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libro_historia_del_dinero_, Resúmenes de Economía

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Tipo: Resúmenes

2022/2023

Subido el 12/03/2023

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HISTORIA DEL DINERO
por Jozsef Robert
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por Jozsef Robert

por Jozsef Robert

INDICE

Página

  • ORIGEN DEL DINERO CAPITULO PRIMERO
  • Trueque mudo
  • ¿Dónde comienza el intercambio de mercancías?
  • ¿Qué es mercancía?
  • ¿Cómo se determina el valor de la mercancía?
  • Una mercancía original
  • Pieles, lanzas, conchas
  • “La carrera” del oro
  • Origen de la moneda acuñada
  • ¿ORO O PAPEL? CAPITULO SEGUNDO
  • ¿Dinero cómodo?
  • Los papelillos de John
  • Planes aventureros para la salvación del mundo
  • El secreto del papel moneda
  • Papel y oro
  • EN BUSQUEDA DEL DINERO CAPITULO TERCERO
  • “Los precios son establecidos por Dios”
  • Por los senderos del comercio
  • Usureros, banqueros
  • En el umbral de los nuevos tiempos
  • EL PODER DEL DINERO CAPITULO CUARTO
  • ¿Puede el dinero engendrar más dinero?
  • La fuerza de trabajo como mercancía
  • ¿Cómo se enriquece el capitalista?
  • Apetito canino
  • Magnates de las finanzas
  • Reyes de reyes

por Jozsef Robert NOTA PRELIMINAR Dólar, libra esterlina, marco, peso, yen, corona, zloty, leu, franco, libra, etc., etc. ¡Dinero, dinero y más dinero! ¿Oro? ¿Plata? No, nada de esto. Simplemente papeles, ora estropeados y sucios, ora frescos y crujientes, o discos deslustrados de aluminio o níquel. En la heladería, a cambio de un pequeño disco niquelado en el cual este escrito “50 centavos”, es posible recibir un delicioso helado. También, por unos cuantos papeles multicolores en el comercio le darán a usted una muñeca pizpireta de ojos azules y cabellos estropajosos, un balón de futbol o una bicicleta. El panadero le dará pan, el carnicero, carne y el zapatero un par de zapatos cuando menos. Y encima le dirán a usted “muchas gracias”. A cambio de un pedazo de papel, ellos están dispuestos a darle a usted cosas a cual más bonitas y útiles, y no se dan por estafados en la transacción. Pero es más: se sienten afligidos cuando la mercancía se les queda en los aparadores o cuando perciben por ella poco dinero. La razón de esto reside, en que el zapatero no trabaja para darse el gusto de hacer crujir en sus bolsillos los billetes de banco obtenidos a cambio de los zapatos, o para hacer tintinear los disquillos de marras, sino para “vivir” con este dinero. ¿Qué es el dinero, estas cosas menudas y singulares de las cuales depende la suerte, el futuro y, con no poca frecuencia, la felicidad de los hombres? ¿Quién le dio al dinero tal poder? ¿De qué propiedad maravillosa está dotado, que en aras de ella, millones de hombres entregan los mejores frutos de su penoso trabajo? ¿Por qué el dinero da poder a quienes lo acumulan en sus arcas? ¿Sera posible concebir el día en que el poder del dinero e inclusive el mismo dinero desaparezca? Es posible, naturalmente. Solo hace falta derrocarlo de su trono, donde se siente omnipotente y reducirlo a la inutilidad. Desde cuándo, cómo y por qué domina el dinero, y si es posible vivir sin él, son cuestiones a las que trataremos de dar respuestas en este pequeño libro.

por Jozsef Robert CAPITULO PRIMERO ORIGEN DEL DINERO Trueque mudo En uno de los claros y soleados días de la primavera de 1947, una expedición muy bien equipada se puso en marcha con destino a las selvas del Brasil Central, donde se hallan las tierras de la tribu indígena de los xavantes. Acerca de esta tribu excepcionalmente guerrera, era muy poco lo que sabía el mundo civilizado, inclusive a mediados del siglo XX. Esto se debía a que los jefes de la tribu de los xavantes se habían cuidado de conservar y difundir una antigua creencia que se sostenía, que si su tierra era hollada por el pie de un blanco, toda la tribu sucumbiría irremediablemente. De ahí que los xavantes en el transcurso de varios siglos, auxiliados con armas primitivas, opusieron tenaz resistencia al empuje colonizador de los europeos, con lo cual obstaculizaron la tarea “civilizadora”. Así tenemos, que no obstante los esfuerzos del mundo civilizado, a esta tribu le cupo la suerte de conservar sus antiguas costumbres y su organización tribal, conservando casi en estado virgen las relaciones propias de la sociedad humana primitiva. Precisamente esta circunstancia despertó el interés del sabio italiano Metarosso, jefe de la expedición. Él tenía la esperanza de que su expedición lograra hacer amistad con los xavantes, estudiar sus costumbres, forma de vida, y de esta manera enriquecer las investigaciones históricas sobre las sociedades primitivas con nuevos hechos científicos. La expedición de Metarosso dio comienzo al cumplimiento de su tarea, pertrechada con un excelente equipo de investigadores y un plan excepcionalmente ingenioso. El enorme transatlántico de la expedición anclo a una considerable distancia del litoral; luego fue bajado un bote en el que tomaron asiento los miembros de la tripulación, no llevando consigo más que algunas baratijas de uso doméstico, que, según opinión de la tripulación, podían ser de utilidad para los moradores de la jungla del Brasil Central: utensilios de cocina, abigarradas telas de algodón, collares multicolores, etc. El bote se dirigió hacia un lugar inhabitado de la costa. Cuando ya se aproximaban, los ocupantes de la pequeña embarcación comenzaron a hablar animada y ruidosamente, se enseñaban mutuamente los abalorios y bromeaban, haciendo todo lo posible por destacar sus fines pacíficos. Poco más tarde, dejaban sobre los peñascos de la costa, en lugar despejado, las cosas traídas, y sin dificultad alguna regresaban al barco. A los dos días, atisbando la costa a través del catalejo, los marinos advirtieron, que los objetos allí dejados habían desaparecido. Al tercer día, en lugar de ellos, sobre la roca desnuda aparecieron otros objetos. El bote inmediatamente se puso en marcha hacia la costa. Resulto, que las baratijas dejadas allí tres días atrás habían sido tomadas por los indios y en su lugar habían depositado

por Jozsef Robert ¿Dónde comienza el intercambio de mercancías? Los resultados de la expedición de Metarosso vinieron a confirmar de manera brillantísima las posiciones teóricas de la economía científica, acerca de que en los albores de la sociedad humana, en el transcurso de decenas de miles de años, el dinero fue una noción absolutamente desconocida. El hombre de la sociedad comunista primitiva vivió y se desarrolló sin tener la menor idea acerca del dinero. Esto significa, que el dinero no es eterno. Apareció en un periodo determinado de la historia, cuando su intermediación fue necesaria para el desarrollo de la sociedad, y de la misma manera desaparecerá cuando esta necesidad haya perdido su valor histórico. Pero volvamos a nuestros indios xavantes. Las investigaciones realizadas por la expedición demostraron, que su organización social es el arquetipo de las relaciones comunales primitivas. Sus armas y medios de producción –la flecha, la lanza, el cuchillo, el hacha, la canoa, etc.- son primitivos, rudimentarios. Por esta circunstancia, precisamente, el trabajo colectivo es para ellos una necesidad imperiosa, como único medio para poder hacer frente con relativo éxito a las fuerzas desencadenadas de la naturaleza. Por consiguiente, trabajan conjuntamente, y los medios de producción son, naturalmente, de propiedad común: la tierra, en la cual cazan y recogen la cosecha, las canoas y las redes para la pesca. Lo obtenido con el trabajo colectivo se distribuye equitativamente entre los miembros de la tribu, es decir, trabajan para conseguir los bienes indispensables, que les aseguren la subsistencia a los miembros de la comunidad. Desde luego, que en tales condiciones, sería un absurdo hablar acerca del intercambio de mercancías o de la existencia del dinero en tal comunidad. El producto del trabajo colectivo pertenece a todos y su distribución se efectúa directamente entre los miembros de la tribu. Al mismo tiempo, cada uno recibe justamente lo que necesita para subsistir. En consecuencia, el intercambio de mercancías comienza allí donde termina la comunidad: en los puntos de contacto con otras comunidades, por ejemplo en el momento del contacto de los xavantes con la expedición de Metarosso o de los mercaderes cartagineses con las tribus africanas. Este tipo de intercambio que tuvo lugar en los albores del desarrollo humano, tiene un carácter casual. En la mayoría de los casos se produce como consecuencia de los rasgos específicos del medio natural en que habita cada una de las diferentes comunidades. Las materias que tenían igual importancia para todas las hordas, como por ejemplo la sal, algunas clases de frutos y animales y ciertas piedras y maderas que se empleaban en la fabricación de armas, se encontraban solamente en el territorio de esta o aquella horda, de tal manera que las restantes solo podían obtenerlas a través del trueque. Por consiguiente, el trueque tuvo ocurrencia en primer lugar entre comunidades, es decir, entre pequeñas colectividades. No obstante, para que el trueque fuera posible era necesario que se dieran ciertas premisas, verbigracia, que algunas comunidades produjeran ciertas cosas a cambio de las cuales y en vista de su utilidad, otras comunidades estuviesen dispuestas a dar una parte del excedente de lo producido por ellas. De esta manera, tuvo comienzo la producción destinada al trueque sistemático. En el curso de este proceso, la comunidad adquirió una gran pericia en la fabricación de ciertos productos, la producción se desarrolló, se perfeccionaron los instrumentos de trabajo, el hombre se enriqueció con nuevas y múltiples experiencias, y la colectividad fue elevando consecuencialmente su nivel de vida.

por Jozsef Robert Con el tiempo, algunas tribus de las hordas se destacaron en el laboreo de la tierra, y otras en el pastoreo de ganados. Esta fue la primera gran división social del trabajo, que aconteció cuando diferentes colectividades (y más tarde ciertos individuos) se dedicaron a determinadas actividades en el campo de la producción. Si antes, todos los productos elaborados por la comunidad eran consumidos por ella misma, ahora en las tribus ganaderas, por ejemplo, apareció un excedente de cueros, lanas, etc., pero al mismo tiempo tuvieron necesidad de los productos de la tierra. En las tribus agrícolas, por el contrario, apareció un excedente de grano, pero carecían de los productos propios de la ganadería. Más tarde, comenzaron a desarrollarse los oficios: tejeduría, herrería, alfarería, etc. Gradualmente, las personas que practicaban algún oficio –oficiales- se fueron separando de la comunidad. Es entonces, cuando tiene ocurrencia la segunda gran división social del trabajo: los oficios se desarticulan de la economía rural. De esta manera, la esfera del intercambio de mercancías se amplió considerablemente. Al comienzo el intercambio era realizado por los jefes de las tribus o los ancianos del clan. Ellos representaban a la comunidad en las transacciones bajo la forma de trueque. Todo aquello que cambiaban era de propiedad de la comunidad. Pero con el ahondamiento llevado a cabo en la división del trabajo y el desarrollo logrado en la producción, como también con el perfeccionamiento de los instrumentos de trabajo, se hizo posible el empleo de un menor número de personas para el cumplimiento de las faenas de la comunidad. Una familia, por ejemplo, podía labrar una parcela o cuidar y mantener un rebaño, o atender el trabajo de un taller. El trabajo colectivo cedió el puesto al trabajo individual, la propiedad social comenzó a transformarse en propiedad privada, y el intercambio de mercancía paso gradualmente a manos de los jefes de familia. Es entonces cuando tiene comienzo la descomposición del régimen comunal primitivo. Aquellas familias, cuyos miembros tenían en su poder parcelas más fértiles u ocupaban en la comunidad la dignidad de jefes, militares o sacerdotes, aprovechaban su posición para su enriquecimiento personal. Se apoderaron entonces, de una parte considerable de la propiedad social y de los medios de producción, a consecuencia de lo cual la mayoría de los miembros de la comunidad, quedaron, al fin y a la postre, sumidos en la indigencia, pues eliminada la propiedad social, no adquirieron propiedad privada. El enriquecimiento, sin embargo, fue más rápido para aquellos que traían esclavos como producto de las campañas militares. Además, los ricos reducían a la esclavitud no solo a los prisioneros de guerra, sino también a sus paisanos, empobrecidos y endeudados. Como ahora con su trabajo el hombre podía producir mayor cantidad de bienes que los que necesitaba para su manutención, entonces era posible apropiarse de este sobrante, amén de que prevalidos en los privilegios otorgados por el poder económico, los ricos forzaban a los venidos a menos económicamente a trabajar cada vez más. La pasada igualdad, la propiedad del régimen común y el trabajo colectivo habían desaparecido. En lugar del régimen comunal había hecho su aparición la sociedad esclavista, en la cual se oponían por primera vez dos clases fundamentales: la de los esclavistas y la de los esclavos. Desde entonces data la época de las sociedades clasistas. La historia de esta época es la historia de la lucha de clases –que se extiende incluso hasta la creación de la sociedad socialista-, y al mismo tiempo la historia del surgimiento y desarrollo del dinero. Sin embargo, en este periodo el dinero aún no había hecho su aparición: los diferentes productos elaborados especialmente para el intercambio se trocaban no por dinero sino por otros productos

por Jozsef Robert ¿Qué es mercancía? Desde el punto de vista del origen del dinero, mercancía es una noción esencial. Por tal comprendemos, un producto de utilidad, que sirve para satisfacer necesidades humanas, producido para la venta o intercambio, no para el uso del productor. A aquella propiedad de la mercancía, que puede aprovecharse para satisfacer necesidades humanas, se llama valor de consumo o de uso. Por ejemplo, el valor de consumo de la comida está en que sirve para mitigar el hambre; el del abrigo, en que nos protege del frio; el del balón, en que sirve para jugar; el de la maquinaria, en que con su ayuda se puede llevar a efecto la producción de mercancías. Si un producto cualquiera no posee valor de consumo, es decir, si no satisface ninguna necesidad humana, no puede ser mercancía, naturalmente. ¿Quién compra algo innecesario, sin utilidad (valor de uso)? Mercancía, empero, no es solo un objeto útil sino también un objeto que puede ser cambiado. Por ejemplo, un vestido puede ser cambiado por dos pares de zapatos; un compás, por doce lápices de colores; una goma de borrar, por dos panes, etc. La proporción en que un valor de consumo se cambia por otro, se llama valor de cambio de la mercancía. Al punto surge la siguiente pregunta: ¿en razón de que se efectúa el intercambio de dos artículos? Quizás se compara la utilidad de los artículos, es decir, ¿su valor de consumo? De ninguna manera. ¿Cómo podríamos comparar la utilidad de una goma de borrar con la de un pan, cuando con la primera podemos hacer desaparecer lo escrito sobre el papel, y con el segundo calmar el hambre? La utilidad de los artículos es aquella propiedad que los diferencia unos de otros; precisamente esta es la razón por la cual efectuamos el cambio, porque cada uno de nosotros tenemos necesidad de diferentes objetos. El dueño del vestido necesita los zapatos y viceversa, el que posee los zapatos tiene necesidad del vestido. Para diferentes personas la utilidad de un mismo artículo es también diferente, a consecuencia de lo cual la utilidad no puede ser base para la comparación. Al comparar dos cosas, debemos buscar en ellas algo común. Si queremos determinar la cantidad de mercancías que debemos dar a cambio del artículo que necesitamos, es preciso comparar aquello común, inherente a todos los objetos de comercio. Que es aquello inherente a todos los objetos de comercio y que admite la mensuración? Sin excepción alguna, todos los artículos son el producto del trabajo humano (¿?). Como productos del trabajo son iguales, consistiendo su única diferencia en la cantidad de trabajo que ha sido necesario incorporar en este o aquel producto. Si por un vestido dan dos pares de zapatos, esto indica que en el primero se ha invertido tanto trabajo como el invertido para la confección de dos pares de zapatos. La propiedad de la mercancía para incorporar trabajo humano se llama valor de la mercancía.

por Jozsef Robert ¿Cómo se determina el valor de la mercancía? Como el valor de la mercancía es creado por el trabajo, es posible medir la magnitud de este valor a través de la cantidad de trabajo, del tiempo socialmente útil que ha sido necesario emplear en su producción. La mercancía, consiguientemente, puede ser de mayor o menor valor en función de la mayor o menor cantidad de trabajo invertido en ella. Claro, que si Pedro trabaja diez veces más que Pablo para fabricar exactamente los mismos zapatos, esto no significa en absoluto, que los zapatos de Pedro valgan diez veces más. El hecho de que en la confección de artículos iguales se gaste cantidades de tiempo diferentes, solo evidencia que Pedro y Pablo no poseen igual diligencia ni habilidad o que los instrumentos empleados no son de la misma calidad. En consecuencia, no se debe medir la magnitud del valor de la mercancía teniendo en cuenta el tiempo empleado por productores aislados, ya que en ese caso el valor de artículos iguales podría ser diferente. En la realidad artículos iguales tienen igual valor, así pues que es poco probable encontrar a algún voluntario que desee pagar a Pedro por sus zapatos más de su valor, solo porque él trabajó en su confección más tiempo que Pablo. Pero, ¿cómo es posible que el valor de artículos iguales, en cuya producción se han invertido cantidades de tiempo diferentes, sea igual? Sucede, que la magnitud del valor de artículos iguales se establece teniendo en cuenta el promedio de las horas de trabajo empleado por los productores – todos los productores que elaboran el mismo artículo-, es decir, la cantidad de tiempo hábil necesario, por término medio, para la elaboración de un producto dado. Pero, ¿acaso alguna vez han escuchado ustedes, que un par de zapatos valga 15 horas de trabajo? No, ya que el valor del artículo no se puede expresar directamente en horas de trabajo. No se puede, aunque solo sea, porque un productor no sabe, cuánto tiempo gasto otro productor en la fabricación del mismo artículo. El valor de un artículo se puede expresar solo a través de la comparación con otro artículo. En el ejemplo anotado arriba, esto resulta de la siguiente manera: 1 vestido = dos pares de zapatos, o un vestido = $400,00; de donde 1 par de zapatos = $200,00.

por Jozsef Robert Un conocido investigador africanista, describe de la siguiente manera las dificultades propias de esta forma de trueque: “Para efectos de la excursión que había programado por el lago de Tanganyika, tenía necesidad de un bote. Al principio quise tomarlo en alquiler en la tienda de Cide ibn-Habib, pero el exigía en calidad de pago cierta cantidad de marfil que yo no poseía; afortunadamente tenía noticias acerca de que Mohammed ben Zalib poseía tan preciada substancia ósea. Empero, resultó que el provecho de esta información fue harto menguado, ya que Mohammed deseaba obtener en cambio tejidos de algodón, de los cuales yo carecía. Pero aquí mismo supe, que Mohammed ibn-Harib tenía telas de algodón y que deseaba cambiarlas por alambre. Para fortuna mía, yo tenía una buena cantidad de alambre. Así pues, hice entrega de la cantidad correspondiente de alambre a Mohammed ibn-Harib, Mohammed iben-Harib al punto entregó a Mohammed ben Zalib las telas de algodón, y éste, a su turno, entregó a Cide ibn-Habib la correspondiente cantidad de marfil, lo cual, por fin, me permitió tomar el bote”. Con el desarrollo de la producción mercantil el cambio directo se tornó cada vez más complicado y difícil. Para la realización del trueque fue, entonces, preciso encontrar cierto artículo, a cambio del cual fuera posible obtener cualquier otro. Este artículo debería encontrarse siempre en el mercado, y cualquiera debería estar dispuesto a aceptarlo. De la gran cantidad de artículos, en consecuencia, se señalaría uno, por ejemplo, el ganado vacuno, en relación con el cual se cambiarían todos los demás. Esta forma de valor se conoce con el nombre de valor general o equivalencial. 10 hachas 5 sacos de trigo 20 lanzas 1 cabeza de ganado vacuno 10 flechas 8 cestas de sal A primera vista solo había ocurrido un cambio de lugar entre los dos miembros de la ecuación, y por las matemáticas sabemos, que la trasposición de los dos miembros de una ecuación a ambos lados del signo de igualdad no conlleva ninguna modificación. ¡Pero esto es solo en matemáticas! Otra cosa muy distinta ocurre en economía. En este caso, el cambio de lugar de los miembros de la ecuación provocó una considerable modificación: el cambio directo de los artículos llego a su fin. Ahora un artículo único expresa el valor de todos los demás artículos, y cualquiera hace entrega de sus mercancías a cambio de este artículo, que viene a ser algo así como un “equivalente universal”^2. Por intermedio de este equivalente universal es posible adquirir los objetos necesarios más diversos. Con el tiempo, cuando este papel en el transcurso de muchos años fue cumplido por un artículo único, surgió la forma dinero del valor. 10 hachas 5 sacos de trigo 20 lanzas X unidades de la mercancía dinero 10 flechas 8 cestas de sal 1 cabeza de ganado vacuno 2 Marx lo denomina “equivalente general”. (N del T.)

por Jozsef Robert Como resultado de un prolongado desarrollo histórico de las formas de cambio y de valor, surgió, consiguientemente, un artículo específico: el dinero. Desde entonces el mundo de las mercancías se dividió en dos partes. En un lado se encuentran todos los artículos corrientes, en el otro, una mercancía específica, que hace el papel de equivalente universal. Ahora el valor de todas las mercancías se expresa a través del articulo-dinero, que viene a ser la personificación del valor. Con él se puede pagar cualquier artículo y satisfacer de esta manera todas las necesidades materiales.

por Jozsef Robert ciertas conchitas menudas y brillantes con puntos blancos y visos rosados, llamadas cauris. Hallarlas representa un enorme trabajo, bien que en estas regiones llego a ser adorno muy común. En Norteamérica, antes de la aparición del dólar, inclusive los colonos europeos, durante mucho tiempo, emplearon en calidad de dinero las conchitas cauris, que ellos cosían a cinturones de cuero. Es interesante anotar, que consumidos por el deseo de enriquecimiento, los colonizadores europeos intentaron falsificarlas. Sin embargo, las hicieron muy delgadas y las pulieron hasta tal punto que la población indígena no tuvo dificultad alguna en reconocer el engaño. Así pues, hemos visto, que como regla general, en calidad de dinero se emplearon los objetos más usuales, más comunes y de más fácil cambio, cuyo valor se consideraba constante. El desarrollo de los oficios, fue convirtiendo en dinero nuevos y nuevos objetos. Es casi imposible enumerar la cantidad infinita de artículos que en cierto tiempo se empleó en calidad de dinero. Dinero fueron las hachas, los anzuelos, los tejidos, diversas pieles y cueros, cuchillos, espadas, lanzas, puntas de flechas, picas, piezas de vestir, barras metálicas, alambres, etc., etc., etc.

por Jozsef Robert “La carrera” del oro Entre los objetos del comercio que cumplieron el papel de dinero, los metales gozaron de mayor aceptación, pues en virtud de sus propiedades naturales eran los más aptos para ser usados en calidad de dinero. Antes que otros metales, el hombre conoció el cobre, el oro y la plata. En el transcurso de un periodo histórico muy prolongado, el oro no alcanzo la dignidad de dinero, debido a que su extracción exigía un trabajo ingente y además se encontraba en manos de muy pocas personas. Por esta razón, en Roma, por ejemplo, emplearon pequeñas barras de cobre no acuñadas y valoradas según el peso. Más tarde aparecieron con el peso marcado, lo cual vino a ser el comienzo del dinero acuñado y contrastado. Pasado algún tiempo, se empezó a emplear la plata y, más tarde, durante el imperio Romano, el oro. Su propagación fue extraordinariamente rápida. Cada vez lo usaban más y más países y con el desarrollo del comercio entre los pueblos, la circulación de mercancías comenzó a efectuarse con la ayuda del oro. Así pues, después de un desarrollo histórico que abarcó un enorme periodo, el oro se convirtió en dinero. ¿Por qué precisamente el oro se convirtió, al fin y a la postre, en la materia pecuniaria universal? Aunque el “culto” al dinero, especialmente al oro –por otras razones- es un fenómeno muy difundido, en el hecho de que los hombres hayan empleado el oro en calidad de dinero no hay nada extraordinario. El asunto está, en que el mismo desarrollo de la producción provocó la necesidad del surgimiento del dinero, es decir, exigió que de los millones de artículos diversos se destacara uno, por el cual fuera posible cambiar todos los demás artículos. Que como resultado de un desarrollo histórico prolongado, el papel de dinero le cayera en suerte precisamente al oro, se explica fácilmente, ya que el oro es también un producto del trabajo humano y como tal, tiene un valor al igual que el resto de las mercancías. Además, en virtud de determinadas características naturales resultó ser el más apto para desempeñar este papel. ¿Cuáles, precisamente, son estas características naturales? En una pequeña cantidad de oro se encierra gran cantidad de trabajo, en consecuencia, el oro representa un elevado valor. Además, se transporta fácilmente, no se disuelve en los ácidos y no se oxida, es decir, es un material estable. Su brillo y bello color hacen de él el símbolo del lujo, del esplendor y de la belleza, y su valor, el de la riqueza. En calidad de un artículo de consumo, por lo general casi nadie lo requiere o lo requiere solo en escasa cantidad. La mayor parte del oro extraído se destina para fines del cambio. La calidad del oro puro es siempre la misma y no depende del lugar en donde haya sido extraído, razón por la cual una misma cantidad de oro tiene el mismo valor en cualquier parte. Se puede fraccionar fácilmente y su punto de fusión es relativamente bajo. Su valor se reduce proporcionalmente al grado de fraccionamiento. Esta propiedad es de suma importancia. Comparemos el oro, a guisa de ejemplo con otra forma de dinero muy difundida entre los pueblos nómadas: el ganado. Si una cabeza de ganado vacuno es igual por su valor a una onza de oro, esto no quiere decir en absoluto, que medio animal valga media onza de oro, para no hablar ya de las dificultades, que para efectos de fijar el valor de cambio de cada fracción del precioso metal traería la desmembración de la bestia. Sin embargo, al examinar la conversión del oro en materia pecuniaria de uso universal, se hace preciso tomar en cuenta, los cambios históricos del desarrollo social, y en particular el hecho de que

por Jozsef Robert Origen de la moneda acuñada Al comienzo el oro y la plata, que también cumplió el papel de dinero, se emplearon en forma de pequeñas barras fundidas. Sin embargo esto dificultaba la circulación de mercancías. Cada vez que se efectuaba una transacción se hacía preciso verificar la ley y el peso de las barras. Para evitar estas incomodidades los ricos y los notables en el mundo de los negocios comenzaron a proveerse de barras acuñadas y contrastadas, garantizando de esta manera el peso y la ley del oro que entraba en la liga de la barra. Esta tarea muy pronto fue acaparada por los gobernantes, quienes se abrogaron el derecho exclusivo de acuñar el dinero en forma de monedas. Algunas fuentes testimonian que en Asiria, cuatro mil años atrás, ya conocían el oro acuñado, es decir la forma primitiva de las monedas. Empero, esta acuñación de moneda fue un experimento aislado y de escasa duración. Según fuentes más autorizadas el primero que comenzó a acuñar monedas de oro fue Creso, rey de Lidia, aproximadamente en el año 550 a. de N.E. Cien años más tarde, en el siglo IV a. de N.E., los Persas y la colonia Griega de Tarento, acuñaron monedas de oro. Como ya tuvimos oportunidad de decirlo, los pueblos de escasos recursos, no podían emplear el oro en calidad de dinero, para efectuar la circulación de sus mercancías. La verdadera “fiebre del oro” del mundo antiguo comenzó cuando Alejandro de Macedonia (356-323 a. de N.E.) comenzó su campaña contra el Asia Menor y la India. A sus manos vinieron a parar los tesoros legendarios de Darío III, el último rey de los persas. Pero esto solo fue el comienzo. Su campaña abarcó todo el Oriente fabuloso y por doquier los soldados de Alejandro de Macedonia saquearon con el fin de apoderarse del oro. Todos estos tesoros incalculables del Oriente se vertieron por los confines del Mar Mediterráneo en donde se incorporaron a la circulación mercantil. A Roma el aflujo de grandes cantidades de oro, comenzó después de la toma de Tarento (año 272 a. de N.E.). Pero en el año 268 a. de N.E., acuñaron monedas de plata, llamadas denarios. De una libra Romana de plata pura (en unidades actuales de peso equivale a 327,45 gramos) acuñaban 72 denarios. La cantidad de plata pura en un denario era equivalente a 4,548 gramos. Las primeras monedas de oro fueron emitidas en el año 217 a. de N.E. Los diferentes Emperadores variaron constantemente el peso de las monedas de oro, lo cual sumió a la circulación mercantil en una confusión permanente. El Emperador Constantino intento poner orden en este caso, lanzando a la circulación los célebres solidus de oro, con los cuales pagaban salarios a los mercenarios alemanes, que se encontraban al servicio de Roma, (de aquí procede la palabra soldado, cuyo sonido es muy similar en muchos idiomas). Cuando la mayor parte de Europa se encontró bajo el poder de Roma, junto con muchos progresos de la cultura antigua penetro también a los países europeos el sistema monetario romano. Con todo, después de la caída del Imperio y en el transcurso de unos 1.500 años –del siglo IV al XIX-, el oro en calidad de dinero apareció solamente en algunas partes y de manera temporal junto con la plata. Hasta mediados del siglo VIII aún había en circulación denarios de plata y solidus de oro, que quedaban de la época del Imperio Romano, aunque el antiguo valor del solidus había bajado considerablemente, pues la dinastía de los Merovingios, que reinó sobre los franceses desde la caída

por Jozsef Robert del Impero Romano hasta el año 751, mediante la falsificación sistemática del dinero minó su estabilidad. A consecuencia de los diferentes pesos y leyes de las monedas de oro, durante las transacciones comerciales surgían tantas situaciones equivocas, que fue preciso pasar nuevamente del cálculo a la tasación por peso, lo que significó en realidad un retorno al dinero metálico no acuñado. El continuo y prolongado deterioro del valor del dinero y la depresión económica, llevaron a mediados del siglo VIII a la apremiante necesidad de una reforma monetaria radical. Los primeros Carlovingios (Pipino el Breve y Carlomagno –Carlos el Grande- que sustituyeron a los Merovingios, pusieron fin al oro acuñado y pasaron a las divisas de plata; en vez de la libra romana lanzaron a la circulación una nueva unidad de peso: la libra de los Carlovingios, con un peso de 408 gramos. Su origen se debe buscar, según todas las probabilidades en Arabia, durante el gobierno del Califa árabe Harun al-Raschid, emplearon la libra de Bagdad, cuyo peso era de 408 gramos. Carlomagno tuvo relaciones con el Califa, era versado en su sistema monetario y empleé muchas de sus particularidades en la formación del sistema monetario de su Estado. La libra de los Carlovingios fue dividida en 20 solidus o 240 denarios. Desde la época de Carlomagno en Europa se conservó válido por mucho tiempo este equivalente: 1 libra = 20 solidus = 240 denarios, bien que bajo otros nombres. Por ejemplo, 240 denarios –independientemente del peso- en algunos lugares los llamaban libras, en otros, talento. En Inglaterra, este sistema de medida fue válido hasta hace poco. Una libra esterlina inglesa era igual a 20 chelines o a 240 peniques. En el siglo X después de la extinción de la dinastía de los Carlovingios, los gobernadores generales de las provincias podían acuñar su propio dinero, ya que el dinero oficial del imperio había llegado a su fin. Este fenómeno llevo nuevamente al deterioro general del valor del dinero. Mucho más tarde las ciudades-estados del Norte de Italia, pusieron en circulación dinero estable acuñado en monedas de oro. Florencia por ejemplo, en el año de 1.250 emitió los florines de oro. Lo propio hizo Génova y Venecia. Siguiendo los pasos de las ciudades-estados italianas, a fines del siglo XIII algunas ciudades alemanas retornaron al sistema de la moneda de oro. De estas, las que adoptaron la mensura por el peso, ponían su sello o marca (Marke, en alemán). Este sello o marca garantizaba la pureza y el peso del oro. Años más tarde la moneda de oro más conocida y popular fue la acuñada en Colonia cuyo peso era de 23,3 gramos. Esta moneda sobrevivió a la Edad Media e incluso hasta 1857 permanecía como base del sistema monetario alemán.