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resolucion de casos con diferentes padecimientos metabolicos
Tipo: Ejercicios
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UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO
Un hombre de 38 años de edad con peso de 71 kg relata que su padecimiento actual se inició con anorexia, dolor abdominal y diarrea. Un día después siguió con náusea intensa, vómito y diarrea muy abundante y líquida. Ingresó al hospital con hipotensión postural y deshidratación. Se pudo aislar Vibrio cholerae toxígeno de sus heces. El paciente mejoró rápidamente al reponerle agua, electrólitos y administrarle tetraciclina por vía oral.
1. ¿QUÉ PROCESOS DE LA MEMBRANA RESULTAN AFECTADOS POR VIBRIO CHOLERAE EN UN CASO DE CÓLERA? La toxina colérica actúa modificando una proteína G que regula la adenilato ciclasa, lo que provoca un aumento sostenido en los niveles intracelulares de AMPc. Este aumento activa canales CFTR en la membrana apical de los enterocitos, generando una secreción excesiva de iones cloruro hacia la luz intestinal. Como resultado, se pierde agua y electrolitos por ósmosis. Aunque se inhiben otras rutas de absorción de iones, la vía del cotransporte sodio-glucosa (SGLT1) permanece activa, lo cual es esencial para que la absorción de agua continúe en presencia de glucosa. 2. ¿QUÉ VALORES DE LABORATORIO CLÍNICO PODRÍAN ESTAR ALTERADOS EN ESTE PACIENTE? Dado el volumen de líquido perdido por las heces, se esperarían alteraciones como hipopotasemia, hipocloremia y una disminución del bicarbonato, lo que se traduce en una acidosis metabólica. La pérdida de volumen extracelular también puede causar elevación de la creatinina y la urea por disminución del flujo renal. Además, es posible observar un aumento en el hematocrito y la hemoglobina debido a la hemoconcentración que ocurre cuando el plasma se reduce. 3. ¿CUÁLES SERÍAN LOS DATOS DE LABORATORIO QUE PERMITIRÍAN PRECISAR EL TRATAMIENTO HIDROELECTROLÍTICO? Para establecer un tratamiento adecuado es indispensable contar con un perfil electrolítico (Na⁺, K⁺, Cl⁻ y HCO₃⁻) y una gasometría arterial para valorar el equilibrio ácido-base. También se necesita evaluar la función renal mediante creatinina y BUN. Estos datos permiten ajustar la composición de la solución de rehidratación para reponer de forma específica los iones perdidos y corregir posibles desequilibrios ácido- base. 4. ¿POR QUÉ EN ESTE CASO HAY QUE AÑADIR GLUCOSA AL TRATAMIENTO HIDROELECTROLÍTICO POR VÍA ORAL? La glucosa se incluye porque activa el cotransportador SGLT1 en la membrana del intestino delgado, que permite la entrada simultánea de glucosa y sodio al enterocito. Este mecanismo sigue funcionando incluso en presencia de la toxina colérica. Al ingresar sodio, el agua es arrastrada por gradiente osmótico, lo que facilita una rehidratación efectiva. Sin glucosa, esta vía no se puede utilizar eficientemente. 5. ¿CUÁLES SON LOS SIGNOS DE DESHIDRATACIÓN? Desde una perspectiva fisiológica, la deshidratación se manifiesta con signos como sequedad de mucosas, taquicardia, disminución de la turgencia de la piel, oliguria e hipotensión ortostática. En fases más graves, puede haber hipoperfusión tisular, ojos hundidos, llenado capilar lento, letargia o incluso pérdida de conciencia. Todos estos signos reflejan una reducción importante del volumen circulante efectivo.
La insulina inhibe la β-oxidación de ácidos grasos al estimular la síntesis de malonil-CoA a través de la activación de la acetil-CoA carboxilasa. El malonil-CoA inhibe la carnitina palmitoiltransferasa I (CPT I), impidiendo el ingreso de los ácidos grasos al interior de la mitocondria para su degradación. En cuanto a la β-reducción, si se refiere al proceso biosintético de lípidos, la insulina promueve este proceso al activar enzimas como la ácido graso sintasa y aumentar la disponibilidad de NADPH.
La leptina es una hormona peptídica producida principalmente por los adipocitos del tejido adiposo blanco. Su función principal es regular el equilibrio energético informando al sistema nervioso central sobre las reservas de grasa del cuerpo. A mayor cantidad de tejido adiposo, mayor es la secreción de leptina hacia el torrente sanguíneo.
Otra es una adolescente de 19 años quien luce delgada en extremo. Aunque también viene en compañía de su madre, la chica parece permanecer en su lugar a regañadientes. La adolescente y su madre fueron las segundas en entrar a consulta. Casi de inmediato la madre comenzó a quejarse acerca de la falta de ingesta de alimentos de su hija, al grado de que solamente había consumido té negro en los últimos cinco días. La hija, tratando de desmentir el argumento de su madre, afirmó que también había estado consumiendo, por día, una lata de atún en agua. Por otra parte, la mamá comentó que también le preocupaba el hecho de que, desde hace tres meses, su hija tuviese un retraso en la presentación del sangrado menstrual. En la toma de signos vitales, se cuantificó una temperatura corporal de 36.5°C y una frecuencia cardiaca de 57 latidos/min. La exploración física evidenció a una adolescente con palidez tegumentaria, cianosis acral y con una marcada disminución del tejido adiposo subcutáneo. Además, los ritmos cardiaco y peristáltico se escucharon disminuidos tanto en frecuencia como en intensidad. Finalmente, la conducta principal que regía el cuadro clínico era el marcado rechazo hacia la ingesta de comestibles y el miedo irracional al aumento de peso. Diagnóstico: Anorexia nerviosa.
considerados cetogénicos. Algunos aminoácidos, como isoleucina, fenilalanina y tirosina, son mixtos y pueden contribuir a ambas vías.
La tercera es una mujer de 27 años de edad en compañía de su esposo, quien la trae el día de hoy a su tercera consulta prenatal. Con pasos lánguidos y el apoyo de su esposo, la mujer del tercer asiento entró al consultorio. Durante la tribuna libre no manifestó cursar con algún tipo de molestia, sin embargo, expresó que últimamente sentía un apetito voraz por los alimentos dulces y que había notado un aumento en el número de micciones durante el día. Al encontrarse la paciente en ayunas, usted consideró oportuno efectuar una prueba de glucemia en sangre periférica, obteniéndose un valor de 212mg/dL. Ella también traía consigo un estudio de química sanguínea realizado hace 5 días, mismo que reportaba hiperglucemia cuantificada en 196mg/dL. Por otra parte, el cálculo de la edad gestacional, de acuerdo a la fecha de última menstruación (FUM), resultó de 28 semanas. El resto de la exploración física se abocó a identificar las diversas características obstétricas tanto de la madre como del producto. Diagnóstico: Diabetes mellitus gestacional.
El tejido placentario produce diversas hormonas esenciales para mantener el embarazo y regular el ambiente metabólico de la madre y el feto. Entre las más importantes se encuentran la gonadotropina coriónica humana (hCG), la progesterona, los estrógenos, la somatotropina coriónica humana (también llamada lactógeno placentario humano), y la hormona liberadora de corticotropina (CRH). Estas hormonas contribuyen a la adaptación del organismo materno para satisfacer las necesidades del crecimiento fetal.
Una mujer de 23 años ocupa el cuarto asiento. Con una complexión robusta y fascies circular, se trata, en realidad, de una paciente ya conocida por usted. La mujer robusta pasó a consulta. Su habitus exterior se caracterizaba por una complexión endomórfica muy particular: obesidad central, cifosis torácica (a modo de “joroba de búfalo”), aumento de volumen de los panículos adiposos del rostro (adoptando una apariencia de “cara de luna llena”), extremidades delgadas y presencia de equimosis y estrías en diversas partes del cuerpo. Usted tomó el expediente y al leerlo recordó que la paciente se encontraba en tratamiento con prednisona (un glucocorticoide) debido a un diagnóstico, hecho hace tres meses, de lupus eritematoso sistémico (LES). Una de las principales preocupaciones de la mujer era la pérdida progresiva y paulatina de su figura pues, anteriormente, había trabajado como modelo y, debido a los cambios experimentados, no había recibido ninguna oferta de trabajo recientemente. Salvo el cotejo de los rasgos físicos ya descritos, la exploración física no aportó mayores datos al respecto.
rostro, tronco y región cervical posterior. Este patrón se traduce clínicamente en una figura con extremidades delgadas y acumulación grasa en cara y abdomen, como se observa en esta paciente.
Un varón de 45 años, somnoliento, con mal aliño y aliento alcohólico, yace en el penúltimo asiento. Un muchacho, probablemente su hijo adolescente, permanecía de pie a su lado. Al llamar al siguiente paciente, el muchacho entró cargando con cierta dificultad a su padre. El interrogatorio indirecto reveló que el paciente era un alcohólico crónico quien había iniciado el consumo de etanol desde los 15 años de edad. No obstante, el consumo del mismo se había acentuado en el último mes debido a problemas laborales y económicos, de tal forma que en los últimos días había comenzado a experimentar cambios conductuales y en el estado de alerta. La exploración física dio cuenta de un individuo de edad aparentemente mayor a la cronológica, somnoliento, con mal arreglo personal y con un aroma a etanol fácilmente perceptible a distancia. A nivel del tórax llamó la atención la presencia de ginecomastia, en tanto que su abdomen fue globoso a expensas de la presencia de líquido de ascitis. Asimismo, se pudo observar la dilatación de venas colaterales periumbilicales adoptando una morfología de “caput medusae”. Por otro lado, la hipotrofia muscular de las cuatro extremidades era evidente. Diagnóstico: Insuficiencia hepática secundaria a cirrosis hepática.
En la insuficiencia hepática, la actividad del ciclo de la urea disminuye debido a la pérdida funcional de hepatocitos. Esto impide la correcta conversión de amoníaco en urea, lo que resulta en hiperamonemia. El amoníaco es neurotóxico y puede atravesar la barrera hematoencefálica, afectando el metabolismo neuronal y causando alteraciones del estado de conciencia, somnolencia y, en casos graves, encefalopatía hepática.
Por último, en la sexta banca hay un adulto mayor de 71 años acompañado por una mujer algunos años más joven que él. En su última cita, usted lo envió a gestionar algunos estudios de laboratorio (química sanguínea y perfil lipídico). El hombre mayor había esperado pacientemente su turno. Entró al consultorio apoyado del brazo de su hija menor y ambos tomaron asiento de nueva cuenta. En su última cita, usted le había solicitado el trámite de algunos estudios de control, los cuales le mostró a usted con prontitud:
Las LDL transportan colesterol desde el hígado hacia los tejidos periféricos; niveles elevados se asocian con riesgo cardiovascular. Las HDL recogen el colesterol de los tejidos periféricos y lo llevan de regreso al hígado para su excreción, lo que representa un efecto protector contra la aterosclerosis. En términos generales, LDL es aterogénica, mientras que HDL es antiaterogénica.