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Maltrato infantil - la neurobiología, estrategia de estudio para el siglo XXI.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
Subido el 24/09/2021
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artículO de revisión Acta Pediatr Mex. 2020;41(4):165-177.
Arturo Loredo-Abdalá, Abigail Casas-Muñoz, Verónica Cereso-Cantú, Oscar Gabriel Carballido-Moreno, Norma Aylin Ordoñez-Franco
Coordinación de Estudios Avanzados sobre el Maltrato Infantil, Instituto Na- cional de Pediatría, Ciudad de México. Recibido: 16 de agosto 2019 Aceptado: 5 de marzo 2020 Correspondencia Arturo Loredo Abdalá cainm_inp@hotmail.com Este artículo debe citarse como Loredo-Abdalá A, Casas-Muñoz A, Cereso-Cantú V, Carballido-Moreno OG, Ordoñez-Franco NA. Maltrato infantil: la neurobiología, estrategia de estudio para el siglo XXI. Acta Pediatr Mex 2020; 41(4): 165-177. DOI: http://dx.doi.org/10.18233/APM- 41No4pp165-
Resumen El maltrato infantil es un grave problema de salud pública con alcance mundial. Aunque las estrategias para atenderlo y prevenirlo han aumentado, éstas han sido insuficientes. Es innegable que situaciones sociales (pobreza, el analfabetismo, los usos y costumbres) u otros determinantes para la salud enmascaran la frecuencia y las consecuencias de esta situación médico-social-legal de la humanidad. El conocimiento de la neurobiología implicada en el maltrato infantil ofrece nuevos campos de investigación, en un intento para resolver cuatro situaciones neuroinmunogenéticas y el desarrollo de estrategias de prevención terciaria del problema: 1) ¿Es posible precisar la génesis de la “repli- cación transgeneracional” del maltrato infantil? 2) ¿Pueden conocerse los genes que intervienen en este fenómeno? 3) ¿La epigenómica puede ser un área de estudio para conocer el mecanismo de cómo prevenir el maltrato infantil? y 4) ¿Existe un medica- mento, alimento o sustancia natural que modifique la respuesta de un gen mediante diversos elementos “dañinos” del medio ambiente?. Para entender estos problemas es indispensable conocer los conceptos básicos de agresividad y violencia del hombre ante el estrés; la neuroanatomía, neurofisiología y consideraciones neurobioquímicas en estas situaciones, destacando la intervención del sistema límbico (amígdala, hipo- campo) del cuerpo calloso y de la corteza prefrontal, así como la función de los genes conocidos que participan en el desarrollo de la misma. Es importante precisar si un medicamento, un alimento o una sustancia natural puede modificar las acciones de los genes implicados. PALABRAS CLAVE: Maltrato infantil; neurobiología; epigenética; replicación transge- neracional. Abstract Child abuse is a serious public health problem worldwide. Although the strategies to assist and prevent it have increased, these have been insufficient. It is undeniable that social situations such as poverty, illiteracy, customs, as well as other determinants for health, mask the frequency and consequences of the victims of this medical-social-legal pathology of humanity. The knowledge of the Neurobiology involved in MI offers new fields of research to solve four neuroimmunogenetic situations and the development of tertiary prevention strategies for the problem: 1) Is it possible to specify the development of the “transgenerational replication” of the MI? 2) Can the genes involved in the genesis of the “transgenerational replication” of MI be known? 3) Can the implementation of “Epigenomics” be a possible mechanism for the study and preventive treatment of MI? 4) Is there a medicine, a food or a natural substance that can modify the response of a gene to the existence of various elements of the environment?. To understand this problems, it is essential to know the basic concepts of aggressiveness and violence of man; the neuroanatomy, neurophysiology and neurobiochemical considerations in situations of violence. The intervention of the limbic system (amygdala, hippocampus), corpus callosum and prefrontal cortex. The role of known genes that participate in the development of violence. Finally, find a medicine, a food or a natural substance that allows to modify the actions of the genes involved. KEYWORDS: Child Abuse; Neurobiology; Epigenetics; Trangenerational Replication; Medication; Food; Natural Substances.
Loredo-Abdalá A, et al. Neurobiología del maltrato infantil
la agresividad e impedir que evolucione hasta la violencia. Este sistema se integra por tres di- ferentes factores: 1) genéticos, 2) ambientales (individuales, familiares y sociales) y 3) culturales.
Desde el punto de vista experimental, se ha demostrado que la agresividad y la violencia tienen una base fisiológica en el sistema nervioso autónomo y una base cognoscitiva en algunos sistemas funcionales complejos del sistema ner- vioso central, incluidas algunas estructuras de la corteza cerebral. 26
La mayoría de los sujetos sanos adquiere el au- tocontrol, la previsión, el juicio situacional y la conciencia social alrededor de los 30 años; sin embargo, el pico de violencia física en el hogar, en la escuela o en la calle ocurre frecuentemente en la adolescencia tardía, cuando aún los as- pectos arriba mencionados no han alcanzado su madurez máxima.^27
En los últimos años se ha establecido que los individuos que sufren depresión, adicciones o intentos suicidas en la adolescencia o la vida adulta temprana, en un alto porcentaje, fueron víctimas de lo que ahora se conoce como “even- tos adversos en la infancia”.28-
Los sujetos con comportamiento muy agresivo (algunos criminales) y alteraciones psiquiátricas (paranoia, depresión y consumo excesivo de al- cohol) son propensos a disfunción de los lóbulos frontales.31-
Desde la perspectiva neuropsiquiátrica se han establecido definiciones de la impulsividad, agresividad y conducta violenta, con la finalidad de conciliar los conceptos provenientes de la psicología y neurofisiología. Cuadro 1
En el maltrato infantil participa la agresividad; por tanto, es necesario conocer la respuesta de un individuo ante una situación de estrés y ésta consta de cuatro elementos:
Cuadro 1. Perspectiva neuropsiquiátrica de conductas violentas^34
Concepto Definición Impulsividad Respuesta no premeditada del cerebro que impide controlar los impulsos o deseos. Agresividad Instinto que lleva al hombre y a otros animales a combatir con los miembros de su misma especie. Se agrede a una persona que es percibida como amenaza. Conducta violenta
Tendencia social de un grupo de persona a la agresión.
Acta Pediátrica de México 2020;41(4)
Los eventos interpersonales tempranos, positi- vos o negativos, repercuten en la organización estructural del cerebro y este efecto modifica la capacidad funcional adaptativa del menor, sobre todo cuando ocurren en los periodos críticos de crecimiento cerebral (del nacimiento a los dos años de edad). Por lo tanto, este crecimiento y desarrollo del sistema nervioso central es suscep- tible de alterarse por factores medioambientales adversos, como la desnutrición, el abandono, el maltrato, etcétera.21,
En la actualidad se ha demostrado que las perso- nas que sufren ciertas situaciones adversas en los primeros cinco años de vida, padecen depresión, adicciones, pensamiento e intento suicida. Estas situaciones se conocen como “eventos adversos en la infancia”.28-30,35-
Establecer cómo los factores antes mencionados son capaces de modelar el sistema nervisos cen- tral, incluso antes del nacimiento, y cómo cada persona los percibe y reacciona ante ellos es uno de los problemas por resolver. Para ello es necesario aceptar que el cerebro debe conside- rarse un órgano biosocial o biomedioambiental y está diseñado para moldearse por la interacción con el ambiente en el transcurso de su vida.21,
Para entender esta concepción es imperativo conocer la anatomía, la neuroinmunoendocri- nología cerebral, la plasticidad de los genes y lo cambiante del medio en un comportamiento simultáneo y dinámico.
Neuroanatomía y neurofisiología ante el estrés
Ante esta situación se encuentran cinco áreas implicadas: tronco-encéfalo; diencéfalo (tála-
mo e hipotálamo), sistema autónomo, sistema límbico (hipocampo y la amígdala) y corteza prefrontal. Figura 1
Acta Pediátrica de México 2020;41(4)
a) La corteza dorsolateral funciona como un sitio de memoria a corto plazo. Permite elegir entre varias opciones y aprender de los propios errores.
b) La “orbitofrontal” o corteza inferior tiene la capacidad de llevar a la práctica la opción elegida.
c) La ventromedial le da sentido a las per- cepciones y de esta manera se controlan las emociones.
Definitivamente, la corteza prefrontal controla las emociones y, por ende, las acciones de la amígdala y de las estructuras conectadas con ella.
La intención es encontrar una explicación a la afectación del desarrollo del cerebro generado por el maltrato infantil, principalmente si ha ocurrido tempranamente en la víctima y su replicación transgeneracional. En este sentido, quizá pueda encontrarse un apoyo sustancial, al integrar los conocimientos que se tienen ac- tualmente en la neurobiología del cerebro.40,
Estos conocimientos se apoyan en el entendi- miento de algunas consideraciones básicas:
a) Se ha demostrado una alteración del sistema límbico que implica, fundamen- talmente, al hipocampo y la amígdala. Esta última podría colocarse en un estado de elevada irritabilidad eléctrica o, bien, el hipocampo quedar dañado como con- secuencia de una excesiva exposición al estrés hormonal.
b) De manera fehaciente se ha precisado que el tamaño de ambos centros está alterado; en pacientes con antecedente de maltrato infantil es más pequeño el del hemisferio izquierdo que el derecho y habitualmente es normal en individuos que no han sufri- do este evento.^42 Debe considerarse que, característicamente, estas zonas son de las pocas regiones del cerebro que siguen creciendo después del nacimiento.
c) Existe alteración eléctrica de dichos cen- tros; este hecho se sustentado mediante el análisis de los cambios encontrados en estudios electroencefalográficos.43-
d) Existe modificación en la disposición y tamaño de las células receptoras para las hormonas del estrés, fenómeno demostrado en modelos de animales.14-15,
e) Se ha observado marcada alteración en los receptores GABA (inhibidores de la excitabi- lidad neuronal) localizados en la amígdala.
f) Se ha establecido una disminución en la parte central del cuerpo calloso.
g) La alteración del vermix cerebeloso tiene participación importante en el tratamiento de pacientes con deficiencia de ciertos neurotransmisores, como noradrenalina y dopamina.
Hasta el momento puede concluirse que, pues- to que el maltrato infantil ocurre a una edad temprana, es decir, durante la época crítica de modulación física del cerebro, el efecto que ocasiona un estrés importante establece una “huella intangible” en su estructura y función. Esta situación parece desencadenar un fenómeno en cascada de efectos moleculares y neurobioló-
Loredo-Abdalá A, et al. Neurobiología del maltrato infantil
gicos que alteran irreversiblemente el desarrollo de esta porción cerebral.^47
El maltrato infantil puede desorganizar o tras- tornar la maduración normal de las estructuras límbicas, principalmente del hipocampo y la amígdala. Esta última podría colocarse en un estado de elevada irritabilidad eléctrica o, bien, el hipocampo quedar dañado por la excesiva exposición al estrés hormonal.
El estrés es capaz de reconfigurar la organiza- ción molecular de estas regiones del cerebro; también se ha observado que los receptores del ácido aminobutírico gama (GABA) esta- blecidos en la amígdala sufren una alteración en su estructura molecular. Estos receptores responden al neuroinhibidor de la transmisión cerebral, atenuando la excitabilidad eléctrica de las neuronas. Cuando disminuye la función de este neurotransmisor, se establece una excesiva actividad eléctrica, que en algunos casos puede estimular las convulsiones.
Las anormalidades electroencefalográficas en víctimas de cualquier forma de maltrato infantil (menores de 18 años y sin diferencia de gé- nero) son de 54 vs 27% de quienes no fueron maltratados. Las anormalidades se localizan en los lóbulos frontal y temporal izquierdos. Las imágenes obtenidas por resonancia magnética se caracterizan por reducción del tamaño del hipocampo izquierdo.43-
Consideración básica en la vida y desarrollo psicoemocional de un niño es el establecimiento del vínculo madre-hijo cuando existe maltrato infantil, porque se modifica durante la infancia
del menor maltratado. Al parecer, el apego está estrechamente ligado al sistema límbico derecho, debido a las múltiples conexiones con los sistemas neuroquímicos subcorticales que intervienen en la emoción.48-
El hemisferio izquierdo está especializado en la percepción y expresión del lenguaje, mientras que el derecho en el proceso especial de la in- formación, así como en el desarrollo y expresión de las emociones.
Ante estos conocimientos es posible que el niño maltratado almacene las vivencias de los eventos de violencia en el hemisferio derecho y las expresa posteriormente. El desarrollo temprano del hemis- ferio derecho mantiene conexiones profundas con el sistema límbico y el sistema nervioso autónomo, que es el dominante para la respuesta humana ante el estrés. El predominio del hemisferio derecho en los primeros tres años de vida permite modular y regular la conducta adaptativa-emocional del menor. Por lo tanto, su adecuado funcionamiento favorece el desarrollo óptimo de la resiliencia en etapas posteriores de la vida. Schiffer demostró que ante un reto novedoso existe menor integra- ción de la información emocional en el hemisferio derecho de los adultos que fueron maltratados en alguna época de su niñez.23,43-
En este fenómeno también interviene el cuerpo calloso, estructura que establece las conexiones sinápticas interhemisféricas, y que está signifi- cativamente disminuido de tamaño en su parte media. Así mismo, entre más temprano ocurre la agresión, la alteración de esta estructura puede ser mayor. El fenómeno parece más significativo en la mujer, sobre todo si se trata de abuso sexual.^50
Loredo-Abdalá A, et al. Neurobiología del maltrato infantil
situaciones de estrés, produciendo cambios fisioló- gicos y, por lo tanto, conductuales. A su vez, éstos pueden alterar la expresión genética (por medio de la metilación) lo que ocasionará probablemente otros cambios estructurales a este nivel.
Para el estudio de estos genes se ha planteado la necesidad de realizar su búsqueda en animales de experimentación, mediante la toma de tejidos involucrados como: la amígdala, el hipocampo, hipotálamo, corteza prefrontal y sangre periférica. La finalidad es identificar en alguno de ellos, los posibles biomarcadores.
Los avances de la medicina genómica segura- mente acelerarán el estudio de los genes que influyen en el comportamiento humano. De confirmarse las mutaciones en algunos genes que influyen en la conducta humana haciéndola agresiva, existirá la oportunidad de identificar a aquellos individuos con alto riesgo de desarrollar dicho comportamiento y con ello será posible implementar algún medicamento, alimento o sustancia para evitar los estímulos ambientales desencadenados.
El enfoque de la medicina preventiva para el siglo XXI ha permitido el estudio de la medicina genómica; por lo tanto, diversas enfermedades serán mejor conocidas y entendidas. De esta manera surge la siguiente interrogante: ¿Existe la posibilidad de que la genética, la genómica, o ambas, favorezcan el entendimiento del porqué un niño maltratado pueda tener un comporta- miento violento en la edad adulta?
Aunque la evidencia señala que una cantidad significativa de niños maltratados se convierten en agresores de sus propios hijos al llegar la vida adulta, aún no se cuenta con una respuesta clara y convincente al respecto.^56
Para conceptualizar el desarrollo infantil se ha empleado un “modelo transaccional” que con- sidera este fenómeno y su organización cerebral como un proceso de interacción entre: los pro- gramas cerebrales, los genes y la influencia del ambiente (epigenética).
La epigenética es la estrategia para encontrar y explicar un mecanismo que permita evitar el desa- rrollo de la “replicación transgeneracional”. 15,57-
En la actualidad se plantea emplear la epigené- tica para determinar si existe o no alguna huella bioquímica cerebral que afecte el comporta- miento violento en personas que fueron víctimas de maltrato infantil.
Para tal finalidad es probable que el empleo de un modelo animal pueda responder las siguien- tes interrogantes:
¿Existe diferencia epigenética entre los animales maltratados y los controles?
¿Existe una transmisión de la huella epigenética de los padres que fueron maltratados a la siguien- te generación, entiéndase este fenómeno como un predisponente del maltrato infantil?
¿Puede demostrarse si es la madre o el padre quienes transmiten esta huella epigenética?
¿Es posible retar a ciertos tejidos del cerebro o a células germinales de un modelo animal, mediante el empleo de un fármaco, un alimen- to o alguna substancia de origen natural, para modificar su respuesta?
La caracterización de los mecanismos molecu- lares de la agresividad probablemente ofrecerá opciones terapéuticas, mediante el empleo de fármacos específicos, alimentos u otras substan- cias de origen animal.
Acta Pediátrica de México 2020;41(4)
El maltrato infantil, en cualquiera de sus modali- dades, provoca el desequilibrio de las respuestas físicas y emocionales de la víctima, lo que ge- nera estrés oxidante que al tornarse produce la activación prolongada de los sistemas de estrés corporal. Estas acciones inducen cambios pro- fundos en la citoarquitectura del cerebro, que resulta en una alteración del comportamiento social, el aprendizaje, y la salud física y emo- cional de la víctima. 63
El cerebro es un órgano vulnerable a los efectos de las especies reactivas de oxígeno, pues tiene capacidad limitada para desintoxicarse, debido a la baja producción de enzimas antioxidantes, tasa metabólica alta y limitada capacidad de regeneración y reparación. Por lo tanto, el au- mento de radicales libres y el déficit de acción defensiva de los antioxidantes favorecen los tras- tornos neurodegenerativos. Ante estas evidencias es posible obtener una protección neuronal me- diante algún medicamento, sustancia o alimento encaminado a la disminución de la producción de estrés oxidante. 64
La disponibilidad de medicamentos para este tipo de trastornos no es viable hoy día. Sin embargo, es posible recurrir a los flavonoides, compuestos que se encuentran en ciertos alimentos (vegetales, frutas rojas y cítricas, chocolate, semillas) o bebidas (vino tinto, té verde, té negro, cerveza), que cuentan con propiedades antiinflamatorias, antineoplásicas, an- tibacterianas, entre otras. A pesar de sus beneficios, debe considerarse que el consumo excesivo de flavonoides puede propiciar la sobreproducción de especies reactivas de oxigeno y provocar las complicaciones arriba descritas.^65
Entre los alimentos con alto contenido de flavo- noides se encuentra el cacao (chocolate), pues
contiene epicatequina y catequina, productos con potente actividad antioxidante y capacidad de vasodilatación, acciones que pueden evitar el daño oxidante en el cerebro.66-
Este conocimiento da la pauta para desarrollar diversos protocolos de investigación, empleando modelos de animales para retar a ciertos tejidos del cerebro o a células germinales, mediante el empleo de algún fármaco, alimento o sustancia de origen natural, con la intención de modificar su respuesta.
Si se obtienen resultados positivos, el uso de chocolate con flavonoides podría implemen- tarse como una nueva alternativa terapéutica y preventiva, considerando su efecto beneficioso en la función cognitiva. 68
El tratamiento multidisciplinario del maltrato in- fantil, establecido a nivel mundial en los últimos decenios, ha enriquecido su entendimiento. La neurobiología, la teoría del vínculo materno- infantil (desde la perspectiva psicológica) y la medicina genómica han aportado nuevas explicaciones, apoyadas en el uso de tecnolo- gías que permiten explicaciones actuales a las interrogantes planteadas al inicio de este trabajo.
Si las condiciones mínimas requeridas para que un niño logre el desarrollo óptimo de su perso- nalidad están ausentes o han sufrido carencias notables, es posible que las funciones aprendi- das tempranamente en comunicación, afecto y socialización repercutan en la vida adulta. Sin embargo, debe considerarse que esta situación ocurre en todos los niños, pues su capacidad de aprendizaje y resiliencia, como mecanismo de defensa en etapas posteriores de la vida, los protege ante la experiencia de abuso o maltrato.
Acta Pediátrica de México 2020;41(4)
Loredo-Abdalá A, et al. Neurobiología del maltrato infantil