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manual para atencion adolescente
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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Se agradece a la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México a través del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) IN303714- “Adaptación y resiliencia en contextos múltiples. Base para la intervención en la adolescencia” por su financiamiento para la investigación y difusión de los mismos.
Se extiende un agradecimiento a la FES Zaragoza, ya que a través del equipo de administración del proyecto se hicieron las gestiones respectivas para su desarrollo.
Se hace un especial agradecimiento a los adolescentes que accedieron a participar en la intervención así como a sus padres que autorizaron que estos asistieran de manera puntual a las sesiones.
Blanca E. Barcelata Eguiarte
Agradecimientos
Enfoque triádico interventivo cognitivo conductual
La adolescencia es una de las etapas de mayor vulnerabilidad en el desarrollo de un individuo, ya que generalmente tiene que hacer frente a una gran variedad de demandas tanto internas como externas cuando aún no cuenta con todos los recursos suficientes para enfrentarlas, por lo que los adolescentes son considerados un grupo en constante riesgo.
México se encuentra entre los países con mayor prevalencia de problemas de salud mental en jóvenes y adolescentes, incluida la depresión. Aproximadamente el 10.5% de los adolescentes presenta algún tipo de depresión (Benjet et al., 2009), que de no ser atendida oportunamente puede desencadenar mayores consecuencias como el suicidio (Hernández-Cervantes & Lucio, 2006; Lucio, Plascencia & Zamarrón, 2005).
Ya que los adolescentes no suelen buscar ayuda por sí mismos, es importante hacerles llegar la atención necesaria, con estrategias que permitan manejar de manera satisfactoria sus emociones, relaciones y percepción de estresores. Es importante señalar la necesidad de intervenir en los principales contextos de su desarrollo y que no solo el profesional especializado sea quien brinde las herramientas, sino que cualquier persona a cargo de un grupo de adolescentes pueda desempeñar el rol del facilitador.
La mayoría de los tratamientos en depresión se ubican en el modelo cognitivo- conductual. La evidencia muestra que las estrategias de la terapia cognitivo- conductual es una de las que presenta mayor efectividad tanto con adultos como con adolescentes (Muñoz, Aguilar-Gaxiola, & Guzmán, 2003; Pérez & García,
Introducción
ÍNDICE
Primera Parte
CONSIDERACIONES TEÓRICAS
ÍNDICE
Enfoque triádico interventivo cognitivo conductual para adolescentes con sintomatología depresiva
se caracterizan por presentar cambios en el aspecto físico, psicológico y social de los individuos (Delval, 2000; Santrock, 2003).
Los procesos biológicos son tanto internos como físicos. La secreción de hormonas sexuales y de crecimiento se ve reflejada en el aumento de peso, estatura, y desarrollo y forma corporales. El adolescente no solo tendrá que adaptarse a su nueva imagen y sensaciones, sino también a su forma de pensar y el ambiente en que se desenvuelve, por lo que le puede generar desajuste en todos los ámbitos de su vida.
Los procesos cognoscitivos implican cambios en el pensamiento que permiten al adolescente abordar de manera diferente los problemas y entender la realidad y la vida. Se vuelve capaz de discriminar lo real de lo ideal, de construir y entender ideas, teorías y conceptos abstractos, de establecer relaciones de causalidad y de adquirir el pensamiento formal (Piaget, 1975). Puede considerar situaciones hipotéticas y entender los problemas complejos que involucran procedimientos intelectuales, lo que le permite pensar acerca de sus propios pensamientos, a la vez que alega con mayor firmeza en los discusiones que tiene con los padres, maestros y otras autoridades, y cuestiona las reglas sociales, costumbres o tradiciones y otros temas similares (Arnett, 2008; Papalia et al., 2001).
En la adolescencia las emociones pueden experimentarse y expresarse de manera más intensa y eso se debe a la acción de las hormonas que provoca cambios químicos en el cerebro, y a los cambios físicos y psicológicos que influyen en las emociones y las hacen menos estables. De ahí los frecuentes cambios de humor de los adolescentes que son totalmente normales. Esta etapa plantea uno de los desafíos más difíciles para las familias, en términos relacionales lo que se traduce en interacciones complejas padres-hijos. La dependencia con la familia de origen disminuye y se priorizan las relaciones con pares y adultos fuera de la familia. Transfieren al grupo de pares gran parte de la dependencia que antes mantenían con la familia. La capacidad para los
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adolescentes para enfrentar las demandas de la sociedad moderna está en función de varios factores, entre ellos su desarrollo físico y fisiológico, así como también el de sus habilidades cognitivas (Pasqualini, & Llorens, 2010). Es posible que los adolescentes, quienes por un lado enfrentan cambios hormonales y por otro un mundo cada vez más complejo, sientan que nadie puede entender sus sentimientos, en especial sus padres. Como resultado, el adolescente puede sentirse enojado, solo y confundido y a veces incluso experimentar una sensación de “abandono”.
Fountain (1961, citado en Horrocks, 2008) sugiere que hay cualidades que caracterizan al adolescente y los diferencian de los adultos: a) sentimientos especialmente intensos y volubles; b) necesidad de recompensas inmediatas y frecuentes; c) comparativamente, poca capacidad para examinar la realidad; d) baja capacidad para la autocrítica; y e) inconsciencia o indiferencia hacia las cosas y sucesos que no están relacionados con la propia personalidad. No obstante, y dado por un lado, que el desarrollo adolescente es el resultado de la interacción de varios sistemas que incluyen lo individual hasta lo contextual, y por otro, que dichos contextos son cambiantes, estas características no se pueden generalizar a todos los adolescentes. Muchos de ellos, por el contrario son altamente comprometidos con los demás y con su entorno (Lerner, 2006).
Robert Havighurst (1972, citado en Kimmel et al., 2001), sugirió una serie de tareas o logros del desarrollo que los individuos deben hacer frente en diversos puntos de su ciclo vital, refiriéndose a los logros como conocimientos, destrezas, actitudes o funciones específicas que se supone que los individuos adquirirán o desarrollarán en momentos concretos de su vida. Havighurst refiere que existen necesidades y cambios físicos, que interaccionan con las demandas y las expectativas sociales. A cada etapa de la vida le corresponden una serie de tareas o logros evolutivos específicos, de los cuales son ocho las que se deben hacer frente durante los años de la adolescencia:
Adolescencia y depresión (^1)
alimentaria) y pueden afectar tanto la recepción como la percepción de apoyo social. Esto permite explicar por qué la depresión se asocia de manera negativa con el bienestar (Barra, Cerna, Kramm, & Véliz, 2006).
La OMS (2015) estima que la depresión es uno de los trastornos más frecuentes y que más discapacidad provoca en el mundo. Afecta más a las mujeres que a los hombres. La depresión puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad moderada a grave y puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales, escolares y familiares. En su forma más grave, puede conducir al suicidio.
Según datos de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica del 2003 (Medina- Mora et al, 2003), de la población mexicana el 8.8% ha presentado por lo menos un cuadro de depresión alguna vez en su vida y 4.8% lo presentó en el año previo a la realización de esta encuesta. Se calcula que la mitad de estos casos son severos y es 1. veces más frecuente en las mujeres que en los hombres. La edad de inicio es difícil de establecer, ya que el primer episodio usualmente es leve y no es tratado, muchas veces se reconoce en retrospectiva muchos años después. Puede aparecer a cualquier edad (Heinza & Camacho, 2010). Se estima que sus primeras apariciones son en la infancia o la adolescencia.
Se ha observado que las personas que padecen un episodio de depresión antes de los 18 años de edad tienen en promedio siete episodios a lo largo de su vida; aunque pueden ser menos episodios en los casos que recibieron tratamiento en su primer episodio. En este sentido, los hallazgos indican que la mayor cronicidad de la depresión con inicio temprano se debe a la falta de detección y tratamiento oportuno, y no por haber iniciado en edad joven (Benjet, Borges, Medina-Mora, Fleiz-Bautista, & Zambrano-Ruiz, 2004). Sin embargo, los niños y adolescentes no suelen buscar ayuda por sí mismos.
Enfoque triádico interventivo cognitivo conductual para adolescentes con sintomatología depresiva
En las últimas décadas se empezó a reconocer la depresión como un trastorno que también padecen niños y adolescentes, lo cual puede tener implicaciones sobre su crecimiento y desarrollo personal, sobre el rendimiento escolar y las relaciones familiares e interpersonales y en su funcionamiento en años posteriores, ya que las personas que padecen depresión en la infancia o la adolescencia les queda vulnerabilidad y persiste hasta la edad adulta, por lo que es importante estudiarla y detectarla a edad temprana (Benjet, et al., 2004).
La OMS (2011), señala que en un año cualquiera, aproximadamente el 20% de los adolescentes padecen un problema de salud mental, como depresión o ansiedad. El riesgo se incrementa cuando concurren experiencias de violencia, humillación, disminución de la estima y pobreza, lo cual puede culminar en suicidio, una de las principales causas de muerte entre los jóvenes.
Reportes más recientes como la Encuesta Nacional Mexicana de Salud Mental Adolescente realizada en la Cuidad de México informan que aunque los estados de ánimo en los adolescentes son el tercer trastorno de salud mental y no son los más prevalentes, son los más graves y se asocian con conducta suicida (Benjet, et al., 2009). Los datos indican que el 10.5% de los adolescentes varones entre 12 y 17 años de edad presentan depresión mayor, distimia y trastorno bipolar I y II. Mientras que para las mujeres, la depresión mayor ocupa el segundo lugar de los trastornos con mayor prevalencia, lo que podría representar mayor vulnerabilidad a otros problemas si no son atendidos oportunamente.
Existen diferencias por género en la frecuencia y severidad de los síntomas depresivos en adolescentes (Bennett, Ambrosini, Kudes, & Rabinovich, 2005). Las chicas pueden presentar mayor culpa, insatisfacción con su imagen corporal, ideas de falla o incapacidad, problemas para concentrarse, tristeza, problemas para el sueño, fatiga y preocupación por su salud. En contraste con los hombres, en quienes puede
Enfoque triádico interventivo cognitivo conductual para adolescentes con sintomatología depresiva
con los padres, ser castigado injustamente, así como la disminución de los ingresos (Barcelata, Duran & Lucio, 2012; Flores, 2016; Jiménez, Menéndez & Hidalgo, 2008; Lucio, 2004; Lucio, Barcelata & Durán, 2001; Plunkett, Radmacher & Moll-Phanara, 2000; Veytia, et al, 2012). En este sentido, se puede decir que el funcionamiento familiar afecta e impacta de forma negativa su desarrollo, siendo la familia el primer contexto social de desarrollo y del que dependen los chicos.
Cabe destacar que otra área donde se presentan más conflictos es la personal (Flores, 2016; Lucio, et al, 2001; Jiménez, et al, 2008; Hernández-Cervantes & Lucio, 2006), como el tener cambios negativos en su forma de ser que los pone en situaciones de riesgo. Además, los eventos referentes a contextos sociales juegan un papel importante en esta etapa y algunas investigaciones lo han asociado con sintomatología depresiva (Heredia-Ancona et al, 2011; Veytia, et, al, 2012) y un escenario que permite las interacciones es la escuela, donde predominan los conflictos relacionados al comportamiento, en particular con los maestros, aunque en algunos casos son las chicas quienes presenta más dificultades en esta área (Flores, 2016; Morales, 2009).
Algunas evidencias señalan que en la adolescencia la depresión se refleja con mayor frecuencia en el deterioro del rendimiento escolar como lo puede ser reprobar o repetir el año (Flores, 2016; Galicia, Sánchez, & Robles, 2009; Herrera & Maldonado, 2002; Jiménez et al, 2008; Pérez & Urquijo, 2001; Veytia, et al, 2012).
Cabe mencionar que los acontecimientos vitales que son percibidos con mayor grado de estrés pueden ser considerados como predictores de los síntomas de depresión. Sin embargo, también podría ser a la inversa, es decir, que los adolescentes que experimentan mayor ánimo depresivo podrían estar más propensos a percibir diversos eventos vitales como más estresantes y a autopercibirse con menos recursos personales, resultando así un mayor estrés percibido (Barra et al., 2006).
Adolescencia y depresión (^1)
Los jóvenes que desarrollan depresión mayor presentan mayor riesgo de ideación e intento suicida, en comparación con jóvenes que no presentan depresión mayor. Entre los factores que influyen tanto en la vulnerabilidad como en la resiliencia de las respuestas de suicidio estaban presentes antecedentes familiares de suicidio, abuso sexual en la infancia, factores de personalidad, afiliaciones de pares y el éxito escolar (Fergusson, Beautrais, & Horwood, 2003).
Se ha encontrado que los adolescentes que presentan depresión de larga duración han experimentado más sucesos de vida estresantes relacionados con problemas familiares, mientras que los que tienen episodios depresivos más cortos presentan sucesos estresantes relacionados con el grupo de pares (Grant et al., 2003; 2004).
Aunque la mayoría de las personas experimenta tristeza de vez en cuando, normalmente como respuesta a algún acontecimiento de la vida (p.e. pérdida de un ser querido, tener un fracaso, problemas familiares), en algunas ocasiones esos sentimientos continúan a lo largo del tiempo acompañados de otros síntomas que provocan malestar y dificultad para desarrollar la vida cotidiana. Estas situaciones causan dolor tanto a quien lo padece, como a quienes les rodean. Este conjunto de síntomas y sensaciones es lo que se conoce como depresión. La depresión es un trastorno del estado de ánimo caracterizado por una tristeza profunda y pérdida de interés general por las cosas de forma mantenida. Además suele asociarse a otros síntomas psicológicos, físicos y del comportamiento.
Cuando se habla de sintomatología, se hace mención principalmente a la manifestación de algunos indicadores cognitivos, emocionales y/o conductuales que aparecen de manera conjunta o separada y con diversa intensidad con respecto a un trastorno o