Docsity
Docsity

Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes

Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity


Consigue puntos base para descargar
Consigue puntos base para descargar

Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium


Orientación Universidad
Orientación Universidad

Maltrato infantil - la neurobiología, estrategia de estudio para el siglo XXI.pdf Los do, Guías, Proyectos, Investigaciones de Pediatría

Maltrato infantil - la neurobiología, estrategia de estudio para el siglo XXI.

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2020/2021

Subido el 24/09/2021

usuario desconocido
usuario desconocido 🇨🇴

5

(1)

5 documentos

1 / 14

Toggle sidebar

Esta página no es visible en la vista previa

¡No te pierdas las partes importantes!

bg1
165
www.actapediatrica.org.mx
artículO de revisión
Acta Pediatr Mex. 2020;41(4):165-177.
Maltrato infantil: la neurobiología, estrategia de
estudio para el siglo XXI
Child abuse: neurobiology, a study strategy for the 21st
century
Arturo Loredo-Abdalá, Abigail Casas-Muñoz, Verónica Cereso-Cantú, Oscar Gabriel Carballido-Moreno, Norma
Aylin Ordoñez-Franco
Coordinación de Estudios Avanzados
sobre el Maltrato Infantil, Instituto Na-
cional de Pediatría, Ciudad de México.
Recibido: 16 de agosto 2019
Aceptado: 5 de marzo 2020
Correspondencia
Arturo Loredo Abdalá
cainm_inp@hotmail.com
Este artículo debe citarse como
Loredo-Abdalá A, Casas-Muñoz A,
Cereso-Cantú V, Carballido-Moreno
OG, Ordoñez-Franco NA. Maltrato
infantil: la neurobiología, estrategia de
estudio para el siglo XXI. Acta Pediatr
Mex 2020; 41(4): 165-177.
DOI: http://dx.doi.org/10.18233/APM-
41No4pp165-1771883
Resumen
El maltrato infantil es un grave problema de salud pública con alcance mundial. Aunque
las estrategias para atenderlo y prevenirlo han aumentado, éstas han sido insuficientes. Es
innegable que situaciones sociales (pobreza, el analfabetismo, los usos y costumbres) u
otros determinantes para la salud enmascaran la frecuencia y las consecuencias de esta
situación médico-social-legal de la humanidad. El conocimiento de la neurobiología
implicada en el maltrato infantil ofrece nuevos campos de investigación, en un intento
para resolver cuatro situaciones neuroinmunogenéticas y el desarrollo de estrategias
de prevención terciaria del problema: 1) ¿Es posible precisar la génesis de la “repli-
cación transgeneracional” del maltrato infantil? 2) ¿Pueden conocerse los genes que
intervienen en este fenómeno? 3) ¿La epigenómica puede ser un área de estudio para
conocer el mecanismo de cómo prevenir el maltrato infantil? y 4) ¿Existe un medica-
mento, alimento o sustancia natural que modifique la respuesta de un gen mediante
diversos elementos “dañinos” del medio ambiente?. Para entender estos problemas es
indispensable conocer los conceptos básicos de agresividad y violencia del hombre
ante el estrés; la neuroanatomía, neurofisiología y consideraciones neurobioquímicas
en estas situaciones, destacando la intervención del sistema límbico (amígdala, hipo-
campo) del cuerpo calloso y de la corteza prefrontal, así como la función de los genes
conocidos que participan en el desarrollo de la misma. Es importante precisar si un
medicamento, un alimento o una sustancia natural puede modificar las acciones de
los genes implicados.
PALABRAS CLAVE: Maltrato infantil; neurobiología; epigenética; replicación transge-
neracional.
Abstract
Child abuse is a serious public health problem worldwide. Although the strategies to
assist and prevent it have increased, these have been insufficient. It is undeniable that
social situations such as poverty, illiteracy, customs, as well as other determinants for
health, mask the frequency and consequences of the victims of this medical-social-legal
pathology of humanity. The knowledge of the Neurobiology involved in MI offers new
fields of research to solve four neuroimmunogenetic situations and the development of
tertiary prevention strategies for the problem: 1) Is it possible to specify the development
of the “transgenerational replication” of the MI? 2) Can the genes involved in the genesis
of the “transgenerational replication” of MI be known? 3) Can the implementation of
“Epigenomics” be a possible mechanism for the study and preventive treatment of MI?
4) Is there a medicine, a food or a natural substance that can modify the response of
a gene to the existence of various elements of the environment?. To understand this
problems, it is essential to know the basic concepts of aggressiveness and violence
of man; the neuroanatomy, neurophysiology and neurobiochemical considerations in
situations of violence. The intervention of the limbic system (amygdala, hippocampus),
corpus callosum and prefrontal cortex. The role of known genes that participate in the
development of violence. Finally, find a medicine, a food or a natural substance that
allows to modify the actions of the genes involved.
KEYWORDS: Child Abuse; Neurobiology; Epigenetics; Trangenerational Replication;
Medication; Food; Natural Substances.
pf3
pf4
pf5
pf8
pf9
pfa
pfd
pfe

Vista previa parcial del texto

¡Descarga Maltrato infantil - la neurobiología, estrategia de estudio para el siglo XXI.pdf Los do y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Pediatría solo en Docsity!

www.actapediatrica.org.mx 165

artículO de revisión Acta Pediatr Mex. 2020;41(4):165-177.

Maltrato infantil: la neurobiología, estrategia de

estudio para el siglo XXI

Child abuse: neurobiology, a study strategy for the 21st

century

Arturo Loredo-Abdalá, Abigail Casas-Muñoz, Verónica Cereso-Cantú, Oscar Gabriel Carballido-Moreno, Norma Aylin Ordoñez-Franco

Coordinación de Estudios Avanzados sobre el Maltrato Infantil, Instituto Na- cional de Pediatría, Ciudad de México. Recibido: 16 de agosto 2019 Aceptado: 5 de marzo 2020 Correspondencia Arturo Loredo Abdalá cainm_inp@hotmail.com Este artículo debe citarse como Loredo-Abdalá A, Casas-Muñoz A, Cereso-Cantú V, Carballido-Moreno OG, Ordoñez-Franco NA. Maltrato infantil: la neurobiología, estrategia de estudio para el siglo XXI. Acta Pediatr Mex 2020; 41(4): 165-177. DOI: http://dx.doi.org/10.18233/APM- 41No4pp165-

Resumen El maltrato infantil es un grave problema de salud pública con alcance mundial. Aunque las estrategias para atenderlo y prevenirlo han aumentado, éstas han sido insuficientes. Es innegable que situaciones sociales (pobreza, el analfabetismo, los usos y costumbres) u otros determinantes para la salud enmascaran la frecuencia y las consecuencias de esta situación médico-social-legal de la humanidad. El conocimiento de la neurobiología implicada en el maltrato infantil ofrece nuevos campos de investigación, en un intento para resolver cuatro situaciones neuroinmunogenéticas y el desarrollo de estrategias de prevención terciaria del problema: 1) ¿Es posible precisar la génesis de la “repli- cación transgeneracional” del maltrato infantil? 2) ¿Pueden conocerse los genes que intervienen en este fenómeno? 3) ¿La epigenómica puede ser un área de estudio para conocer el mecanismo de cómo prevenir el maltrato infantil? y 4) ¿Existe un medica- mento, alimento o sustancia natural que modifique la respuesta de un gen mediante diversos elementos “dañinos” del medio ambiente?. Para entender estos problemas es indispensable conocer los conceptos básicos de agresividad y violencia del hombre ante el estrés; la neuroanatomía, neurofisiología y consideraciones neurobioquímicas en estas situaciones, destacando la intervención del sistema límbico (amígdala, hipo- campo) del cuerpo calloso y de la corteza prefrontal, así como la función de los genes conocidos que participan en el desarrollo de la misma. Es importante precisar si un medicamento, un alimento o una sustancia natural puede modificar las acciones de los genes implicados. PALABRAS CLAVE: Maltrato infantil; neurobiología; epigenética; replicación transge- neracional. Abstract Child abuse is a serious public health problem worldwide. Although the strategies to assist and prevent it have increased, these have been insufficient. It is undeniable that social situations such as poverty, illiteracy, customs, as well as other determinants for health, mask the frequency and consequences of the victims of this medical-social-legal pathology of humanity. The knowledge of the Neurobiology involved in MI offers new fields of research to solve four neuroimmunogenetic situations and the development of tertiary prevention strategies for the problem: 1) Is it possible to specify the development of the “transgenerational replication” of the MI? 2) Can the genes involved in the genesis of the “transgenerational replication” of MI be known? 3) Can the implementation of “Epigenomics” be a possible mechanism for the study and preventive treatment of MI? 4) Is there a medicine, a food or a natural substance that can modify the response of a gene to the existence of various elements of the environment?. To understand this problems, it is essential to know the basic concepts of aggressiveness and violence of man; the neuroanatomy, neurophysiology and neurobiochemical considerations in situations of violence. The intervention of the limbic system (amygdala, hippocampus), corpus callosum and prefrontal cortex. The role of known genes that participate in the development of violence. Finally, find a medicine, a food or a natural substance that allows to modify the actions of the genes involved. KEYWORDS: Child Abuse; Neurobiology; Epigenetics; Trangenerational Replication; Medication; Food; Natural Substances.

Loredo-Abdalá A, et al. Neurobiología del maltrato infantil

la agresividad e impedir que evolucione hasta la violencia. Este sistema se integra por tres di- ferentes factores: 1) genéticos, 2) ambientales (individuales, familiares y sociales) y 3) culturales.

Desde el punto de vista experimental, se ha demostrado que la agresividad y la violencia tienen una base fisiológica en el sistema nervioso autónomo y una base cognoscitiva en algunos sistemas funcionales complejos del sistema ner- vioso central, incluidas algunas estructuras de la corteza cerebral. 26

La mayoría de los sujetos sanos adquiere el au- tocontrol, la previsión, el juicio situacional y la conciencia social alrededor de los 30 años; sin embargo, el pico de violencia física en el hogar, en la escuela o en la calle ocurre frecuentemente en la adolescencia tardía, cuando aún los as- pectos arriba mencionados no han alcanzado su madurez máxima.^27

En los últimos años se ha establecido que los individuos que sufren depresión, adicciones o intentos suicidas en la adolescencia o la vida adulta temprana, en un alto porcentaje, fueron víctimas de lo que ahora se conoce como “even- tos adversos en la infancia”.28-

Los sujetos con comportamiento muy agresivo (algunos criminales) y alteraciones psiquiátricas (paranoia, depresión y consumo excesivo de al- cohol) son propensos a disfunción de los lóbulos frontales.31-

DEFINICIÓN DE CONDUCTAS VIOLENTAS

Desde la perspectiva neuropsiquiátrica se han establecido definiciones de la impulsividad, agresividad y conducta violenta, con la finalidad de conciliar los conceptos provenientes de la psicología y neurofisiología. Cuadro 1

En el maltrato infantil participa la agresividad; por tanto, es necesario conocer la respuesta de un individuo ante una situación de estrés y ésta consta de cuatro elementos:

  1. Respuesta somática o muscular. En este momento la persona realiza una serie de movimientos musculares que lo ponen en posición de alerta y una expresión facial variable.
  2. Participación del sistema nerviosos au- tónomo. Se caracteriza por una serie de respuestas automáticas para movilizar toda la energía que se requiere ante la situación de emergencia (taquicardia, au- mento del flujo sanguíneo a los músculos, sudación).
  3. Intervención hormonal. Esta acción viene a reforzar la función autónoma; se libera adrenalina y cortisol para poner al indi- viduo en tensión.
  4. Formación de neurotransmisores es- pecíficos. La noradrenalina prepara al organismo para responder al estímulo y la serotonina en el control de la agresividad. Cuando la concentración sérica en baja, se incrementa la irritabilidad.

Cuadro 1. Perspectiva neuropsiquiátrica de conductas violentas^34

Concepto Definición Impulsividad Respuesta no premeditada del cerebro que impide controlar los impulsos o deseos. Agresividad Instinto que lleva al hombre y a otros animales a combatir con los miembros de su misma especie. Se agrede a una persona que es percibida como amenaza. Conducta violenta

Tendencia social de un grupo de persona a la agresión.

Acta Pediátrica de México 2020;41(4)

PARTICIPACIÓN DEL SISTEMA NERVIOSO

CENTRAL Y AUTÓNOMO ANTE EL ESTRÉS

Los eventos interpersonales tempranos, positi- vos o negativos, repercuten en la organización estructural del cerebro y este efecto modifica la capacidad funcional adaptativa del menor, sobre todo cuando ocurren en los periodos críticos de crecimiento cerebral (del nacimiento a los dos años de edad). Por lo tanto, este crecimiento y desarrollo del sistema nervioso central es suscep- tible de alterarse por factores medioambientales adversos, como la desnutrición, el abandono, el maltrato, etcétera.21,

En la actualidad se ha demostrado que las perso- nas que sufren ciertas situaciones adversas en los primeros cinco años de vida, padecen depresión, adicciones, pensamiento e intento suicida. Estas situaciones se conocen como “eventos adversos en la infancia”.28-30,35-

Establecer cómo los factores antes mencionados son capaces de modelar el sistema nervisos cen- tral, incluso antes del nacimiento, y cómo cada persona los percibe y reacciona ante ellos es uno de los problemas por resolver. Para ello es necesario aceptar que el cerebro debe conside- rarse un órgano biosocial o biomedioambiental y está diseñado para moldearse por la interacción con el ambiente en el transcurso de su vida.21,

Para entender esta concepción es imperativo conocer la anatomía, la neuroinmunoendocri- nología cerebral, la plasticidad de los genes y lo cambiante del medio en un comportamiento simultáneo y dinámico.

Neuroanatomía y neurofisiología ante el estrés

Ante esta situación se encuentran cinco áreas implicadas: tronco-encéfalo; diencéfalo (tála-

mo e hipotálamo), sistema autónomo, sistema límbico (hipocampo y la amígdala) y corteza prefrontal. Figura 1

  1. Del tronco-encéfalo deben considerarse tres estructuras: el bulbo raquídeo, la pro- tuberancia y el mesencéfalo. En la región central se localiza la formación reticular, que contiene neuronas serotoninérgicas cuya función es hacer llegar este neuro- transmisor a una gran parte del cerebro. En la protuberancia se encuentra, además, el “ locus coeruleus ”, que segrega neuronas noradrenérgicas, responsables de liberar adrenalina a diversas partes del cerebro para su estimulación y mantenerlo alerta. En el mesencéfalo se localiza la sustancia gris periacueductal, cuyos circuitos neura- les controlan los movimientos de algunas conductas humanas, como el de lucha o quedar inmóvil ante un probable ataque.
  2. El diencéfalo alberga al tálamo y al hipotá- lamo, principalmente. El primero se localiza en su parte dorsal y entre los dos hemisferios cerebrales. Los núcleos ahí localizados pro- cesan la información sensorial y la envían a otras partes del cerebro, como la amíg- dala y la corteza cerebral. El hipotálamo contiene gran cantidad de núcleos. Ahí se regula la respuesta del sistema autónomo, independientemente de su localización en el cerebro y a través de la hipófisis al sistema endocrino. La acción que ejerce en la hipó- fisis, ante una situación de estrés, permite la liberación de corticotropina, que estimula las glándulas suprarrenales para producir hormonas esteroideas, como el cortisol. El resultado es un aumento de la glucemia y cambios sutiles en la personalidad (irrita- bilidad e incremento en la sensibilidad a estímulos externos).13,

Acta Pediátrica de México 2020;41(4)

a) La corteza dorsolateral funciona como un sitio de memoria a corto plazo. Permite elegir entre varias opciones y aprender de los propios errores.

b) La “orbitofrontal” o corteza inferior tiene la capacidad de llevar a la práctica la opción elegida.

c) La ventromedial le da sentido a las per- cepciones y de esta manera se controlan las emociones.

Definitivamente, la corteza prefrontal controla las emociones y, por ende, las acciones de la amígdala y de las estructuras conectadas con ella.

MODIFICACIONES ESTRUCTURALES Y

FUNCIONALES DEL CEREBRO DE UNA

VÍCTIMA DE MALTRATO INFANTIL:

CONSIDERACIONES NEUROBIOQUÍMICAS

La intención es encontrar una explicación a la afectación del desarrollo del cerebro generado por el maltrato infantil, principalmente si ha ocurrido tempranamente en la víctima y su replicación transgeneracional. En este sentido, quizá pueda encontrarse un apoyo sustancial, al integrar los conocimientos que se tienen ac- tualmente en la neurobiología del cerebro.40,

Estos conocimientos se apoyan en el entendi- miento de algunas consideraciones básicas:

a) Se ha demostrado una alteración del sistema límbico que implica, fundamen- talmente, al hipocampo y la amígdala. Esta última podría colocarse en un estado de elevada irritabilidad eléctrica o, bien, el hipocampo quedar dañado como con- secuencia de una excesiva exposición al estrés hormonal.

b) De manera fehaciente se ha precisado que el tamaño de ambos centros está alterado; en pacientes con antecedente de maltrato infantil es más pequeño el del hemisferio izquierdo que el derecho y habitualmente es normal en individuos que no han sufri- do este evento.^42 Debe considerarse que, característicamente, estas zonas son de las pocas regiones del cerebro que siguen creciendo después del nacimiento.

c) Existe alteración eléctrica de dichos cen- tros; este hecho se sustentado mediante el análisis de los cambios encontrados en estudios electroencefalográficos.43-

d) Existe modificación en la disposición y tamaño de las células receptoras para las hormonas del estrés, fenómeno demostrado en modelos de animales.14-15,

e) Se ha observado marcada alteración en los receptores GABA (inhibidores de la excitabi- lidad neuronal) localizados en la amígdala.

f) Se ha establecido una disminución en la parte central del cuerpo calloso.

g) La alteración del vermix cerebeloso tiene participación importante en el tratamiento de pacientes con deficiencia de ciertos neurotransmisores, como noradrenalina y dopamina.

Hasta el momento puede concluirse que, pues- to que el maltrato infantil ocurre a una edad temprana, es decir, durante la época crítica de modulación física del cerebro, el efecto que ocasiona un estrés importante establece una “huella intangible” en su estructura y función. Esta situación parece desencadenar un fenómeno en cascada de efectos moleculares y neurobioló-

Loredo-Abdalá A, et al. Neurobiología del maltrato infantil

gicos que alteran irreversiblemente el desarrollo de esta porción cerebral.^47

El maltrato infantil puede desorganizar o tras- tornar la maduración normal de las estructuras límbicas, principalmente del hipocampo y la amígdala. Esta última podría colocarse en un estado de elevada irritabilidad eléctrica o, bien, el hipocampo quedar dañado por la excesiva exposición al estrés hormonal.

El estrés es capaz de reconfigurar la organiza- ción molecular de estas regiones del cerebro; también se ha observado que los receptores del ácido aminobutírico gama (GABA) esta- blecidos en la amígdala sufren una alteración en su estructura molecular. Estos receptores responden al neuroinhibidor de la transmisión cerebral, atenuando la excitabilidad eléctrica de las neuronas. Cuando disminuye la función de este neurotransmisor, se establece una excesiva actividad eléctrica, que en algunos casos puede estimular las convulsiones.

Las anormalidades electroencefalográficas en víctimas de cualquier forma de maltrato infantil (menores de 18 años y sin diferencia de gé- nero) son de 54 vs 27% de quienes no fueron maltratados. Las anormalidades se localizan en los lóbulos frontal y temporal izquierdos. Las imágenes obtenidas por resonancia magnética se caracterizan por reducción del tamaño del hipocampo izquierdo.43-

TEORÍA DEL VÍNCULO MADRE-HIJO Y

SUS VARIACIONES ANTE EL MALTRATO

INFANTIL

Consideración básica en la vida y desarrollo psicoemocional de un niño es el establecimiento del vínculo madre-hijo cuando existe maltrato infantil, porque se modifica durante la infancia

del menor maltratado. Al parecer, el apego está estrechamente ligado al sistema límbico derecho, debido a las múltiples conexiones con los sistemas neuroquímicos subcorticales que intervienen en la emoción.48-

INTERVENCIÓN DEL SISTEMA LÍMBICO,

CUERPO CALLOSO Y HEMISFERIO

DERECHO EN EL MALTRATO INFANTIL

El hemisferio izquierdo está especializado en la percepción y expresión del lenguaje, mientras que el derecho en el proceso especial de la in- formación, así como en el desarrollo y expresión de las emociones.

Ante estos conocimientos es posible que el niño maltratado almacene las vivencias de los eventos de violencia en el hemisferio derecho y las expresa posteriormente. El desarrollo temprano del hemis- ferio derecho mantiene conexiones profundas con el sistema límbico y el sistema nervioso autónomo, que es el dominante para la respuesta humana ante el estrés. El predominio del hemisferio derecho en los primeros tres años de vida permite modular y regular la conducta adaptativa-emocional del menor. Por lo tanto, su adecuado funcionamiento favorece el desarrollo óptimo de la resiliencia en etapas posteriores de la vida. Schiffer demostró que ante un reto novedoso existe menor integra- ción de la información emocional en el hemisferio derecho de los adultos que fueron maltratados en alguna época de su niñez.23,43-

En este fenómeno también interviene el cuerpo calloso, estructura que establece las conexiones sinápticas interhemisféricas, y que está signifi- cativamente disminuido de tamaño en su parte media. Así mismo, entre más temprano ocurre la agresión, la alteración de esta estructura puede ser mayor. El fenómeno parece más significativo en la mujer, sobre todo si se trata de abuso sexual.^50

Loredo-Abdalá A, et al. Neurobiología del maltrato infantil

situaciones de estrés, produciendo cambios fisioló- gicos y, por lo tanto, conductuales. A su vez, éstos pueden alterar la expresión genética (por medio de la metilación) lo que ocasionará probablemente otros cambios estructurales a este nivel.

Para el estudio de estos genes se ha planteado la necesidad de realizar su búsqueda en animales de experimentación, mediante la toma de tejidos involucrados como: la amígdala, el hipocampo, hipotálamo, corteza prefrontal y sangre periférica. La finalidad es identificar en alguno de ellos, los posibles biomarcadores.

Los avances de la medicina genómica segura- mente acelerarán el estudio de los genes que influyen en el comportamiento humano. De confirmarse las mutaciones en algunos genes que influyen en la conducta humana haciéndola agresiva, existirá la oportunidad de identificar a aquellos individuos con alto riesgo de desarrollar dicho comportamiento y con ello será posible implementar algún medicamento, alimento o sustancia para evitar los estímulos ambientales desencadenados.

REPLICACIÓN TRANSGENERACIONAL

El enfoque de la medicina preventiva para el siglo XXI ha permitido el estudio de la medicina genómica; por lo tanto, diversas enfermedades serán mejor conocidas y entendidas. De esta manera surge la siguiente interrogante: ¿Existe la posibilidad de que la genética, la genómica, o ambas, favorezcan el entendimiento del porqué un niño maltratado pueda tener un comporta- miento violento en la edad adulta?

Aunque la evidencia señala que una cantidad significativa de niños maltratados se convierten en agresores de sus propios hijos al llegar la vida adulta, aún no se cuenta con una respuesta clara y convincente al respecto.^56

Para conceptualizar el desarrollo infantil se ha empleado un “modelo transaccional” que con- sidera este fenómeno y su organización cerebral como un proceso de interacción entre: los pro- gramas cerebrales, los genes y la influencia del ambiente (epigenética).

La epigenética es la estrategia para encontrar y explicar un mecanismo que permita evitar el desa- rrollo de la “replicación transgeneracional”. 15,57-

En la actualidad se plantea emplear la epigené- tica para determinar si existe o no alguna huella bioquímica cerebral que afecte el comporta- miento violento en personas que fueron víctimas de maltrato infantil.

Para tal finalidad es probable que el empleo de un modelo animal pueda responder las siguien- tes interrogantes:

¿Existe diferencia epigenética entre los animales maltratados y los controles?

¿Existe una transmisión de la huella epigenética de los padres que fueron maltratados a la siguien- te generación, entiéndase este fenómeno como un predisponente del maltrato infantil?

¿Puede demostrarse si es la madre o el padre quienes transmiten esta huella epigenética?

¿Es posible retar a ciertos tejidos del cerebro o a células germinales de un modelo animal, mediante el empleo de un fármaco, un alimen- to o alguna substancia de origen natural, para modificar su respuesta?

La caracterización de los mecanismos molecu- lares de la agresividad probablemente ofrecerá opciones terapéuticas, mediante el empleo de fármacos específicos, alimentos u otras substan- cias de origen animal.

Acta Pediátrica de México 2020;41(4)

EL CEREBRO Y LOS FLAVONOIDES

El maltrato infantil, en cualquiera de sus modali- dades, provoca el desequilibrio de las respuestas físicas y emocionales de la víctima, lo que ge- nera estrés oxidante que al tornarse produce la activación prolongada de los sistemas de estrés corporal. Estas acciones inducen cambios pro- fundos en la citoarquitectura del cerebro, que resulta en una alteración del comportamiento social, el aprendizaje, y la salud física y emo- cional de la víctima. 63

El cerebro es un órgano vulnerable a los efectos de las especies reactivas de oxígeno, pues tiene capacidad limitada para desintoxicarse, debido a la baja producción de enzimas antioxidantes, tasa metabólica alta y limitada capacidad de regeneración y reparación. Por lo tanto, el au- mento de radicales libres y el déficit de acción defensiva de los antioxidantes favorecen los tras- tornos neurodegenerativos. Ante estas evidencias es posible obtener una protección neuronal me- diante algún medicamento, sustancia o alimento encaminado a la disminución de la producción de estrés oxidante. 64

La disponibilidad de medicamentos para este tipo de trastornos no es viable hoy día. Sin embargo, es posible recurrir a los flavonoides, compuestos que se encuentran en ciertos alimentos (vegetales, frutas rojas y cítricas, chocolate, semillas) o bebidas (vino tinto, té verde, té negro, cerveza), que cuentan con propiedades antiinflamatorias, antineoplásicas, an- tibacterianas, entre otras. A pesar de sus beneficios, debe considerarse que el consumo excesivo de flavonoides puede propiciar la sobreproducción de especies reactivas de oxigeno y provocar las complicaciones arriba descritas.^65

Entre los alimentos con alto contenido de flavo- noides se encuentra el cacao (chocolate), pues

contiene epicatequina y catequina, productos con potente actividad antioxidante y capacidad de vasodilatación, acciones que pueden evitar el daño oxidante en el cerebro.66-

Este conocimiento da la pauta para desarrollar diversos protocolos de investigación, empleando modelos de animales para retar a ciertos tejidos del cerebro o a células germinales, mediante el empleo de algún fármaco, alimento o sustancia de origen natural, con la intención de modificar su respuesta.

Si se obtienen resultados positivos, el uso de chocolate con flavonoides podría implemen- tarse como una nueva alternativa terapéutica y preventiva, considerando su efecto beneficioso en la función cognitiva. 68

CONCLUSIONES

El tratamiento multidisciplinario del maltrato in- fantil, establecido a nivel mundial en los últimos decenios, ha enriquecido su entendimiento. La neurobiología, la teoría del vínculo materno- infantil (desde la perspectiva psicológica) y la medicina genómica han aportado nuevas explicaciones, apoyadas en el uso de tecnolo- gías que permiten explicaciones actuales a las interrogantes planteadas al inicio de este trabajo.

Si las condiciones mínimas requeridas para que un niño logre el desarrollo óptimo de su perso- nalidad están ausentes o han sufrido carencias notables, es posible que las funciones aprendi- das tempranamente en comunicación, afecto y socialización repercutan en la vida adulta. Sin embargo, debe considerarse que esta situación ocurre en todos los niños, pues su capacidad de aprendizaje y resiliencia, como mecanismo de defensa en etapas posteriores de la vida, los protege ante la experiencia de abuso o maltrato.

Acta Pediátrica de México 2020;41(4)

  1. Mesa P, et al. Neurobiología del maltrato infantil: el ‘ciclo de la violencia’. Rev Neurol 2011;52:489-503. DOI: https:// doi.org/10.33588/rn.5208.
  2. Lupien S, et al. Effects of stress throughout the lifespan on the brain, behaviour and cognition. Nat Neurosci 2009;10:434-445. DOI: 10.1038/nrn
  3. Grady M, et al. Linking adverse childhood effects and attachment: a theory of etiology for sexual offending. Trauma Violence Abus 2017;18:433-444. DOI: 10.1177/
  4. Schore N. The Effects of secure attachment reltion- ship on right brain development, affect regulation, and infant mental health. Infant Mental Health Jour - nal 2001;22:7-66. https://doi.org/10.1002/1097- 0355(200101/04)22:1<7::AID-IMHJ2>3.0.CO;2-N
  5. Lapp H, et al. Early life exposure, neurodevelopmen - tal disroders, and transposable elements. Neurobiol Stress 2019;11:1-14. https://doi.org/10.1016/j.yns- tr.2019.
  6. Jaffee S, et al. Nature x nurture: Genetic vulnerbilities interact with physical maltreatment to promote conduct problems. Dev Psychopathol 2005;17:67-84. https://www. ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2768347/
  7. Craig I, et al. Genetics of human aggresive behaviour. Hum Gent 2009;126:101-113. DOI: 10.1007/s00439-009-0695-
  8. Rosell DR, et al. The neurobiology of aggression and vio- lence. CNS Spectrums 2015;20(3):254-79. doi:10.1017/ S109285291500019X
  9. Felitti VJ, et al. Relationship of childhood abuse and house- hold dysfunction to many of the leading causes of death in adults. The Adverse Childhood Experiences (ACE) Study. Am J Prev Med 1998;14:245-258. DOI:https://doi.org/10.1016/ S0749-3797(98)00017-
  10. Anda R, et al. Adverse childhood experiences, alcoholic parents, and later risk of alcoholism and depression. Psychiatric Serv 2002;53:1001-1009. DOI: 10.1176/appi. ps.53.8.
  11. Choi N, et al. Adverse childhood experiences and suici- de attempts among those with mental and substance use disorders. Child Abuse Neglect 2017;69:252-262. DOI: 10.1016/j.chiabu.2017.04.
  12. Blake P, et al. Neurologic abnormaliies in murderes. Neu- rology 1995;45:1641-1647. DOI: 10.1212/wnl.45.9.
  13. Bechara A, et al. Decision-making deficits, linked to a dysfuntional ventromedial prefrontal cortex, revealed in alcohol and stimulant abusers. Neuropsychologia 2001;39:376-389. DOI: 10.1016/s0028-3932(00)00136-
  14. Marazziti D, et al. The neurobiology of moral sense: facts or hypotheses? Annals General Psychuatry 2013;12:6. http:// www.annals-general-psychiatry.com/content/12/1/
  15. Téllez E. Neurobiología de la conducta agresiva. En: Gavrina M y Téllez (eds). Neuropsiuíatria: imágenes del cerebro y la conducta. Bogotá: Fundación Cultural Javeriana, 1995.
    1. Lynn M, et al. The Effect of Adverse Childhood Experience on Clinical Diagnosis of a Substance Use Disorder: Results of a Nationally Representative Study. Subst Use Misuse 2017;50:689-697. DOI: 10.1080/10826084.2016.
    2. Duffy K, et al. Early life adversity and healt-risk behaviors: proposed psychological and neural mechanisms. Ann NY Acad Sci 2018;40:1-19. DOI: 10.1111/nyas.
    3. Gibson KR. The biocultural human brain, seasonal migra- tions, and the emergence upper paleolithic. En: Mellars P, and Gibson KR (eds). Modeling the human mind. Cam- bridge, England: McDonald Institute for Archeological Research, 1996: 33-36.
    4. Cichetti D, et al. Diverse patterns of neuroendocrine activity in maltreated children. Dev Psychopathol 2001;13:677-693. DOI: 10.1017/s
    5. Teicher M, et al. The neurobiological consequences of early stress and childhood maltreatment. Neurosci Biobehav Rev 2003;27:33-44. DOI: 10.1016/s0149-7634(03)00007-
    6. Kaufman J, et al. Effects of early adverse experiences on brain structure and function: clinical implications. Biol Psychiatry 2000;48:778-790. DOI: 10.1016/s0006- 3223(00)00998-
    7. Bönke L, et al. Examining the effect of Early Life Stress on autonomic and endocrine indicators of individual stress reactivity. Neurobiology Stress 2018;10:100142. DOI: 10.1016/j.ynstr.2018.
    8. Cassiers LLM, et al. Structural and functional brain abnor- malities associated with exposure to different childhood trauma subtypes: a systematic review of neuroimaging findings. Front Psychiatry 2018;9:329. DOI: 10.3389/ fpsyt.2018.
    9. Teicher M. Scars that won’t heal: The neurobiology of child abuse. Sci Am 2002;286:54-61. DOI: 10.1038/scientifica- merican0302-
    10. Teicher M, et al. Developmental neurobiology of childhood stress and trauma. Psychiat Clin Am 2002;25:397-426. DOI: 10.1016/s0193-953x(01)00003-x
    11. Collado MA, et al. Alteraciones del sueño en niños víctimas de abuso físico o sexual. Cir Ciruj. 2005; 73: 297-
    12. Caldij C, et al. Maternal care during infancy regulates the development of neural systems mediating the expresión of fearfulness in the rat. Proc Nat Acad Sci USA 1998;95:5335-
    13. DOI: 10.1073/pnas.95.9.
    14. DeBellis MD, et al. Developmental traumatology. Part II. Brain development. Biol Psychiatry 1999; 45: 1271-1284. DOI:https://doi.org /10.1016/S0006- 3223(99)00045-
    15. Bowlby J. Vínculo afectivos: formación, desarrollo y pérdi- da. Madrid: Morata, 1999.
    16. Benoit D. Infant-prent attachment: Definition, types, ante- cedents, measurement and outcome. Paediatr Child Health 2004;9:541-545. DOI: 10.1093/pch/9.8.

Loredo-Abdalá A, et al. Neurobiología del maltrato infantil

  1. Andersen S, et al. Preliminary evidence for sensitive periods in the effect of childhood sexual abuse on regional brain de- velopment. J Neuropsychiatry Clin Neurosci 2008;20:292-
    1. DOI: 10.1176/jnp.2008.20.3.
  2. Teicher M, et al. Childhood neglect is associated with redu- ced corpus callosum area. Biol Psychiatry 2004;56:80-85. DOI: 10.1016/j.biopsych.2004.03.
  3. Shih JC, et al. Monoamine oxidase: from genes to beha- vior. Annu Rev Neurosci 1999;22:197-217. DOI: 10.1146/ annurev.neuro.22.1.
  4. Nelson E. Abuse cast a long shadow by changiny children´s genes. Epigenetic changes from abuse put victims at risk not just for chronic psychological problems, but physical ones, too. Nova 2014
  5. McGowan P, et al. Epigenetic regulation of the glucocor- ticoid receptor in human brain associates with childhood abuse. Nat Neurosci 2009;12:342-348. https://www.ncbi. nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2944040/
  6. Raad R, et al. Impact of behavioral genetic evidence on the perceptions and dispositions of child abuse victims. Public Health Genomics 2015;18:11-19- https://www.ncbi.nlm. nih.gov/pmc/articles/PMC4289447/
  7. Loredo-Abdalá A. Maltrato Infantil: Gravedad y Prevención. Ciudad de México: Editores de Textos Mexicanos, 2017.
  8. OECD. Social spending across. Capí the Child´s life cycle. En: OECD, Doing better for children. Capítulo 2; OECD. Comparative Child Well-being across. OECD Publishing;
    1. https://www.oecd.org/social/family/43570328.pdf
  9. Thornberry TP, et al. Intergenerational continuity in maltreatment. Journal Abnormal Childhood Psychology 2013;41:555-569. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/ articles/PMC3640695/
  10. Karatekin C, et al. Effects of Adverse Childhood Ex - periences, Stress, and Social Support on the Health of College Students. J Interper Violence 2016:1-23. DOI: 10.1177/
    1. Kerker BD, et al. Do Pediatricians Ask About Adverse Childhood Experiences in Pediatric Primary Care?. Acad Pediatr 2016;16:154-160. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/ pmc/articles/PMC4779699/
    2. Hughes K, et al. The effect of multiple adverse child- hood experiences on health: a systematic review and meta-analysis. Lancet Public Health 2017;2:e356-66. DOI:https://doi.org/10.1016/S2468-2667(17)30118-
    3. Dixon L, et al. Risk factors of parents abused as children: a meditational analysis of the international continuity of child maltreatment (Part 1). J Child Psychol Psych 2005;46:47-57. DOI: 10.1111/j.1469-7610.2004.00339.x
    4. Jackson A, et al. Aspects of abuse: consequences of chil- dhood victimization. Curr Probl Pediatr Adolesc Health Care 2015;45:86-93. DOI: 10.1016/j.cppeds.2015.02.
    5. Hyder Samina, Abdullah Abir. Neuroprotective effect of quercetin in murine cortical brain tissue cultures. Clin Nutr Exper 2019;23:89-96. https://doi.org/10.1016/j. yclnex.2018.10.
    6. Estrada R, et al. Los flavonoides y el Sistema Nervioso Central. Salud Mental 2012;35:375-384. https://www. redalyc.org/pdf/582/58225155004.pdf
    7. Sokolov A, et al. Chocolate and the brain: Neurobiological impact of cocoa flavanols on cognition and behavior. Neu- rosci Biobehav Rev 2013;37:2445-2453. DOI: 10.1016/j. neubiorev.2013.06.
    8. Santamaria D, et al. Comparative effects of catechin, epicatechin and N-Ω-nitroarginine on quinolinic acid- induced oxidative stress in rat striatum slices. Biomed Pharmacother 2016;78:210-215. DOI: 10.1016/j. biopha.2016.01.
    9. Crichton G, et al. Chocolate intake is associated with better cognitive function: The Maine-Syracuse Longitu- dinal Study. Appetite 2016;100:126-132. DOI: 10.1016/j. appet.2016.02.