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Muerte, Duelo y Suicidio: Cultura, Enfermedad y Sociedad - Prof. Amparo, Diapositivas de Psicología del Desarrollo

Este documento explora la muerte y el duelo en diferentes culturas y sociedades, así como el suicidio y sus causas y consecuencias. Se analizan las diferentes actitudes hacia la muerte y el duelo, así como las diferentes formas de tratar con la muerte en diferentes culturas. Se discuten también las diferentes formas de suicidio y sus causas, así como las diferentes formas de tratar con el suicidio en diferentes sociedades.

Tipo: Diapositivas

2021/2022

Subido el 11/04/2024

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MANEJO DE LA MUERTE Y
EL DUELO
Asignatura:
Desarrollo II
Facilitador:
Lic. Ruddy Huascar Amparo Almonte
Sustentantes:
Leyla Labort 2008- 20079
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MANEJO DE LA MUERTE Y

EL DUELO

Asignatura:

Desarrollo II

Facilitador:

Lic. Ruddy Huascar Amparo Almonte

Sustentantes:

Leyla Labort 2008 - 20079

Contenido

  • Introducción
  • Formulación de Objetivos
    • Objetivo General
    • Objetivos Específicos
    1. Los muchos y cambiantes significados de la muerte y el proceso de morir
    1. La revolución de la mortalidad
    1. Enfrentar la muerte y la perdida
    1. Pérdidas significativas
    1. Aspectos médicos, legales y éticos: el “derecho a morir”
  • 5.1. El Suicidio
    1. Acelerar La Muerte
    1. Suicidio asistido: ventajas y desventajas
    1. Legalización de la ayuda de los médicos en el proceso de morir
    1. Decisiones en el final de la vida y actitudes culturales
    1. Opciones para el final de la vida y preocupaciones por la diversidad
  • Conclusiones
  • Bibliografía
  • Internegrafía

Formulación de Objetivos Objetivo General Examinar el presupuesto teórico, histórico, y principios fundamentales que rigen el fenómeno descrito del ciclo de la vida y cuáles son los desafíos que debemos superar y apoyan la experiencia del duelo y el derecho a la vida. Objetivos Específicos

1. Los muchos y cambiantes significados de la muerte y el proceso de morir

9. Decisiones en el final de la vida y actitudes culturales

  1. Identificar los desafíos de superar una pérdida.
  2. Ponderar los aspectos médicos, legales y éticos sobre el derecho a morir.
  3. Los muchos y cambiantes significados de la muerte y el proceso de morir Aunque la muerte y la perdida son experiencias universales, tienen un contexto cultural e histórico. La muerte es un hecho biológico, la cual también incluye aspectos sociales, culturales, históricos, religiosos, legales, psicológicos, del desarrollo, médicos y éticos los cuales suelen estar estrechamente relacionados. Las actitudes culturales y religiosas hacia la muerte y los moribundos influyen en la forma en que los individuos se enfrentan con su propia muerte. Desde el contexto cultural las costumbres concernientes a la inhumación y remembranza de la persona muerta, la transferencia de los bienes y las expresiones de duelo varían mucho entre las culturas y a menudo son regidas por preceptos religiosos o legales que reflejan el punto de vista de la sociedad al respecto de lo que es la muerte y lo que sucede después de ella. Los aspectos culturales de la muerte incluyen el cuidado y la conducta hacia el moribundo y el fallecido, el escenario en que suele ocurrir la muerte, las costumbres y los rituales de duelo desde un velatorio. Por ejemplo, en República Dominicana se tiene la cultura tanto de velar el fallecido en el hogar 24 horas y en los tiempos modernos, en funerarias. Se hacen nueve días de rezos en memoria al fallecido y

el noveno día se hace un novenario desde la mañana hasta final de la tarde en el cual se hace abundante comida para brindar a todos los participantes. En Irlanda se hace un velatorio toda la noche, en que los amigos y familiares brindan a la memoria de la persona muerta, a las shivá judía de una semana de duración, en la cual los dolientes se desahogan y comparten recuerdo del fallecido. En la Antigua Grecia, los cuerpos de los héroes eran incinerados en público como señal de honor. La cremación todavía es una práctica generalizada entre los indúes en India y Nepal. En Japón, los rituales religiosos alientan a los supervivientes a mantener contacto con el fallecido. La familia construye en el hogar un altar dedicado a sus ancestros, hablan con los seres queridos fallecidos y les ofrecen comida o cigarrillo. En Egipto, los musulmanes expresan su dolor con muestra de profunda pena, por su parte a los musulmanes de Bali se les alienta a suprimir la tristeza, a reír y estar alegres. Todas esas prácticas y costumbres diversas en diferentes partes del mundo ayudan a la gente a enfrentar la muerte y elaborar el duelo por medio de significados culturales conocidos que proporcionan un sostén en medio de la turbulencia de la perdida.

  1. La revolución de la mortalidad En todas las sociedades a lo largo de la historia hasta el siglo XX, la muerte era un suceso frecuente, esperado, en ocasiones bienvenido como la terminación pacifica del sufrimiento. Cuidar en casa a un ser querido agonizante era una experiencia común, como lo es todavía en algunas comunidades rurales. Desde el siglo XIX han tenido lugar grandes cambios históricos concernientes a la muerte y el proceso de morir sobre todo en los países desarrollados. Los avances de la medicina y los servicios médicos, los nuevos tratamientos para enfermedades que alguna vez fueron fatales y una población más educada y consciente de la salud han dado lugar a una revolución de la mortalidad. En la actualidad es menos probable que las mujeres mueran en el parto, los infantes tienen mayores posibilidades de sobrevivir al primer año y es más probable que los niños alcancen la adultez. Los adultos tienen mayor oportunidad de alcanzar la vejez y las personas ancianas a menudo pueden superar enfermedades que antes se consideraban fatales. En el curso de todo este proceso para mejorar la salud y prolongar la vida, pueden haberse perdido algo importante. Poco a poco la gente que creció en sociedades tradicionales asimiló una verdad importante: Morir es parte de la vida.

brillantes o encuentros místicos, pero esto no es más de acuerdo a un anestesiólogo holandés que esta sensación es producto del cerebro cuando es privado de oxígeno, le surgen ciertas imágenes debido a las alteraciones en la corteza visual que pueden resultar en la percepción de un túnel. La psiquiatra Elizabeth Kubler-Ross en su trabajo con personas agonizantes, encontró que la mayoría de ellas agradecía la oportunidad de hablar abiertamente acerca de su condición y estaban conscientes de la cercanía de la muerte, incluso si no se les había comunicado formalmente su estado. La doctora Kubler identificó cinco etapas en el proceso de aceptación de la muerte

  1. Negación
  2. Ira
  3. Negociar por tiempo extra
  4. Depresión
  5. Aceptación
  • Esto se aplica más en pacientes terminales. La aflicción que es la respuesta emocional experimentada en la primera fase del duelo, el duelo que es una respuesta a la perdida de alguien a quien la persona siente cercanía, pero este no es solo un evento, y no se trata solo de aflicción, sino también que es un proceso de adaptación. A menudo el duelo genera un cambio de estatus o de rol y puede afectar casi todos los aspectos de la vida de una persona. La aflicción, como la agonía es una experiencia sumamente personal. Algunas personas se recuperan con bastante rapidez después del duelo, otras nunca lo hacen. El patrón clásico de aflicción incluye tres etapas en que la persona doliente acepta la dolorosa realidad de la perdida, de manera gradual rompe el vinculo con la persona muerta y se readapta a la vida desarrollando nuevos intereses y relaciones. Este proceso del trabajo de aflicción, la solución de los problemas psicológicos relacionados con la pena, a menudo adopta la siguiente trayectoria: Uno: choque e incredulidad: esta etapa puede durar varias semanas, sobre todo después de una muerte repentina o inesperada. Dos: preocupación por la memoria de la persona muerta: esas experiencias disminuyen con el tiempo, pero pueden repetirse, tal vez durante años o en ocasiones como el aniversario de bodas o de la muerte. Tercero: Resolución: En esta ultima etapa habrá llegado cuando la persona doliente renueva el interés en las actividades cotidianas. Los recuerdos de la persona que falleció traen consigo sentimientos de cariño mezclados con tristeza en lugar del dolor agudo y la añoranza.

Los niños pueden entender mejor la muerte si se le presenta el concepto a una edad temprana y se les alienta a hablar al respecto. La muerte de una mascota puede proporcionar una oportunidad natural. Investigaciones mas recientes indican que ya desde los cuatro años los niños pueden lograr una comprensión parcial de lo que sucede después de la muerte la cual no puede completarse si no hasta muy adentrados en los años escolares, en el caso de la comprensión de la muerte, los niños muestran aflicción depende de su desarrollo cognoscitivo y emocional “tabla 19.2”. En ocasiones los niños expresan su aflicción por medio de la ira, el mal comportamiento o la negativa a reconocer una muerte. Pueden sentirse confundidos por las expresiones de los adultos cuando alguien fallece. Los padres y otros cuidadores adultos pueden ayudar a los niños con el duelo explicándoles que la muerte es fatal e inevitable y que ellos no la ocasionaron con su mala conducta o sus pensamientos. Los niños necesitan que se les asegure que se le seguirá recibiendo el cuidado de adultos cariñosos. En el caso de los adolescentes, no suelen pensar mucho en la muerte a menos que se enfrenten directamente con ella, de esta forma hacen un autostop, manejan con imprudencia o experimentan con drogas y sexo, a menudo los resultados son trágicos.

  1. Pérdidas significativas Todas las perdidas son difíciles, pero especialmente durante la adultez las perdidas mas significativas son la del conyugue de un padre o de un hijo. Sobrevivir al conyugue es más difícil para las mujeres ya que las mismas tienen a vivir más tiempo que los hombres, el estrés de la viudez a menudo repercuta en la salud física y mental. El dolor de la perdida puede afectar el sistema inmunológico y dar por resultado dolores de cabeza, mareos, indigestión o dolores en el pecho. La perdida de un padre en la adultez es difícil en cualquier momento, la mayoría de los hijos adultos dolientes experimentan aflicción emocional, la cual va desde tristeza, llanto, depresión y pensamientos de suicidio, esto se ve mayormente o especialmente después de la muerte de la madre. La perdida de un hijo rara vez un padre esta preparado emocionalmente para recibirla. Este evento no importa a que edad ocurra, representa un golpe duro y antinatural, es un suceso prematuro que en el curso normal de las cosas no debería haber ocurrido nunca. Los padres pueden sentir que fracasaron, no importa cuanto hayan amado y cuidado al hijo y puede resultar difícil dejarlos ir. El efecto

Aunque el suicidio ha dejado de ser un delito en las sociedades modernas, todavía existe un estigma hacia éste fundamentado en parte en las prohibiciones religiosas y en parte en el interés de la sociedad por preservar la vida. Una persona que expresa pensamientos suicidas puede ser considerada mentalmente enferma. Por otro lado, cada vez son más quienes consideran que la elección del momento de morir de un adulto maduro es una decisión racional y un derecho que debe defenderse. Las tasas de suicidios en Estados Unidos empezaron a disminuir a fi nales de la década de 1990, luego de un aumento de 25% entre 1981 y 1997. Sin embargo, entre 2006 y 2007 ocurrió un incremento significativo de 3.7% (Xu et al., 2010), con más de 34 500 personas que se quitaron la vida en 2007. Aun así, la tasa de suicidio en Estados Unidos —11.5 muertes por cada 100 000 habitantes (Xu et al., 2010) — es menor que en muchos otros países industrializados (Kinsella y Velkoff, 2001). Es probable que las estadísticas subestimen el número de suicidios; muchos quedan sin registrarse y algunos (como los “accidentes” automovilísticos y las sobredosis “accidentales” de medicamentos) no se reconocen como tales. Además, las cifras sobre los suicidios a menudo no incluyen los intentos de cometerlo; se estima que, en Estados Unidos, entre 20 y 60% de las personas que cometen suicidio o lo intentaron antes, y que alrededor de 10% de los individuos La mayoría de la gente cree que lo que motiva a los terroristas suicidas es el extremismo religioso. Sin embargo, un pequeño y polémico grupo de investigadores sostiene que su impulso se encuentra, simplemente, en el mismo deseo de suicidarse y los mismos factores de riesgo de otras poblaciones clínicas. En la mayor parte de las naciones, las tasas de suicidio aumentan con la edad y son más elevadas entre los hombres (Kinsella y Velkoff, 2001; Nock et al., 2008). Las mujeres jóvenes, solteras con poca educación y las que son impulsivas, ansiosas o deprimidas tienen mayor riesgo de presentar pensamientos y conducta suicidas (Nock et al., 2008). Históricamente, la probabilidad de tener éxito en los intentos suicidas era mucho mayor en los hombres, pero en los años recientes esta brecha disminuyó considerablemente y la probabilidad de los intentos suicidas es apenas marginalmente mayor entre los hombres (National Survey on Drug Use and Health, 2009). Las tasas de suicidio de los hombres son más altas sobre todo porque es mucho más probable que utilicen métodos confiables, como armas de fuego, mientras que las mujeres son más propensas a elegir otros medios, como envenenamiento o la horca. Más de la mitad de los suicidios logrados son por disparo (CDC, 2007a; Kung et al., 2008; Miniño et al., 2007). Entre los grupos raciales y étnicos, los hombres blancos y los nativos americanos tienen las tasas de suicidio más altas. La probabilidad de cometer suicidio

entre los ancianos negros es apenas un tercio de la de los ancianos blancos (NCHS, 2006), tal vez debido al aspecto religioso y a que están acostumbrados a los golpes duros (NIMH, 1999a). Sin embargo, las tasas de suicidio entre las personas negras, en especial las más jóvenes y con menos educación, se han incrementado de manera significativa desde mediados de la década de 1980 (Joe, Baser, Breeden, Neighbors y Jackson, 2006). Debido a un alza que no ha sido explicada y que se observó recientemente en el suicidio durante la mitad de la vida (tabla 19.4), las tasas de suicidio en Estados Unidos alcanzan ahora un récord en el caso de los adultos en sus cuarenta e inicios de los cincuenta y luego disminuyen para volver a aumentar después de los 75 años (Xu et al., 2010). El riesgo de cometer suicidio aumenta de manera considerable si existe una historia familiar de suicidio o de intentos de cometerlo. Es posible que una aparente vulnerabilidad hereditaria esté relacionada con la baja actividad de la serotonina, un químico regulador de los estados de ánimo y los impulsos de la corteza prefrontal, la sede del juicio, la planificación y la inhibición (Harvard Medical School, 2003). Aunque algunas personas que intentan suicidarse ocultan cuidadosamente sus planes, casi todas dan señales de advertencia: hablar de la muerte o del suicidio, regalar sus bienes más preciados, abusar de las drogas o el alcohol, y mostrar cambios de personalidad como ira, tristeza, aburrimiento o apatía inusuales. Las personas que están a punto de quitarse la vida tal vez descuiden su apariencia y duerman o coman mucho más o mucho menos de lo habitual. A menudo muestran signos de depresión, así como dificultad inusitada para concentrarse, pérdida de autoestima y sentimientos de impotencia, desesperanza o pánico (American College of Emergency Physicians, 2008; Harvard Medical School, 2003). A quienes sobreviven a las personas que acaban con su vida se les conoce como “las otras víctimas del suicidio”. Muchos se culpan por no haber reconocido las señales. “Repiten de manera obsesiva los sucesos que condujeron a la muerte, imaginando cómo habrían podido prevenirla y reprochándose por no haberlo hecho” (Goldman y Rothschild, s.f.). Debido al estigma vinculado con el suicidio, esos supervivientes suelen luchar solos con sus emociones en lugar de compartirlas con otros que quizá podrían comprenderlos. (La tabla 19.5 enumera las señales de advertencia del suicidio y los pasos a seguir si alguien amenaza con suicidarse)

  1. Acelerar La Muerte Aquí pretendemos plantear las diferentes formas de acelerar la muerte por lo que citamos: ¿Es la eutanasia una manera moral de finalizar una vida? Eutanasia significa “buena muerte” y pretende terminar con el sufrimiento o permitir que la persona con una enfermedad terminal muera con dignidad. Las personas tienen distintas opiniones acerca de este proceso y algunos distinguen los tipos de eutanasia. − La eutanasia pasiva implica retener o descontinuar un tratamiento que podría prolongar la vida de un paciente con una enfermedad terminal, como los medicamentos, sistemas de soporte vital o tubos de alimentación. − La eutanasia activa (llamada en ocasiones asesinato por compasión), implica llevar a cabo una acción directa y deliberada para acortar una vida y, por lo general, es ilegal. Una cuestión importante concerniente a cualquier forma de eutanasia es si se lleva a cabo a petición directa o para cumplir los deseos expresados de la persona que muere. − Instrucciones anticipadas. Muchos de los problemas en torno a la tecnología médica que debería usarse para mantener a una persona con vida se podrían resolver si sus deseos se exponen por anticipado, es decir, antes de que queden incapacitados. o cualquier otro objeto que la persona

pueda usar para cometer suicidio. Los deseos de una persona mentalmente competente pueden exponerse por anticipado en un documento llamado instrucciones anticipadas (voluntad en vida), el cual contiene las disposiciones sobre cuándo y cómo descontinuar la atención médica infructuosa. Desde entonces, los 50 estados de ese país legalizaron alguna forma de instrucciones anticipadas o adoptaron otras previsiones que rigen la toma de decisiones relacionadas con el fi n de la vida. Un documento de voluntad en vida puede incluir disposiciones específicas relacionadas con las circunstancias en que debe descontinuarse el tratamiento, qué medidas extraordinarias deben tomarse para prolongar la vida (si es que acaso debe tomarse alguna), y qué tipo de manejo del dolor se desea. La persona también puede especificar, por medio de una tarjeta de donador o una firma en la parte posterior de su licencia de conductor, que sus órganos sean donados a alguien que necesite un trasplante. Dicha planificación anticipada no solo es benéfica para la persona que agoniza, sino también para la familia.

  1. Suicidio asistido: ventajas y desventajas Es en el que un médico o alguien más ayuda a una persona a provocarse la muerte, por ejemplo, mediante la prescripción u obtención de medicamentos o permitiendo que el paciente inhale un gas mortal— por lo general se refiere a situaciones en las cuales personas con enfermedades terminales incurables solicitan ayuda para terminar con su vida. El suicidio asistido todavía es ilegal en la mayoría de los países, pero en los años recientes ha estado en primer plano del debate público. En principio puede ser similar a la eutanasia activa voluntaria, en la cual, por ejemplo, el paciente solicita, y recibe, una inyección letal, salvo que en el suicidio asistido la persona que desea morir lleva a cabo el hecho real. Los argumentos éticos a favor del suicidio asistido se basan en los principios de autonomía y autodeterminación: que las personas mentalmente competentes deberían tener el derecho a controlar la calidad de su propia vida y el momento y la naturaleza de su muerte, sostienen que el médico está obligado a tomar todas las medidas necesarias para aliviar el sufrimiento. Además, en el suicidio asistido el paciente es quien en realidad da los pasos para terminar con su vida. Un argumento legal es que la legalización del suicidio asistido permitiría la regulación de las prácticas que ahora ocurren de cualquier modo por compasión hacia los pacientes que sufren.
  1. Decisiones en el final de la vida y actitudes culturales Según Searight y Gafford (2005a), los factores culturales influyen fuertemente en cómo los médicos, otros proveedores de atención médica y familiares comunican malas noticias a los pacientes, las expectativas con respecto a quién toma las decisiones de atención médica y las actitudes sobre la atención al final de la vida. En Estados Unidos, los médicos adoptan el enfoque de que a los pacientes se les debe decir la verdad sobre su salud. Fuera de Estados Unidos y entre ciertos grupos raciales y étnicos dentro de los Estados Unidos, los médicos y familiares pueden ocultar la plena naturaleza de una enfermedad terminal ya que revelar dicha información se considera potencialmente dañina para el paciente, o al menos, es vista como irrespetuosa y descortés. Holland, Geary, Marchini y Tross (1987) encontraron que muchos médicos en Japón y en numerosas naciones africanas usaban términos como “masa”, “crecimiento” y “tejido impuro” en lugar de referirse al cáncer cuando discutían la enfermedad a los pacientes y sus familias. Los miembros de la familia protegen activamente a los pacientes terminales de conocer su enfermedad en muchas culturas hispanas, chinas y paquistaníes (Kaufert & Putsch, 1997; Herndon & Joyce, 2004). En Estados Unidos, vemos al paciente como autónomo en las decisiones de atención de salud (Searight & Gafford, 2005a), mientras que en otras naciones la familia o comunidad juega el papel principal, o las decisiones son tomadas principalmente por profesionales médicos, o los médicos en concierto con la familia toman las decisiones para el paciente. Por ejemplo, en comparación con los estadounidenses de Europa y los afroamericanos, los coreanos y los mexicoamericanos tienen más probabilidades de ver a los miembros de la familia como los tomadores de decisiones en lugar de solo el paciente (Berger, 1998; Searight & Gafford, 2005a). En muchas culturas asiáticas, la enfermedad es vista como un “evento familiar”, no solo algo que impacta al paciente individual (Candib, 2002). Así, existe la expectativa de que la familia tenga algo que decir en las decisiones de atención a la salud. Como muchas culturas atribuyen gran consideración y respeto a los médicos, los pacientes y las familias pueden diferir parte de la toma de decisiones al final de la vida a los profesionales médicos (Searight & Gafford, 2005b). Según una encuesta del Pew Research Center (Lipka, 2014), si bien la muerte puede no ser un tema cómodo de reflexionar, 37% de los encuestados había pensado mucho sobre sus deseos al final de la vida, y 35% los había puesto por escrito. Sin embargo, más del 25% no había pensado en este tema. Lipka (2014) también encontró que había claras diferencias raciales y étnicas en los deseos al final de la vida (ver Figura 10.10). Los blancos son más propensos que los negros y los hispanos a preferir que se les

detenga el tratamiento si tienen una enfermedad terminal. Mientras que la mayoría de los negros (61%) e hispanos (55%) prefieren que todo se haga para mantenerlos vivos. Searight y Gafford (2005a) sugieren que la baja tasa de cumplimiento de directivas avanzadas entre los no blancos puede reflejar una desconfianza en el sistema de salud de Estados Unidos como resultado de las disparidades en el cuidado de la salud que han experimentado los no blancos. Entre los hispanos, los pacientes también pueden ser reacios a seleccionar un solo miembro de la familia para que sea responsable de las decisiones al final de la vida por la preocupación de aislar a la persona nombrada y de ofender a otros miembros de la familia, ya que esto es comúnmente visto como una “responsabilidad familiar” (Morrison, Zayas, Mulvihill, Baskin, & Meier , 1998).

  1. Opciones para el final de la vida y preocupaciones por la diversidad Existen varias opciones de atención, incluidos los programas de cuidados paliativos al final de la vida ("hospice"), la atención en su hogar, la ubicación en un hogar para ancianos o la atención de un establecimiento de vivienda asistida El sentido de vida es saber que se pueden encontrar las razones por las que vivimos, entendiendo y honrando nuestra historia, pasado y presente, así como la de nuestros ancestros y poder tener respuesta a eso que atravesamos que pueda generar sufrimiento, dolor o malestar. Responder esto ayudará a poder disfrutar más el ahora, hallar esperanza y confianza en el futuro. Para hallar el sentido de la vida hay que indagar mucho, hacerse preguntas y estar alerta de las señales que te quiere mostrar el universo; hay que vivir a profundidad, es decir, hacer y pensar más de lo que la sociedad y nuestro círculo más cercano nos dice. De esta forma podrás poco a poco encontrarte y comprender por qué viviste o por qué vives lo que vives, cuáles son tus dones y cómo puedes usarlos para tu felicidad y estabilidad emocional. La muerte siempre está presente, lo que sucede es que nos hemos olvidado de ella, la vemos como algo oscuro y lejano , lo que es cierto es que se necesita muerte para que haya vida y vida para que haya muerte. Cuando realmente entiendes que la muerte puede llegar en cualquier momento es cuando se comienza a vivir. Adicional a esto, muchas personas llegan a sentir que no pueden sobrellevar la vida que se tiene , que puede resultar muy dura, triste o difícil; se piensa que estar muerto o muerta es la solución, por eso, es importante aprender a disfrutar la vida.