentes en un mundo dado. La fenomenología -y por otra vía la psicología de la Gestalt- nos dicen que no es así: en los sentidos, nosotros, ca-creamos un mundo y un sujeto, de un modo tan radical que ese mundo y ese objeto existen solamente en esta sensación irrepetible: "siendo en rigor la primera, la última y la única de su especie, cada sensación es un na- cimiento y una muerte" (Merleau-Ponty, 2003, p. 293), "la percepción no se da como un acontecimiento en el mundo, al que se le pueda apli- car la categoría de causalidad, sino como una recreación o una recons- trucción del mundo en cada momento" (!bid, p. 283) y también "la sensación es literalmente una comunión" (!bid, p. 289). Una de las re- voluciones más grandes de la fenomenología es el anuncio de que la aparente estabilidad de "un yo mismo" y de "un mundo" es fruto de una creación continua: "el sujeto no es una posesión segura, sino que para poseerlo es necesario reconquistarlo sin cesar" (von Weizsacker, citado por Ballerini, 2011, p. 1 07). Lo sabemos bien cuando vivimos o encontramos una experiencia psicótica -que es la revelación de esta
EL DOLOR Y LA BELLEZA
Lavaloración estética tiene lugar, por lo tanto, en un momento de la forrrú:i.Cion de la experiencia que precede a la elaboración reflexiva, es una consciencia inmediata y preverbal: la génesis del juicio estético sé constituye antes del lenguaje, ni tampoco es la pre-condición que se mantiene en el reino de lo implícito (Stern, 2005). Nace, por lo tanto, en un tiempo claro-oscuro, difuminado, antes de la separación de la subjetividad de la objetividad:
La misma subjetividad no puede ser pensada como constituida y formada ante- riormente al perfilarse de una curvatura estética del tejido perceptivo de la expe- riencia. Podríamos incluso desestimar la relación y ver la esfera de la subjetividad. el sensus sui que necesariamente implica, como una "respuesta" inmanente a la resolución de una actitud estética. [... ] Se debe hablar, entonces, de una génesis estética de la subjetividad, más que de una génesis subjetiva de lo estético. (Desi- deri, 2011, p. 78).
Estamos hablando, por lo tanto, de cómo sentimos inmediatamente ' mientras se desarrolla la experiencia, no de cómo la juzgamos a poste- riori: De cómo la sentimos. mientras la ca-construimos y le damos for- ma. No podemos valorar estéticamente sin estar implicados en la crea- Ción. No existen, en este sentido, objetos bellos por sí mismos, sino solamente la experiencia de generar belleza en presencia •de algo que se convierte en fuente de belleza. Esto no significa que la belleza está en el ojo de qUien mira como ha afirmado Hume, porque la belleza es un fenómeno emergente de la experiencia, por lo tanto, pertenece a' la dimensión de la voz media que Goodman retoma de Íalengua griega: dimensión genialmente focalizada por nuestros fundadores que nos mantiene en una cresta sutil sin que caigamos en la vertiente de un relativismo subjetivo o del objetivismo realista9. En la belleza, muy in- tensa, cogemos la epifanía del mundo-de-la-vida, el manifestarse de la falla productiva que precede a que surja el mí o el mundo, única salva- ción para no perderse en la objetivación del otro o en la negación rela- tivista. Estético es, por lo tanto, un saber ya entonado, ya acordado emoti- vamente, ya afinadoiO (de in-tendere: afinar Un instrumento, hacer re- sonante las cuerdas al corazón), un conocimiento sobre el que tiene lugar en la frontera de contacto, la ca-creación de la experiencia, sobre
9 Me refiero aquí al concepto del selj que surge de la situación (cfr: Spagnuolo Lobb. 2001; Wollants, 2008; Philippson, 2009). 1 o En italiano afinado se dice in teso del verbo intendere, por eso GF hace, en el paréntesis) esta explicación etimológica (NdT).
GIANNI FRANCESETTI
lo que se mueve en el encuentro y en la medida en la que mueve con- juntamente, co-mueve y conmueve. La conmoción es, de hecho, el ejemplo de sentirse tocado profundamente por lo que le ocurre al otro, y por lo tanto de un moverse-con el otro. En su último trabajo, Daniel Stern (2011) subraya cómo las unida-
través de las cuales pasa la sintonización afectiva intersubjetiva. Nos parece que esta línea de investigación sostiene la tesis presentada en este trabajo: las formas vitales responden a una valoración intrínseca pre-reflexiva, son unidades de experiencia percibidas como juntas (esto es, Gestalten) y son propiedades emergentes de la experiencia misrna. Los parámetros que las caracterizan son la fuerza, el movimiento, el espacio, el tiempo, la intencionalidad: las mismas a las que nos referi- mos para valorar la buena forma de la experiencia. El saber estético es un saber emergente (nace en este instante), efímero (dura el tiempo de duración de esta experiencia), corporal (está encarnado en los sentidos y en el resonar del cuerpo), no es objetivo ni subjetivo. Este último punto es central porque indica una dimensión
"Entre los dos polos de la subjetividad absoluta y de la objetividad, la experiencia estética se coloca, más bien en un campo intermedio, el de
"bello" no es ni bello objetivamente (no es una cualidad del objeto) ni bello subjetivamente (solamente para mí, como si fuera una cuestión de gustos). Es bello, de hecho, para cualquiera que esté presente con los sentidos, por lo tanto consciente, y parLicipanLe, irnplicauu en la si- tuación. Es bello para nosotros que estamos presentes en la medida en la que nos sentimos tocados por lo que está sucediendo. No hablamos, de hecho, de la belleza de un objeto del que podemos estar separados, ni de cualquier cosa bonita, graciosa, amable, agradable11. Cuando es- tamos inmersos en la contemplación de la belleza cambia nuestra mi- rada, cambia nuestra respiración: la belleza no pertenece al objeto o al
11 Esta distinción es relevante también en la valoración estética de una obra de arte, se puede ver en la prueba de Pigmalión propuesta por Guido Calogero (O' Angelo, 2011, p. 128). La belleza de la obra prescinde del contenido de la misma: si el conteni- do de un color que genera placer estético se volviera real no siempre produciría el mismo efecto, como en el caso de un color de una arpía o de una serpiente.
GIANNI FRANCESETTI
constituyente de la vida, determina la unicidad y la preciosidad de cada instante. Nos es una compañía vital, preciosa y necesaria. Lo opuesto a la vida, que está presente, es en cambio la ausencia: con las palabras, trágicas, de una paciente que vive la condición de ausencia, posiblemente, más extrema, la depresión melancólica "todo está muerto en mí, ya no hay más vida. Todo es mecánico, el movi- miento no es mío. Yo estoy muerta". En medicina, lo opuesto del bienestar es el malestar, en donde la raíz mal- se refiere al mal entendido como una enfermedad y como dolor. Para evitar el dolor, el cirujano opera gracias a la administra- ción de un an-estésico. El dentista nos enseña que si un diente duele, significa que hay algo que no va bien y es necesario curar. Esta es también la función del dolor en fisiología: es una señal que está pi- diendo curación. En una psicoterapia -fenomenológica y existencialmente orienta- da- lo op(Je$tO albienestar no es el dolor. El dolor es una parte intrín- seca eTrrenunciable de la vida. De nuevo, lo opuesto al bienestar es la ausencia. De hecho, a veces el vértice de la belleza de un encuentro, por lo tanto su salud, coincide con el vértice del dolor que se libera en el con- tacto. Durante un trabajo con un paciente, el brote de un dolor agudo puede corresponder con el vértice de la belleza del encuentro. Se ve en esto la visión antropológica gestáltica: el hombre sanoy vital está plenamente presente con los sentidos, no anestesiado. Si el dolor está presente en su vida, entonces es sano sentir este dolor. No siempre, de hecho, la belleza es fácil, agradable, atractiva. Con las pa- labras de una paciente en un momento de ruptura terapéutica: " [... ] en este momento cojo la pluma y te escribo. La belleza toma un poco de energía. La miro: está hecha de lágrimas, saliva, sudor y vómito ... ver- daderamente la pensaba hecha de luz. ¿Posiblemente es este el error?". Algo radical cambia pasando del terreno de la medicina al de la psicopatología: en este paso hacemos un salto cuántico posiblemente nunca suficientemente estudiado. De hecho, pasamos de una dimen- sión en donde podemos (y a menudo es útil) razonar en término del individuo y objetos a otra dimensión en donde no es posible abstraer al individuo del campo relacional que lo constituye. No vale decir "en el que está inmerso", sino "que lo constituye". El reduccionismo descuida precisamente este hecho y opera la máxima reducción no solo cuando no tiene en cuenta que, como suje- tos, no somos "abstraibles" de la situación relacional, sino cuando se
EL DOLOR Y LA BELLEZA
nos abstrae también de nuestro cuerpo y nos reducen al cerebro. Como Alva No e (20 1 0) no somos nuestro cerebro tanto como las moléculas de celulosa de los billetes son el dinero. La anestesia es un hito que discrimina las dos dimensiones, la médi- ca délcuérpo-objeto y la psicoterapéutica del cuerpo-viviente (Galimber- ti, 1983; 1987; Borgna, 1988): la anestesia puede ser ingrediente del
po viviente) que vive y ama: ¿cómo se puede amar y estar anestesiados? Por lo tanto, la psicopatología, de un modo diferente a la patología médica, no puede· descuidar la dimensión relacional ya que si no se dedica a la objetivación del sujeto (como sabemos, por lo menos, desde Jaspers en adelante) y a la paradoja Qaspers, 1963). Si nos colocamos en una dimensión relacional, el acontecimiento psicopatológico no es el dolor subjetivo. Por ejemplo: el dolor del duelo es sano y es señal de salud; la ausen- cia de dolor en la imposibilidad narcisista de amar es una tragedia psi- copatológica y existencial. El acontecimiento psicopatológico es ausencia en la frontera de
Estética y poesía en este,pl¡'egúe~aefmunao~de-la~v!daco-exiSlerl'deun modo inextricable. La poesía es, específicamente, el hacer del psicote- rapeuta: las palabras que curan son poéticas, pa!$!Qfª§ qU,,eti~Q~l1 c:uer- po, palabras táctiles que tocan y transforman- porque son vehículos empapados de belleza en el estado naciente de su creación. Pero tam- bién gestos que hablan, silencios llenos de contacto y de comunicación.
Tres formas de ausencia
Vamos a ver cuáles son los modos de la ausencia y, por lo tanto, de
formas fundamentales.
Primera forma
EL DOLOR Y LA BELLEZA
crearse de un modo definido, pero el trabajo de la ca-creación puede ser potentemente activo, aunque imposibilitada para conseguir una de-
conectados, en un crisol al rojo vivo en donde cada oportunidad se crea y se disuelve. Una dimensión habitada por los locos, deshabitada por
constitución de lo definido. Pero es esta cualidad especial de ausencia
dores extraordinarios. Y, como nos enseña Heidegger, es esta la verdad
nía, 2001; 2004; Borgna, 2011): el testimonio del milagro que nos hace vibrar en la dimensión del "entre" (Buber, 1993; Francesetti, 2008), del
de la individualidad. Antes de ser objetos definidos somos campo pul- sante de vida. Segunda forma Un hombre alrededor de los cincuenta años me dice: "No tengo prob-
años y la vida no tiene sabor, me siento siempre insatisfecho. Ultimamente he sentido, por un instante, una especie de felicidad que me salía de la garganta, pero se ha parado allí. El cuerpo se ha puesto rígido, enfriado y ya no he sentido nada más." "¿Y ahora que siente mientras me lo dice?" "Nada ... estoy bien ... resumiendo, normal."
El segundo modo en el que podemos estar ausentes es cuando nos constituimos como sujetos, pero estamos ausentes de nuestros senti- dos, anestesiados. Esta es laausencia que experimentamos en nuestras experiencias neuróticas.13( Aquí está la imposibilidélct cie definirse a tra- vés de un proceso de ca-creación y, por lo tanto, las pot<:;ncialidade~ (iel campo se recogen solo parciaimente. El campo es débil porque está anestesiado. · ·· Ya sea en el primer modo de estar ausentes, como en el segundo, para soportar el sufrimiento cuando es insostenible, intervienen moda-
13 Estas carencias, que los autores del libro Terapia Gestalt llaman interrupciones del contacto, so.n sentidas estéticamente enel contacto como ausencias en la ca-crea- ción de la experiencia que tiene lugar, como hemos visto, incesantemente.
GIANNI FRANCESETTI
lidades proyectivas que hacen la ausencia. (SaJonia, 2008). La ausencia aparece en el olvido de la ausencia misma. Es en la frontera de contacto en donde el terapeuta encuentra estas ausencias y las encuentra estéticamente -con los sentidos. El terapeuta -presente con sus sentidos, dedicado a la co-creación del contacto, dedicado a tejer el tejido de la relación- siente estas au- sencias. Este sentir es ya un acto terapéutico porque relata como figura en el campo relacional (no importa si no está todavía en la consciencia del paciente) la ausencia olvidada. Recordar la ausencia es ya presen-
hace obra. Tercera forma
EJJercer modo de estar ausente, a menudo se le reserva un puesto marginal en psicoterapia, porque estas ausencias no suelen, frecuente- mentE;! pedir ayuda y su tratamiento es muy difícil: es la eXPerien~J.a qu~ no siente el sufrimiento del otro. Es la experiencia de quien, no sint(ei\c:ió el daño, hace daño. Entran aquí los graves sqfrimientosnªr- cisistas, psicopáticos, las conductas antisociales. Es la tragedia de quien
14 Del griego, sarkaizein, esto es, lacerarse la carne (Cortellazzo y Zolli, 1983).
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~nt·U.HJ;r,.os, Respiración en griego es Psyché, esto es psique, alma. Psique (en el relato de Apuleyo) es el personaje más bello de todos los mitos clásicos (Hillman, 2002, p. 12). Este acontecimiento que vibra entre nosotros en el vértice del encontrarnos, nutrido o nuestros límites como por nuestras potencialidades, nos anima. El alma de nuestro to- carnos es este acontecimiento que ex-iste pero no perdura. Nosotros, terapeutas, somos creadores de belleza, en este sentido hacemos alma. ¿Qué relación podemos individuar entre la belleza que surge y la belle- za objeta!? La obra de arte objeta! -las Ninfas de Monet, la Sagrada Familia de Gaudl, la Pieta de Miguel ángel, el verso de la Merini citado en este con- greso- puede ser entendida como la milagrosa capacidad de la forma de la materia de vehicular en el espacio y en el tiempo este grumo de alma que ha vibrado por un instante. Pero ésta necesita siempre de un co-creador -que nunca es exclusivamente un receptor del campo- con el que saboreándola vibra por su forma y la re-anima. Este es un re-creador que la genera de nuevo (literalmente nueva, como inédita novedad) en el presente de la situación: porque en el saborearla resuci- ta, una vez más, la respiración contenida en ella. Que se convierte en alimento. La obra de arte, sin enamorarse de ella aunque solamente sea durante un solo instante, dejándola en posibilidad, mortifica la res- piración, en espera de la resurrección. El arte vive y se revela en el contacto. Pasar y no coger la belleza es mortificarse, al cogerla resurge la vida. Y, como escribe Denham-Vaughan (2009), el contacto con la belleza nos sirve de apoyo en los momentos más oscuros. Existe una diferencia experiencia! clara que nos permite distinguir si estamos disfrutando de una belleza objetual o relacional. La b~U.e.~a objetual suscita en nosotros eJ deseo de posesión -"qtjj~,L.QJ~.Q~resta joya o aquella mujer"- y produce un movJmient.o unilateral: quien qúfe.re 'posee.[ se mueve él solo hacia el objeto, con un movimiento no recíproco. L(l ~ell~zél relacional suscita, en cambio, conmoción, que generaun co:movimiénto bilateral: como hemos visto, en la belleza reTac\onal nace un moverse juntos que no se puede "poseer" porqlJe es efímero.~'-"''·· 0~,"-<·o. El (^) .~~~-"'~~-<".U=.'f';'.'<•',;).,-o.>',,"Jcontacto con esta '••""' ,':.:·~-""'·"~•; bellezQ.•. ~/' "'· ,,_ '' ·• ge.nera transformación.
n~~ll~ .. b~!l.~za Si el contacto con la bellezQ. ..Q.eL~n¡::;.LJ.eJJtro ~que sie.mP.~.,~j;%~;~J'.eil
tencionalidad nos empuja, otro empuje mientras tanto fuertemente nos mueve.
EL DOLOR Y LA BELLEZA
cia encontrada en nuestros contactos: en este sentido estamos traba-
tiempo la respiración efímera que se ha producido en nuestros encuen-
pierde la belleza, sino que tampoco se pierde la ausencia (que como hemos visto es el sufrimiento psicopatológico): este se mantiene como sufrimiento que se arrastra viva en los siguientes contactos, a la bús-
za en el encuentro. Nosotros, terapeutas, somos creadores de estas ocasiones propicias, de este kairós.16 Hacer que llegue hasta el final la intencionalidad interrumpida significa hacer que se cumpla la transfor- mación de la belleza: esto, posiblemente, puede trascender los límites
otro. Este concepto podría dar sentido a la lealtad transgeneracional, al hacer que se cumpla las tareas de quienes nos han precedido, o para iniciar caminos nuevos de los que no vamos a poder recoger, personal- mente, los frutos. Un ejemplo que he encontrado especi;almente bello me lo ha contado una paciente hace unos meses. El verano pasado un
en el granero por una noche. Cuenta que ha llegado de Francia, de estar
La misión que ha emprendido es esta: en el 121 2, hace ocho siglos, un grupo de peregrinos que han partidó desde Francia hacia Tierra Santa, atravesando Francia e Italia a pie, se ha embarcado en Puglia, pero el
que se habían puesto en marcha. Este "peregrino loco" ha emprendido,
que, finalmente, se cumpliera. ¿Un loco o un hombre fiel al tejido de la vida que en la narración se despliega? ¿Un loco o un testigo de la posi-
15 "Una novela, una poesía, un cuadro, un fragmento musical son todos individu- os, esto es, seres en los cuales no se puede distinguir la expresión de la cosa expresada, siendo su significado accesible solamente a través del contacto directo e irradiado sin ningún cambio de su situación temporal o espacial. Es en este sentido en el que nuestro cuerpo es comparable con una obra de arte" (Merleau-Ponty, 1962, p. 175, citado por Dastur, 2007, p. 36). 16 Del griego, "el momento justo, oportuno".
FIGURA FONDO e Núm. 33 • 2013 51
EL DOLOR Y LA BELLEZA
encuentran en una habitación para compartir los tejidos de sus vidas, reviven a través de las intencionalidades heridas e interrupciones, las fibras desnudas de la parte de vida que le ha sido asignada y tejen nue- vos hilos. Trabajan, como dice una paciente, como destiladores tan atentos que "a ratos se puede notar el rumor de la hierba que crece". Destilan, como "su única y posible misión". Este es el motivo por el que, ineluctablemente, estamos dedicados al trabajo del duelo: tiempo para destilar el dolor en una nueva vida, para elaborar dos fidelidades: a la vida que continúa dividida entre el latido del corazón y la relación vivida que debe de continuar corriendo por nuestras arterias (Vázquez Bandín, 2009; Francesetti, 2011). El dolor es la presencia, el sufrimiento psicopatológico es ausencia. Paradójicamente, cuanto más sufrimiento, por lo tanto ausencia y atur- dimiento, tanta más potencialidad de dolor, por lo tanto, más presencia hay. Cuanto más sufrimiento psicopatológico hay, tanto más hay un dolor custodiado que espera poder. fecundar la tierra compartida. El sufrimiento se convierte en dolor vivo y nueva respiración si hay un apoyo relacional para que éste pueda cerrarse, se convierte en daño si este apoyo falta. Los destiladores no pueden trabajar solos, parece una regla general del juego de la vida: como dice Paul Valéry,.no vamos a llegar solos a la meta, postura contraria a la cantinela narcisista de "se nace y se muere solos".
Un desafío difícil: ¿quésiSrlificado relaci9naLhay en el hecho de infl!~gir sufrimiento? Pero ¿qué decir del dolor de quien provoca el dolor del otro? ¿De quien tortura, abusa, violenta, mata? ¿Qué sentido relacional podemos entrever? En una visión radicalmente relacional podemos llegar a cap- tar la intencionalidad vital de este acto: el cl()l()f q\Je DQ P\lE:!Q~ §};~r sen- tid~, s,e le h.ac;e vivir. a otra criatura. Ésta, tiene la posibilidad de trans- fo~Fmarlo. Es obvio que suscita en nosotros una sensación de repulsión, porque reaccionamos a la perversión inherente en este proceso: el ino- cente sufre violencia y dolor para transformar el dolor de otro. Las pa- labras de Simone Weil son reveladoras sobre esto: "el inocente que sufre conoce la verdad sobre su verdugo. El verdugo no la conoce. El mal que el inocente siente en sí mismo es el de su verdugo; pero él no se da cuenta. El inocente puede conocer el mal solo como sufrimiento.
1ll<:L.q~.E.U~~ c,rl~<!D~~lD2.~s,§.~[l§iQ.l.E:! ...,~?.~LS\Jdelito. [... ] El inocente es el que puedesentir el infierno. [... ] Cada delito es una transferencia del mal c:le quien lo hace a quien lo sufre" (Weil, 2002, pp. 129 y sig.).
GIANNI FRANCESETTI
Sobre la transformación de la ausencia en dolor y en belleza: "el falso Dios cambia el sufrimiento en violencia. [... ] La paciencia consiste no en transformar el sufrimiento en delito. Ya es bastante transformar el delito en sufrimiento. [... ] La pureza es absolutamente invulnerable en tanto que es pureza; en el sentido en que ninguna violencia la hace menos pura. Pero es eminentemente vulnerable en el sentido de que cada golpe de mal la hace sufrir; cada pecado que la toca la convierte en sufrimiento. [... ] El mal, es siempre la destrucción de cosas sensi~ bies en donde existe la presencia real del bien. El mal está formado de colores que no tienen conocimiento de esa presencia real. En este sen~ tido es cierto que ninguno es voluntariamente malo. [... ] Es el bien lo
130 y ss.). "Lo bello es lo necesario que, a pesar de permanecer canfor~
El dolor se transfiere hasta que no es transformado: como nos re~ cuerdajean Paul Sartre, no tiene en cuenta tanto lo que nos han hecho, sino sobre todo lo que hacemos con lo que nos han hecho. Considerar la psicopatología como ausencia nos permite mantener- la separada del dolor existencial, y por lo tanto separa el modo de ac~ tuar clínico del acompañamiento a quien vive un dolor existencial. En esta perspectiva, todavía, el síntoma es la expresión cristalizada indivi~ dual de una ausencia que una vez desestructurada en terapia nos lleva a eventos existenciales y relacionales. Por ejemplo, el ataque de pánico es un síntoma clínico individual, incomprensible. Pero una vez deses~ tructurado, nos va a llevar a una soledad relacional no consciente e in~ sostenible (Francesetti, 2005). Los pacientes, a través del sufrimiento psicopatológico, atraviesan los campos relacionales de sufrimiento has~ tél J;:¡ s;:¡J;:¡ rle ter;:¡pi;:¡ mn 11nél petición rle Cllrélción c¡ue, él trélvés rle ellos, proviene del tejido mismo de la vida (Francesetti, 2011):
todos los seres. Ei sujeto deprimido (esto sirve para cualquier sufrimiento