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Tipo: Apuntes
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Jaime Espín
En este ensayo se presentan algunas características de una región del suroeste de Michoacán, conformada desde la perspectiva de la eco logía cultural por tres pisos ecológicos, continuos e integrados. La región así configurada sirve de marco contextual para estudiar y anali zar las relaciones y estructuras de poder.
pretensión de señalar los límites de una unidad ecológica, histórica y política. Se hace referencia a la morfología regional y se destaca el ca rácter condicionante del bosque sobre los otros elementos del sistema, en especial sobre el sistema hidrológico. La descripción no es sólo geo gráfica; va más alia de una presentación del escenario geográfico o del posibilismo ecológico. Pretende situar los problemas, descubrir actores y nexos, mostrar la interacción de los grupos humanos con el medio. Los grupos humanos al mismo tiempo que transforman y a veces violentan despiadadamente el medio, son a su vez condicionados por él. La perspectiva ecológica se fija en las múltiples relaciones que se generan en el acceso y manejo social de los recursos. Estos sirven de punto de partida para reconstruir las formas que los hombres, al acceder y aprovecharse de ellos, imprimen a su organización y a la estructura política. Ahora bien, la manera como los hombres explotan el medio para sobrevivir y reproducirse es el trabajo. De ahí que este ensayo subraye el criterio de la división social del trabajo como la matriz que
desde el trabajo campesino hasta el burocrático. El ensayo se detiene en la descripción de las adaptaciones y ajustes de campesinos y obreros más
estrechamente relacionados con la explotación de los recursos del campo, sin descuidar las múltiples e intrincadas relaciones con otros conjuntos socioculturales que directa o indirectamente también in te ract úan con el medio.
U N A REGION INTEGRADA POR TRES PISOS ECOLOGICOS
La región de Uruapan está situada al suroeste del Estado de Mi- choacán. Orográficamente la condicionan el núcleo neovolcánico que cubre en su totalidad uno de los pisos ecológicos -la Meseta Tarasca- y las depresiones de la misma, al noroccidente, al sur y al suroeste. Por éstas se vierte parte del caudal de lluvias que recibe gracias a la zona todavía boscosa. La depresión suroeste se pierde en la planicie de Tierra Caliente, y deposita el agua de estas tres vertientes en el río Grande o Te- palcatepec. El límite natural de la región es la Sierra de Coalcomán, prolon gación de la Sierra Madre Occidental, que divide esta área de la costa.
Comúnmente se conoce como la Meseta Tarasca, cuya altura osci la entre los 2 400 y los 1 70 0 metros; goza de un clima templado todo el año, a excepción de diciembre y enero, más bien fríos. El régimen de lluvias es cada vez más irregular debido a la desforestación creciente. Este fenómeno repercute en toda la región: buena parte del agua para riego se origina en la Meseta. El núcleo volcánico atraviesa todo el piso y sobre sus laderas y bocas crece el bosque de coniferas (pino, oyamel) y encinos. La superficie arbolada es mayor que la de pastos y cultivos, pero en la primera se muestran partes desforestadas, algunas reconver tidas a otro tipo de cultivos, debido a una agricultura errática y a una explotación irracional. La gran mole de volcanes deja, sin embargo, co
maíz. Existe una relación simbiótica entre el microclima generado por el bosque y los planes de cultivo. Hay además una zona intermedia: las la deras y derramaderos que antes servían para pasto de ganado vacuno y lanar y hoy se dedican al cultivo de maíz o al de trigo y avena. El bosque y la lluvia desempeñan una función primordial respecto a otros elem en
tando a causa de la desforestación. En Cherán se conduce también el agua potable desde los manantiales de dos cerros hasta las llaves públi cas del poblado. En el período de secas se raciona el suministro a de terminadas horas del día. No es del todo válido hablar de este piso ecológico en términos de la formación de una cuenca cerrada porque, dada la permeabilidad del suelo y el subsuelo, las aguas se filtran. Después de humedecer suficien temente las tierras, 110 dan lugar a corrientes permanentes. Los arroyos y barrancas sólo cobran vida en tiempo de lluvias; depositan sus aguas en los planes, y originan corrientes subterráneas de la zona de transi ción, que van a dar a la cuenca de Tierra Caliente. Esta simbiosis del sistema hidrológico natural entre la Meseta y los otros dos pisos ecoló gicos es complementada por las corrientes que se originan en la Sierra del Tigre, donde nace el río Tepalcatepec. Para quien está acostumbra do a las grandes y continuas cadenas de montañas con picos y elevacio nes de nieve perpetua, de cuyos deshielos nacen las corrientes con ti nuas de agua, abriéndose paso por la abrupta montaña, este sistema del núcleo volcánico no deja de ser a la vez contrastante y fascinante. La parte más elevada de la región es un tablero irregular con un sin número de volcanes, y la sierra se continúa por sus estribaciones, inte rrumpida por aisladas elevaciones, hasta perderse en la planicie de la cuenca. La Meseta y sus elevaciones estuvieron cubiertas casi en su to talidad de bosques. La acción del hombre a lo largo del tiempo ha trans formado el medio. Sin embargo, el bosque sigue cumpliendo su función primordial de hacer de "colch ón ” en el proceso de conservación de la humedad y de la filtración del agua. Este colchón permite conservar la capa vegetal por la que se filtra el agua. Al pasar ésta por la capa de humus, contribuye a la descomposición orgánica del suelo, y después va a depositarse en las capas calcáreas, desde donde se filtra hacia las estri baciones, dando origen a tres sistemas de irrigación que son aprove chados para los cultivos de riego de los pisos subsiguientes (cfr. Mapas de la Cuenca Hidrológica del río Tepalcatepec). Esto es posible porque el agua ya filtrada vuelve a aparecer en las estribaciones bajo forma de manantiales y pequeños torrentes que engrosan el caudal de las corrien tes continuas. El río Tarecuato -arranque del primer sistema hidrológico- nace de los escurrimientos de la sierra y, junto con los ríos el Chivo y el Grande, que nacen en la Sierra del Tigre, irriga la zona cañera de Los Reyes.
Estas corrientes se unen en la Ruana, al pie del Tancítaro, para formar el río Grande, afluente del Tepalcatepec. En la cabecera de la ciudad de Uruapan nace el río Cupatitzio -ori gen del segundo sistema-, en el que se forman corrientes naturales per manentes y temporales, como el río Conejos. Estas corrientes en su re corrido han acarreado gran cantidad de aluvión: crean grandes barran cas. El Cupatitzio es utilizado como atracción turística en el lugar donde nace; como riego, y como fuente de energía para las plantas hidroeléc tricas de Zumpimito, Cupatitzio y El Cobano. Finalmente, va a depo sitar su caudal en el Tepalcatepec. El último sistema hidrológico corresponde a las estribaciones sur- occidentales de la Meseta. Este sistema es alimentado tanto por los manantiales de San Angel Zurumucapio, de San Andrés Coru y deZira- cuaretiro, como por los derramamientos superficiales de las barrancas y arroyos de la zona cañera. El sistema se compone, a su vez, de tres sub sistemas formados por las corrientes de los ríos Acúmbaro, Tomendán y Casilda. De ésta se deriva la irrigación de las haciendas cañeras, hoy de la zona de abastecimiento del ingenio Lázaro Cárdenas en Taretan. Estos ríos van a aumentar el caudal del Tepalcatepec. Todo este conjunto hidrológico que se origina en las sierras de la Meseta y del Tigre deposita su caudal, después de beneficiar los cultivos de los tres tipos diferencialmente, en la gran cuenca del Tepalcatepec. Además de la integración de la región por la unidad hidrológica, se re quieren dos observaciones más. La primera tiene que ver con el uso di ferencial de los sistemas que componen el conjunto: en la Meseta el sistema da lugar a una especialización de cultivos cerealeros de hum e dad, especialmente maíz criollo; a la explotación forestal y al pastoreo cada vez menos extensivo. Los cambios en el uso de la tierra dependen no sólo de la presión demográfica de los pueblos serranos sino sobre todo de la demanda de recursos o de materia prima por parte de los otros pisos de la región. En este sentido, desde que se levantó la veda forestal en 1971, y con el auge de la explotación de productos comerciales en la zona de transición y de Tierra Caliente, la madera es el recurso más solicitado. La segunda observación se refiere a la relación de los mantos freáticos con el área boscosa. Un desequilibrio en ésta da pie a desequi librios en el conjunto hidrológico: todo lo que suceda con el bosque compromete el sistema hidrológico, originando otros cambios en toda la región. Así, por ejemplo, la cfesforestación en la Meseta por la explota
tiempo, adquiriendo formas específicas en cada época. No se puede ha blar, sin embargo, de una relación del indígena con un centro ladino- mestizo, en este caso de la relación de la Meseta con la ciudad de Urua- pan, o con cualquier otro centro urbano inter-regional. Uruapan fue fundado de suerte que el núcleo español o criollo estuviera rodeado de una población indígena, asentada en nueve barrios. Esta misma forma adquirieron otros centros urbanos en la misma Meseta, originados por la penetración temprana o tardía de pequeños núcleos de población crio lla o mestiza que se asentó en lo que hoy son las cabeceras municipales. Como quiera que haya sido el origen del mestizaje en la región, el proceso ha de ser visto en el marco de la división del trabajo. Las comu nidades que mantienen ciertos rasgos de la cultura tarasca muestran una mayor especialización en el trabajo de la madera; sin embargo, éste tiende a perderse en la medida en que penetran los aserraderos de cajas de empaque y un sistema más vasto de mercado de bienes de consumo que impone a sus productos precios cada vez más pesados para la escasa economía de los campesinos y artesanos en general. El núcleo de población mestiza se ha convertido en grupo de control económico, sobre todo de la explotación de la madera; es el que articula las subre- giones o zonas de la Meseta con el resto de la región y con la nación. La migración intermitente o permanente hacia otros polos de desa rrollo del país, y principalmente hacia Estados Unidos, tiene relación con la escasez de tierras, con los conflictos entre formas diversas de tenencia de la tierra, y con el minifundismo que predomina sobre todo en la forma comunal de tenencia. La educación indígena, junto con el establecimiento de escuelas secundarias técnicas, que promueven a la población estudiantil, han tenido como efecto incorporar a los profesionales a la vida nacional, alejándoles de su propio medio y cultura. Un examen mas atento de las políticas de desarrollo para integrar al indígena a la vida nacional revelaría que la integración es una rea lidad correlacionada con la descomposición de la cultura tarasca.
Está comprendido en el área circundante de Uruapan. En esta zona de tierra templada los cultivos predominantes son el aguacate y la caña de azúcar. Es una zona de clima cordial, cubierta de pinos, encinos, aca-
(‘ias y guayaba silvestre, pero igualmente amenazada por la desforesta ción. Las condiciones del suelo son óptimas para el bosque. Los asentamientos urbanos más importantes son Uruapan y Tare- tan. Lo mismo que en toda la región, la propiedad de la zona de transi ción se divide en particular y ejidal o comunal. A diferencia de la tierra fría, gran parte de las tierras cultivadas tienen irrigación. La mitad de las tierras irrigadas son de propietarios privados: 301 unidades de produc ción de más de cinco hectáreas, la mayoría dedicados al cultivo del agua cate, y 446 unidades con superficies menores de cinco hectáreas, en las que se hallan los viveros. Los ejidos y comunidades agrarias, por su parte, poseen la otra mitad de las tierras de riego, divididas entre 27 unidades con una densa población. Pero lo más importante es que éstas dedican la mayor parte de las tierras irrigadas al cultivo de caña. La zona de abastecimiento de caña del Ingenio Lázaro Cárdenas, en Taretan, abarca además de los ranchos pertenecientes al municipio de ese nombre, a los de Mesa de Cáceres, Caracha, Zirimícuaro deZiracua- retiro y el mismo Ziracuaretiro, Iberia y Tepenahua, del municipio de Nuevo Urecho; San Francisco el Sabino y San Marcos, del m u n i cipio de Uruapan. Taretan fue un centro comercial importante hasta finales del siglo pasado. El eje que unía a los tres pisos pasaba por allí antes de ir a dar a Tierra Caliente. De hecho, el ferrocarril nacional que une a la región con el centro de México pasa por esta subregión. Antes de la reforma agraria servía sobre todo para el transporte de piloncillo y aguardiente provenientes de las haciendas: había unas diez que se dedicaban a la agricultura, la ganadería y la producción de piloncillo. Con la reforma agraria, las haciendas se convirtieron en ejidos y quedaron como peque ña propiedad los cascos de las mismas. Han ido reconstituyéndose mediante compra y renta de tierras ejidales. La agroindustria azucarera vincula a la subregión con el Estado a través de la Comisión Nacional de Productores de Azúcar. Pero también la articula con la región: parte de la producción de caña se vende a la industria licorera de Uruapan. Sobre todo, representa un grado más de complejidad en la división del trabajo regional. Desde este punto de vista, los campesinos están vinculados estre chamente a la producción de azúcar, al proveer de caña al ingenio de enero a mayo, siendo marzo y abril los meses de trabajo más interlsos. En
de riego hubo un aumento en la producción: se operó una reorientación de la ganadería, de extensiva a intensiva. La diferenciación social que este tipo de agricultura comercial ha generado en la zona plantea dos cuestiones: la primera se refiere al desa rrollo propiamente tal de esta parte de la cuenca y a las formas políticas locales que este tipo de desarrollo generan; la segunda cuestión se rela ciona con los centros urbanos de crecimiento: Uruapan y Apatzingán pueden ser considerados como dos centros rectores de poder eco n ó m i co y político, cada uno con sus respectivas áreas de influencia. Para entender mejor esta integración regional es necesario seña lar una condición más: el sistema de comunicaciones (carreteras y fe rrocarril) realizado por el gobierno central a partir de la reforma agraria. La región está intercomunicada a través de una carretera troncal que une los asentamientos de los tres pisos ecológicos desde la Meseta hasta Tierra Caliente y la Costa. En un par de horas en coche se cambia de los 2 300 metros hasta 1 700 y 900 metros de la tierra templada pasando por Uruapan, y a 600 metros en Tierra Caliente. Este eje principal que une a los tres nichos tiene ramificaciones o carreteras de terracería que com u nican los poblados de las tres zonas; se prolonga por La Cañada hasta Za mora y Zacapu, mientras otra carretera que sale de Uruapan por la ver tiente sur del núcleo volcánico une la región con la zona lacustre de Pátzcuaro y con Morelia. Otra carretera de terracería une la zona templada de la vertiente norte del núcleo volcánico con Zamora, desde Uruapan, Peribán y Los Reyes. He de añadir una carretera más -quizá la más antigua de la región, que ha sido desplazada por el eje principal-: la de Taretan, que va a dar a La Parota y Gabriel Zamora en Tierra Caliente. Además, una línea de ferrocarril une a Apatzingán, Uruapan, la zona de Taretan y la región lacustre con el resto del país.
La región es concebida como el espacio temporal donde han reper cutido los grandes acontecimientos de la vida nacional. D e éstos el que más interesa se refiere al impacto de la revolución en la estructura agra ria. La revolución, en cuanto a la aplicación de los postulados agrarios, llega bastante tarde a la región y en un contexto de crisis regional gene
ralizada. No sólo crisis generada por el pillaje de Inés Chávez y por la cristiada, sino también por el casi total abandono de estas zonas por parte del gobierno central. El impacto de la revolución es diferencial en los tres pisos, pero la organización política para implementar la reforma agraria sigue pautas comunes y homogéneas. He aquí las diferencias: en la Meseta Tarasca no había haciendas; pero los recursos, tierras de cultivo y bosques, esta ban en manos de propietarios particulares o comerciantes de las mismas comunidades, de las cabeceras municipales de la zona y de Uruapan. El bosque era explotado por contratistas de fuera para extraer madera. Como consecuencia de las Leyes de Desamortización la propiedad c o m u nal estaba fragmentada y privatizada tanto por los mismos comuneros como por agentes externos a la comunidad. El objetivo principal de la reforma agraria en la Meseta fue la reconstitución de la comunidad agraria, objetivo que es extensivo para las comunidades indígenas que fueron después integradas a la zona de transición. En los otros dos pisos ecológicos el objetivo de la reforma agraria fue la disolución del sistema hacendario y la creación de los ejidos, respetando la inafectabilidad de la propiedad particular. En cuanto a la lucha agraria, considerada como la organización política para llevar a cabo los postulados revolucionarios en el campo y como matriz que generó un grupo político extenso de agraristas, la etapa más interesante está ligada a la figura de Lázaro Cárdenas. Como gober nador primero y como presidente de la República después, luchó por entregar la tierra a quien la trabajaba a través de núcleos zonales de líde res campesinos que descubrió, formó y favoreció sobre la marcha. En las zonas donde predominó el sistema hacendario surgieron líderes caris- máticos como Gabriel Zamora en Tierra Caliente y Emigdio Ruiz en la zona cañera de Taretan. Estos tuvieron mayor influencia personal en sus zonas; pero a nivel regional el grupo de líderes fue la plataforma polí tica más fuerte para canalizar la reforma agraria. Cada uno escogía a di rigentes locales encargados de formar los sindicatos y los primeros comités agrarios. Como en la Meseta no había hacendados, no se forma ron sindicatos; más bien se aplicó la ley de aparcería para regular las relaciones entre supuestos dueños de las tierras de cultivo y los medie- ros; posteriormente, los comités agrarios expropiaron las tierras y se las repartieron, con el compromiso de indemnizar a sus dueños, promesa que en muchas comunidades no se cumplió.
LA REGION Y LA CRECIENTE COMPLEJIDAD DE LA DIVISIO N DEL TRABAJO