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Tipo: Resúmenes
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“Esta vida es breve, el premio de lo que se hace en el ejercicio de la cruz es eterno…” (San Pío de Pietrelcina)
¿Sabías que existe algo llamado indulgencias? Consiste en que ciertas consecuencias del pecado pueden ser objeto de una remisión. La indulgencia no perdona el pecado en sí mismo, sino que exime de las penas de carácter temporal que de otro modo los fieles deberías purgar, sea durante su vida terrenal, sea luego de la muerte en el purgatorio. Puede ser concedida por el Papa y los obispos a quienes, por ejemplo, recen determinadas oraciones, visiten determinados santuarios o realicen otros rituales, con un verdadero espíritu de desapego del pecado y acompañado del sacramento de la Reconciliación.
“La resurrección de todos los muertos, "de los justos y de los pecadores" (Hch 24, 15), precederá al Juicio final. Esta será "la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Jn 5, 28-29). Entonces, Cristo vendrá "en su gloria acompañado de todos sus ángeles,... Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda... E irán estos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna." (Mt 25, 31. 32. 46).” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1038 )
La vida eterna es la que comienza inmediatamente después de la muerte. Esta vida no tendrá fin; será precedida para cada uno por un juicio particular por parte de Cristo, juez de vivos y muertos, y será ratificada en el juicio final.
Por cielo se entiende el estado de felicidad suprema y definitiva. Todos aquellos que mueren en gracia de Dios y no tienen necesidad de posterior purificación, son reunidos en torno a Jesús, a María, a los ángeles y a los santos, formando así la Iglesia del cielo, donde ven a Dios «cara a cara» (1 Co 13, 12), viven en comunión de amor con la Santísima Trinidad e interceden por nosotros. Es algo tan grande
Los que mueren en la gracia y amistad con Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de la muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos, que es completamente distinta del castigo de los condenados.
Consiste en la condenación eterna de todos aquellos que mueren, por libre elección, en pecado mortal. La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios, en quien únicamente encuentra el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira. En el infierno no hay ningún descanso y no se termina nunca de sufrir porque es eterno. Cristo mismo expresa esta realidad con las palabras «Alejaos de mí,
¿Qué es el cielo? malditos al fuego eterno» (Mt 25, 41).
Hay que ayudar a los demás a alcanzar el cielo y evitar el infierno
La purificación final o Purgatorio
El infierno
que aunque nos pusiéramos a soñar, nunca llegaríamos a imaginar lo que es. Sin embargo dice una cosa muy concreta: "Estaremos siempre con el Señor" (1Ts 4,18). Estaremos siempre con Cristo, nuestro Amigo. Al cielo sólo van los que tienen el alma limpia, es decir, aquellos que al morir se encuentren en gracia de Dios y limpios de cualquier mancha o pecado. Como dice el Evangelio, "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt 5,8).
El cielo es sin duda lo único que da sentido a la vida del hombre; no ir al cielo es haber fracasado rotundamente. Pero, como hemos dicho, sólo pueden entrar en él los que mueren en gracia de Dios. Y quizá hay junto a nosotros personas que no se dan cuenta de esto, viviendo apartados totalmente de Dios, con el grave peligro de perderlo para siempre. Esto nos debe remover interiormente para hacer mucho apostolado y conseguir que todos los hombres se salven. Hemos de rezar, ofrecer pequeñas mortificaciones, vivir ejemplarmente nuestra vocación cristiana, hablar a los demás de Dios. Dios premia la generosidad, y tendremos el gozo de encontrarnos en el cielo con esas almas a las que hemos ayudado en la tierra.
La Vida Eterna