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La invención del mexicano: del salvaje al hombre civilizado - Prof. Morales, Resúmenes de Pedagogía

El documento analiza la evolución del concepto de lo mexicano a lo largo del siglo xix, cuando méxico buscaba consolidar una identidad propia tras su independencia de españa. Se explora cómo el retrato y la representación de tipos, arquetipos y personajes populares de la nueva nación fueron fundamentales en este proceso de construcción de la identidad nacional mexicana. El texto aborda cómo intelectuales y artistas, tanto conservadores como liberales, contribuyeron a forjar una conciencia nacionalista a través de la escritura de historias patrias y la plasmación de visiones diversas sobre méxico y los mexicanos en manifestaciones artísticas fuera del ámbito académico oficial. En un momento en que la nación recién independizada debía aglutinar a una población heterogénea en torno a ideales comunes para sobrevivir, este documento ofrece una perspectiva valiosa sobre los orígenes de la identidad mexicana.

Tipo: Resúmenes

2021/2022

Subido el 17/02/2024

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Barajas Rafael, (2002) “Retrato de
un siglo ¿Cómo ser mexicano en el
siglo XIX? en Florescano Enrique,
Espejo mexicano, México, Ed. Era,
br, pp.116-131
Retrato de un siglo.
¿Cómo ser mexicano en el XIX?
A Antonio Santamaria
Ah! ah! Monsieur est Persan? c'est une chose bien extraordinaire!
Comment peut-on etre persan?
MONTESQIEU
INTRODUCCIÓN
En las famosas Cartas persas de Montesquieu publicadas en 1721, un árabe cuenta de
la conmoción que su persona causa en Paris: Cosa admirable! Veía mis retratos por
doquier". Y cuando un grupo se entera de que él es persa, se escucha un murmullo: "¡Ahí
¡ah! ¿el señor es persa? ¡Esto es cosa bien extraordinaria! ¿mo puede uno ser
persa?"1
¿Qué hay que hacer para ser persa? ¿Por qué es extraordinario ser persa? ¿Por qué se
le retrata tanto? Estas preguntas no tienen nada de Cándido. Toda nacionalidad es un
misterio, toda colectividad está llena de enigmas. Los filósofos de la Ilustración, como
Montesquieu, encuentran en la falsa ingenuidad, la ironía y la sátira formas de cuestionar
a los reyes, a la religión, a los regímenes monárquicos.
El pensamiento de la Ilustración es una de las raíces de la revolución burguesa, una
revolución social y política radical que destruye al sistema monárquico y está en el origen
de muchas repúblicas.
Las bases del Estado-nación que hoy conocemos como República Mexicana se
plantean a fines del siglo XVII y se consolidan a lo largo del siguiente siglo. Durante este
proceso surgen y adquieren sentido vocablos como el gentilicio de mexicano,
construcciones ideológicas como la del nacionalismo mexicano y el concepto mismo de lo
mexicano. Sin embargo, la aparición de esta nueva colectividad está llena de enigmas y
1 Ch. de S., barón de Montesq uieu, "Lettre xxx", L ettres Pe rsanes, en Lagarde y Michard, Collection littéraire, vol. xvm, Paris, 1964, p. 83. Traducción del
autor.
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116

Barajas Rafael, (2002) “Retrato de un siglo ¿Cómo ser mexicano en el siglo XIX? en Florescano Enrique, Espejo mexicano, México, Ed. Era, br, pp.116-

Retrato de un siglo.

¿Cómo ser mexicano en el XIX?

A Antonio Santamaria

Ah! ah! Monsieur est Persan? c'est une chose bien extraordinaire! Comment peut-on etre persan?

MONTESQIEU

I NTRODUCCIÓN

En las famosas Cartas persas de Montesquieu publicadas en 1721, un árabe cuenta de la conmoción que su persona causa en Paris: "¡Cosa admirable! Veía mis retratos por doquier". Y cuando un grupo se entera de que él es persa, se escucha un murmullo: "¡Ahí ¡ah! ¿el señor es persa? ¡Esto es cosa bien extraordinaria! ¿Cómo puede uno ser persa?"^1 ¿Qué hay que hacer para ser persa? ¿Por qué es extraordinario ser persa? ¿Por qué se le retrata tanto? Estas preguntas no tienen nada de Cándido. Toda nacionalidad es un misterio, toda colectividad está llena de enigmas. Los filósofos de la Ilustración, como Montesquieu, encuentran en la falsa ingenuidad, la ironía y la sátira formas de cuestionar a los reyes, a la religión, a los regímenes monárquicos. El pensamiento de la Ilustración es una de las raíces de la revolución burguesa, una revolución social y política radical que destruye al sistema monárquico y está en el origen de muchas repúblicas. Las bases del Estado-nación que hoy conocemos como República Mexicana se plantean a fines del siglo XVII y se consolidan a lo largo del siguiente siglo. Durante este proceso surgen y adquieren sentido vocablos como el gentilicio de mexicano, construcciones ideológicas como la del nacionalismo mexicano y el concepto mismo de lo mexicano. Sin embargo, la aparición de esta nueva colectividad está llena de enigmas y

(^1) Ch. de S., barón de Montesquieu, "Lettre xxx", Lettres Persanes, en Lagarde y Michard, Collection littéraire, vol. xvm, Paris, 1964, p. 83. Traducción del autor.

misterios: ¿Cómo puede uno ser mexicano?, ¿Qué se necesita para ser mexicano?, ¿Cómo es un mexicano?.. Y es entonces cuando el mexicano comienza a ser retratado.

En el siglo XIX, periodo en que México busca consolidar una identidad propia, florece el género del retrato y varios artistas se esmeran en representar rostros, tipos, arquetipos y personajes populares de la nueva nación, es decir, a los mexicanos.

A través de los retratos del siglo XIX podemos ver cómo nace, se consolida y evoluciona el concepto y la imagen de lo mexicano y los mexicanos. Ésta es una historia cuyo origen se remonta a finales del siglo XVIII.

L A INVENCIÓN DEL MEXICANO: DEL SALVAJE AL HOMBRE CIVILIZADO

El concepto que hoy tenemos de lo mexicano es relativamente reciente y fue vislumbrado por vez primera a fines del siglo XVI por ciudadanos de una entidad que ya no existe: el virreinato de la Nueva España —aunque la República Mexicana tiene su origen en esta colonia española, es necesario tener siempre presente que México y la Nueva España son entidades diferentes desde el punto de vista económico, político, cultural, social e incluso geográfico.

Desde que se consuma la Conquista hasta la primera década del siglo XIX, los ciudadanos novohispanos viven en una sociedad

Rígida y estable donde la autoridad de la corona y el régimen de castas establecen la forma esencial de identificación de las colectividades. Los americanos avecindados en la Nueva España son indios, mestizos, castas o criollos antes que novohispanos, y lo que los unifica es que todos son súbditos del rey de España. Estos grupos son esencia de las diversas identidades de lo mexicano, pero en ellos no existe conciencia de ello. Sin embargo, los enormes privilegios que tienen los peninsulares en su colonia hacen inevitable que los nacidos de América pronto adquieran conciencia de que ellos no son españoles, sino algo diferente, singular.

Octavio Paz escribe que "la conciencia de la singularidad novohispana aparece temprano, al otro día de la conquista";^2 la investigadora Silvia Vargas precisa que "los elementos de esta singularidad se formarán poco a poco, a través de tres largos siglos de vida colonial".^3 El proceso es lento, pero acaba dando frutos. La conciencia de la singularidad novohispana evoluciona lenta pero inexorablemente en una conciencia mexicana.

En la segunda mitad del siglo XVIII, el rey Carlos III expulsa de la Nueva España a la Compañía de Jesús. Muchos de los jesuitas que se exilian en Europa, como Francisco Javier Alegre, Francisco Javier Clavijero, Rafael Landívar o Juan Luis Maneiro, se enfren- tan al hecho de que, a pesar de ser súbditos del rey de España, no se sienten del todo españoles y, como suele ocurrir con los exiliados, padecen una intensa nostalgia por su tierra. El ensayista español Miguel Batllori explica que "aquellos españoles americanos no

(^2) Octavio Paz, "Entre orfandad y legitimidad", prefacio a Jacques Lafaye, Quet- zalcóatl y Guadalupe, la formación de la conciencia nacional en México, Fondo de Cultura Económica, México, 1977, p. 15. (^3) Silvia Vargas Alquecira, La singularidad novohispana en los jesuítas del siglo xviii, UNAM , México, 1989, p. 16.

del salvaje, habituado a padecer sin quejarse, se acostumbra á toda clase de privaciones, y muestra suma indiferencia al dolor [...] Casi todos andaban desnudos aún en las regiones frías, ignoran la labranza y viven de la caza [...]

Todos los americanos idólatras son polígamos, muy propensos a la embriaguez con cualquiera clase de bebidas espirituosas.^9

A lo que Clavijero responde:

Lo que yo diré va fundado sobre un serio y prolijo estudio de su historia, y sobre el íntimo trato de los mexicanos por muchos años [...] Sus almas son en lo radical como las de los demás hombres, y están dotados de las mismas facultades. Jamás han hecho menor honor a su razón los europeos que cuando dudaron de la racionalidad de los americanos.^10

Para ilustrar su Historia, Clavijero hace grabar 20 láminas que buscan recrear ritos, escenas, costumbres, personajes y objetos prehispánicos. El autor explica que "los caracteres mexicanos y las figuras de ciudades, de los reyes, armas, vestidos y escudos [...] están sacadas de varias pinturas mexicanas [...] Todas las otras figuras están dibujadas conforme a lo que hemos visto con nuestros ojos y a lo que refieren los historiadores antiguos".^11 Estas estampas están documentadas y buscan retratar con precisión la sofisticación y los logros culturales de los antiguos mexicanos, pero a pesar de las instrucciones de Clavijero, el dibujante visualiza a los antiguos mexicanos a partir de los antiguos europeos. Por ejemplo, en la estampa titulada Sacrificio gladiatorio, dos indios vestidos con taparrabos y armados con escudos de cuero y hachas de pedernal combaten sobre una piedra ritual. Sin embargo, además de que dicho combate tiene lugar en una ciudad de anchas avenidas bordeadas por palacios de dos pisos coronados por almenas, los gladiadores y su público tienen rasgos europeos. A pesar de las instrucciones del jesuita, el dibujante no pinta mexicanos, sino romanos con costumbres exóticas (figura 2). El que se pinte al mexicano a partir del hombre europeo tal vez obedezca a la voluntad del escritor y el artista por convencer a sus lectores de que estos indios no son seres bárbaros, sino hombres civilizados.

Como bien señala el historiador Jorge Gómez Izquierdo, "Clavijero asume su tarea como un intento patriótico de restituir a su esplendor la verdad sobre la historia del México antiguo, enfrentando los agravios y mentiras difundidos por autores extranjeros".^12 Con su visión antropológica y humanista, el religioso exiliado y su ilustrador retratan a los indios de México como los representantes de una civilización digna de encomio. Clavijero, como criollo, busca que los valores de lo indio sean reconocidos por Occidente, y al hacer esto aboga "por el mestizaje entre españoles e indígenas como medio de lograr la fusión no sólo física sino espiritual de ambas razas y de forjar una sola nación".^13 El jesuita intenta fundar en lo indio las bases de la mexicanidad.

(^9) Georges Buffon, Museo Pintoresco de Historia Natural, torno i, Zoología, Imprenta de Gaspar Roig Editores, Madrid, 1852, pp. 90,115 y 116. ,0 (^) Clavijero, Historia antigua.. ., p, 45. " ibidern, p. xxiii. (^12) Jorge Gómez Izquierdo, El nacionalismo en México durante los años del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940), tesis de doctorado, Freie Universität, Berlín, 1998, p. 50. (^13) Gabriel Méndez Planearte, Humanistas del siglo xvm, Biblioteca del Estudiante Universitario, núm. 24, UNAM , México, 1941, p. xi.

Las enseñanzas de Clavijero pronto toman cuerpo en la acción política del cura Miguel Hidalgo y Costilla, quien al parecer fue su discípulo en el Colegio de Valladolid.^14 Así, los planteamientos del jesuita no sólo están en la base de construcción de una ideología nacionalista mexicana, sino también en el origen de la Independencia.

Figura 2. Sacrificio Gladiatorio

INDIOS NEOCLÁSICOS

La Real Academia de San Carlos de la Nueva España es inaugurada en 1785 por orden del rey Carlos III con el fin de impulsar las bellas artes. El barón Alexander von Humboldt visita el lugar en 1803 y queda maravillado tanto por la gratuidad de la enseñanza como por el hecho de que allí "se ve al indio o mestizo al lado del blanco, el hijo del pobre artesano entrando en concurrencia con los de los principales señores del país".^15 La primera gran academia de arte de América se funda en pleno auge del neoclásico y con- tribuye a difundir sus principios: racionalismo, perfección formal y fidelidad a los modelos clásicos de la antigüedad grecorromana.

La Academia contrata en España a ciertos jóvenes talentosos para que dirijan las áreas de pintura, escultura, arquitectura y grabado. Es así como llegan a la ciudad de México el genial escultor y arquitecto Manuel Tolsá y el pintor Rafael Ximeno y Planes. En 1813, en las postrimerías del régimen colonial, Ximeno y Planes pinta en el plafón de la bóveda de la capilla del Palacio de Minería un cuadro con tema netamente popular: El milagro del

,4 (^) Mariano Cuevas dice: "en Valladolid tuvo entre sus discípulos al jovencito Miguel Hidalgo y Costilla, como este mismo lo dejó anotado". Prólogo a Clavijero, Historia antigua..., p. xi. (^15) Alexander von Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, Porrúa, México, 1966, p. 39.

El tema de estas dos piezas es el fervor religioso de los indios, pero el contexto en que fueron realizadas está lleno de implicaciones ideológicas y políticas que tienen su origen en las reformas borbónicas. Bajo el impulso de la Ilustración, en la segunda mitad del siglo XVIII la monarquía española busca llevar su imperio hacia la modernidad, por lo que impulsa una serie de reformas económicas, institucionales, estéticas y hasta religiosas.

Figura 4. La sublevación de los indios del Cardonal

El sociólogo Serge Gruzinski refiere que en 1771 el IV Concilio Mexicano elabora un catecismo que ataca ciertas manifestaciones religiosas y culturales de los indios: "la religiosidad indígena y, de manera general, la popular, se vuelve así blanco constante de ataques".^18 Autoridades religiosas y civiles denuncian y ridiculizan prácticas religiosas de los indios e incluso atacan iconos religiosos populares. Las comunidades indígenas rechazan y se rebelan contra estas imposiciones que atentan contra su autonomía. Asimismo, en 1794, en Madrid, Juan Bautista Muñoz, encargado del rey para escribir la historia de las posesiones americanas, ataca el culto de la Virgen de Guadalupe, y la Academia de Historia de Madrid considera fabulosa esta tradición vulgar. Las reformas de la Ilustración desatan una guerra de imágenes en la que el pueblo defiende su fe, sus creencias e ídolos. Las autoridades novohispanas acaban perdiendo este conflicto.

Las pinturas de Ximeno y Planes, entonces director de San Carlos, legitiman la fe guadalupana y justifican las protestas indígenas. Curiosamente, estas piezas fueron terminadas en 1813, en plena guerra insurgente, sólo tres años después de que Hidalgo sublevara a los indios enarbolando el estandarte guadalupano.

Ximeno retrata a los americanos como buenos católicos y dignos hijos de Dios, pero el fervor católico de estos indios se manifiesta alrededor de imágenes netamente americanas: un Cristo de caña y la Virgen Morena, símbolo de identidad novohispana. El que un alto miembro de la Academia haya abordado estos temas prueba que en las

primeras décadas del siglo XIX los elementos de la singularidad novohispana están tan claramente definidos que dan origen a una nueva singularidad: la mexicana.

LA INVENCIÓN DE M ÉXICO

Entre 1810 y 1824 el reino de la Nueva España vive una guerra de independencia, se separa de la madre patria y se transforma en la República Mexicana. A partir de que Hidalgo grita en Dolores: "¡Viva Nuestra Señora de Guadalupe y mueran los gachupines!", en un sector importante de la población se cristalizan, consolidan y agudizan el regionalismo americano y los sentimientos antiespañoles. Asimismo, a lo largo de la guerra de independencia, en los insurgentes se perfilan poco a poco los sentimientos nacionalistas.

En 1810 los rebeldes no se sienten aún mexicanos, pues su lucha no está vinculada a reivindicaciones estrictamente nacionales. Algunos historiadores afirman que "el movimiento de independencia de la América española, cuya ofensiva fundamental se desarrolla entre 1802 y 1824, tuvo las características de una revolución internacionalista [y] nuestra emancipación nacional se produce en el marco de un ascenso mundial de la llamada revolución burguesa"(figura ). 19

La conciencia nacional mexicana no es un sentimiento innato en los padres de la patria: Hidalgo proclama al rey de España; en sus Elementos de nuestra Constitución, de 1812, Ignacio López Rayón reconoce a Fernando VII; además, el primer periódico insurgente se titula El Despertador Americano y se dirige a sus compatriotas diciéndoles americanos.

El término mexicano se introduce lentamente en el vocabulario insurgente. En su discurso ante el Congreso de Chilpancingo de septiembre de 1813, el general José María Morelos y Pavón habla de "restablecer el imperio mexicano",^20 pero en su texto Sentimientos de la nación, el Generalísimo habla de América y de los americanos.^21 Además, los sellos y escudos oficiales utilizados por sus tropas entre 1811 y 1815 dicen Suprema junta Nacional Americana e incluso la Constitución de Apatzingán, Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, está dirigida a los americanos y no a los mexicanos. Esto significa que el Siervo de la nación se siente esencialmente americano y tiene un concepto aún vago e impreciso de lo que significa ser mexicano. Esto se refleja claramente en un retrato de Morelos que un indio oaxaqueño pinta en 1812 (figura 5).

En este retrato vemos al caudillo con la piel muy morena, en su rostro se aprecian rasgos de indio, mulato y mestizo. Dicho retrato fue pintado el mismo año en que Morelos declara abolida "la hermosísima jerigonza de calidades (iridios, mulatos y mestizos) nombrándolos a todos generalmente americanos".^22 El Generalísimo está retratado con su uniforme militar de gala, sombrero bicornio bajo el brazo y empuñando un bastón de mando; en la parte inferior del cuadro, un texto establece claramente que el caudillo es "Capitán General de los Ejércitos de América, Vocal de su Suprema Junta y Conquistador del Rumbo del Sur". El término mexicano no se menciona, pero en el cuadro aparecen símbolos que hoy son considerados esencia de lo mexicano: la efigie está encerrada en

(^19) Martín Reyes Vayssade, "La brasa y la ceniza", Nexos 105, septiembre de 1986, p, 29. 2120 Enrique Florescano,^ La bandera mexicana,^ Taurus, México, 1999, p. 122. José María Morelos y Pavón, "Sentimientos de la nación, manuscrito de 1813", reproducido en Autógrafos de Morelos, Imprenta de la Secretaría de Go- bernación, 1918, edición facsimilar de la Secretaría de Gobernación, México, 1994,s.p. (^22) Citado en Enrique Krauze, Siglo de caudillos. Biografía política de México (1810- 1910), Tusquets Editores, México, 1994, p. 78.

Iturbide, y si bien estos iconos contienen elementos de identificación colectiva, están muy lejos de definir una conciencia nacional.

Figura 6. Inicio de independencia

El gentilicio de mexicano deja de ser una mera construcción ideológica al término de la guerra de independencia, cuando Iturbide proclama el Imperio mexicano. A partir de 1821, el término mexicano se usa para nombrar al habitante de ese país llamado México. Sin embargo, en ese momento México es un país recién inventado, diverso, fraccionado por la geografía... y por los mexicanos. Al triunfo de la guerra insurgente la nación sólo se congrega alrededor de ciertos símbolos. Fuera de un estandarte, un escudo y una bandera ¿qué congrega a sus Ciudadanos? ¿Qué significa ser mexicano al triunfo de la guerra de independencia?

Figura 7. Estandarte de la Virgen de Guadalupe

LA INVENCIÓN DE LA CONCIENCIA NACIONAL

En su ensayo sobre cultura latinoamericana titulado Aires de familia, Carlos Monsiváis asienta que "al fragor de las guerras de veracruz

erras de independencia, aparecen o se promueven las nuevas identidades (lo peruano, lo boliviano, lo argentino, lo paraguayo, lo guatemalteco, lo mexicano), a las que urge colmar de referencias y significados".^24

Para los primeros gobiernos del México independiente los vacíos históricos y culturales de México y la falta de referencias y significados de lo mexicano no son una mera cuestión de identidad, sino un problema muy severo de seguridad nacional. Para defenderse de la voracidad de las naciones imperiales —que en el siglo XIX están ávidas de territorios que colonizar— los gobiernos de México necesitan lograr un alto grado de cohesión interna, cosa que sólo se puede lograr si la mayoría de la población está convencida de compartir un origen, una historia y un destino común, diferente al de las demás naciones. Específicamente, a México le urge forjar una conciencia nacionalista para sobrevivir a un vecino poderoso y en plena expansión: Estados Unidos.

La tarea no es sencilla, ya que cuando Iturbide proclama el Imperio mexicano hay muchos Méxicos y diversas identidades de lo mexicano. A lo largo y ancho del territorio existen múltiples tradiciones culturales —regionales y locales— ricas en referencias y significados y, si bien cada una de éstas tiene personalidad inconfundible, es evidente que la suma de estos tesoros culturales no da como resultado una identidad nacional única.

En las primeras décadas de vida del México independiente el ser mexicano no significa lo mismo para un aristócrata de la ciudad de México que para un indio de la Sierra Gorda o para un texano. Además, en 1821, la nueva nación está aún dividida en castas y la estructura mental y social de sus habitantes es, todavía en esencia, la misma de la Nueva España. 25 Incluso en 1850 el viajero alemán Cari Christian Sartorius asienta que "en todos los asuntos oficiales y estadísticas encontramos la división: blancos, indios y castas". 26 No es fácil conservar la unidad de un país en el que coexisten grupos con culturas, características, intereses, orígenes, aspiraciones, referencias y proyectos de futuro tan distintos y, a veces, tan opuestos entre sí.

La historia del siglo XIX mexicano está marcada por revueltas, asonadas y rebeliones. Para los sucesivos gobiernos mexicanos, la falta de cohesión nacional es un problema grave que da pie a diversos desgarramientos sociales y territoriales, a un sinnúmero de intervenciones —en particular norteamericanas—^27 y a dos invasiones extranjeras. Para sobrevivir como nación, México necesita aglutinar a la población en torno a ideales comunes, hacer un todo coherente de ese enjambre social; es por eso que "en el siglo XIX mexicano, los nacionales salen en busca de una nación"...^2818 especialmente los que aspiran a gobernarla.

(^18 25) Al respecto, véase Michael P. Costeloe, La primera república federal de México (1824-1835), Fondo de Cultura Económica, México, 1996. 2fl (^) Cari Christian Sartorius, México y los mexicanos, versión, selección y notas de Marita Martínez del Río de Redo, San Ángel Ediciones, México, 1975, p.

(^27) Al respecto, véase Gastón García Cantú, Las invasiones norteamericanas en México, Era, serie popular Era, México, 1971. 1H (^) Carlos Monsiváis, Las herencias ocultas. Del pensamiento liberal del siglo xix, Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América, México, 2000, p.

  1. 2V^ Carlos Monsiváis, Las herencias ocultas..., p. 27. (^30) Ibidem. (^31) Guillermo Prieto, citado en Carlos Monsiváis, Las herencias ocultas..., p. 27.

de ciertas manifestaciones artísticas... sin embargo, dista mucho de abarcar toda la cultura de la nación. Al margen del proyecto liberal, a veces influido por él, a veces opuesto a él, pero con frecuencia lejos de toda esfera de influencia, se dan toda una serie de manifestaciones culturales importantes.

VISIONARIOS Y VISIONUDOS

La turbulencia política del país en el periodo en que México se independiza de España y se afianza como nación provoca que la Academia cierre sus puertas en 1821 y, a pesar de los esfuerzos de algunos profesores por mantener abierto el establecimiento, San Carlos languidece y no se reactiva plenamente sino hasta 1847. Durante este lapso, lejos de la Academia, florecen en México una gran diversidad de manifestaciones artísticas. Al tiempo que liberales y conservadores luchan por imponer su proyecto político, los artistas que trabajan en el país plasman sus propias visiones de México y de los mexicanos. Al tiempo que en Prieto nace la voz de la patria, de las manos de los artistas mexicanos del siglo XIX nacen los colores, se representan las formas de la nación y se plasman los rostros de los primeros mexicanos y mexicanas. La vida cultural de México va más allá de la lucha por fundar una patria; tiene que ver con la vida misma. Desde que México nace como país independiente, entre los mexicanos se dan diversas manifestaciones culturales que constituyen una constelación compleja de ideas, de formas y estilos de pensar, hacer, concebir, ver, escuchar, representar, cocinar, degustar, disfrutar, leer, gozar, sufrir, en fin, de vivir. Este conjunto de preferencias, logros, rechazos y fracasos culturales conforman el universo amplio y diverso de lo mexicano. Todo el arte que se produce en México, incluso el que no hacen sus habitantes, es arte mexicano. Los creadores decimonónicos, al plasmar paisajes, arquetipos, alegorías y fantasías, pero sobre todo al retratar a los hombres y mujeres de las diferentes etnias y grupos sociales, recrean las diversas identidades de lo mexicano. Cada obra refleja una imagen de la nación, y la suma de estas obras colma de referencias y significados artísticos la identidad del México decimonónica. Es un gran concierto plástico que abarca las diferentes manifestaciones del llamado arte cuite, del arte popular, el arte de compromiso político y la obra de los artistas viajeros. Estas manifestaciones artísticas constituyen un conjunto vasto, complejo, heterogéneo y diverso como las diferentes identidades que conforman la nación,. Además de los ciclos estilísticos del arte culto del siglo XIX —como el academicismo neoclasicista, el romanticismo, el realismo característico del último tercio del siglo y el modernismo—, fuera de la Academia existen varias manifestaciones importantes, como las escuelas regionales de pintura, la artesanía popular, el arte de los artistas viajeros, el costumbrismo, la gráfica política, los primeros fotógrafos y los grabadores populares. En todas estas manifestaciones del arte mexicano encontramos notables retratos, y a través de ellos podemos ver cómo evolucionan el concepto y la imagen de los mexicanos. Algunos forman parte de la búsqueda de una identidad nacional única, otros no, pero todos reflejan la diversidad de los mexicanos.