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Qué aprenderás
Tipo: Esquemas y mapas conceptuales
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Con este curso de educación infantil conoceremos el nuevo método pedagógico del trabajo por rincones. Organizar la clase por rincones es una estrategia pedagógica para integrar las actividades de aprendizaje con las necesidades básicas del niño.
Para llevar a cabo el trabajo por rincones , hay que cambiar la organización del espacio escolar y la estructura del grupo tradicional.
Para trabajar por rincones hay que organizar la clase en pequeños grupos que efectúan simultáneamente actividades escolares diferentes.
El trabajo por rincones potencia la necesidad y el deseo de aprender de los niños y niñas, de adquirir conocimientos nuevos, desarrolla el ansia de investigar.
A los educadores les facilita su función programadora y tutorial, ya que los niños adquieren más autonomía y responsabilidades adaptadas a su edad.
El MEC (1997) expone los rincones de trabajo como una forma estimulante, flexible y personalizada.
Estos espacios del aula en los que se realizan actividades de juego aunque tradicionalmente se ha denominado rincones, pueden llamarse también: zonas, áreas, espacios, etc.
La escuela, como institución encargada de la educación de los niños y niñas, debe considerar la historia del niño, hecha de conquistas y progresos dentro de su ambiente familiar y social.
Cada alumno es diferente del otro; sus experiencias anteriores, sus intereses y sus posibilidades han de ser el punto de partida de su formación.
Tampoco tienen todos la misma capacidad para adquirir y consolidar sus propios aprendizajes.
Habrá que respetar, pues, su ritmo personal y su tiempo preciso. Si consideramos que todos los niños no tienen las mismas necesidades ni el mismo ritmo de trabajo, debemos buscar el marco adecuado que haga posible acoger esta diversidad.
Organizar la clase por rincones es una estrategia pedagógica que responde a la exigencia de integrar las actividades de aprendizaje a las necesidades básicas del niño o, dicho de otra forma, es un intento de mejorar las condiciones que hacen posible la participación activa del niño en la construcción de sus conocimientos.
Para finalizar, decir que en esta etapa educativa (0-6 años) no es necesario establecer diferencias entre rincón y taller.
Hay autores que definen el “ rincón ” como el espacio donde el niño realiza todo tipo de juego espontáneo, individual o en pequeños grupos; y “ taller ”, como el espacio donde se adquieren unos aprendizajes de carácter más escolar, a través de consignas más o menos delimitadas.
Teniendo en cuenta las características de los niños en estas edades, se cree que es artificial romper la simbiosis que existe entre jugar y aprender, en continua interacción con los otros niños y con los adultos.
Los rincones de juego son una de las actividades preferidas por los niños / as de Educación I Educación Infantil.
Tras un rato largo de actividades dirigidas (en estas edades se cansan y tenemos que programar tareas cortas y variarlas a menudo) desean ponerse a jugar libremente.
Jugar les es necesario para formarse y desarrollarse. Sus juegos a menudo son simbólicos, imitando roles de la vida de los adultos.
“Yo casi diría que no se puede concebir una vida de niño sin jugar; yo creo que no llegaría a hombre, moriría como muere un ser encerrado en una habitación de la que previamente se ha extraído el aire.” Pau Vila
Los rincones de juego son una de las actividades preferidas por los niños / as de Educación I Educación Infantil.
Jugar les es necesario para formarse y desarrollarse. Sus juegos a menudo son simbólicos, imitando roles de la vida de los adultos.
A pesar de que el juego es uno de los temas que más investigaciones y teorías ha suscitado, sigue siendo de difícil definición.
¿Qué es el juego?, ¿por qué juega el niño?, ¿cuándo empieza a jugar?, ¿qué función tiene?.
Psicólogos y pedagogos de todos los tiempos y desde todos los puntos de vista (Groos, Hall, Buytendijk, Baldiwn, Freud, Adler...) han coincidido en la importancia que tiene el juego en el desarrollo global del niño, pero no se han puesto de acuerdo para unificar criterios de significado y funcionalidad.
A grandes rasgos, todos sabemos qué quiere decir jugar, ya que es una de las experiencias compartidas y vividas por todos.
A pesar de ser una actividad universal del hombre, incluso de los animales, no se le atribuye la importancia y el valor que sin duda se merece.
Socialmente, se acepta la importancia del juego en la vida del niño, pero se le menosprecia al considerarlo a menudo como una actividad que sirve sólo para disfrutar.
El juego es mucho más que el placer, es una necesidad vital, el primer instrumento de aprendizaje de que dispone el niño para conocerse a sí mismo y al mundo que le rodea.
Se puede afirmar que hasta los seis años el juego es el medio idóneo de todo proceso educativo.
A través del juego los padres/madres y maestros/maestras también podemos educar a los niños / as, inculcando el respeto:
Hemos oído a menudo comentarios de maestros y maestras que manifiestan trabajar por talleres en sus clases, cuando en realidad no están hablando de la misma cosa.
Respecto de la organización del aula por rincones o talleres , se pueden establecer, a grandes rasgos, dos líneas bien diferenciadas:
a) Los rincones o talleres, entendidos como complemento de la actividad del curso.
b) Los rincones o talleres, entendidos como un contenido específico.
La primera forma de organizarlos, si hacemos un rápido análisis, implica que los niños y niñas van a los talleres en los ratos libres que les quedan, cuando acaban la labor que el maestro/a ha puesto.
Pensamos que esta manera de enfocar el trabajo no modifica el fondo de la organización de clase y del diálogo educativo que pretende establecerse; se trata de una opción que tan sólo beneficia a los más rápidos, “adaptados” y probablemente mejor dotados, y que crea ansiedad y decepción en los que tienen un ritmo de trabajo diferente, ante la imposibilidad de acceder a actividades diversas.
Por otra parte, los rincones que se preparan, normalmente pensados para que el niño/a trabaje solo (actividades plásticas, manipulativas, biblioteca...), acaban con un importante deterioro, ya que son considerados como material de “semientretenimiento” y se les resta importancia respecto al trabajo que anteriormente ha encargado el maestro/a.
La segunda opción supone un tiempo y unas connotaciones precisas, que confieren a los rincones una categoría tan primordial como la de cualquier otra actividad.
Supone, de entrada, un tiempo fijo dentro del horario escolar que se dedica a talleres, así como la posibilidad de que todos los niños, mediante un mecanismo preciso que el maestro prevé, puedan acceder a ellos.
Evidentemente, el enfoque de este planteamiento tendrá unas características especificas en la etapa que se refiere a los niños más pequeños, en tanto que el tiempo lo marcará el propio niño.
Continuando con estas reflexiones, analizaremos a grandes rasgos las aportaciones específicas que comporta esta manera de trabajar:
La educación de la autonomía
Cuando la escuela ofrece diversidad de actividades, que previamente han sido valoradas y consideradas adecuadas para el aprendizaje y desarrollo de la personalidad del niño/a, ha de tener también en cuenta el hecho de que el niño/a necesita aprender a tomar responsabilidades.
Organizar el tiempo, a partir del parvulario, a corto plazo – las actividades de cada día – y a medio plazo – la necesidad de pasar por todos o la mayoría de los rincones a lo largo de la semana o quincena ¾, así como seguir el proceso interno de cada
La sensación que da a primera vista una clase organizada por rincones es de continuo movimiento: unos niños se revuelcan sobre la alfombra, otros se disfrazan en animada conversación, otros hacen juegos de construcción, etc.
¿Qué actitud debe tomar el maestro/a?
Lo primero que se debe plantear es cambiar su concepto de orden y confiar en que cada niño/a será capaz de realizar la actividad que libremente escogió. Por lo tanto, tendrá que organizar y anticipar las condiciones indispensables para que el niño pueda jugar y desarrollar su potencial investigador y creador.
Evidentemente, el docente necesita tiempo para asumir este funcionamiento, pero poco a poco irá adquiriendo seguridad en sí mismo y en el sistema de trabajo, de manera que tendrá la convicción de que allí no se “pierde” el tiempo.
El hecho de que no ejerza un control directo sobre la clase y abandone el protagonismo clásico, en el que él era el único “conocedor” del saber, y facilite la creación de una red de interacciones entre los alumnos y el adulto, requiere confianza en sí mismo y en sus alumnos y alumnas. Y esto sollo se consigue paulatinamente.
En un proceso inicial, es muy recomendable introducir los rincones poco a poco y siempre al iniciar el curso, combinando los que precisan la presencia del adulto con los que son de actividad libre.
¿Cuándo ha de intervenir?
En el juego espontáneo debe “dejar jugar”, no “hacer jugar”. Cómo jugar, cuándo, por qué, con quién y cuánto tiempo, lo ha de establecer siempre el niño.
El docente, mientras observa su actividad, toma nota de las relaciones que se establecen y está atento a las actividades que surgen, a los conflictos. Estos datos ayudan a efectuar un correcto seguimiento y evaluación de los niños y de la actividad.
¿Cómo ha de intervenir el docente?
Ha de dinamizar un rincón, cuando parece que el interés y la curiosidad decaen; ha de ayudar a planificar un proyecto; ha de pedir y dar información cuando las actividades son de tipo reflexivo y, en función de los datos que recibe, ajustar y prever la próxima intervención; debe educar los hábitos de autonomía e intentar que cada niño/a “sienta” su presencia, tanto si está en su grupo como si está en otros.
De la observación continuada de nuestra experiencia personal de deducimos que no tienen por qué surgir problemas de disciplina , ya que cada niño/a conoce desde el principio los límites en los que se mueve.
Además, el profesor/a debe tener claro que el rincón de juego no puede ocupar un espacio de premio: “cuando termines el ejercicio irás a jugar”, o como una actividad de relleno: “los que terminen pronto el trabajo podrán ir al rincón de juego”, o simplemente suplir la falta de preparación de un espacio de tiempo: “cómo no sé
qué hacer, ni tengo nada preparado, podéis ir a jugar”. El juego tiene un valor intrínseco, y en consecuencia, no podemos menospreciar su valor educativo, puesto que los niños y niñas necesitan compartir espacios, juguetes, ponerse de acuerdo con los otros, establecer reglas, compartir gustos e ilusiones, etc.
Se pueden usar también elementos de la naturaleza ( piñas, caracolas del mar, legumbres, plumas, piedras del río...) y otro tipo de materiales, tales como lana, neumáticos, retales de telas, etc. La imaginación puede ahorrarnos mucho dinero.
El material es uno de los instrumentos para llevar a cabo el proyecto educativo de cada escuela. Es importante que el maestro analice qué objetivos pretende alcanzar con el material que se va a emplear, con qué criterios lo distribuye por la clase, de qué manera ayuda a los mecanismos de construcción del pensamiento y qué actitud adopta ante él el maestro desde su perspectiva de organizador y dinamizador de la tarea educativa.
Consideraciones generales que hay que tener en cuenta:
Cada rincón ha de tener el material necesario : ni demasiados objetos, que aturden y despistan a los niños; ni muy pocos, ya que limitan la actividad lúdica y puede llevar a discusiones.
El material ha de ser asequible a los niños; eso no quiere decir que pongamos todas las cosas y siempre a su disposición.
Para favorecer el uso del material y la autonomía del niño, hay que presentarlo de manera ordenada y fácilmente identificable : cajas, cestos..., con los símbolos, fotografías y dibujos correspondientes.
Es imprescindible la tarea de conservación del material deteriorado. Es triste ver muñecas sin brazos, cuentos son hojas, coches sin ruedas, rompecabezas a los que les faltan piezas...
Se valorará que el material sea estéticamente vistoso y agradable y que cumpla unas mínimas condiciones de seguridad : limar maderas, listones, etc., para evitar astillas; comprobar que los bordes de los botes de lata no corten; emplear pintura no tóxica; no dejar al alcance del niño aquellos objetos muy pequeños o peligrosos si el maestro no puede controlar directamente su actividad, etc.
Para que un rincón funcione bien, es necesario que el niño/a:
Adquiera hábitos elementales de organización. Regule su propio comportamiento. Contribuya al establecimiento de normas. Que conozca las normas y las utilice. Que sea autónomo.
El funcionamiento de los rincones puede ser muy variado de unas escuelas a otras.
Aquí, propongo un ejemplo muy común de cómo pueden funcionar.
Una vez que el profesor/a ha creado un clima de seguridad y confianza, y ha establecido un lugar especifico para cada actividad el funcionamiento es el siguiente:
“En la clase existe una casita con siete ventanas que corresponden a los días de la semana; cada día de un color excepto el sábado y el domingo en los que dibujamos globos. En cada ventana aparece escrito el nombre del día. Se confeccionan tarjetas de los cinco colores de tal manera que cada uno elija el color que quiera y finalmente existirán cinco grupos de colores. Después se escribe su nombre, pegan su foto y la plastificamos. Esa misma tarjeta se convierte en un documento de identidad del niño/a para el funcionamiento de los rincones. El encargado del día, reparte las tarjetas de los que han venido (las de los ausentes las guarda en una casilla especial "los que están en casa") y a continuación los del color del día siguiente y así sucesivamente. De estas manera, se garantiza que cada día, los niños/as podrán elegir los primeros el rincón que más les interesa. Por otra parte, a cada rincón puede acceder hasta un máximo de seis niños (se coloca en cada rincón un tarjetero con seis casillas). De esta forma, siempre se hace una oferta superior de actividades al número de niños / as que hay en cada aula. No obstante también existe rincones que por su peculiaridad no admiten más de dos niños. Cada niño /a con su tarjeta elige libremente el rincón al que quiere ir. La colocan en el tarjetero y se pone a jugar, pintar, trabajar...A ese rincón puede llegar niños / as mientras haya lugar en el tarjetero. Cuando está completo saben que no pueden pasar y tienen que ir a otro. Para cambiar de rincón el funcionamiento es el mismo. Cuando este periodo acaba, cada rincón debe quedar recogido y su material colocado como al inicio. El encargado /a pasará por los rincones retirando las tarjetas de los tarjeteros de cada zona y depositando en el tarjetero común. Todos vuelve a la alfombra y se hace una pequeña asamblea. Ésta consiste en recordar los rincones por los que han pasado, sus gustos, sus problemas, etc. Esta evocación individual es muy variada ya que a los niños /as les sirve para reflexionar sobre lo que han hecho y cómo, y a la educadora le permite mejorar y modificar las posteriores propuestas”.
Por otro lado, hay una pregunta que a menudo los maestros y maestras se hacen: ¿Han de pasar los niños por todos los rincones?
En este aspecto, el docente ha de tener en cuenta si hay en la clase actividades con finalidad equivalente. En caso afirmativo, el niño/a puede pasar por unos o por otros; por el contrario, habrá rincones por los que conviene que pasen todos los niños, ya que en ellos se explicitan gradualmente unos conceptos y dentro de un límite flexible de tiempo. Por eso, si vemos que los niños no acuden a ellos de manera espontánea, habremos de sugerírselo.
Una manera de constatar para el niño/a y el propio maestro el tipo de actividades realizadas, las repeticiones o las ausencias, es el autocontrol.
Este mecanismo regulador que al iniciar el parvulario utiliza el maestro/a, se hace conjuntamente con el niño más adelante, y a los cinco años la emplean ellos solos; puede hacerse de diferentes maneras. Se ofrece aquí un ejemplo :
A) Fecha:
Este es un cuadro de doble entrada : en un lado están los símbolos de los rincones, y en el otro el nombre de los niños. Cada uno de ellos, al acabar la actividad escogida, coloca una señal en el lugar correspondiente y puede ir a otro rincón.
La evaluación en Educación Infantil consiste en entender y valorar las aproximaciones que hacen los niños respecto a una cuestión determinada. Por eso, no sólo es importante conocer los objetivos conseguidos , sino también cómo los ha conseguido.
El tipo de evaluación puede diferir según la finalidad concreta que persiga cada rincón. Globalmente, en la organización por rincones conviene disponer de un tiempo de diálogo posterior a la actividad donde los niños manifiesten lo que han hecho o experimentado, las dificultades que han tenido, cómo las han resuelto, etc. Todo esto, junto con las observaciones del maestro, provoca un proceso de “feed-back “ que favorece el intercambio y el diálogo educativo.
A continuación, se expone una serie de ejemplos de rincones por edades, puesto que cada nivel evolutivo precisa unos rincones diferentes.
POSIBLES RINCONES PARA NIÑOS Y NIÑAS DE 0-1 AÑO
Aunque no es lo mejor, puede suceder que coincidan en un mismo espacio físico del aula, niños de seis meses con niños y niñas de hasta dos años, en tal caso, debe ser el profesor o profesora quien debería considerar espacios comunes y específicos, según necesidades y actividades propias de la edad, por ejemplo, debido a la higiene.
En aulas que sean ocupadas por niños y niñas de dos a tres años, los rincones obedecen a las primeras etapas de socialización de los niños, que sin abandonar el egocentrismo propio de esas edades establecen unas mínimas relaciones de cooperación y colaboración con otros pares.