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La filosofía inmaterialista de George Berkeley, Esquemas y mapas conceptuales de Filosofía

Un análisis detallado de la filosofía de george berkeley, un importante filósofo irlandés del siglo xviii. Se exploran sus principales ideas, como la crítica a la abstracción, su concepción de los seres materiales y espirituales, y sus argumentos para demostrar la existencia de dios. El texto abarca temas como la pasividad de las ideas, la continuidad de la existencia y el lenguaje visual como pruebas de la divinidad. Se trata de un documento académico que profundiza en el pensamiento de este influyente filósofo y su impacto en la historia de la filosofía.

Tipo: Esquemas y mapas conceptuales

2023/2024

Subido el 21/05/2024

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¡Descarga La filosofía inmaterialista de George Berkeley y más Esquemas y mapas conceptuales en PDF de Filosofía solo en Docsity!

G E O R G E B E R K E L E Y

C L A S E 7

  • (^) George Berkeley, nacido cerca de Kilkenny (Irlanda) en 1685,

recibió una excelente educación en el Trinity College de

Dublín, en donde obtuvo el grado de Bachiller en Artes en

  • (^) Recién graduado, empezó a llenar unos cuadernos de notas,

denominados después Comentarios filosóficos, porque en

ellos iba plasmando sus propios pensamientos sobre filosofía,

que, según los estudios más recientes, contenían ya una

buena parte de su orientación filosófica posterior.

  • (^) Tres años de estudios de postgrado le capacitaron para ser

nombrado profesor del Trinity College en 1707. En 1710 fue

ordenado pastor anglicano

VIDA

  • (^) Interrumpió por algún tiempo sus tareas docentes para hacer algunos viajes
al continente, Francia e Italia, lo que le dio ocasión de conocer
personalmente a Malebranche. Sin embargo, según parece, el encuentro no
fue muy cordial, porque entre ellos se produjo una discusión muy acalorada.
  • (^) En 1724 fue nombrado deán de la Catedral de Derry, lo cual le obligó a
abandonar sus tareas docentes. Allí concibió el proyecto de fundar una
universidad en las Islas Bermudas con el fin de difundir el Evangelio en el
Nuevo Mundo.
  • (^) Estados Unidos tuvo tiempo para redactar una de las obras que logró
mayor éxito entre el público, Alcifrón o el pequeño filósofo (nombre bajo el
que se ocultaban los espíritus fuertes, que era como se definían a sí
mismos los librepensadores, que, en nombre del valor supremo de la razón
en contra de la revelación, terminaban por negar la existencia de Dios y la
inmortalidad del alma). Publicada en 1732, esta obra es, como dice el
subtítulo, una apología de la religión cristiana contra los llamados
librepensadores.
  • (^) En Londres permaneció hasta que en 1734 fue nombrado

Obispo de la Diócesis de Cloyne, en Irlanda.

  • (^) Ese mismo año publicó El analista o un discurso a un

matemático impío, en donde demuestra que, si existen

misterios en matemáticas, no debe extrañarnos que también

los haya en religión.

  • (^) Diez años más tarde vio la luz Siris, cadena de reflexiones

filosóficas y de investigaciones sobre las virtudes del agua del

alquitrán (1744), obra en la que construye una filosofía de la

naturaleza de tipo neoplatónico. Alcanzó un éxito enorme,

porque en ese escrito ofrecía una receta, aprendida de los

indios durante su estancia en América, que, aprovechando las

propiedades medicinales del agua del alquitrán, servía para

remediar algunas enfermedades.

  • (^) Ya cansado, en 1752 se trasladó a Oxford, donde murió en
  • (^) Niega rotundamente que haya «ideas generales abstractas». Bien entendido, sin embargo, que lo que niega no es que haya ideas generales, cosa que admite, sino que existan ideas generales abstractas, esto es, ideas cuya generalidad sea el resultado de una abstracción. Y su negación se basa simplemente en una imposibilidad psicológica, porque a diferencia de los que aseguran poseer el maravilloso poder de abstraer , yo , dice Berkeley , jamás encuentro dentro de mí mismo semejante capacidad.
  • Si la generalidad de las ideas no se debe a la abstracción, ¿a qué se debe? A la capacidad que una idea particular tiene de sustituir, es decir, de estar en lugar de todas las demás ideas particulares de la misma clase. Con lo cual, mientras Locke le concede la función sustitutiva a las ideas abstractas, Berkeley se la otorga a las ideas singulares presentes.

SERES MATERIALES

SEGÚN BERKELEY

1 La existencia de las cosas materiales depende del sujeto.

  • (^) Las cosas materiales no son más que colecciones de cualidades sensibles.
  • (^) Las cosas materiales así concebidas depende de la percepción del sujeto.
  • (^) La existencia real de los seres sensibles dependa de la percepción del sujeto
  1. Las cosas materiales son ideas.
  • (^) En primer lugar, porque cosa tiene un significado más amplio que idea, puesto que incluye seres materiales y seres espirituales.
  • (^) En segundo lugar, porque las ideas necesariamente entrañan una relación al sujeto percipiente, y ya sabemos que las cosas materiales exigen esa relación para existir.
  • (^) En tercer lugar, porque idea es la palabra usada comúnmente por los filósofos modernos, según Berkeley, el objeto inmediato de la

LOS SERES ESPIRITUALES FINITOS Además de los seres materiales percibidos, hay algo más, a saber, el sujeto que los percibe y que ejerce sobre ellos diversas operaciones, como querer, imaginar, recordar, etc. Ese ser que percibe y actúa es al que Berkeley llama espíritu, alma, yo, etc. Pero averiguar la naturaleza de este tipo de seres no es fácil. Entre otras razones, porque no se ocupó mucho de los espíritus, sobre todo, de los espíritus finitos. Según parece, ese iba a ser el tema de la segunda parte de los Principios del conocimiento humano. Pero perdió el manuscrito durante sus viajes a Italia. Y desde entonces, según cuenta, nunca tuvo tiempo para hacer una cosa tan desagradable como escribir dos veces sobre el mismo asunto.

LOS ESPÍRITUS FINITOS SE PUEDEN ENUNCIAR UNAS CUANTAS PROPOSICIONES

  1. En primer lugar, son sustancias, al revés de lo que le sucede con las cosas materiales, que no lo son. Hubo un momento en que Berkeley no parecía tener eso tan claro, un momento en que creía que nuestro espíritu es un conjunto de operaciones psíquicas sin nada que les sirva de sustrato, igual que las cosas materiales son un conglomerado de cualidades sensibles, sin que nada les haga de soporte. Nuestro espíritu, escribió en cierta ocasión, «es una colección de percepciones. Elimina las percepciones y eliminas el espíritu. Mantén las percepciones y mantienes el espíritu».
  1. En cuarto lugar, por lo que atañe al conocimiento de nuestra propia existencia, Berkeley se limita sencillamente a decir que «comprendemos nuestra propia existencia a partir del sentimiento interior o reflexión». ¿Y la de los otros espíritus finitos como yo? Mediante un razonamiento, concretamente, mediante un razonamiento por analogía, que viene a decir: así como la existencia de nuestro espíritu es necesaria para dar cuenta de ciertas combinaciones de cualidades sensibles o sea, las que integran nuestro cuerpo–, así también la existencia de otros espíritus es imprescindible para explicar otras combinaciones de cualidades sensibles, esto es, las que forman otros cuerpos semejantes al mío.
  2. Por último, una observación sobre el dualismo alma y cuerpo. Aunque Berkeley, igual que Descartes, sostiene ese dualismo, se diferencia de él en que para Descartes los dos términos del dualismo son sustancias, mientras que para Berkeley sólo es sustancia uno de los términos, o sea, el espíritu. Con lo cual, el dualismo alma y cuerpo de Berkeley no es un dualismo de sustancias, sino de una sustancia, el espíritu, y de algo que no es sustancia, un cuerpo formado por un montón de cualidades sensibles.

DIOS

Durante toda su vida Berkeley rechazó que tuviéramos una intuición, esto es, un conocimiento inmediato de la existencia de Dios. Esta convicción la dejó expresada ya en uno de sus Comentarios filosóficos, al declarar que Dios existe, aunque no tengamos una intuición de Él. Por eso, creyó preciso probar su existencia. ¿Cómo? Por supuesto, no mediante una prueba a priori de tipo anselmiano, pero tampoco mediante pruebas a posteriori, que suponen la existencia de cosas materiales al margen del sujeto que las percibe. Esas pruebas «como no se ajustan a mi modo de pensar, pueden quizás dejarme perplejo, pero jamás me convencerán». Han de ser, pues, un nuevo tipo de pruebas a posteriori, fundadas: bien en la pasividad de las ideas o cosas sensibles, como hace el Tratado sobre los principios del conocimiento humano; bien en la continuidad de esas mismas ideas o cosas sensibles, como pretenden los Tres diálogos entre Hilas y Filonús; bien en el lenguaje visual, como intenta el Alcifrón.

2. PRUEBA DE LA

CONTINUIDAD

  • (^) El argumento de Berkeley sobre la naturaleza de la existencia de las ideas o cosas sensibles, afirmando que dependen de la percepción de la mente para existir. Se discuten dos opciones: que las cosas sensibles existen solo cuando son percibidas o que existen en una mente eterna. Berkeley elige la segunda opción debido a argumentos relacionados con el sentido común y la estabilidad de la existencia.
  • (^) Se concluye que las cosas sensibles tienen una existencia tanto en la mente de Dios como en la mente humana, con la primera siendo eterna y la segunda temporal. Sin embargo, esta solución plantea dificultades, como la relación entre las ideas pasivas y la esencia activa de Dios.

3. PRUEBA DEL

LENGUAJE VISUAL

  • (^) Dos analogías para llegar a la existencia de Dios a través del lenguaje visual.
  • (^) En la primera analogía, se compara la necesidad de la existencia del alma para mover el cuerpo con la necesidad de Dios para mover el mundo.
  • (^) La segunda analogía se basa en el lenguaje como medio de comunicación, donde el mundo visible actúa como un lenguaje divino que nos habla a través de los ojos. Se argumenta que estas sensaciones visuales constituyen un lenguaje divino, ya que implican la existencia de un espíritu capaz de utilizar esos signos visuales como lenguaje. Se concluye que este espíritu es Dios, que es sabio, bueno y providente, y se discute cómo deben entenderse estos atributos en relación con Dios.