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Apuntes 2025 libro leerlo autor
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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Fundación para el Desarrollo de la Consciencia
amar y servir se expresa sin condición ni restricción alguna, significa que hemos alcanzado la sabiduría. Con el fin de sentar las bases de una nueva civilización que produzca un mayor nivel de satisfacción para todas las personas es necesario comenzar por armonizarnos nosotros mismos. Para ello resulta indispensable estudiar las Leyes Universales y aplicar los principios que conducen a la sabiduría. Hay que tomar en cuenta que sólo por medio de la práctica constante y desechando las teorías y conceptos que demuestren ser equivocados es como llegaremos realmente a la sabiduría. Así será posible desarrollar la paz y la armonía directamente sobre el terreno, con la enseñanza de la vida diaria, puesto que la vida es la mejor escuela y la naturaleza la mejor maestra. Para alcanzar la eficiencia únicamente hay que dejar de enfrentarse al orden perfecto del Universo; la ineficiencia mental es necesaria para descubrir, a través de la saturación, que existen las Leyes del Universo. Cuando ya hemos sufrido lo suficiente estamos preparados para comprender las Leyes. Para cesar el enfrentamiento externo primero tiene que cesar el interno, y para ello es necesario haber aceptado que todo lo que existe y todo lo que sucede es perfecto y necesario, porque tiene un propósito de amor. El estudio y comprensión del porqué de las cosas que existen y suceden nos puede conducir al reconocimiento de las Leyes, que a su vez permiten crear un futuro mejor para la Humanidad. Existen siete Leyes del Universo que rigen la totalidad de sus procesos de creación, administración y evolución. De esas siete, cuatro son fundamentales, puesto que controlan el desarrollo y la evolución de la consciencia de la especie humana en cualquier lugar del Universo. Esas cuatro Leyes conforman el triángulo inferior de las mismas, mientras que la Ley de Evolución es la superior, la que rige sobre el triángulo inferior — también llamado triángulo del infierno , por ser la parte más baja de las Leyes Universales—. Estaremos dentro de la Ley cuando amemos, disfrutemos y valoremos lo que tenemos. Todo lo que está dentro de la Ley funciona y fluye por sí solo. Todo lo que trae sufrimiento, angustia, dolor, enfermedad, es porque vamos en contra de las Leyes y a través de eso las voy a reconocer. Los resultados que tenemos cuando nos salimos de las Leyes nos permiten
reconocer su existencia. Es necesario cometer errores para poder descubrir la Ley. Los errores no son el problema, el problema es no aprender de ellos. La Ley está diseñada para que nosotros mismos hagamos un cambio, no para que intentemos cambiar a los demás. Como se puede ver en los cuadros siguientes, la experiencia humana está regida por cuatro Leyes específicas. LEY POSTULADOS
Felicidad 0% sufrimiento 100% comprensión 100% autovaloración Aceptación La función Paz 0% conflictos 0% reactividad 0% enfrentamientos 100% respeto Asumiendo la vida con sabiduría El destino Amor 100% capacidad de servicio 0% resistencia, 0% miedo 100% adaptación 100% compromiso Incondicionalidad La misión La felicidad, la paz y el amor son principios de la esencia divina; no tienen polaridad, sino que son inmutables. Aprender a ser felices : ü Para aprender a ser feliz sólo hay que afrontar todo lo que se crea que le arrebata a uno la felicidad. ü Para ser feliz no se necesita nada externo, sólo comprensión y una actitud mental determinada. ü La no aceptación es la única causa del sufrimiento; hay que dejar de enfrentarse a la realidad. ü Es fundamental dejar de trabajar sobre los demás, y hacerlo única y exclusivamente sobre uno mismo, modificar dentro de sí lo que molesta (el ego) para que deje de hacerlo.
ü Si hay sufrimiento, se debe hacer una sola pregunta: ¿qué es lo que no estoy aceptando?; ahí residirá la respuesta. ü Todas las personas, sin excepción, tienen lo necesario para ser felices; no obstante, muy pocas saben ser felices con lo que tienen. Aprender a tener paz : ü Ninguna cosa o persona proporciona paz. ü La paz interior es el resultado del propio desarrollo espiritual, no un don. ü El manejo de la paz requiere varios elementos: una información clara y precisa para comprender que la vida es un proceso de amor y que el mal no existe, la habilidad para manejar la propia energía vital, y entrenamiento. ü Si se pierde paz hay que preguntarse: «¿A qué me estoy resistiendo?; ¿qué quiero cambiar?; ¿a quién estoy culpando?». Aprender a amar al prójimo como a uno mismo : ü Para ello sólo hay que participar o compartir el tiempo con personas que tengan comportamientos muy diferentes a los propios, para aprender a amarlos y a respetarlos tal cual son. ü El amor es inofendible, invulnerable, inmutable, universal y neutro. ü El amor supone una comprensión total del Universo; es una forma de ser y no necesita “objeto” sobre el que proyectarse. ü El amor no es una fuerza, sino una herramienta. ü El amor no es un sentimiento. ü Amar es dar siempre lo mejor de uno mismo. ü Si existe desmotivación lo mejor es pensar por qué estoy permitiendo que la situación concreta limite mi capacidad de servicio, que en realidad no debe depender de los eventos externos.
Hace más de 2.000 años, el Maestro Jesús nos enseñó esto cuando dijo: «Ama a tus enemigos » ; que no son nuestros enemigos, sino que son personas que piensan de manera diferente. Ser feliz significa experimentar cero sufrimiento ante lo que pasa; y amar significa ofrecer cero resistencia a los demás. La sabiduría es igual al amor, no al sentimiento. A quien tiene amor le importan mucho los demás, pero no sufre; en cambio, a la persona que no posee sabiduría pero sí bondad le importan mucho los demás, pero sufre enormemente. Al que no le importa, el indolente, el indiferente, ése no posee sabiduría ni bondad.
2. El destino Es lo que venimos a aprender del mundo de la materia —aprender a manejar las siete herramientas de amor para tener paz invulnerable—; es una gran oportunidad para aprender lo que nos falta. Todos traemos al mundo un destino inevitable, sumamente valioso. La cultura nos enseña a tratar de evadir el destino en lugar de mostrarnos cómo aprovecharlo. La clave para aprovechar el destino es: «Tú tienes la capacidad para disfrutar cualquier cosa que hagas, porque esa capacidad está en ti». Sin embargo, si alguien dice a su hijo: «Tienes que hacer siempre lo que te gusta» , le generará un bloqueo enorme. El destino es un diseño pedagógico cuyo propósito es permitir a los seres humanos verificar y descubrir una información que rige el Universo y su orden perfecto. Por lo tanto, es la mejor oportunidad para transcender la totalidad de las limitaciones humanas. En lugar de quejarnos de las dificultades que la vida presenta, debemos aprovecharlas como una gran oportunidad para transcenderlas; entonces desaparecerán para siempre. Si no aprendemos de las dificultades, lejos de desaparecer, se complicarán, se mantendrán y se volverán permanentes. 3. La misión Consiste en aquello que podemos enseñar en el mundo de la materia. La misión hay que disfrutarla intensamente, ya sea parte de la propia función o no. La misión permite recuperar una gran cantidad de energía vital invertida en el ejercicio de aprender a ser feliz. Misión es lo que ya se ha
comprendido, lo que ya se sabe; por lo tanto, se puede emplear para servir a los demás y mientras tanto disfrutar intensamente. Tanto la misión como el destino están representados en la personalidad: éste último a través del sistema de creencias, y aquélla mediante la comprensión. A medida que transmutemos nuestra ignorancia en comprensión y sabiduría, cada vez poseeremos más misión y, por tanto, más satisfacción.
4. La función Es lo que cada cual hace para ganarse el sustento; consiste en poner todo el entusiasmo, alegría y amor posibles en lo que se hace, aunque no sea parte de la misión. Sabemos que todos los seres vivos tienen una función dentro del orden del Universo. Se necesita sabiduría para asumirla con alegría, con entusiasmo, con total capacidad de acción y servicio. La función no consiste en “ganarse la vida”; la vida no “se gana” porque es un don divino. Lo que uno se gana es el sustento de esta entidad biológica, de este cuerpo. Así, el sustento lo tenemos garantizado como resultado de la función. Quien es feliz y disfruta de lo que hace, siempre tendrá abundancia de recursos. 5. La intención Es lo que queremos para nosotros mismos o para los demás. La intención se ha de orientar de forma tal que no interfiera con los destinos de los demás ni trate de evadir el destino propio. La intención es el elemento más complejo para los seres humanos actuales, porque el sentimiento, la idea de bondad y las demás ideas que nos transmitió erróneamente la cultura nos conducen de manera constante a tratar de interferir en los destinos del resto. Si aceptásemos que el destino es algo extraordinario y no “malo”, que es la mejor oportunidad de la que disponemos para que se cumpla lo que vinimos a hacer en el mundo, dejaríamos de intentar cambiar el destino de los demás. Cuando un hijo quiere emanciparse y los padres se oponen a ello, ¿cómo actuaremos para no interferir? Uno siempre quiere que las cosas funcionen a su manera. En este caso, los padres consideran que no es el momento adecuado porque su hijo no tiene un trabajo estable, por
Este tema está dirigido a todas aquellas personas que piensan que este mundo puede llegar a ser un lugar mejor; a los que están seguros de que el ser humano se puede cambiar a sí mismo para llegar a convivir en paz y armonía; a los que guardan la esperanza de una nueva vida; y, en definitiva, a todos aquéllos que están dispuestos a mejorar su vida y tener éxito en sus proyectos. Todos los seres humanos buscamos lo mismo: ser felices, encontrar la paz interior y aprender a amar. Podemos hacerlo a través de lo material o de lo espiritual, pero la búsqueda es la misma, independientemente del camino que se escoja, pues se puede llegar al mismo lugar por distintas sendas. 1.1 Diferencia entre estar en paz y tener paz Estar en paz se puede comparar con el mar cuando está en calma; pero si viene una tormenta se agita y se forma un gran oleaje. Sin embargo, en el fondo del mar aun así se mantiene la calma. Esto sería tener paz: no alterarse ni reaccionar ante un evento externo, sino ser capaz de mantener la calma y la serenidad. Para estar en paz es suficiente con aislarse, practicar la meditación, visitar un jardín botánico, escuchar una música relajante o cualquier otra situación que nos garantice que no vamos a alterarnos. Estar en paz es un estado transitorio, mientras que tener paz es un estado permanente de paz invulnerable. La paz temporal se produce cuando nos aislamos de las situaciones que no podemos manejar para no permitir que nuestra energía vital descienda a las zonas de oscuridad. La paz permanente, por su parte, es imperturbable: un Maestro no necesita aislarse, porque está entrenado y no permite que ninguna situación externa altere su paz, por lo que su energía vital se mantiene siempre en la zona de luz, donde hay comprensión y claridad mental. Tener paz es igual a cero conflictos. Para tener paz es necesario un entrenamiento y manejar las herramientas del respeto y el asumir. Para ello se necesita no enfrentarse a nada ni nadie y dejar de reaccionar ante los acontecimientos externos.
Tendremos paz absoluta si respetamos a todas las personas en sus ideas, costumbres, creencias y comportamientos, así como en su derecho a tomar sus propias decisiones; es decir, si renunciamos a criticar, juzgar o castigar a los demás por cualquier motivo, porque comprendemos que cada quien hace lo mejor que puede con lo mejor que sabe, y nadie es quien para juzgarlo. Tendremos también paz invulnerable si asumimos el resultado de las decisiones que tomamos y de nuestra experiencia de vida, y si aceptamos que nuestros pensamientos, sentimientos y emociones los generamos nosotros y no lo que sucede alrededor, y mucho menos lo que piensan, dicen, hacen o dejan de hacer los demás. Esto supone renunciar a culpar a otros por lo que nos ocurre. No vamos a conseguir mucho peleando por la paz, sufriendo porque no se logra o tratando de imponerla, pues ese no es el camino; la única forma de conseguirla es individuo por individuo, no de manera global, al igual que ocurre con el desarrollo espiritual. Si cada uno trabaja en su propio desarrollo individual, puede convertirse en un ser de paz, entrar en un estado de paz por sí mismo, renunciando totalmente a la violencia en pensamiento, palabra y obra. Así, cada individuo que se convierte en un ser de paz comienza a ser parte de la hermandad del Universo; mientras que, en tanto no lo es, no forma parte de ella, sino que está situado en el lado de la agresión. Mientras no se consiga un cambio interno, todo lo demás es inútil. Esta propuesta tiene cientos de miles de años, y es la misma que se hace desde las técnicas de meditación: si cada uno de nosotros entra “en paz” y toda la Humanidad lo hace, entonces la Humanidad estará en paz; pero para ello es imprescindible el trabajo individual. La Ley de Correspondencia crea un mundo externo correspondiente con los pensamientos. Por eso, si alguien establece en su interior, con su pensamiento, un mundo de paz y armonía, de convivencia pacífica y de amor, la Ley de Correspondencia del Universo creará externamente unas circunstancias que encajen de forma perfecta con esa realidad. Declararse en estado de paz significa renunciar totalmente a sentirse mal con lo que sucede alrededor. Tener paz interior constituye uno de los tres pilares del desarrollo espiritual. Si aumenta nuestra paz se incrementa nuestra energía vital, y
La paz, como el Amor, no existe por naturaleza, sino que es una manifestación consciente del Ser, un estado ideal. La Humanidad, a través de su historia, ha conocido muy pocas épocas de paz, porque siempre se ha creído que era un estado natural, que la paz la pueden hacer otros o que es posible imponerla por la fuerza o por decreto: no hemos comprendido que la paz, como el amor, sólo nace del corazón. Si sembramos ahora mismo la semilla de la paz en el corazón de todos los niños y jóvenes y del resto de los seres humanos, pero principalmente dejamos que anide en nuestro propio corazón, mañana podremos vivir en un mundo de armonía. La semilla de la paz se siembra con el ejemplo: demostrando en todo momento con una sonrisa nuestra voluntad de servir con amor a la causa de la paz; mostrando cada día nuestra capacidad de comprender, de perdonar, de ayudar; manifestando a cada instante nuestro espíritu de integración, de solidaridad y de colaboración. En fin, declarando siempre nuestra buena voluntad, amabilidad, responsabilidad y sencillez con todo el mundo. Así estaremos ayudando a construir un mundo mejor. Cualquiera que lea este mensaje debería observar sus sentimientos y analizar si existe en ellos cualquier brote de rencor, odio, celos o resentimiento. Pues quien no tiene paz en su interior tampoco puede encontrarla en su hogar o país, ni, en general, en el mundo. Y es que sólo se recibe lo mismo que se da, se tiene y se siente. Por tanto, no se debe pretender recibir aquello que no se es capaz de dar. Cada uno debe analizar cómo piensa, cómo actúa y qué trato da a los demás, y concluir si en realidad se ha hecho correspondiente con vivir en un mundo en paz. Olvidemos, pues, todo lo que nos ha herido, nos ha hecho daño u ofendido, y permitamos que germine en nosotros la semilla de la paz, y así crezca la llama del amor en nuestro corazón. Buscar la paz externa es algo inútil. Mientras una persona no ha encontrado su paz interior, la posibilidad de paz exterior no existe para ella, independientemente del lugar en el que viva, porque estará en conflicto permanente con los demás y con las situaciones de la vida. Al contrario, podríamos decir que alguien que tiene paz interior no importa dónde viva, pues en cualquier lugar encontrará
paz a su alrededor; al proyectar paz y Amor, eso será exactamente lo que encuentre afuera. La paz interior es una herramienta muy poderosa para el despertar de la consciencia y la trascendencia del espíritu. La paz permanente del espíritu se encuentra en el interior, en la propia consciencia, y es el resultado del desarrollo espiritual, es decir, del incremento de la comprensión. La paz interior es un termómetro del desarrollo espiritual, y se mide en la capacidad de manejar las situaciones sin perderla. La paz interior indica el grado de desarrollo espiritual de las personas. A medida que vamos avanzando en la comprensión de los principios que rigen el orden del Universo, empezamos a darnos cuenta de que sufrimos con menor intensidad, tenemos menos reacciones automáticas y nuestra paz interior aumenta. En nuestro interior existe una energía con características especiales, a la que llamamos energía vital. Esta energía se utiliza en todas las funciones humanas asociadas con el pensamiento, la mente, los sentimientos y las emociones. Así como se elabora la glucosa, analógicamente, especialmente durante los estados de reposo mental, como el sueño o la meditación, se elabora esa energía vital. Cuando la energía vital asciende a la zona mental de luz, permite conectar las facultades superiores del ser humano. Sin embargo, muy pocas personas logran alcanzar dicha zona, porque la mayoría mantiene en su interior estados permanentes de conflicto mental, sentimental o emocional que consumen cantidades alarmantes de energía vital; además de ceder innecesariamente su energía vital a través del miedo, los apegos y la tendencia a involucrarse en experiencias que no les corresponden. El gran poder oculto de tener paz es precisamente la capacidad para no desperdiciar inútilmente esta preciosa energía que, al conservarla, nos convierte en sabios, Maestros, magos o santos... es decir, en seres humanos más completos y espiritualmente más desarrollados. El desarrollo espiritual consiste en renunciar a alterarse ante los distintos acontecimientos. La energía vital puede permanecer, bien en la zona superior de luz —aumentando la comprensión y claridad mental—; en la zona media o de penumbra, donde está nuestro sistema de creencias —que conforman nuestra ignorancia—; o bien en la zona baja,