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LOS GRUPOS DE PRESIONO-
SUMARIO (^) : Universalidad del fenómeno "grupos de presión". —II. Precisiones terminológicas y conceptuales: A) El término lobby. B) los grupos de presión y sus diferencias de otras formaciones : a) Jíl lobby o grupos de presión y los partidos, b) Los grupos de presión y los «urupos <le presión públicos».
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UNIVERSALIDAD DEL FENÓMENO «GRUPOS DE PRESIÓN»
Los científicos de la política, desde hace algún tiempo, vienen prestando
su atención, cada vez con mayor frecuencia y más conocimiento' del asunto,
ai hecho de la influencia que las fuerzas económicas, sociales y espirituales
organizadas vienen ejerciendo sobre la actividad legislativa y gubernativa en
todos los regímenes políticos, pero de un modo especial en los regímenes de
democracia pluralista (i). En los últimos años han proliferado los estudios sobre
esta cuestión, especialmente en los países anglosajones y Francia (2). De Ingla-
() NOTA PRELIMINAR.--El presente artículo es, salvo leves modificaciones, una de las partes de nuestro Estudio preliminar a la otra da S. E. FINER, Eí Imperio anónimo, que hemos traducido al castellano, y que próximamente publicará la Editorial Tecncs (Madrid). (1) Para un estudio de la democracia pluralista, vid. G. BURDEAU, Situación de la democracia pluralista, en REVISTA DE ESTUDIOS POLÍTICOS, núrn. 42 (1955), pági- nas 318; ídem, Democracia (Barcelona, 1960), especialmente el Cap. IV, págs. 87-101. (2) Sobre los grupos de presión en los Estados Unidos, la bibliografía esencial e s : A. F. BENTLEY, The Process of Government, A Study of Social Pressures (Chica- go, Univ. Press, 1908, reeditado por Principia Press. Blomingten, 1949); E. PENDLE- TON HERR1NG, Group Represeniation before Congress (Hopkins Univ. Press. Baltimo- re, 1929); V. O. K E Y , jr., Política, partidos y grupos de presión (Madrid, 1962), parte primera. El planteamiento moderno del neopluralismo de A. F. BENTLEY se debe a D. B. TRUMAN, The Government Process. Political Interests and Public Opinión (Nue- va York, 1951). En la misma orientación, vid. D. C. BLAISDELL. American Democracy Unde-r Pressure (Nueva York, 1957). Sobre una crítica útil, basada en el análisis de
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JUAN FERRANDO BADIA
térra y Francia nos decía Meynaud que «la actividad de las fuerzas organizadas
es considerada como una de las piezas significativas del análisis político y resul'
ios estudios de BENTLBY, HERRING y TRUMAN, vid. W. J. M. MACKENZIE, PKSSUTB
groups: The «Conceptual Framework», en Political Studies, III (1955), págs, 247-255.
Sobre una valoración completa de la bibliografía americana en torno, a los grupos de
presión, digna de consultarse, vid. S. J. ELDERSVELD, American Interest Groups: A
Survey of Research and some lmplications for Theory and Method, en la obra colectiva
de estudio comparado, dirigida por H. EHRMANN, Interest Groups in Four Continente
(Pittsburgh Univ. Press, 1958), págs. 173-196. También pueden consultarse A. MA-
THIOT, uLes pressure groups» aux Etats Unis, en Revue Francaise de Science Poíi'íí-
<{ue, II (1952), págs. 429-473, y el número especial de la revista The Annals of Ame-
rícan Academy of Political and Social Science (septiembre 1958); J. B. DE CELIS, LOS
grupos de presión en las democracias contemporáneas (Gran Bretaña, Francia y Esta-
dos Unidos de América) (Madrid, 1963), especialmente la segunda parte, y C. DION,
Les gnmpes sí le pouvoir politique aux Etats Unis (París, 1965), especialmente pá-
ginas 25 y sigs. y bibliografía, págs. 143-151. Sobre los grupos de presión en Inglaterra,
vid. S. E. FlNER, Anonymous Empire (Londres, 1958). (De próxima publicación por ¡a
ííd. Tecnos, trad. de J. FERRANDO BADÍA). S. E. FINER: Interesi Groups and ihe Poli-
tical Process in Great Britain, en Interest Groups, cit., págs. 117-144; S. H. BEBR: Pres-
sure Groups and Parties in Britain, en American Political Science Review (marzo 1956).
páginas 1-23; id., The Representación of Interesi in British Gobernment: historical
backgrotínd, en American Political Science Review (septiembre 1957), págs. 613-650;
J D. STEWART: British Pressure Groups. Their role in relation to ihe House of Cammons
(Oxford, 1958); H. EcKsTEIN: Pressure Groups Potitics, ihe case 0} British Medical
Association (Londres, 1960); B. McGlLI.H Conflict of Interest: English experience 1782-
¡914, en Western political Quarteñy (septiembre 1959), págs. 808-827. P a r a^ un^ estudio
global de la situación de las organizaciones profesionales en relación con las instituciones
gubernamentales y sus órganos, vid. L. TlVEY y E. WOHLGEMUTH: Trade associations
as interest groups, en Political Quarterly (enero-marzo 1958)» págs. 59-71. Sobre una
actitud crítica en relación cotí la actividad de los grupos de presión en Gran Bretaña,
vid. la obra del americano A. A. RoGOWt The habour Government and British Indus-
try, 1945-1951 (Oxford, 1955). Sobre las relaciones entre la vida política y la vida
social en la Gran Bretaña contemporánea, y sobre el conjunto de factores que confluyen
en la vida política británica, en general, y acerca del rol representado por los Sindi-
catos y asociaciones, de todo tipo, en el seno del régimen político británico, en par-
ticular, vid. J. BLONDEL: La Sociéié politique britannique (París, 1964); Sobre los gru-
pos de presión en Francia, vid., en primer lugar, la obra de F. GoGUEL y A. GROSSER;
i-a politttjue en France (París, 1964). Las obras esenciales sobre la materia son: G. LA-
VAUs Political pressure by interest groups in Vrance, en la obra colectiva publicada bajo
¡a dirección de H. W. EHRMANN! Interest groups, cit., págs. 60-95; ]• MEYNAUD: Essai
d'analyse de l'influence des groupes d'interest, en Revue Economique, núni. 2 (1957)'
páginas 177-220; id., Les groupes de pression en France (París, 1958), y Nouvelles ¿til'
des sur les groupes de pression en France (París, 1962); vid. también, del mismo
autor, Les groupes de pression {col. «Que sais'je», París, 1960), estudio de carácter
general y comparado, así como su obra Les groupes de pression intemationaux (Losa-
ría, 1961). Vid. J. D. REYKAUD; Les syndicats en France (París, 1963), y W. EHRMANN:
La politique du patronat franjáis (1936-1955) (París, 1959). Vid. bibliografía citada por
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cia sobre las decisiones políticas, presionando sobre las autoridades guberna-
mentales (5).
Sería error evidente considerar que el fenómeno de los grupos de presión
es privativo del siglo XX, pues el siglo- XIX ofrece casos relevantes de, pre-
siones... directamente comparables con las de hoy» (6). Lo que sucede es que
en el seno del Welfare State se han ampliado enormemente las competencias
cíe los poderes públicos, con la consecuencia natural de la progresiva depen-
ciencia de los gobernados y sus intereses del proceso decisorio político. De ahí
el aumento, en progresión aritmética en unos casos, y, en otros, en progresión,
geométrica, del número de grupos de presión que intentan defender —-influ-
yendo— sus intereses frente al Estado o por medio- del Estado-.
Otra cuestión más compleja sería determinar hasta qué punto- la categoría
analítica de grupos de presión —forjada para denotar un fenómeno «de la.
vida política en las sociedades industrializadas del tipo occidental» (7)— sería
útil para el análisis de regímenes políticos autoritarios y marxistas. A cada.
ambiente histórico-, cultural, económico, social e institucionals dice G. Sarto-
ri, corresponden grupos de p-resión que, en cierto- sentido-, serán únicos,, es
decir, correlativos a! sistema en el que operan (8). Esto es cierto-, pero el pro-
blema es otro-. Helo aquí: ¿Pueden hallarse en el interior de cualquier tipo-
de regímenes políticos grupos que desplieguen actividad susceptible de ser
calificada de pressure policy, de política de presión? (9), Opinamos, con. G. Sar-
(5) J. MEYNAUD: Les groupes de pression en France, cit., p-ágs. 11 y 17. El subra- yado es nuestro. (6) J. MEYNAUD: Les groupes de presión en Trance, cit., pág. 14. (7) J. MEYNAUD: Les groupes de pression, cit., pág. 122. (8) G. SARTORI: Gruppi di pressione o gruppi di interese? {Una ihcussione sul neopluralismó), en II Mulino, núm. 87, pág. 9. (9) Es necesario distinguir lo político de la política, y la política en el sentido «fc politics de una política en el sentido de policy. A este respecto, B. DE JoUVENEL i » señalado la pluralidad de acepciones de la palabra «política», que, según él, «no tiene ningún valor de designación: no delimita una cosa; su valor es de cualificación? cali' fica todo io que se refiere de alguna manera al Gobierno... Son políticas las presiones- que se ejercen sobre la autoridad pública para detener tal o cual decisicn en favor d« tales y tales intereses; son políticas las actitudes tomadas en esta materia por *os partidos en razón de sus designios de conquista o conservación del Poder; política, por fin, es la línea He conducta finalmente adoptada». En el párrafo transcrito de B. DE JouvENEL podernos ver claramente la dualidad de sentidos del término «políti' ca», es decir, la política como actitud (dimensión subjetiva) y la política como línea de conducta (dimensión objetiva). I.a doble dimensión de la palabra «política» es pues- ta de relieve por B. DE JoUVENEL: «Se dice, «la política» para denotar el esfuerzo pot la posesión de un poder o la formación de una decisión. Se dice «una política» para significar una línea de conducta... De forma que la palabra tiende a una dualidad." simétrica en torno a una decisión. Politics, los debates que la preceden, y policy 1 »a
LOS GRUPOS DE PRESIÓN
tori, que la afirmación de que «todo sistema político deba tener sus grupos
de presión es, al máximo, una hipótesis, no un dogma» (io) Si bien, en época
reciente, se habla de grupos de presión del área oriental comparándolos con
los de las áreas occidentales ( n ) , de grupos de presión en la U. R. S. S. {12),
en Yugoslavia {13), etc. No obstante, hemos de tener presente las diferencias
tanto como las analogías entre les llamados grupos de presión de los regíme-
nes unitarios y de las democracias pluralistas {14), so pena de que'corramos el
peligro de utilizar idéntica terminología para fenómenos distintos {15).
Pero, prescindiendo ahora de profundizar en la problemática que supone
dilucidar si existen o no grupos de presión en los regímenes unitarios y sus
peculiaridades, opinamos que existen (ió) o, lo que es lo mismo, creemos que
línea de conducta que emerge de ella. Está claro, por otra parte, que en el debate que precede, la decisión de un gran grupo, cada grupo pequeño, al. participar én e! debate, tiene su policy, su línea de conducta para hacer triunfar sus puntos de vista, lo que no hay que confundir con la policy que quiere hacer adoptar al gran grupo. Resulta claro que esta policy final no está por encima de las politics: porque estas politics perduran, y la policy es un factor de ellas», en La soberanía (Madrid, 1957), páginas 47-48. Como fácilmente nos habremos percatado, ambas dimensiones del tér- mino «política» no se excluyen; antes bien, corno dice MORILLO FERROLS «Esta dis- yunción (entre politics y policy) tiene lugar en todos los niveles; los grupos subordi- nados, en efecto, tienen también su política y su policy, y esta última puede funcio- nar como ingrediente en la politics de un escalón superior. Se trata de una serie en- cadenada de procesos, que van de la base a la cima del orden social, y en los cuales van siempre los dos conceptos de la política separados por un momento, de decisión», en F. MORILLO FERROL, Estudios de Sociología 'Política, cit., pág 24. Sobre la distin- ción de la política, en el sentido de politics de una política en sentido de policy-, según la línea trazada por B. DE jouvENEL, puede verse el importante, libro de G. BRRGERON. Vonctionnement de l'Etat (París, 1965), págs. 18-ig. Las dos dimensiones conceptua- les implicadas, respectivamente, en las palabras politics — «política-dominio..., en el míe, efectivamente, andan a la greña individuos y grupos», y policy — «política-pro grama de acción» (G. BERGERON, op. cit., pág. 19) no pueden ser expresadas correc- tamente en castellano, pues «tenemos que designar estos dos sentidos con la misma palabra «politics» (en F. MURILLO FERROL, op, cit., pág. 23). De ahí que cada vez que se utilice uno de los dos términos lo traduciremos por el vocablo política, poniendo entre paréntesis el correspondiente término usado de politics o de policy. (10) G. SARTORI, Grouppi di pressione, cit., pág. 10. (11) Cfr. G. A. ALHOND, A. Comparative Study of interesi groups and ihe Po- litical Process, en Comparative Politics (ed. por H. Eckstein and Davis E. Apter, Glen- ces, 1964), pág. 407. (12) Cfr. H. W. EHRMANN, Interest Groups, cit., pág. 3. (13) Vid. }. DJORDJOVIC, Interest Groups and the Political System of Yugoslavia, en la obra col. Interest Groups, cit.» págs. 197-238. (14) Sobre esta distinción, vid. M. DUVERGHR, Institutions, cit., págs.- 192-200. (15) Cfr. G. SARTORI, Gruppi di pressione, cit., pág. 10. (16) Sobre la validez de la categoría «grupos de presión» para los países comunis-
IOS
LOS GRUPOS DE PRESIÓN
grupo o neuropluralismo), pero sí en uno de los modos cuasi normales de
participación del ciudadano en el proceso decisorio.
Hemos afirmado, pero con matices, que existen, por doquier, grupos de
presión. También hemos afirmado, aunque más cien corno hipótesis a verifi-
car que como dogma, que tanto actúan fuerzas sociales... organizadas en el
.seno de un régimen pluralista como en el de un régimen unitario, aunque con
modalidades de acción diversas, pues, como demuestra Claeys, son de natura'
leza diversa las relaciones existentes entre «la institucionalización de la acción
•úe los grupos de presión y los sistemas de instituciones gubernamentales y de
partidos en los diferentes países» {20).
Ante la fuerza y representatividad crecientes de los grupos de presión, la
- actitud del Estado ha sido, bien «someter las presiones e influencias a una
•reglamentación, o coordinarlas con las instituciones oficiales o concederles un
lugar en su seno. El grado mayor de integración de la representación de inte-
reses en el sistema legislativo se ha realizado en el Estado corporativo» íta-
liatio y en el Estado yugoslavo actual de autogestión obrera y social (21). En
estos dos últimos casos, las fuerzas sociales organizadas se convierten, de cau-
ces libres y de naturaleza privada de participación ciudadana ---los grupos de
presión son, esencialmente, grupos priva-dos o- «detentadores no oficiales del
poder» {22)— en instrumentos de voluntad del Estado y, por ende, de natu-
(20) P. H. CLAEYS, L'action des groupes de pression éconamiques et son institu*
liomlísation. Etude comparative en müietia; ünglosaxons et européens continentanx.
cii Revue de l'Institut de Socioh'gie, niím. 3 (Bruselas, 1963), págs. 644-645.
•(21) P. H. CLAEYS, L'action des groupes, cit., en Revue de l'Institut, cit., pág. 642.
(22) K. LOEWENSTEIN, Teoría de la Constitución, cit., pág. 423. Dice Gallego
Anabitarte, el traductor de la obra: «La traducción ha insistido más en la claridad
-que por una preocupación del estilo. El traductor cree haber traducido una serie de
expresiones de Loewenstein, a las que desearía la suerte de ser bien recibidas, detenia'
dores del Poder, destinatarios del Poder... Tiene la esperanza de haber salido del paso
sin cometer muchos errores al enfrentarse con la dificultad terminológica que apunta
Loewenstein en su prólogo» (op cit., pág. 527). Aunque nosotros en el presente tra-
'bajo utilicemos la traducción de A. Gallego Anabitarte, citando literalmente la obra
en cuestión de Loewenstein, en su presente versión castellana, creemos conveniente
indicar, desde ahora, que estamos en desacuerdo con pasajes concretos de la traduc-
ción, tales como «detentadores del Poder oficiales, legítimos...» y «detentadores no
oficiales e invisibles» (op. cit., págs. 35-36 y passim), pues la expresión detentador
'legítimo del Poder encierra una contfadictío ir, terminis. Dice el Diccionario Ideológi-
co de la Lengua Española, de }. Casares (Barcelona, 1963), que detentar significa
••retener o poseer uno sin derecho lo que no le pertenece». Aparte de esta objeción
semántica, podríamos hacer otras de fondo a la traducción adetentadores...», como,
por ejemplo, que es una expresión más en consonancia para reflejar la teoría sustan-
íiva del Podet que la relacional, que es la sustentada por K. Loewenstein, como in-
dica, en estudio sobre la obra, el misino traductor (op. cit., pág. 496). Loewenstein
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raleza pública. Dejan de ser grupos de presión. Por esa razón surgirán, opina-
mos, otras modalidades autónomas de acción de presión en relación con esos
cauces oficiales; todo ello dará lugar —-hipótesis a verificar— a comporta'
mientes y presiones de los grupos en el seno de los regímenes unitarios, di'
versos de los modos de acción de los grupos del mundo^1 democráticO'pluralista.
Aunque no nos referiremos, en el presente trabajo, al proceso de mstitu-
cionalización interna y externa de las fuerzas sociales organizadas en ei seno
de un régimen político cualquiera (23), si creemos conveniente afirmar —siendo
suficiente para nuestros actuales propósitos— que la inserción de los grupos de
presión en todo proceso político será privativa y peculiar, pues ya se indi'
có que la instítucionalización de la acción de dichas fuerzas sociales parapo'
líticas {24), en cualquiera de sus dos modalidades, externa e interna, varia'
rá de un régimen a otro en función, fundamentalmente, de otras dos varia'
dice: «El Poder es una relación socio-psicológica, basada en un recíproco efecto entre los que detentan y ejercen el Poder... y aquellos a los que va dirigido...» {oft. cit., pá- gina 26). Scbre las teorías clásicas acerca de la naturaleza sustantiva o relacional del poder político, vid. C. J. FRIEDRICH, Teoría y realidad de la organización constitw ctonál democrática (México, 1946), págs. 25-28 y 561-562; ídem, Le probleme du potivoir dans la théorie constitutionnalisle, en Le Pouvoir, I (París, 1956), págs. 33-51. (23) Sobre este particular, vid. J. FERRANDO BADÍA, Status y rol de los grupos de presión en el seno del régimen político, en Revista Española de la Opinión Pública, número 3 (enero-marzo 1966). (24) Sobre la distinción entre formaciones sociales que son políticas y formaciones sociales que tienen juerga política (fuerzas sociales políticas per se y fuerzas sociales parapclíticas o criptepolíticas), vid. T. MARTINES, Contributo a una leona giutidica delle forze politiche (Milán, 1957), págs. 160 y sigs., y P. LUCAS VERDÚ, Ensayo sobre- la integración de las juergas políticas en el Estado contemporáneo, en REVISTA DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS, núm. 99 (Madrid, 1958), págs. 142-143. Meynauí rechaza la distinción entre «grupos políticos» y «grupos no políticos». Para él la ex- presión «grupos de interés politices» abarca tanto a los partidos cuanto a las orga- nizaciones profesionales. Los grupos de interés políticos serían aquellos que «de una manera u otra actúan sobre la dirección de los asuntos públicos», en Nouvelles mu- des, cit., págs. 22-23. Pero, si bien es cierto que para Meynaud, tanto los partidos, como los grupos de presión son «grupos de interés políticos», también lo es que am- bas fuerzas sociales organizadas se diferencian entre sí esencialmente (op, cit., pági- nas 35-36), debido al diverso rcl que ambos grupos tienen en el seno de un régimen- político: «El criterio misión-rcl constituye para nosotros una etapa... que debe con-- ducir a una clasificación sistemática de las fuerzas políticas.» Los grupos de presión. serían grupos de «reivindicacián'representdción» (op. cit,, págs. 136-137); es decir,- incapaces «de asumir la preparación, la defensa y ejecución de un proyecto global»- para la sociedad: rol propio de los partidos (op. cit., págs. 417-419). Sobre la distin- ción entre partidos y grupos de presión, basada en una «clasificación funcional» de los grupos que, según Meynaud, integran la categoría de «grupos de interés políticos»* vid. op cit., págs. 128-137.
JUAN FERRANDO BADIA
Pero quizas haya sido el mundo anglosajón el que mayor número de:
obras —y nos atreveríamos a decir que, hasta la actualidad, las de mayor den-
sidad y profundidad—• nos ha ofrecido acerca del fenómeno- de las fuerzas.
económicas, sociales y espirituales organizadas y su actividad de presión so-
bre las instituciones del peder político.
Los científicos de la política británicos, por ejemplo, han realizado en. los-
últimos años verdaderos esfuerzos para esclarecer el influjo que dichas fuer'
zas organizadas ejercen tanto a nivel de las instituciones gubernamentales,,
como a nivel del público, a fin de que la opinión pública ejerza, a su vez,,
su impacto sobre el comportamiento de les gobernantes (28),
Los científicos de la política no utilizan una terminología única para de-
notar las fuerzas sociales organizadas que ejercen una «actividad de pre-
sión» (2.9), directa o indirectamente, sobre el comportamiento de los gober-
nantes para que éstos adopten decisiones favorables a sus intereses particu-
lares o causas defendidas. Afirma G. Sartori que, hasta 1958, los científicos-
de la política anglosajones utilizaban, normalmente, la expresión -prestiré group^1 ;
y los franceses, groupes dfwtérest; en cambio, a partir de esta fecha, se han
invertido los papeles (30). Si bien, los autores franceses utilizaban hoy, tan
sólo, la expresión groupes de pression {31), los anglosajones hacen uso tanto dé-
la de pressure group como de la de interest groups {32). No obstante el uso in-
(28) Vid. especialmente, S. E. FINER, Anonymous Empire, cit., y f. D. STKWART, British Pressure groups, cit. Vid. Comentario de J. Meynaud sobre Les groupes df pression en Grande'Bretagne, cit., en Revue Frangíase, cit., especialmente, páginas-
447-469- (29) Para J. Meynaud la «actividad de presión consiste en el conjunto de los actos de cualquier naturaleza realizados para influir en el comportamiento de los gobernan- tes se traduzca esto o no en decisiones expresas», en Visión general de los grupos de presión italianos, en Revista del Instituto de Ciencias Sociales, núrn. IV (Barcelo- na, 1964), pág. 272. Sobre las críticas hechas al término «presión», y por ende, a la expresión «grupos de presión», así como a su aceptación, vid. J. MEYNAUD, Nouvelíes- études, cit., págs. 140-142. (30) Vid. G. SARTORI, Grouppi di pressione, cit., pág. 10, nota 71 Curiosamen- te, en los trabajos aparecidos en 1958, las partes parecen invertirse; así, en los es- critos citados de Ehnnann y Almond, se adopta la etiqueta de interest groups, mien- tras que Meynaud, que en toda una serie de artículos precedentes había utilizado ls expresión grotipes d'íntérest, ha titulado luego su volumen Les groupes de pression sn France. Sin embargo, las líneas tendenciales anteriormente indicadas permanecen, en línea de máxima, válidas. Así, la publicación americana más reciente, la obra colec- tiva citada a cargo de D. BLAISDELL, Unofficial Goverment: Pressure Groups and Lobbies, de septiembre de 1958, mantiene la expresión de «grupos de presión». (31) Gfr. nota 2 sobre los grupos de presión en Francia. (}2) Un buen número de autores americanos utilizan la expresión «interest group»» coma c. vr. H. W. Ehnnann, D. B. Traman, G. Almond, La Palombara, etc., y
I I O
LOS GRUPOS DE PRESIÓN
distinto de una expresión u otra, opinamos que los autores, si bien con matices
diversos, suelen distinguir entre grupos de presión y grupos, de interés. Y así
J. Meynaud define los grupos de interés como «el conjunto de individuos que,
basándose en una comunidad de actitudes, expresan reivindicaciones, alegan
pretensiones o toman posiciones que afectan, de manera directa o indirecta,
a otros sectores de la vida social» {33). Los grupos de interés se transforman
en grupos de presión, según }. Meynaud, cuando los responsables utilizan la
acción sobre el aparato gubernamental para hacer triunfar sus aspiraciones y
reivindicaciones {34). El elemento diferenciados, pues, entre grupos de interés
y de presión radica en el hecho de que los últimos adoptan una vía específi-
ca para defender las reivindicaciones o pretensiones del grupo; la vía guber-
namental. Este hecho es el que induce al neopluralista D. B. Traman a cali-
ficar de políticos a ciertos grupos de interés: «grupos de interés políticos» (35).
La categoría analítica «grupos de presión», según J. Meynaudt no es ho-
mogénea. Su elemento diferenciador, como dijimos, reside en la adopción de
una vía específica para defender las reivindicaciones del organismo; actuar
sobre las autoridades públicas por conseguir satisfacción a sus intereses o cau-
sas. La categoría en cuestión apunta a un nuevo enfoque en la consideración
de los grupos de interés: Sus relaciones con las instituciones gubernamenta-
les. De que existan o no tales contactos, dependerá el que nos hallemos en
presencia de grupos de presión o de simples grupos de interés 5 de ello de-
penderá también el que entren o no a formar parte del estudio del cientí-
fico de la política o del sociólogo, respectivamente.
Opinamos que ha sido }. Meynaud. quien mejor ha expuesto el enfoque
apuntado y definido la categoría de grupos de presión. En orden al enfoque
relacional del grupo - poder político, dice el citado autor que consiste «en
analizar los grupos de interés bajo un aspecto determinado» (36), es decir,
realizando «actividades de presión», que para él quiere decir «el conjunto de
los actos de cualquier naturaleza realizados para influir en el coinportamien-
otros, por el contrario, la fórmula de «pressure groups», v. gr., E. Eckstein, V. O. Key, jr.; H. D. Lasswell, A. Kaplan, D. Bkisdell, etc. Cfr. nota 2. Todos estos autores parecen admitir la intercambiabilidad de ambas expresiones. (33) J. MEYNAUD, Les groupes de pression en France, cit., pág. 2 1 ; ídem, Nou* - •uelles études, cit., págs. 12 y sigs. (34) f. MEYNAI'D, Le.? groupes de pression en France, cit., pág. 25. (35) D. TRUMAN, The Govemmental Process, cit., págs. 33-34 y pág. 37; vid. I MEYNAUD, Ncuvettes études, cit., págs. 12-15. (36) }. MEYNAUD, Les groupes de pression, cit., págs. 10 y sigs; ídem, Les groupes. de pression en France, cit., págs. 19-25.
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LOS GRUPOS DE PRESIÓN
O
Según esta acepción ios grupos con vocación ideológica o de promoción {42}
quedarían excluidos de esta categoría analítica analizada.
Pero el término «interés» tiene otra acepción, a saber, una .dimensión lata
y elástica, En este sentido, «cualquier comportamiento es, por definición, un
comportamiento "interesado"». En su significado amplio, «interés» es, pues,
una abreviación para decir: se produce cualquier acción por una motiva'
ción, y yo establezco denominar cualquier motivación, económica' o no, un
«interés» {43). Según esta acepción, todos los grupos son grupos de interés o,
lo que es lo mismo decir; interés equivale a hablar de grupo o viceversa, en
cuyo caso, el término «interés» es inservible para especificar de entre la gama
Je grupos sociales aquellos que son grupos de interés. En el esquema concep-
tual del neopluralismo, cuyos creadores y máximos representantes son A. F.
Bentley y D. B. Traman, está explícita esta noción amplia de interés; «No
hay grupo sin interés. Un interés, es término que será usado en este traba-
jo como el equivalente de un grupo», dice A. F. Bentley (44).
Pedemos sintetizar las preferencias de • G. Sartori por la expresión grupos
•de presión en; «a) Que es más amplia que la de grupos de interés en un sen-
tido estricto y propio, es decir, en su connotación económica y utilitaria;
b) Que no es tan amplia y genérica como la de grupos de interés en su
aceoción amplia...? c) Que el vocablo «presión»... es neutro en orden a
las motivaciones, lo que permite elaborar una serie de distinciones, propía-
(42) G. SARTORI, Gruppi di pressione, cit., págs. 14-15. H. D. LASSWELI, y A. KA- PI.AN, en Power and Soáety (Londres, 1951), pág. 40 y nota 12, distinguen entre grupos de interés, en sentido propio, y grupos de propaganda... (que pueden ser de una fe, dedicados al proselitismo: «faith groups», y grupos para el mantenimiento •cíe la moral: «loyalty groups»). Sobre la distinción entre grupos de interés y de pro- moción (promotioruü groups), vid. S. E. FlNER, Interest Groups, cit., en Interest Groups in Four Continents, cit., pág. 118, y Anonymous Rmpire, cit., págs. 3-4. G. SARTOKI adopta la clasificación de Finer. Cfr. en Gruppi di pressione, cit., pág. 20 y nota 21. H. ECKSTEIN acepta también, en parte, la clasificación de grupos de interés íen cuanto basados en características objetivas) y grupos de presión o> ideológicos (gru- pos de actitudes), en Pressure groups politics, cit., págs. 9-10. J. MEYNAUD, en su •obra, cit., distingue entre «organizaciones profesionales» y «grupos con vocación ideo- lógica» (págs. 14-21); acepta, en parte, la clasificación de ECKSTEIN, concretándola en ¡res categorías: i.° Les grupos de los negocios y de las Iglesias. 2.a^ Los grupos en •defensa de una categoría (basados en características objetivas); y 3.a^ Los grupos de promoción de una causa, en Nouveües études, cit., págs. 15-35 Y I36'i37- (43) Cfr. G. SARTORI, G'/uppi di pressione, cit., págs. 15-16. Sobre un estudio de los intereses y actitudes, en su acepción amplia, vid. R. M. MACIVER y C H. H. PAGE, Sociología (trad. de }. Cazorla) (Madrid, 1958), Cap. II. (44) Cit. por G. SARTORI, en Gruppi di pressione, cit., pág. 16, nota 13.
JUAN FERRANDO BADIA
mente, en términos motivacionales» (45), verbigracia, grupos de interés, en.
sentido propio, grupos de promoción o de propaganda, grupos de control...
Para G. Sartori, la expresión grupos de presión es lo suficientemente pre-
cisa como para saber qué grupos han de ser subsumidos en ella; «los que se
hallan en condición de ejercer presión en un sentido^1 bastante específico del
término» (46). Pero, ¿qué sentido tiene el término presión? Más adelante
responderemos a este interrogante.
Finer, en el capítulo I del Anonymous Em[ñre, cit., preguntándose ¿Qué
es el lobby'?, responde diciendo: es «el conjunto de organizaciones que se
ocupan, en cualquier momento, en influir sobre la política (policy) de los oí'
ganismos públicos en su propio interés; a diferencia de los partidos políti-
cos, nunca pretenden asumir el gobierno directo del país».
El autor rechaza, a su vez, las expresiones de grupos de presión y de in-
terés y elige el término lobby porque tiene la ventaja, según él, de ser im
común denominador neutral que abarca tanto a los grupos de interés como-
a los grupos de propaganda, etc. (47).
(45) Vid. G. SARTORI, Gruppi di pressione, cit., págs. 19-21 y nota 23. Sartoff añade a la clasificación bipartita de Finer en grupos de interés y de promoción (en op. cit., Cap. II) una tercera categoría, la de «Grupos de control», aceptando con ello la categoría de «control movements» de R. A. TusNER y L. H. KILLIAN, en- Collectíve Behaviour (Nueva Jersey, 1956), pág. 361. Los grupos de control apuntan. a la conquista dei Peder independientemente de cualquier programa político. Su e-i>- jetivo es dominar la sociedad. (46) G. SARTORI, Gruppi di pressione, cit., pág. 21. (47) Vid. S. E. FlNER, Anonymous Empire, cit., págs. 1-4. Finer rechaza las ex- presiones de grupc-s de presión y de grupos de interés y elige el término lobby, vi» niendo con ello a contribuir a aumentar la confusión reinante en el campo de la So- ciología política y de la Ciencia política, pues uno de los problemas con que se en- frentan el sociólogo de la política y el científico de la política es el de la imprecisión conceptual vigente en sus correspondientes disciplinas, en relación con fenómenos socio- políticos básicos, tales como poder, sociedad, grupos (y grupos de presión...), ideología* institución, etc., así como el de la inexistencia de una terminología unánimemente aceptada en orden a denotar fenómenos análogos, v. gr., grupos de presión. En su. lugar los autores se dejan llevar por el prurito de la originalidad, contribuyendo con ello «a aumentar la confusión semántica de la que sería deseable salir mediante la» aceptación de un vocabulario unificado», en J. MEYNAUD, Les groupes de jiression en. Grande-Bretagne, cit., en Revue Franjease, cit., pág. 468. Según Meynaud, «los tér- minos lobbying y lobbyist son de uso corriente en los Estados Unidos. Sirven, gene- ralmente, para designar un sector de la actividad de los grupos de presión: el sector de las intervenciones directas sobre los hombres públicos (parlamentarios, ministros- funcionarios, jueces) responsables de la decisión. Estas gestiones, frecuentemente rea' lizadas por técnicos especializados, representan un aspecto importante, y a veces ca- pital, de la presión: corresponden a la búsqueda y explotación de vías de «acceso»- Pero los grupos ejercen también otras gestiones con implicaciones políticas que 1«-
JUAN FERRANDO RADIA
importa si efectivo o meramente presunto, basta que se le crea)», tal y como
se indica en la definición ofrecida por Finer.
De la. definición de Finer del término presión quedan marginalizadas
aquellas presiones sin resultados, es decir, los esfuerzos o intentos realizados
para influir en les gobernantes para que adopten decisiones en pro de los
grupos en cuestión; también se excluyen de la noción de presión actos tales
como «el pedir» o «exponer un caso» {51). Lógicamente, también queda fuera
cíe la. categoría de grupos de presión, los grupos de lucha (struggle groups) y
3os grupos de conspiración {52), porque ambos recurren al uso de métodos
que 110 son de presión.
Tras la exposición del contenido de la definición de Finer, de presión, re-
sultará claro comprender por qué el autor rechaza la expresión grupos de pre-
sión y utiliza el término lobby. Dice t «La mayoría de los grupos se limitan,
simplemente, a pedir o exponer un caso; razonan y argumentan, pero no ame-
nazan..., incluso los grupos que recurren a la presión 110 lo hacen sino con-
tadas veces», y continúa exponiendo que, de los dos principales tipos de orga-
nizaciones privadas, «algunas existen, exclusivamente, para defender una cau-
(51) Cfr. S. E. FlNER: Aiionymous Empire, cit., cap. II. (52) Cerno dice MEYNAUD, «los especialistas anglosajones consideran, de buena gana» que los partidos y grupos de presión bastan para traducir las luchas alrededor del poder, los primeros intentan conquistarlo y los segundos influirle. Se trata de una posición probablemente realista para los países en los que existe un consentimiento general sobre el juego de las instituciones gubernamentales y en los que prevalece el deseo de legali- dad», pero, coaio también afirma MEYNAUD, esta presentación dualista no sirve para aquellos países en donde no existe un consensus fundamental para todos los sectores de la sociedad: es insuficiente para «abarcar la totalidad de las rivalidades y combates que se manifiestan en la esfera gubernamental» de países como Francia, Italia, etc. (en JJBS groupes cfa pression, cit., págs. 125-126). Dice SARTORI que los «grupos de lucha» son aquellos que «predican el uso de la violencia y que SK adiestran para la acción revolucionaria...: grupos que recurren precisamente a un método que no es presión» \en Gntppi di pressiane, cit., pág. 24). M. KAMÍREZ JIMÉNEZ,, en Los grupos de presión y su actuación en la -política (Escuela Social de Granada, 1965), pág. 12, dice: «El tér- mino grupo de conspiración lo empleamos para aludir a aquel residuo de la tipología de ios grupos en los que resulta nota característica la carencia de consensus fundamental. Cuando el grupo 110 ya sólo intenta presionar en favor de sus intereses... sino que en su visión de la realidad subyace la idea de destruirla, de romper con el orden establecido y no someterse a las reglas del juego político, la noción de grupo de presión resulta inservible.» LASSWELL y KAPLAN distinguen de entre los grupos infernos de poder (ÍK- iernal fiower groups) aquellos cuyo status y prácticas han sido formalmente sanciona- dos como fuerzas del régimen y los que no se hallan sancionado por fórmula política alguna; estos últimos pueden ser de dos clases, a saber: grupos de presión y los pnvette tmnies, es decir, los que recurren al uso de la violencia para afectar las decisiones de los poderes públicos (en Power and Society, cit., pág. 170).
LOS GRUPOS Dii PRESIÓN
sa..., y podemos afirmar que éstas, frecuentemente, tratan de ejercer "pre-
sión", Pero existe un gran número de organizaciones cuyo- único fin es velar
por el interés privado de sus miembros» y «sucede, a veces, que los intereses
de los miembros exigen que esas organizaciones se pongan en contacto con.
el Gobierno, e, incluso, algunas veces, ejercen presión sobre él; pero, única-
mente entonces, es cuando se convierten en "grupos de presión"». Estaríamos,
pues, en presencia de grupos de presión en potencia-.
Pero si Finer rechaza la expresión «grupos de presión» porque es «doblemen-
te equívoca» tampoco acepta la de «grupos de interés». Dices «así como el
término "grupos de presión" es demasiado amplio, el término' "grupos de in-
terés" es demasiado restringido», ya que deja fuera a los grupos de promo-
ción y propaganda que «no representan intereses», sino que ((representan una
causa y no- una pérdida o ganancia social o económica en la sociedad».
Finer elige el término lobhy, que abarcaría «ambas clases de organización,
desde el momento que engloba a lodos los grupos, pero únicamente en tanto
en cuánto tracen de influir en la política}}. Y afirma el autor en cuestión; «se
sabe que la mayoría de los grupos de interés únicamente actúan, como tales,
de una manera intermitente y que la mayor parte de su actividad es pri-
vada? y también se sabe que aun cuando traten de influir en el gobierno
1
, no
lo hacen, necesariamente, ejerciendo presión, así como tampoco se admite que
algunas organizaciones de promoción intentan continuamente ejercer presión.
El concepto del lobby se centra en una característica de la organización, que
aquí nos interesa; su intento- de influir en el gobierno» (53).
Como vemos, Finer distingue entre ejerecer influencia y ejercer presión; y,
a tenor del pensamiento del autor, podemos establecer la siguiente subclasiñ-
cación del lobby: grupos que defienden intereses materiales, organizaciones
calificadas de promoción {proniotional}, que se esfuerzan en promover la de-
fensa de una ideología o causa desinteresada —ambos tipos- de grupos pueden
ejercer influencia y pueden ejercer presión— y los grupos -de presión. Y limi-
tándonos al caso de los grupos de interés, se pueden distinguir, con Finer,
tres momentos en su actuar." a) Actividad privada -de los mismos y, en ese
caso, afirmamos nosotros, son simples elementos de la estructura social y
«meros supuestos del obrar político», según opinión de Jiménez de Parga (54},
son objeto de estadio sociólogo? b) Actividad de los citados grupos, tratan-
do de «influir en el gobierno», y c) «Ejerciendo presión». Estas dos últimas
formas de actividad caen bajo la jurisdicción, del sociólogo^1 de la política o del
(53) S. E, FINER: Anonymous Bmpire, cit., cap. I. (54) M. JIMÉNEZ DE PARGA, en Prólogo a la obra de J. B. DE CEIJS : Los grupos de •presión, cit., pág. 16.
II?
LOS GRUPOS DE PRESIÓN
expresión íobby se aplica también a los hombres o grupos que se dedican a
dicha actividad, y el verbo io lobby se emplea corrientemente para designar
las maniobras de los lobbyists (66). Tenernos, pues, tres palabras: a) Lobhy,
grupos que ejercen influencia sobre cualquier autoridad pública para pronio-
ver ios intereses o causas de sus miembros; b) lobbying, la actividad ejercida,
es decir, el lobby en cuanto está en actividad, o sea, «todo esfuerzo para in-
fluir sobre el Congreso respecto' de cualquier asunto...», por cualesquiera me-
dios, y c) lobbyists, «alguien que, pagado o por cualquier otra razón, procura
influir o evitar ¡a aprobación de determinada legislación por ei Congreso na-
Finer utiliza, a lo largo de su obra, Anonymous Empire, cit., el término
como equivalente de grupos que «tratan de influir en la política».
El uso del término lokby presenta dos inconvenientes; primero, resulta in-
traducibie a ninguna de las lenguas habladas en la sociedad española, y segun-
do, que viene a aumentar la confusión terminológica existente en esta mate-
ria, factor no muy favorable, por cierto, para el progreso de la Ciencia po-
Sería conveniente el uso de un término común para denotar el fenómeno
aocíopolítico que nos ocupa, pero a condición siempre que se explique, pre-
viamente» su contenido con absoluta precisión, y, desgraciadamente, la expre-
sión «grupos de presión» no es una categoría analítica perfectamente defi-
Ei uso de la expresión «grupos de presión», forjada o.en los Estados Uni>
dos, alrededor de 1925, quizás por algún periodista de Washington», se ha
generalizado con rapidez, aunque «algunos autores prefieren emplear los tér--
minos de interest gtoupti. En Francia, la fórmula «grupos de presión» ha ad-
quirido carta de naturaleza, pero, al igual que en los Estados Unidos, «con
un matiz peyorativo» (62}.
En España se observa el uso de una terminología común, aunque varía
según los autores, la actitud científica y moral ante tales fuerzas sociales or-
ganizadas (63).
(60) A. MÁTHIOT: Les "pressure groups", cit,, en Revue fmtvgaise de Science poli- Oque, cit., pág. 455. (61) Definiciones ofrecidas por el senador Cataway en su proyecto de ley presentado ai 70,^0 Congreso, cit., por M. FRAGA IKIBARNE: La Reforma del Congreso de los Estados Unidos (Madrid, 1951), págs. 367-368. {62} }. MEYNAUD: Les gróupes de pvession en Frunce, cit., pág. 11. (63) Vid., pr ejemplo, M. JIMÉNEZ DE PARGA, Prólogo a la obra de J. B. DE CELÍSÍ Los grupos de presión, cit., dice: «A nuestro entender, los grupos de presión son siem- pre factores desintegradores... Una democracia de grupos de presión es, seguramente,
n
JUAN FERRANDO BADIA
El uso engendra ley, y ia expresión «grupos de presión» ha adquirido ya
fuerza de ley; además, opinamos con J. Meynaud, que el empleo de otros
la menos orgánica, la peor articulada de las democracias..., conduce o a! caos o a U
monocracia de los grupos más poderosos. Nunca nos convenció la idea de un bien
común o un interés general que sea la simple suma aritmética de los bienes o de los-
intereses particulares... Nosotros venios el interés general más que una suma, en el
sentido apuntado, como una auténtica summa-, es decir, corno un compendio al que se
llega tras un proceso de selección o de integración» (pág. 18); y F. MURILLO FERROL, en
sus Estudios de Sociología Política (Madrid, 1963), págs. 343-345, dice: «El supuesto
clásico del funcionamiento de los grupos de presión consiste en imaginar unas instan-
cias de poder sobre las cuales inciden las presiones de los grupos, dificultando su marcha
desembarazada por el recto camino hacia el bien común y, en ocasiones, forzándolas a
tomar decisiones opuestas al bien común, pero favorables, en cambie, a los intereses
particulares y egoístas de los grupos. Desgraciadamente, este supuesto es demasiado'
simple y no resiste el más superficial análisis". Ni existen instancias puras de poder
poiítico, ni el bien común o interés público es algo que aparezca siempre con nitidez, ni,
en fin, les grupos son factores extrínsecos al proceso político que traten de influir en
él desde fuera... No hay por qué pensar siempre que la presión de los grupos ha de-
ejercerse desde fuera, sino que, con frecuencia, y de manera más sutil, los intereses
particulares afectados estarán presentes desde el comienzo en el núcleo mismo del pro
ceso de decisión. Lo cual significa que los grupos portadores de esos intereses no de-
bieran considerarse como una anomalía, sino aceptarlos como inc.irdinados normal-
mente en el proceso...» En otra parte, MURILLO FERROL explica la postura doctrinal
subyacente en el enfoque clásico y moderno, respectivamente, del estudio de- los
grupos de presión. Dice: «La visión pluralista de la vida política que admite como
fenómenos normales, no patológicos, los grupos de presión obedece, según creo, a dos
circunstancias, relacionadas entre sí, naturalmente. En primer lugar, a «na crisis del
viejo concepto de interés público o bien común, tal como fue elaborado por la teoría
del Estado liberal individualista, con su específico recelo formalista hacia teda suerte de
grupos que pudieran interponerse entre el individuo y el Estado, contaminando la-
asepsia de la voluntad general, nacional o popular, con intereses particulares. Esta crisis-
es una condición necesaria del fenómeno; sin un cierto grado de relativismo en la
concepción del fin a que ha de llegar el proceso decisorio, no cabe admitir con manse-
dumbre la coexistencia relativamente pacífica de grupos con intereses diversos y con.
frecuencia encontrados.»
«La segunda circunstancia es la que se viene llamando el "fin de las ideologías" o
el «apaciguamiento ideológico». Que, a su vez, es resultado de dos hechos; en pri-
mer lugar, la expansión tecnológica y el enriquecimiento de los países desarrolla-
dos ha dejado efectivamente atrás muchas de las reivindicaciones de programas poli'
ticos fabricados en períodos de menor riqueza o de más desigual distribución de la
existente. En segundo lugar, el progreso tecnológico ha id© situando cada vez más, en
primer plano, en un valor nuevo, el de la eficacia, que por su extraña técnica se re-
quiere hacer nacer desprovisto de una ganga que peyorativamente se denomina «ideo-
lógica» contraponiendo este concepto como algo vago y abstracto- a lo concreto y pro-
ductivo», en Prólogo al libro de. f, J, LlNZ y A. DE MIGUEL! Los empresarios ante el
Poder público (Madrid, 19-66), pág. XV.
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