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La escuela elemental de j. L. Meriam en la universidad de missouri, donde se enfoca en seguir el desarrollo natural del niño, organizando el trabajo y el juego en la escuela como si fuera fuera de ella. Se dividen los días en períodos dedicados a juego, narraciones, observación y trabajo manual. Se prioriza la satisfacción individual y el aprendizaje por investigación.
Qué aprenderás
Tipo: Apuntes
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La escuela elemental de la Universidad de Missouri, en Columbia, bajo la dirección del profesor J. L. Meriam, tiene muchos puntos de contacto con la escuela de la Sra. Johnson, de Fairhope. En su idea fundamental de que la educación ha de seguir el desarrollo natural del niño, es idéntica a ésta; pero su organización y funcionamiento son lo suficientemente diferentes para hacer interesante una descripción de ella. De acuerdo con la mayoría de los reformadores de educación, el profesor Meriam cree que las escuelas del pasado se han preocupado sobradamente de enseñar a los niños hechos de los adultos. Al procurar sistematizar y regularizar el programa escolar, su programa ha ignorado las necesidades del niño individual. Cree el profesor Meriam que el trabajo y el juego de la escuela han de ser el trabajo y el juego de los niños; que los niños deben gozar en la escuela. La vida en ella ha de ser igual o mejor que la vida de los niños fuera de la escuela; mejor, porque se les ayuda a saber jugar y trabajar correctamente y a hacerlo con otros niños. “¿Se acuerdan los niños de cómo han aprendido a hablar? No, ni sus padres se acuerdan por ellos. Y sin embargo, la mayor parte de nosotros, niños y adultos, nos acordamos cómo hemos luchado al aprender a leer y escribir en la escuela. Aprendemos a hablar, simplemente, hablando cuando necesitamos algo o tenemos algo que decir. Aprendemos a decir: “Mamá, dame agua”, cuando necesitamos beber. Pero no nos ejercitamos con tales palabras a las nueve del día todas las mañanas. Los alumnos de la escuela elemental de la universidad aprenden a leer, a escribir, a dibujar y a hacer otras cosas sólo cuando necesitan hacerlo. Los alumnos hacen en esta escuela próximamente lo que hacen en sus casas, pero aprenden a hacerlo mejor. Juegan y trabajan. En su casa, la mayor parte del tiempo están muy activos, haciendo muchas cosas y así están en esta escuela.” ¿Qué harían naturalmente estos niños si no estuvieran en la escuela? Sobre la respuesta a esta pregunta ha basado el profesor Meriam su programa, el cual contiene, no obstante, una materia que aparece en los programas ordinarios; a saber: el trabajo manual. Los niños estarían jugando –dice– fuera de su casa, ejercitando sus cuerpos con carreras, saltos o lanzando piedras; estarían charlando juntos en grupos, discutiendo lo que han visto u oído; estarían haciendo cosas para usarlas en sus juegos: barcos muñecas, columpios o vestidos; si viven en el campo, estarían observando a los animales o a las plantas, haciendo un jardín o pescando. Todos reconocen que el niño se desarrolla mediante estas actividades tanto como por lo que aprende en la escuela; y que lo que aprende fuera de la escuela es mucho más favorable para llegar a convertirse en conocimiento, porque es enteramente agradable, y el niño reconoce el uso inmediato de ello. Por otra parte, estas ocupaciones están íntimamente relacionadas con los medios para ganarse la vida; y nosotros enviamos nuestros niños a la escuela para que aprendan esto. ¿Qué cosa, pues, más natural que construir el programa escolar con ese material? Esto es lo que hace el profesor Meriam. El día se divide en cuatro períodos, que se dedican a los siguientes elementos: juego, narraciones, observación y trabajo manual. Para los niños más pequeños, el trabajo se saca enteramente de la comunidad en que viven; emplean su tiempo inquiriendo las cosas con las que están ya familiarizados. Cuando son mayores, su interés se extiende naturalmente a cosas más remotas y a los procesos y razones que están detrás de las cosas; y comienzan a estudiar historia, geografía y ciencias físiconaturales. El tiempo destinado a los tres primeros grados se divide de este modo: de nueve a diez y media, observación; de diez y media a once, ejercicios físicos; de once a doce, juego; de una y media a tres, narraciones, y de tres a cuatro, trabajo manual. El período de observación se dedica al estudio de un punto, y este punto puede ocupar solamente una mañana o varias semanas. Aunque hay un plan general para el trabajo del año, si los niños traen a colación otra cosa de importancia para ellos y que es factible, se deja de lado el programa, y el maestro auxilia a los alumnos en el estudio de su propio problema. Éste puede constituir uno de los estudios del día; el programa es flexible, la escuela pretende satisfacer las necesidades individuales del niño y del grupo. Los períodos de observación de los tres primeros grados se dedican al estudio de tres las flores, árboles y frutos; de los pájaros y de los animales; del tiempo y del cambio de las estaciones, de los días de fiesta, de la tienda de comestibles del pueblo o de las casas de vecindad, y de los trajes que los niños ven puestos a la venta en los escaparates. Los alumnos aprenden a leer y a escribir y a hacer números sólo cuando sienten la necesidad de ello para ampliar su trabajo. El estudio de la naturaleza se hace todo lo más posible fuera de la escuela: los niños dan paseos con el maestro y hablan sobre los árboles, plantas y animales que encuentran en el camino; recogen renacuajos y peces para el acuario de la escuela, y señalan un árbol para observarlo y llevar un registro de él durante todo el año. El estudio del tiempo dura también el año entero: observan el cambio de las estaciones, las cosas que aparecen en el otoño y lo que ocurre cuando comienza el invierno, qué hacen las
A todos los niños les gusta ser escuchados, y pronto descubren que para serlo han de contar bien su cuento. Algunas historias las narran poniéndolas en acción; otras, dibujándolas. Pronto necesitan aprender una nueva serie de cuentos, y entonces, del modo más natural, van a la biblioteca de la escuela, cogen un libro de cuentos y leen. Se ha descubierto que los alumnos del primer grado leen de doce a catorce libros durante el año; los del segundo grado, de veinticinco a cincuenta. De este modo aprenden a leer, a leer buenos libros –pues no hay otros en la biblioteca–, y a leerlos bien, pues tienen siempre el deseo de encontrar un cuento que poder contar a su clase o que poder representar. El gusto por la buena literatura comienza muy pronto de este modo, o más bien, no se pierde nunca. Los niños más pequeños gozan siempre mucho con los cuentos mejores –Mother Goose, Andersen, los cuentos de Kipling–. El disgusto por los libros adquirido en la escuela lleva a los niños generalmente de la literatura a los folletines. Pero si se permite y se incita a los niños a oír y leer y representar estos cuentos en la escuela lo mismo que lo harían en su casa –esto es, por divertirse con ellos–, conservarán su buen gusto y su placer por los buenos libros. “Los cantos –dice el profesor Meriam– son otro género de cuento, y los niños pequeños cantan por la diversión que les proporciona, por el cuento del canto; así, el canto en esta escuela ocupa una parte del tiempo destinado a cuentos, y los niños trabajan y aprenden a cantar mejor para aumentar su diversión.” Los niños claman siempre “por hacer algo”. El profesor Meriam encuentra en este hecho razones suficientes para hacer del trabajo manual una parte regular del programa y ocupar con él una hora del día, tiempo que ordinariamente parece tan corto a los alumnos, que hacen parte del trabajo en su casa. Los niños más pequeños –lo mismo niños que niñas– van a la carpintería y aprenden a manejar los instrumentos y a hacer cosas: muebles para sus muñecas, barcos o algún regalo para sus casas. El tejido y la costura interesan por igual a los niños y a las niñas, y da así motivo al niño pequeño para la belleza y la utilidad, por lo que hacen gran cantidad de ellos. Los más pequeños comienzan ordinariamente con hamacas de muñecas; después aprenden a hacer crochet. Una clase entera, especialmente entre los niños más pequeños, hace generalmente la misma cosa al mismo tiempo, pero pueden proponer lo que necesitan hacer; a los niños mayores se les concede una gran libertad. El trabajo aumenta naturalmente en variedad y complejidad a medida que crecen los alumnos y que adquieren destreza en el manejo de las herramientas. Algunos de los niños del quinto y sexto grados han hecho excelentes muebles, que están en constante uso en la escuela. El trabajo manual da además ocasión para el dibujo y la pintura, en la confección de dibujos para modelos. En el cuarto grado se realiza un notable cambio en el trabajo, debido a los intereses más extensos que se despiertan en el niño. El día se divide en tres períodos, que se dedican a industria, narraciones y trabajo manual. Los entretenimientos organizados no atraen ya a los alumnos; éstos necesitan jugar fuera de la casa o en libertad de un gran gimnasio, donde puedan jugar juegos más rudos, más ruidosos y que sean lo bastante grandes para guardar sus propios tantos en la memoria. El período de las “industrias” ocupa el lugar de la “observación” de los niños más pequeños, y continúa el mismo género de labor. El niño ha aprendido el significado de los objetos inmediatos que ve a su alrededor, su relación con él mismo y con sus amigos, y está ya en condiciones de seguir adelante y de ampliar este conocimiento, así como de percibir en las cosas que no puede ver, operaciones y razones y relaciones que abrazan toda la comunidad, o mayores comunidades, y finalmente, el mundo entero. Del mismo modo que los niños más pequeños estudian su ambiente inmediato, el cuarto grado estudia las industrias que funcionan en sus proximidades: el taller de zapatero, el molino de harina, el trabajo en los campos de cereales y de trigo. Los alumnos hacen excursiones a las fábricas y a las granjas de labor, y su quehacer en la escuela se basa sobre lo que han visto en estas excursiones. Su escritura y composición son los relatos de sus excursiones, que escriben; su lectura, los libros que hablan de la labranza y de la confección de los zapatos; su aritmética, los problemas prácticos que ven resolviendo al labrador o al capataz; todo hecho de modo que contribuye a que los alumnos comprendan la industria que están estudiando. La geografía surge también de tales excursiones. Ésta responde a las preguntas: ¿Por qué se cultivan los cereales? ¿En qué parte de las cercanías crecerían mejor y por qué?, etc. Esta escuela se halla situada en una pequeña localidad donde las industrias son principalmente agrícolas; pero claro es que tal plan podrá fácilmente adaptarse a otra comunidad substituyendo las industrias que se encuentran en la vecindad inmediata. En el quinto y en el sexto años se prosigue el estudio de las industrias, pero el campo de acción se extiende a las principales industrias del mundo. Aquí, por supuesto, los alumnos deben aprender a substituir cada vez más la página impresa de sus primeras excursiones. Esto supone la enseñanza de la lectura, la escritura y las matemáticas, referidas a los estudios anteriores, y también, cada vez más la geografía. El manejo de la biblioteca llega a ser de gran importancia, pues no se da a los alumnos un libro de texto en el cual estudien y aprendan de memoria. El estudio de la geografía comienza con esta pregunta: ¿Qué ocurre a las cosas hechas en este pueblo que no consumimos o utilizamos nosotros? El paso inmediato es: ¿En qué
otra parte se hacen las mismas cosas y son hechas del mismo modo? ¿Qué más cosas se hacen en este lugar y cómo? Después: ¿Dónde y cómo son hechas las cosas que nosotros adquirimos de otra parte? Ningún libro de texto sería suficiente para este trabajo, y si lo fuera, contradiría la idea de la escuela en la que los niños deben aprender por investigación. Éstos deben encontrar por sí mismos, de entre los libros de la biblioteca, aquel que explica la industria particular que están estudiando. Todos los niños no leen el mismo libro, y siempre que es posible cada alumno contribuye con algo a la discusión. Lo mismo que en los grados inferiores, los alumnos mayores llevan cuadernos donde anotan sus descripciones de las industrias e ilustraciones de máquinas y procesos. En el séptimo y en el último grado de la escuela el estudio de las industrias se continúa como historia: esto es, se estudia la historia de las industrias relacionadas con el vestido, la alimentación y la habitación. Los alumnos estudian la historia de la habitación desde los primeros comienzos con una cueva o un matorral espeso, a través de las tiendas de las tribus errantes y la casa griega y romana hasta el rascacielos de acero de hoy. Estudian la historia de la agricultura y aprenden a comprender el desarrollo de la segadora y trilladora a vapor desde la estaca de palo del salvaje. El estudio de las industrias en estos cuatro grados superiores comprende una investigación sobre las instituciones de gobierno. El cuarto grado estudia la oficina de correos de la localidad; en el quinto y sexto estudian los alumnos el sistema postal de los Estados Unidos, y después el modo como se envían las cartas a todas las partes del mundo. El séptimo grado estudia la historia de alguna de estas instituciones. Parte de su tiempo fue dedicado el año pasado a averiguar cómo los diferentes pueblos del mundo han peleado en sus guerras y organizado sus ejércitos, primero por medio de la lectura y después discutiendo lo que habían leído. Cada alumno tomó parte en este trabajo, escribiendo una pequeña disertación sobre el ejército de cada país que estudió y explicando cómo lo había formado. El período dedicado a la historia en los cuatro últimos grados prosigue la obra comenzada en los primeros. El arte y la música se concentran cada vez mas en ella. Los niños continúan leyendo y discutiendo lo que han leído. Cada alumno lleva un registro de los libros que ha leído con un breve resumen de la historia y de las razones porque le gusta, y estas memorias se conservan en un estante de la biblioteca, donde otro alumno cualquiera puede consultarlas para la elección de sus libros. Aun en la escuela secundaria, el profesor Meriam no cree que se debe enseñar la composición por sí misma, ni la literatura por el método usual de análisis. Toda la labor de la escuela es una constante práctica del inglés, y con el auxilio prestado a los alumnos para manejar y escribir correctamente el inglés durante cada hora escolar, se hace más que concentrando el trabajo en una hora de enseñanza formal. La enseñanza del francés y del alemán se considera también una parte del trabajo en historia. Éste es un estudio que los alumnos realizan por el placer que obtienen de hablar y leer otra lengua y por causa de la literatura que pueden leer. Por estas razones se incluye en el programa entre las cosas que son puramente culturales, para recreo y placer. Los estudios que se comprenden bajo el título de “historias” son los únicos en que se encarga trabajo para casa. Los niños vienen a la escuela para hacer el trabajo, y no es justo exigirles o hacer este mismo trabajo en casa también. Considerarán en lo sucesivo a la escuela como un placer si obtienen d e ella el mayor beneficio posible; pero si la acción de señalar tareas se asocia con la obra escolar, el interés del alumno por su trabajo en la escuela está llamado a disminuir. Si, en cambio, alguno de los trabajos escolares es considerado como propio para el ocio y el recreo, es natural que los niños lo continúen fuera de las horas de clase, en sus casas. La escuela ha estado trabajando con este programa durante ocho años, y cuenta con 120 alumnos. El edificio social tiene pocas habitaciones, y éstas se hallan provistas de grandes puertas plegables. Por lo menos dos grados y ordinariamente tres, trabajan en una misma sala, y a los alumnos se les concede libertad para moverse por ella y hablar a los demás, siempre que no molesten a sus compañeros. Un maestro se encarga de una sala completa, con treinta y cinco niños, próximamente, divididos en diferentes grupos, cada uno haciendo una cosa diferente. Algunos maestros de las escuelas públicas rurales de las proximidades han seguido también el programa en un grado, y han encontrado que los alumnos se hallaban ya en situación de pasar a otro al fin del año, y que ellos mismos hicieron su trabajo en este nuevo grado con tanta facilidad como si hubieran seguido la forma ordinaria de enseñanza. Se lleva un registro de los que salen de la escuela elemental. La mayoría de ellos van a la escuela de segunda enseñanza de la universidad, donde hay siempre ocasión de observarlos atentamente. Los alumnos no encuentran dificultades extraordinarias en realizar el trabajo regular preparatorio para la universidad, y sus notas y la edad en que ingresan en ésta indican que su enseñanza elemental les ha dado algunas ventajas sobre los alumnos de las escuelas ordinarias en capacidad para seguir los duros estudios reglamentarios. El profesor Meriam es también el director de la escuela secundaria; pero no ha cambiado todavía el programa preparatorio regular de ésta, excepto en el inglés. Espera hacerlo así, sin embargo, y cree que una reorganización igualmente radical del trabajo producirá resultados beneficiosos. En la escuela secundaria el