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Publicaciones menores efímeras
Tipo: Apuntes
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18 Juan José Fuentes Romero
BOLETÍN DE LA ASOCIACIÓN ANDALUZA DE
danos, unido esto al hecho de que la democracia implica per se el tener que tomar decisiones políticas, lo que a su vez conlleva el más profundo y extenso conocimiento de todas las cuestiones que se refieren a la localidad de cada uno.^1 Otra de las causas estaría en el imparable proceso de descentralización adminis- trativa que como norma se viene produciendo –al menos en los países más avanza- dos– y que acaba afectando a los más diversos elementos de la vida ciudadana, tales como los referidos a la enseñanza, la sanidad, el trabajo, etc. A estas causas señaladas habría que añadir las que son consecuencias de fenó- menos tan actuales como las migraciones (con la consiguiente necesidad humana de reforzar las propias raíces).^2 Este interés por lo local, por los temas y cuestiones locales, adquiere una dimen- sión completamente cultural cuando hablamos de la biblioteca, de sus colecciones, de los servicios que debe prestar a la comunidad en la que desarrolla su labor. Aparece la biblioteca, y muy esencialmente la biblioteca pública, como la insti- tución que, por su propia naturaleza, con más ímpetu va a tratar de satisfacer las inquietudes que experimentan los ciudadanos respecto a las cuestiones locales. Decimos “esencialmente la biblioteca pública” porque resulta evidente que no es ésta la única institución encargada de las cuestiones locales, ya que existen otras instituciones –archivos, museos, asociaciones con diversos fines, etc.– que también encuentran en lo local uno de sus objetivos y vías de actuación. En cualquier caso parece fuera de dudas que es en la biblioteca pública de cada zona donde se puede –o debe– encontrar la mayor parte de la información existente y disponible sobre el lugar. La Federación Internacional de Asociaciones Bibliotecarias (IFLA, en sus siglas inglesas, como es bien sabido) en ningún caso ha sido ajena a estos planteamientos, de modo que en sus diferentes Manifiestos ha ido recogiendo estas ideas respecto a que la biblioteca pública ha de ser el gran centro difusor de la información sobre temas y cuestiones locales. No vamos a entrar en el seguimiento “histórico” de los diversos Manifiestos de IFLA, (en 1973, 1977 y 1986) por lo que nos vamos a ceñir al último de los que esta gran federación bibliotecaria ha presentado, el de 1994 y, más en concreto, a las Directrices IFLA/UNESCO que, elaboradas por un grupo de trabajo del Comité de la Sección de Bibliotecas Públicas de dicha IFLA, desarrollan y explican con una amplia y esclarecedora casuística los diversos puntos del Manifiesto antes señalado.
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En el punto 1.8 de las citadas Directrices se afirma lo siguiente: “La biblioteca pública debe ser una institución fundamental de la comunidad en la que se encuentra en lo que se refiere al acopio, la preservación y la promoción de la cultura local en todas sus modalidades. Puede hacerlo de diferentes maneras, por ejemplo, manteniendo los fondos relativos a la historia del lugar, organizan- do exposiciones y narraciones orales, editando publicaciones de interés local y creando programas interactivos sobre temas locales. Cuando la tradición oral sea un importante método de comunicación, la biblioteca pública deberá fomentar su continuación y expansión.”^3
Este planteamiento sobre el interés por las diversas manifestaciones de la cultura local resulta reforzado y completado en el punto 4.3.1. de las citadas Directrices cuando al hablar de los diversos fondos que han de formar parte de las colecciones de materiales de las bibliotecas públicas se citan, entre otros, a los siguientes:
En la página 8 de dichas Pautas, dentro del epígrafe “Introducción” y al señalar de modo general las diversas características que han de darse en la biblioteca pública actual se dice, entre otras afirmaciones sobre estas cuestiones, que “La biblioteca pública tiene una especial responsabilidad en lo relativo a la recopilación y el fácil acceso a la información local, para que se mantenga viva la historia de la comunidad a la que sirve y se desarrolle la cultura local”.
Más adelante, en el capítulo 2 relativo a “Usuarios y servicios” se afirma en el punto 2.4, donde se relacionan los diferentes servicios que ha de prestar la biblioteca
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Como conclusión de cuanto venimos diciendo podríamos afirmar que la cons- titución de una colección local significa el poner en marcha una acción reflexiva, estructurada y continuada para completar, enriquecer, conservar, restaurar, hacer accesible y revalorizar las riquezas que contiene.^6 Las publicaciones menores Podríamos comenzar, desde un punto de vista totalmente pragmático, afirmando que por publicaciones menores entendemos todas aquellas publicaciones que no son libros, publicaciones periódicas y seriadas, materiales cartográficos o audiovisuales y, para finalizar esta lista de exclusiones, materiales que tampoco entran bajo la amplia etiqueta de los que se refieren a las nuevas tecnologías de la información y comunicación. El problema de encontrar una definición absolutamente aceptable para este tipo de materiales no es, ciertamente, baladí; aquí procede señalar que las clasificaciones de dichos materiales menores varían extraordinariamente de unos autores a otros de modo que, por vía de ejemplo, para algunos la mayoría de estos materiales pueden ser englobados bajo la determinación de literatura gris, dentro de la cual estarían las tesis, mientras que otros (tal es el caso de los anteriormente citados Pensato y Montanari) las clasifican en un grupo independiente. Otro tanto podríamos decir si nos referimos a la cuestión de cómo seleccionarlos, adquirirlos, organizarlos o difundirlos. En cualquier caso, posiblemente se podría decir que los bibliotecarios (e incluso tal vez no todos) estarían de acuerdo en que estos materiales suelen tener un gran valor como fuentes de información en cuestiones locales. A esto hay que añadir una obviedad que, no obstante, estimamos procedente y digna de ser tenida en cuenta: si hay un lugar al que estos materiales deban ir a parar, ese lugar es ciertamente la biblioteca pública y dentro de ella, y si es el caso, la colección de materiales y temas que se refieren a la localidad. Para el bibliotecario italiano Fabrizio Dolci los materiales menores presentan las siguientes características:
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sideración tipográfica; estamos en presencia de items como los manifiestos, las octavillas, los opúsculos; en general podríamos decir que se trata de todo lo que no presenta la forma de “libro”.
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Tanto la literatura gris como las publicaciones oficiales y las que Sardelli deno- mina como “literatura minoritaria” tienen unas características específicas, cierto es, pero no es menos cierto que las más de las veces presentan una entidad física que generalmente las aproxima más a las publicaciones “normales” (libros, publicaciones periódicas y seriadas, etc.) que a las publicaciones menores. Más aún, desde una consideración interna y que atendería a los contenidos de estos tres tipos citados de materiales, no parece que existan ningunos elementos comunes entre literatura gris, publicaciones oficiales y la “literatura minoritaria” Parece evidente que en la clasificación de Sardelli el único elemento común viene dado por el hecho de que no son materiales que circulen por cauces comer- ciales normales (e incluso habríamos de dejar fuera a las publicaciones oficiales y a la literatura minoritaria, materiales éstos que, indudablemente, sí que pueden ser adquiridos por los cauces ordinarios). Los efímera a) Chris E. Makepeace, autora del –a nuestro entender– más completo y docu- mentado estudio sobre los materiales efímeros (a los que nosotros, como ya hemos señalado anteriormente, vamos a mencionar con el término “efímera”, entendido como plural neutro que hace referencia a todo este tipo de materiales efímeros tomados en conjunto), analiza críticamente las diversas definiciones aparecidas de estos materiales y a continuación presenta la suya:^11 “Efímera es el nombre colectivo dado al material que conlleva un mensaje verbal o gráfico y es producido por procesos de impresión o gráficos, pero no con el formato estándar de un libro, un folleto o una publicación periódica. Tiene las siguientes características: b) Es normalmente baladí o insustancial c) Se trata de un documento pasajero producido para un fin específico y no dirigido a sobrevivir la momentaneidad de su mensaje o del evento con el que aparece relacionado. Consecuentemente la mayoría de los items tienen una vida útil limitada (aunque la vida de dichos items variará de acuerdo con la finalidad para la que han sido producidos) y bien pueden ser de interés para los investigadores y coleccionistas una vez que su momentaneidad ha expirado. d) Su adquisición, almacenamiento, clasificación y catalogación pueden no caer dentro de los métodos de tratamiento convencionalmente aceptados dentro de las bibliotecas y archivos y por tanto pueden requerir una consideración especial. Sin embargo son materiales clasificables.
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e) Su disponibilidad dependerá de dónde fue producido, por quién y con qué finalidad y dónde están disponibles f) Pueden ser una fuente material primaria o secundaria^12. Para Makepeace resulta evidente que no es lo mismo efímera que publicaciones menores y, al distinguir estos dos tipos de materiales, acude a la definición que respecto a las publicaciones menores presenta el ADCEMP (Advisory Committee on Ephemera and Minor Publications):
“Las publicaciones menores son materiales tales como libros, folletos, periódicos, hojas sueltas u otros formatos multipáginas producidos mediante impresión, duplicación o procesos gráficos, siendo a veces una publicación aislada, una publicación ocasional, una publicación periódica, y presentando una o más de las siguientes características:
a) Se producen por vías no comerciales, id est, ya sea mediante distribución gratuita o mediante un coste que cubre sólo los gastos de entrega o, en el caso de que vayan a producir algún beneficio, su venta es accidental y al azar. b) Se producen sólo para la distribución a miembros de una sociedad u organis- mo particular, con o sin algunos ejemplares sobrantes para uso accidental, o dentro de área local limitada, o como publicidad de un lugar específico, de un negocio, de una organización o de una causa, o como acompañamiento de un evento u ocasión específica^13. Así mismo, Makepeace recurre a la definición que da Nixon sobre estos materiales menores; según éste, materiales menores son:
“Esa amplia cantidad de materiales en diversos formatos, principalmente octavillas, folletos, boletines y otros tipos de publicaciones seriadas informales que contienen información de valor para la investigación. Este material, por una variedad de ra- zones, tales como su aparición irregular, en formato pequeño y mediante cauces no regulares de difusión, tiende a no ser coleccionado a nivel nacional y a no ser fácilmente accesible a sus usuarios potenciales”^14.
A continuación Makepeace señala que las publicaciones menores pueden dividirse en dos grupos básicos: publicaciones seriadas y folletos.
Las publicaciones seriadas que entran dentro del grupo de las publicaciones menores son aquéllas que aparecen publicadas por sociedades y organizaciones y específicamente destinadas a sus socios, empleados o a aquéllos que residen en un
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o empresa. La diferencia, como vemos, está muchas veces en la consideración que se quiera otorgar respecto al hipotético uso que se va a hacer de ese material.
Makepeace, en este trabajo suyo (a nuestro entender el más completo sobre esta cuestión y cuya consulta recomendamos a los interesados) al que estamos haciendo referencia, trata de los dos tipos esenciales colecciones de materiales efímera que pueden ser organizados:
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Para finalizar este apartado sobre estos materiales de suyo tan peculiares con- viene, si no dilucidar totalmente si al menos plantear adecuadamente la cuestión de por qué coleccionar estos materiales. En primer lugar hay que reconocer las dificultades de enterarse de que el material existe, de cómo hacerse con él, de cómo organizar esta documentación de suyo tan heterogénea en los temas, soportes, formatos, etc. Hay algo más que evidente: Si hay un lugar donde estos materiales deban estar ese lugar es la biblioteca pública; item más: el más que manifiesto escaso valor de estas publicaciones (que, cierto es, sólo a duras penas pueden recibir incluso el nombre de “publicaciones”) puede llevarnos a no concederles ninguna importancia. Cierto que tal vez hoy día no tengan ninguna importancia, pero nadie puede asegu- rar la utilidad que puedan tener pasados los años; además, frente a la documentación del libro o de la revista, una entrada de teatro no nos da más información que la que se refiere al nombre de la obra o al precio que cuesta pero, con los años, tal vez esta información resulte importante para saber cuál era el valor exacto de las cosas, para conocer cuáles eran las fiestas públicas o privadas (bodas, comuniones, etc.). Aunque resulta evidente que cualquier bibliotecario encargado de los Temas Locales es hoy día consciente de la importancia de los materiales efímeros, no obs- tante parece así mismo cierto que, en general, se presta una mayor atención, y se coleccionan con más dedicación, los efímera del pasado. Tal vez lo más probable es que estos materiales hayan llegado a la biblioteca por accidente, por lo que su super- vivencia es fortuita, su localización oscura y su cantidad fácilmente gestionable^17. Lo esencial es saber recoger y seleccionar, teniendo en cuenta cuestiones tales como:
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Otro grupo de materiales menores es el que se refiere a los bandos, manifiestos, proclamas mediante carteles, etc. Resulta normal que cuando se habla de estos materiales en concreto y de su presencia en la sección local nos estemos refiriendo a materiales que ya tienen cierta antigüedad; en este sentido procede recordar la enorme importancia que no sólo para la vida local, sino incluso a nivel regional o nacional, tuvieron toda la enorme gama de manifiestos que fueron sin lugar a dudas uno de los medios más usados en la comunicación de los diversos acontecimientos políticos durante, sobre todo, la segunda mitad del siempre interesante y conflictivo siglo XIX. Madeleine Barnoud, de la Bibliothèque Nationale de Francia ha señalado cómo incluso este tipo de materiales, esencialmente propagandístico, ha sido una constante en la vida social y política del mundo occidental, de modo que sus orígenes incluso se pueden rastrear en la Roma clásica, en escritores como Aristófanes, Séneca, Luciano o Cicerón, y continuan apareciendo en el Renacimiento y a lo largo de toda la historia Moderna y Contemporánea.^20 Según Barnoud, también podrían formar parte de lo que ella llama “literatura efímera” (términos éstos que, como aclaramos en nota, para nosostros no son sinónimos de efímera, sino que se referirían más bien a un amplio grupo de mate- riales menores) las tarjetas postales, que forman un importante conjunto de items que indudablemente han de estar recogidos en la colección local dentro de estas publicaciones menores. Este material, y seguimos refiriéndonos a las tarjetas postales, menor por su entidad puramente física, también forma parte de pleno derecho de los materiales fotográficos y, en consecuencia, debería ser analizado como uno más de la colección local, al hablar de los materiales fotográficos. Aquí y ahora también resulta procedente señalar la enorme dificultad para hacer compartimentos totalmente estancos entre las diversas clases de materiales que es- tamos comentando y ello por algo más que evidente: la realidad, en su diversidad a veces plenamente barroca, supera los límites de cualquier intento de clasificación. También entrarían aquí, siempre según la citada Barnoud, los curricula biográficos y demás materiales referidos a una persona concreta (ciertamente ha de tratarse de alguien de importancia para la localidad).
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Los recortes de prensa Aunque en su origen un recorte de prensa podría ser considerado como efímera, pues tal vez hace mención a un suceso muy concreto, en una fecha y lugar deter- minados, pensamos que una vez que los recortes se unen, normalmente tomando la forma física de un volumen, lo más adecuado es que se les considere como pu- blicaciones menores.
Algunos tipos de información, como los resultados de una elección local, por ejemplo, a menudo sólo aparecen en la prensa; los estudios sobre locales oficiales, las disputas respecto a la construcción de un puente, la construcción de una carretera, la demolición de un viejo mercado o la puesta en marcha de un nuevo grupo escolar son, todos ellos, casos de cuestiones que sólo se conservarán como memoria de una localidad si aparecen en la colección de recortes de prensa de la colección local.^21
Resulta evidente que el mantener una buena colección de recortes en la sección local conlleva un trabajo arduo y que requiere de tiempo y paciencia, pero no es menos cierto que suelen constituir un material enormemente útil tanto para quien ocasionalmente acude a la biblioteca (un estudiante preparando un trabajo de clase) como para quien consulta la sección local desde el punto de vista del erudito o del investigador.
La colección de recortes debe obedecer a una política de actuación, de modo que estén claramente establecidos los temas y razones por las que una información, normalmente de la prensa local, pasa a formar parte de la colección de recortes.
La selección debe responder, obviamente, a las necesidades de formación (en el caso de estudiantes) o de información (si se trata de eruditos e investigadores) que presentan los usuarios de la sección local.
La formación de una colección de recortes verdaderamente eficaz conlleva una serie de pasos que permitirán contar con un resultado satisfactorio; en primer lugar, conviene disponer de al menos una copia de los periódicos sobre los que vamos a trabajar y que vamos a dedicar a la finalidad específica de obtener de ella los recortes necesarios.
Es conveniente que la labor de mantener la sección de recortes sea el trabajo de una sola y preferiblemente la misma persona que seleccionará los recortes que se van a incluir en la colección y al mismo tiempo les va a adjudicar los encabezamientos temáticos correspondientes.
En cuanto a la accesibilidad física a los recortes, en cada uno de ellos debe hacerse constar el título del periódico del que procede junto con su fecha de publicación y el número de la página.
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Si los recortes no se mantienen encuadernados en un volumen lo más apropiado es tenerlos en cajas de cartón, de material antiácido. Lo más adecuado tal vez son las cajas que tienen formato de libro; en este caso en el lomo de la caja ha de ir el correspondiente tejuelo que la identifique.
Otra de las diversas y complicadas cuestiones que plantea una colección de re- cortes se refiere al hecho de si procede o no llevar a cabo periodicamente una labor de expurgo; obviamente esta actuación va a depender de la política de desarrollo, en general, de la colección local.
Parece que si se ha conseguido poner en marcha una buena colección de recor- tes, con todo el trabajo que ello conlleva, no procede el hacer un expurgo que, en definitiva y en mayor o menor medida, desmembraría la colección.
En cualquier caso, repetimos, es una cuestión ésta a la que hacer frente desde los planteamientos básicos a partir de los cuales se configura toda la colección local.
Literatura gris Para Auger el problema que presenta la definición de qué sea literatura gris es- triba en que es fácil saber que un item pertenece a la literatura gris cuando estamos en presencia de él; otra cosa bien distinta es que seamos capaces de articular una explicación que englobe todos los ejemplares y casos posibles que entrarían dentro de una definición.^23
El mismo Auger afirma que “sólo el paso del tiempo nos va a decir hasta dónde llegan los límites de la literatura gris” y, además, establece las cuatro siguientes categorías de materiales dentro de la llamada literatura gris:
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biblioteca. Si se dan las dos notas se puede incluir a la publicación en cuestión dentro de la “cultura paralela”, término acuñado por Vaclav Havel y referido a publicaciones que circulan fuera de la cultura dominante y del control del estado.