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Orientación Universidad
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Insuficiencia aórtica, Guías, Proyectos, Investigaciones de Cardiología

Todo sobre insuficiencia aórtica

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2024/2025

Subido el 15/06/2025

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ESCUELA SUPERIOR POLITÉCNICA DE CHIMBORAZO
FACULTAD DE SALUD PÚBLICA
CARRERA DE MEDICINA
CÁTEDRA:
MEDICINA INTERNA II – CARDIOLOGÍA Y NEUMOLOGÍA
TAREA
INSUFICIENCIA AÓRTICA
Grupo N°02
ESTUDIANTES:
ARRIETA BALSECA ZAHID DAVID
GAIBOR SALTOS ANGELA MARÍA
PALACIOS CARRANZA LAURY VANESSA
VILLAVICENCIO MEDINA IBETH DANIELA
ZAMBRANO FLORES ERICK SANTIAGO
SEMESTRE:
SÉPTIMO “2”
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ESCUELA SUPERIOR POLITÉCNICA DE CHIMBORAZO

FACULTAD DE SALUD PÚBLICA

CARRERA DE MEDICINA

CÁTEDRA:

MEDICINA INTERNA II – CARDIOLOGÍA Y NEUMOLOGÍA

TAREA

INSUFICIENCIA AÓRTICA

Grupo N°

ESTUDIANTES:

• ARRIETA BALSECA ZAHID DAVID

• GAIBOR SALTOS ANGELA MARÍA

• PALACIOS CARRANZA LAURY VANESSA

• VILLAVICENCIO MEDINA IBETH DANIELA

• ZAMBRANO FLORES ERICK SANTIAGO

SEMESTRE:

SÉPTIMO “2”

INSUFICIENCIA AÓRTICA

1. Definición Se divide en 2 tipos: la insuficiencia aórtica aguda (IAA), que es un fallo súbito del cierre de la válvula aórtica que permite el reflujo inmediato de sangre hacia el ventrículo izquierdo, generando un compromiso hemodinámico severo; y la insuficiencia aórtica crónica (IAC) que se define como la alteración progresiva del cierre valvular aórtico que permite regurgitación persistente de sangre hacia el ventrículo izquierdo a lo largo del tiempo (1,2). 2. Etiología En la Insuficiencia aórtica aguda:

  • Endocarditis infecciosas: la infección destruye rápidamente las cúspides valvulares, perforándolas o generando vegetaciones que impiden su cierre. Esto causa una regurgitación súbita que el ventrículo izquierdo no puede compensar, provocando insuficiencia cardíaca aguda.
  • Disección aórtica: el desgarro de la pared de la aorta puede extenderse a la raíz aórtica, desplazando los componentes del anillo valvular o afectando el soporte de la válvula. Esto genera una falla repentina del mecanismo de cierre y regurgitación masiva.
  • Complicaciones de procedimientos valvulares (quirúrgicos o intervencionistas): la implantación defectuosa o el desplazamiento de una prótesis valvular, así como lesiones durante una cirugía, pueden causar insuficiencia aguda al comprometer la coaptación valvular.
  • Traumatismo torácico cerrado: un impacto directo (como en accidentes automovilísticos) puede causar la ruptura de una cúspide, del aparato subvalvular o de la raíz aórtica, generando insuficiencia aórtica repentina. Estas causas, son mal toleradas ya que generan una regurgitación súbita, sin tiempo para que el ventrículo izquierdo se adapte, lo que lleva rápidamente a congestión pulmonar, hipotensión y colapso hemodinámico (1,2). En la Insuficiencia aórtica crónica:
  • Válvula aórtica bicúspide: es una malformación congénita en la que la válvula tiene dos cúspides en lugar de tres. Con el tiempo, estas válvulas sufren degeneración y dilatación del anillo, llevando a una regurgitación progresiva.
  • Enfermedad de la aorta ascendente o senos de Valsalva: la dilatación progresiva de estas estructuras altera la geometría del aparato valvular, separando las cúspides

conduce a una dilatación progresiva, fibrosis miocárdica, pérdida de distensibilidad ventricular e insuficiencia sistólica con disminución de la fracción de eyección (3,4). Este proceso refleja una progresión fisiopatológica continua, en la que la adaptación estructural inicial del ventrículo izquierdo se convierte, con el tiempo, en un factor de descompensación funcional, evidenciando la necesidad de un diagnóstico precoz y un seguimiento estrecho de los parámetros de remodelación ventricular (4).

4. Clasificación La insuficiencia aórtica crónica se clasifica en estadios progresivos de acuerdo con la severidad anatómica y funcional de la válvula, la repercusión hemodinámica en el ventrículo izquierdo y la presencia de síntomas, la misma, permite orientar el seguimiento clínico y las indicaciones terapéuticas en los diferentes momentos evolutivos de la enfermedad (1).

  • Estadio A: Pacientes en riesgo de insuficiencia aórtica. Incluye individuos con válvula aórtica bicúspide, esclerosis valvular, dilatación de la raíz aórtica, antecedentes de fiebre reumática o endocarditis infecciosa, sin evidencia de regurgitación significativa. La anatomía valvular puede estar alterada, pero sin consecuencias hemodinámicas ni síntomas clínicos.
  • Estadio B: Insuficiencia aórtica progresiva (leve a moderada). Se observa una válvula con calcificación leve o moderada, o dilatación moderada de los senos de Valsalva. La regurgitación es cuantificable (vena contracta <0,6 cm, volumen regurgitante <60 ml/latido, fracción regurgitante <50%), sin dilatación ventricular izquierda significativa ni síntomas. La función sistólica del ventrículo izquierdo se conserva.
  • Estadio C: Insuficiencia aórtica grave asintomática. La regurgitación es severa (vena contracta >0,6 cm, volumen regurgitante ≥ ml/latido, fracción regurgitante ≥50%) con dilatación del ventrículo izquierdo. Se subdivide en: o C1 : Función sistólica preservada (fracción de eyección >55%) y dilatación leve a moderada del ventrículo (diámetro telesistólico <50 mm). o C2 : Disfunción sistólica del ventrículo izquierdo (fracción de eyección ≤55%) o dilatación severa (diámetro telesistólico >50 mm o >25 mm/m²).
  • Estadio D: Insuficiencia aórtica grave sintomática. Incluye pacientes con regurgitación severa y síntomas clínicos como disnea, angina o signos de insuficiencia cardíaca, independientemente de la fracción de eyección. La dilatación del ventrículo izquierdo suele ser moderada a severa, y puede coexistir con función sistólica normal, levemente reducida o gravemente deprimida (1).

5. Diagnóstico 5.1 Antecedentes En la evaluación de la insuficiencia aórtica, es clave considerar antecedentes como enfermedades valvulares previas (fiebre reumática, endocarditis, válvula aórtica bicúspide), hipertensión arterial y cirugías cardíacas. También son importantes los antecedentes familiares de aneurismas o disección aórtica, así como síndromes genéticos como Marfan o Loeys-Dietz. Enfermedades autoinmunes, traumatismos torácicos e intervenciones cardíacas previas también pueden contribuir al desarrollo o progresión de la enfermedad (5). 5.2 Interrogatorio o hallazgos clínicos Los pacientes con insuficiencia aórtica crónica suelen presentar síntomas progresivos como disnea de esfuerzo (que puede empeorar a disnea paroxística nocturna), fatiga excesiva y palpitaciones, especialmente en reposo o durante la noche. Un síntoma característico es la sensación de latidos intensos en cuello o cabeza, por el aumento del volumen sistólico. También pueden presentar molestias torácicas similares a angina y, en etapas avanzadas, mareos o síncope. Algunos pacientes tienen bradicardia nocturna o bradicardia asintomática. Estos síntomas reflejan la sobrecarga de volumen y la disminución de la capacidad de compensación del ventrículo izquierdo (5). 5.3 Examen físico o signos clínicos El examen físico en la insuficiencia aórtica crónica puede mostrar una serie de signos periféricos que reflejan el hiperdinamismo circulatorio y el gran volumen sistólico acompañado de una caída rápida de la presión diastólica. Estos signos clásicos, aunque no siempre presentes, son altamente sugestivos en casos avanzados y han sido descritos históricamente en la literatura clínica como manifestaciones distintivas de esta valvulopatía. Entre los principales signos físicos se incluyen:

  • Danza carotídea de Corrigan: pulsación visible y expansiva de las arterias carótidas con colapso rápido.
  • Signo de Musset: sacudida rítmica de la cabeza sincrónica con el latido cardíaco.
  • Signo de Müller: pulsación de la úvula visible en la inspección orofaríngea.
  • Signo de Rosenbach: pulsación del hígado durante la sístole.
  • Signo de Traube: ruidos sistólico y diastólico (“doble soplo”) auscultables sobre la arteria femoral.
  • Signo de Duroziez: soplo sistólico y diastólico al comprimir la arteria femoral.
  • Signo de Gerhard (Knoll-Gérard): pulsación del bazo.

Los mecanismos de regurgitación se clasifican de manera similar a los de la insuficiencia mitral:

  • tipo 1: con cúspides normales, pero coaptación insuficiente por dilatación de la raíz aórtica
  • tipo 2: debido al prolapso de las cúspides y chorro excéntrico
  • tipo 3: caracterizado por retracción o mala calidad del tejido valvular, con chorro central o excéntrico. La cuantificación debe realizarse de forma integral, incluyendo parámetros cualitativos, semicuantitativos y cuantitativos. Ilustración 1 :Criterios ecocardiográficos para la definición de insuficiencia aórtica grave AORE: área del orificio regurgitante efectivo; VI: ventrículo izquierdo; VTD: velocidad telediastólica. a A un límite de Nyquist de 50- 60 cm/s. b El tiempo de hemipresión se acorta con el aumento de la presión diastólica del VI, el tratamiento vasodilatador y en pacientes con aorta dilatada distensible o alargada en la insuficiencia aórtica crónica. Adaptada de Lancellotti et al. Recommendations for the echocardiographic assessment of native valvular regurgitation: an executive summary from the European Association of Cardiovascular Imaging. Eur Heart J Cardiovasc Imaging. 2013;14:611-644. 2013, con autorización de Oxford University Press en representación de la Sociedad Europea de Cardiología. Se recomienda usar parámetros avanzados como el strain longitudinal global del ventrículo izquierdo para evaluar pacientes con fracción de eyección limítrofe. Es fundamental medir la raíz aórtica y la aorta ascendente en cuatro niveles anatómicos (anillo, senos de Valsalva, unión sinotubular y aorta tubular ascendente) mediante ecocardiografía, principalmente en telediástole, excepto el anillo que se mide en sístole.  Se distinguen tres tipos de dilatación aórtica:
  • Aneurisma de la raíz (senos de Valsalva > 45 mm)
  • Aneurisma tubular (senos < 40–45 mm)
  • Ansuficiencia aórtica aislada (diámetros < 40 mm).
    • En pacientes de baja talla, se usan valores indexados. Para cirugía valvular, la ecocardiografía transesofágica (ETE) preoperatoria e intraoperatoria es clave para evaluar la anatomía valvular y el resultado quirúrgico (2).
  • Tomografía computarizada y resonancia magnética cardiacas Cuando la ecocardiografía no ofrece resultados concluyentes o presenta discrepancias con los hallazgos clínicos, se recomienda utilizar la resonancia magnética cardíaca (RMC) para cuantificar la fracción regurgitante. Por su parte, la tomografía computarizada (TC) está indicada para evaluar con precisión la dilatación de la aorta, especialmente en pacientes con aneurismas o riesgo de progresión. Ambas técnicas deben seguir un protocolo riguroso para mejorar la reproducibilidad. Se recomienda medir los diámetros utilizando la técnica de borde interior a borde interior al final de la diástole, en cortes perpendiculares al eje del flujo. El diámetro máximo de la raíz aórtica debe medirse entre los senos de Valsalva, ya que esta medida se correlaciona mejor con la obtenida por ecocardiografía (2).
  • Radiografía de tórax Es útil como estudio inicial para evaluar la dilatación del ventrículo izquierdo y de la aorta ascendente, así como signos de congestión pulmonar en casos avanzados o descompensados (5).
  • Cateterismo cardíaco y angiografía Se utilizan en casos seleccionados para valorar la hemodinámica intracardíaca, cuantificar el grado de regurgitación y descartar enfermedad coronaria asociada, especialmente si se plantea una intervención quirúrgica. La angiografía puede visualizar directamente el reflujo aórtico y la anatomía vascular, siendo útil cuando hay discrepancias diagnósticas con los estudios no invasivos (5). 6. Tratamiento 6.1 Manejo farmacológico

 Por otro lado, en los pacientes asintomáticos con insuficiencia aortica grave, la función del VI reducida (FEVI ≤ 50%) o el diámetro telesistólico del VI [DTSVI] > 50 mm se asocian con una evolución clínica desfavorable, por lo que se debe intentar la cirugía cuando se alcancen estos valores de corte, no obstante, puede considerarse el tratamiento con implante percutáneo de válvula aortica (TAVI) en centros con experiencia para pacientes seleccionados con insuficiencia aortica no candidatos a reemplazo quirúrgico de válvula aortica (RQVA) (2). 6.2.2 Consideraciones a) La mayoría de los pacientes con indicación de cirugía requieren el remplazo de la válvula la cual puede ser mecánica o bioprotésica; aunque algunos pacientes seleccionados con anatomía valvular favorable que se someten a un reemplazo quirúrgico de los senos aórticos y/ o aorta ascendente, la preservación de la válvula aortica nativa puede ser posible. b) Los pacientes con IA severa crónica que desarrollan síntomas tienen un alto riesgo de muerte si no se realiza remplazo de la válvula aortica y la supervivencia y clase funcional después de la cirugía están relacionados con la gravedad de los síntomas preoperatorios, evaluados subjetiva u objetivamente con prueba de esfuerzo. c) El implante de la válvula aortica transcatéter (TAVI), es protagonista en estenosis aortica, pero no en insuficiencia aortica, sin embargo, se podría llegar a considerar solo en pacientes cuidadosamente seleccionados con IA y falla cardiaca severa que tienen un riesgo prohibitivo para ser llevados a cirugía y en quien la calcificación valvular y el tamaño anular es apropiado para un implante transcatéter ( 1 ).

6.2.2 Indicaciones a) En pacientes sintomáticos con IA grave (estadio D), la cirugía de la válvula aórtica está indicada independientemente de la función sistólica del VI. (Recomendación 1 B- NR) b) En pacientes asintomáticos con IA crónica severa y disfunción sistólica del VI (FEVI ≤ 55%) (Estadio C2), está indicada la cirugía de la válvula aórtica si no se identifica otra causa de disfunción sistólica. (Recomendación 1 B-NR). c) En pacientes con IA severa (estadio C o D) que se someten a una cirugía cardíaca por otras indicaciones, está indicada la cirugía de la válvula aórtica. (Recomendación C-EO). d) En pacientes asintomáticos con IA severa y función sistólica del VI normal (FEVI> 55%), la cirugía de la válvula aórtica es razonable cuando el VI está severamente dilatado (Diámetro telesistólico del ventrículo izquierdo (LVESD)> 50 mm o indexado LVESD> 25 mm / m2) (Estadio C2) (Recomendación 2a B-NR). e) En pacientes con IA moderada (estadio B) que van a ser sometidos a cirugía cardíaca o aórtica por otra indicación, la cirugía de la válvula aórtica está indicada. (Recomendación 2a C-EO). f) En pacientes asintomáticos con IA grave y función sistólica del VI normal en reposo (FEVI > 55%; Estadio C1) con riesgo quirúrgico bajo, se puede considerar la cirugía de la válvula aórtico cuando hay una disminución progresiva de la FEVI en al menos 3 estudios seriados al rango bajo-normal (FEVI 55% a 60%) o un aumento progresivo en la dilatación del VI en el rango severo (dimensión VI telediastólico [LVEDD] > 65 mm). (Recomendación 2b B-NR). g) En pacientes con IA severa aislada que tienen indicación para reemplazo quirúrgico de la válvula aórtica (SAVR) y son candidatos para cirugía, el implante de válvula aortica transcatéter (TAVI) no se debe realizar. (Recomendación 3: sin beneficio B- NR) ( 1 ).

6.3 Elección de la válvula protésica La elección de la válvula protésica en pacientes que requieren reemplazo valvular es una decisión crítica que debe individualizarse, considerando diversos factores clínicos, anatómicos y personales. Existen dos tipos principales de válvulas protésicas: las mecánicas y las biológicas. Las válvulas mecánicas son altamente duraderas, lo que las hace adecuadas para pacientes jóvenes, pero requieren anticoagulación oral de por vida para evitar la formación de coágulos, lo que aumenta el riesgo de hemorragias. Por otro lado, las bioprótesis, fabricadas con tejido animal, tienen una durabilidad menor (aproximadamente 10 a 20 años), pero generalmente no necesitan anticoagulación a largo plazo, lo que las convierte en una opción más segura para personas mayores o con alto riesgo de sangrado.(2)

La edad es uno de los principales factores a considerar. En general, se recomienda

el uso de válvulas mecánicas en pacientes menores de 50 años debido a su

longevidad, mientras que en pacientes mayores de 65 años se prefiere el uso de

bioprótesis, dado que su vida útil suele ser suficiente para cubrir el resto de la vida

del paciente, evitando complicaciones asociadas con anticoagulantes. Para los

pacientes entre 50 y 65 años, la decisión se toma de manera individualizada,

considerando tanto las características clínicas como las preferencias del paciente. (2)

El estado clínico del paciente también influye en la elección. Si el paciente ya está

bajo tratamiento anticoagulante por otras razones, como fibrilación auricular, la

válvula mecánica podría ser más conveniente. En cambio, si el paciente tiene

contraindicación para anticoagulación, antecedentes de hemorragias mayores o

dificultades para un control adecuado del INR, se recomienda una válvula biológica.

Además, se debe tener en cuenta la expectativa de vida, las comorbilidades y, en el

caso de las mujeres, el deseo de embarazo, ya que los anticoagulantes están

contraindicados durante la gestación. (2)

Por último, es fundamental incorporar la opinión del paciente en la toma de

decisiones. Se debe ofrecer información clara sobre los beneficios, riesgos y

requerimientos de seguimiento de cada tipo de válvula, de manera que el paciente

pueda participar activamente en la elección. La guía ESC/EACTS 2021 recalca la

importancia de esta discusión compartida y recomienda, por ejemplo, el uso de

bioprótesis cuando la anticoagulación de calidad no es factible o está contraindicada,

y válvulas mecánicas cuando se espera una larga supervivencia y no hay

impedimentos para el uso de anticoagulantes. (2)

6.4 Seguimiento y manejo clínico

6. 4 .1 Pruebas seriadas Todos los pacientes asintomáticos con insuficiencia aórtica grave y función normal del VI deben tener una consulta de seguimiento como mínimo una vez al año (1). Para los pacientes con un primer diagnóstico o si el diámetro del VI o la FEVI muestran cambios significativos o se acercan a los umbrales para cirugía, el seguimiento debe hacerse en intervalos de 3-6 meses. Se puede considerar la cirugía para los pacientes asintomáticos con dilatación significativa del VI (DTDVI > 65 mm) y un aumento progresivo de las dimensiones del VI o una disminución progresiva de la FEVI durante el seguimiento. Las concentraciones de BNP pueden tener un interés potencial como predictor de eventos clínicos (especialmente la aparición de síntomas y el deterioro de la función del VI) y puede ser útil para el seguimiento de los pacientes asintomáticos (1). Para los pacientes con insuficiencia aórtica leve o moderada, el seguimiento debe ser anual y la ecocardiografía, cada 2 años. En los casos de dilatación de la aorta ascendente (> 40 mm), la TC o RMC están recomendadas. La evaluación en el seguimiento de las dimensiones de la aorta debe hacerse mediante ecocardiografía/RMC. Cualquier aumento > 3 mm debe validarse mediante angio-TC/RMC y compararse con los datos basales (1). Tras la reparación de la aorta ascendente, los pacientes con síndrome de Marfan siguen en riesgo de disección de la aorta residual y requieren de por vida (1). 6. 4 .2 Grupos especiales En el contexto quirúrgico, es fundamental considerar el abordaje integral de las valvulopatías concomitantes. En pacientes con insuficiencia aórtica grave que requieren cirugía, y que además presentan insuficiencia mitral grave de causa primaria o secundaria, se recomienda intervenir ambas válvulas durante el mismo procedimiento quirúrgico. Esta estrategia permite optimizar los resultados clínicos y reducir el riesgo asociado a múltiples intervenciones, garantizando una corrección estructural completa en una sola cirugía (1).

  • En caso de fiebre de origen desconocido, informar a su médico de que son pacientes de riesgo, en cuyo caso el médico debe considerar el cribado de la endocarditis infecciosa antes de iniciar el tratamiento antibiótico (6).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. Otto CM, Nishimura RA, Bonow RO, Carabello BA, Erwin JP 3rd, Gentile F, et al. 2020 ACC/AHA guideline for the management of patients with valvular heart disease: A report of the American college of cardiology/American heart association joint committee on clinical practice guidelines. Circulation [Internet]. 2021;143(5):e72–227. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1161/CIR.
  2. Vahanian A, Beyersdorf F, Praz F, Milojevic M, Baldus S, Bauersachs J, et al. Guía ESC/EACTS 2021 sobre el diagnóstico y tratamiento de las valvulopatías. Rev Esp Cardiol [Internet]. 2022;75(6):524.e1-524.e69. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1016/j.recesp.2021.11.
  3. Patibandla S, Heaton J, Azzam JS. Insuficiencia aórtica. StatPearls [Internet]. Treasure Island (FL): StatPearls Publishing; 2025 Jan–. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK557428/
  4. Uchoa de Assis L, Mondellini GM, van den Dorpel MMP, van Niekerk J, Van Mieghem NM. Incidencia y patología de la insuficiencia aórtica. Revista ICR. 2025;20:e07. DOI: https://doi.org/10.15420/icr.2024.
  5. Bohbot Y, Malaquin D, Tribouilloy C. Insuficiencia aórtica. EMC - Tratado Med [Internet]. 2019;23(2):1–8. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1016/s1636- 5410(19)41991- 0
  6. Galadí J. Guía ESC 2023 sobre el diagnóstico y el tratamiento de la endocarditis [Internet]. Sociedad Española de Cardiología. ADisponible en: https://secardiologia.es/publicaciones/catalogo/guias/14870-guia-esc- 2023 - sobre-el- diagnostico-y-el-tratamiento-de-la-endocarditis