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historia de la psicologia - origenes, teorias y corrientes, Guías, Proyectos, Investigaciones de Psicoanálisis

material de estudio. mucho muy importante

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2023/2024

Subido el 26/06/2024

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Historia de la psicología

Orígenes, teorías y corrientes

Patricia Altamirano

Compiladora

Patricia Altamirano

Hebe Rigotti

Laura Manoiloff

Cecilia Ferrero

Adrián Ramírez

Índice

Capítulo 1 Historia de la psicología, problemas y desafíos. Patricia Altamirano ..........................................................

Capítulo 2 La constitución de un campo de conocimiento Patricia Altamirano ........................................................

Capítulo 3 Escuelas, corrientes y sistemas de la psicología contemporánea El psicoanálisis: Freud. Hebe Rigotti ................................

Capítulo 4 Historia del movimiento psicoanalítico. Patricia Altamirano ........................................................

Capítulo 5 El por qué de la evolución de la psicología cognitiva, en particular, y de las ciencias cognitivas, en general. Laura Manoiloff, Cecilia Ferrero, Adrián Ramírez.

Linea histórica ..................................................................

plo, el estudio del concepto conciencia o de los distintas psi- cologías clínicas o formas de curación desde el pasado hasta la actualidad. Los estudios sincrónicos nos permiten analizar un pro- blema en una época histórica (durante la ilustración o en la ac- tualidad) desde diversas perspectivas y teorías. Por ejemplo, el estudio actual del impacto de la neurociencia en la definición y tratamiento de la esquizofrenia, los cambios sociales vinculados a los grupos o instituciones. En la actualidad, diversos autores insisten en que la escue- la compite con otros elementos culturales, como los medios de comunicación de masas, en el respeto por la diversidad cultural como un valor y el acceso a la red de conocimiento pública. Los conocimientos históricos genéricos, que transmiten los sistemas escolares formales, transmiten un patrón cultural homogéneo que, de distintas formas, obliga a que todos tengan similares formas de pensar o de hablar. Esto es, que la escuela asegura uniformidad para construir la unidad en el relato histó- rico de un país, de una nación o de una disciplina o profesión. A pesar de los cambios y transformaciones de la institu- ción escolar , también es evidente que no hay renuncia cons- ciente de la vieja sobre la nueva historia nacional. Y a pesar de que los historiadores han avanzado mucho en la difusión de distintas significaciones de los acontecimientos patrios, sigue existiendo la alabanza a los próceres y la mirada estereotipada y mítica sobre los procesos históricos. Los mitos históricos tienen una importancia medular en la conformación de la identidad nacional. De igual manera, en lo que respecta a la psicología como disciplina, también los mitos son requeridos para fortalecer la identidad como co- lectivo de modo tal de adherir a una cierta tradición que nos vincule tanto al área del saber como al ámbito profesional. Si ponemos como ejemplo la historia argentina , esta nos ayudará a comprender de manera análoga el campo inte- lectual, la vida académica y profesional y su vinculación con los temas políticos e ideológicos.

El 25 de mayo de 1810, ante la vacancia del trono es- pañol y hasta tanto se aclarase el futuro de la monarquía, se constituyó en Buenos Aires un gobierno provisorio para los pueblos del Virreinato del Río de la Plata llamado la Primera Junta de Gobierno. Su legitimidad se basaba en la retroversión de la soberanía al pueblo; principio contractualista del derecho político de la época que legitimaba el poder en sus manos por ausencia del soberano. Pero ¿quién era el pueblo? En realidad, no existía un pueblo que asumiera la soberanía, sino catorce pueblos americanos soberanos correspondientes a las ciuda- des principales del Virreinato, las cuales contaban con cabildos. Fueron precisamente esos cabildos de esas ciudades los que en- viaron diputados -apoderados con instrucciones para integrar la Junta. Posteriormente, los gobiernos que sucedieron a esta Pri- mera Junta de Gobierno habrían de afrontar la necesidad de in- dependizarse de España y de organizar una nueva nación. Esto es así porque, del mismo modo que no existía aún un pueblo argentino (recordemos que en ese momento argentino desig- naba entonces a los porteños), tampoco existían una nación ni una nacionalidad argentina. Pero, a diferencia de lo que se cree, estas serían fruto y no causa del proceso que se iniciaba. ¿En qué consistió lo que podría llamarse una construc- ción mítica? En interpretar el 25 de mayo de 1810 como un hecho que marcó la irrupción en la historia de una nacionali- dad argentina preexistente en busca de su organización como Estado. Un mito difundido y derivado del Romanticismo, se- gún el cual las naciones contemporáneas habrían surgido de nacionalidades previas. La idea de ese mito surge de la preocu- pación por fortalecer el sentimiento nacional. Entonces, no fue 1810 la fecha que da cuenta de la exis- tencia de un pueblo con fuerte identidad nacional, sino que fue la generación del 900 la que dio lugar al nacimiento de los temas del nacionalismo cultural. Es allí donde el 25 de mayo -100 años después de aquel 1810- ve fortalecido su posición mítica y elevado a categoría de discurso que podía conformar la

De esta forma es factible apreciar el establecimiento en conjunto de los esfuerzos de la comunidad por crear una iden- tidad junto con una forma de historizar el pasado, congruente con el presente. En este ejemplo de la historia Argentina, podemos con- siderar como común denominador, que las historias que in- tentan consagrar verdades, valores e identidades, resultan de importancia política. Sin embargo para historizar críticamente el decurso de los acontecimientos nacionales o los del campo profesional o académico de la psicología, hace falta algo más que un relato sobre como ocurrió. Es necesario volver a mi- rar ese pasado, a través de las miradas teóricas y acercamientos empíricos, para cuestionar esa historia que sacraliza un pasado para hacerlo congruente con el presente.

Metafísica y los orígenes de la

psicología moderna

¿Por qué las cuestiones acerca de los orígenes sociales de la psicología moderna resultan fundamentales para la discusión sobre qué es la psicología en la actualidad? ¿Cuándo nace la psicología como disciplina científica y como profesión recono- cida? ¿Cuándo surge la reflexión sobre el alma, la conciencia, las formas de acción de las personas y la voluntad de los indi- viduos? Antes del “nacimiento formal” de la psicología , tal como la describen los manuales de historia, era la metafísica^1 la que abordaba los principales interrogantes que hoy podemos vincu- lar a aquella. Si bien no eran exactamente las mismas pregun- tas, los fenómenos a los que hacían referencias eran los mismos que motivan hoy los debates psicológicos tanto en la ciencia como en la profesión. La metafísica es una rama de la filosofía que estudia la naturaleza, estructura, componentes y principios fundamenta-

(^1) La palabra “metafísica” deriva del griego , que significa “más allá de la naturaleza o más allá de lo material o físico”.

les de la realidad. Una afirmación es metafísica cuando enuncia algo relevante sobre un asunto («cuando emite un juicio sinté- tico sobre un asunto») que por principio escapa a toda posibi- lidad de ser experimentado sensiblemente por el ser humano. La metafísica aborda problemas centrales de la filosofía. Se pregunta por los fundamentos últimos del mundo y lo exis- tente, la estructura de la realidad, el sentido y finalidad de todo ser. Su objetivo es lograr una comprensión teórica del mundo, los principios últimos, la verdad más profunda de las cosas. Trabaja sobre objetos teóricos como: ser, nada, existencia, esen- cia, mundo, espacio, tiempo, mente, Dios, libertad, cambio, causalidad y finalidad, alma. La metafísica se encuentra vinculada a los inicios de la psicología porque, tal como indicaría Danziger, los objetos de estudios o los aspectos de la realidad que aborda son inaccesibles a la investigación científica , en el sentido que lo planteaba Imma- nuel Kant. Desde la perspectiva de Kant, los problemas más importantes de la metafísica eran las afirmaciones o juicios universales (que se referían a problemas universales), la estruc- tura categorial de esos juicios que era posible formular y las coordenadas de tiempo y espacio como principales orientado- res universales para el conocimiento del mundo y el ser. Por ello, durante la primacía de la filosofía kantiana predominaba la idea que la psicología no podía ser parte de la ciencia. Tradicionalmente la metafísica se divide en dos ramas, general y especial. La metafísica general (metaphysica gene- ralis) pregunta por las categorías más generales del ser y por eso también es llamada filosofía fundamental. Se ocupa de qué son las cosas, las propiedades y los procesos según su esencia y qué relación establecen entre sí. Al ocuparse de lo que hay, se conoce como ontología. La metafísica especial (metaphysica specialis) se divide en teología natural, filosófica o racional (estu- dia a Dios a través de métodos racionales sin recurrir al misti- cismo o a la fe); psicología racional, también llamada filosofía del hombre , psicología metafísica o psicología filosófica (se ocupa del alma o mente del hombre); y cosmología racional que investiga

Historia, historiografía y aproximación

positivista en sus distintas vertientes

La historia es el registro escrito de lo que se conoce sobre las vidas y sociedades humanas del pasado y la forma en que los historiadores han intentado estudiarlas. Por consiguiente, llamamos historiografía al arte de escribir la historia. Quizá la historia sea la disciplina más complicada de definir ya que, al intentar develar los hechos y formular un relato que sea in- teligible y coherente, implica el uso de muchas disciplinas au- xiliares. El objetivo de todos los historiadores ha consistido en recopilar, registrar e intentar analizar todos los hechos del pasa- do del hombre y, en ocasiones, descubrir nuevos acontecimien- tos. Por consiguiente, la historia es inseparable del historiador. Salvo que el historiador sea testigo, los hechos históricos son conocidos a través de fuentes intermedias. Fuentes que pueden ser los testimonios de los testigos de los acontecimientos, rela- tos escritos, archivos y otras que proporcionan las pruebas con que el historiador descifra tales hechos. Pero el objetivo de la historia no se cumple relatando los acontecimientos. El proceso de interpretación histórica afecta todos los aspectos de la investigación. Se trata de un proceso que se inicia con la selección del tema que se pretende estudiar. En este sentido, los acontecimientos constituyen los cimientos, pero la elección de los mismos es un juicio previo que mani- fiesta la importancia de la cuestión. Elegir el objeto de estudio sugiere una hipótesis o modelo teórico provisional que guía la investigación y ayuda al historiador a valorar y clasificar los testimonios disponibles para presentar un relato detallado y coherente del elemento analizado. Por eso, el historiador debe respetar los hechos, evitar la ignorancia y los errores cuanto sea posible y aportar una interpretación convincente e intelectual- mente satisfactoria. El problema radica en que no hay una sola forma de ha- cer historia, como tampoco hay una sola forma de hacer psi- cología. Estas formas de hacer actividades científicas están

siempre en ámbitos de debates y de incógnitas que, a pesar del esfuerzo por los grupos de intereses en valorar más unas posiciones que otras, son parte del crecimiento del saber y, en ciertas ocasiones, del estancamiento de sectores del saber. Saber y poder están asociados y deben ser ubicados en un contexto social y en una construcción histórica. Los debates sobre a qué debemos llamar historia , cómo se debe registrar, cómo se construye y, sobre todo, qué datos tomamos en cuenta y cuáles no y sobre quién pesa la potestad del saber, todo ello está marcado y discutido en la historiogra- fía. La historiografía es una disciplina que se dedica a estudiar y a analizar cómo se ha dado, a lo largo del tiempo, el registro de hechos históricos por el hombre teniendo en cuenta los mé- todos, las formas, los objetos de estudio, autores, fuentes y los intereses que han variado en cada época y espacio. Si bien la historia de la historiografía fue pasando por diversos períodos, un momento cumbre de la discusión sobre cómo hacer historia lo constituyó la fuerte posición del posi- tivismo. El positivismo es un sistema filosófico basado en la expe- riencia y en el conocimiento empírico de los fenómenos natu- rales. El término fue utilizado por primera vez por el sociólogo francés Augusto Comte, creador de la historiografía contem- poránea y exponente máximo de la corriente positivista de la historia en el siglo XIX. Gracias al positivismo de Comte, la historia alcanzó su identidad como disciplina académica inde- pendiente, dotada de su propio método y análisis, pero tam- bién imprimiéndole un carácter particular con implicancias en la forma de acceso al conocimiento. El positivismo consiste en admitir como científicamente válidos solo aquellos conocimientos que proceden directamen- te de la observación y la experiencia. El hecho o los fenómenos percibidos objetivamente son la única realidad científica, mien- tras que la experiencia y la inducción son los métodos exclusivos de la ciencia. En este sentido, cualquier disciplina que aspire a ciencia debe aplicar el método de estudio propio de las ciencias

les habla no sirven de mucho en la historia, ya que no permite deducciones generales. El afán de los positivistas en hacer de la historia una “ciencia exacta” es imposible porque el objeto de estudio es el ser humano, cuya conducta, a diferencia de la de los animales, tiene un grado de racionalidad y es irrepetible. Así vistos, los hechos históricos solo pueden abordarse una vez que han sucedido y el historiador sólo puede interpretar su necesidad a posteriori, pues todas la hipótesis que barajase sobre lo que hubiese podido conocer si se hubiese actuado de otra manera constituyen, en el mejor de los casos, meras especulaciones. La motivación del positivismo era hacer de la historia una ciencia exacta basada en la máxima objetividad, rigurosi- dad de los hechos, dotándola de un método científico de igua- les características de las ciencias naturales. Pero, ¿cómo podrían considerar los positivistas que la historia sea una ciencia? Me- diante la observación a través de la experiencia de los hechos históricos y una acumulación de datos comprobados en forma crítica a través de un vasto conocimiento de los documentos. Los hechos estaban en los documentos y solo se necesi- taba criticar a la fuente de manera objetiva, tratando de mini- mizar el análisis subjetivo del autor proveyéndoles de marcos teóricos consistentes que le permitieran ordenar la evidencia empírica con sus miradas teóricas. El carácter científico po- sitivista descansaba en el convencimiento de que con ese pro- cedimiento el historiador podía depurar los acontecimientos de su carga emocional para evaluarlos correctamente, limando asperezas y eliminando las pasiones; él no debía preocuparse de establecer leyes ni relaciones causales, pues esa tarea le estaba encomendada a la sociología. Las fuentes escritas que utilizaban los positivistas estaban en documentos oficiales procedentes de los gobiernos y conser- vados en archivos. Había que mantener una cierta distancia entre el sujeto-objeto para que la interpretación no sea desvir- tuada por la subjetividad del historiador. Esto es, que cualquier injerencia de tipo teórico o filosófico interpretativo o valorativo suponía falsear el carácter exacto que debía poseer la historia_._

Negarse a teorizar sobre la historia era una actitud propia de los historiadores positivistas, discípulos de Ranke (considerado comúnmente como el padre de la historia científica), devenida en una constante general durante varios siglos en los que las reflexiones sobre la evolución histórica, la historia universal y la sociedad se hacían fundamentalmente desde el campo de la filosofía o de la política, pero no desde la historia propiamente. En definitiva, la historia para Ranke era una sistematiza- ción exhaustiva de los documentos históricos que el historiador solo debía ordenar en su intento de reconstruir el pasado. Gra- cias a eso, y al tener en consideración las circunstancias históri- cas del escritor, se progresó de forma sustancial en la crítica de las fuentes que se convirtieron en clave para evaluar los docu- mentos. En este sentido se rescata el aporte que hicieron los positivistas a la historia combinando la objetividad del histo- riador (al menos como ideal) con la aguda observación de que todos los historiadores son producto de su tiempo y entorno y que, por lo tanto, sus relatos son necesariamente subjetivos. Se auguraba así la ruptura de la conexión de la historiografía clásica con el arte literario de carácter intuitivo, y se la alineaba a la moderna investigación científica. El positivismo fue muy importante para la reflexión de todas las formas de hacer ciencia. Antes de la mirada positivis- ta, la historia surgía como un quehacer más de las reflexiones filosóficas o de las necesidades políticas, un quehacer del cual surgirá una rama especifica de la filosofía: la filosofía de la his- toria. La historia servía a la política para entronizar todos los datos requeridos para la construcción de un cierto poder. Ade- más, se la utilizaba para cimentar las identidades regionales, nacionales y étnicas. Con el positivismo la historia pasa a ser conceptuada como la ocurrencia de hechos pasados que pode- mos ordenar para nuestra comprensión, pues está asentada en los documentos y solo hay que analizar esos hechos. El positivismo pretendió de la historia un cierto éxito predictivo, es decir, que pudiera predecir mediante la teoría en cuestión. Al parecer, dadas sus características positivistas, Hem-

objetivos, es decir, evidencias que son a) empíricas : los restos del pasado (documentos y monumentos) que al- canzan nuestro presente y b) conceptuales : causas del cambio (describe y explica).

La investigación histórica se centra en una región particular del espacio estudiado por la disciplina (un acontecimiento, un periodo histórico, etc.). Es en este sentido en el que se habla de historia regional, como la descripción y explicación de una región del pasado.

Siendo el producto final de la historia un texto con forma narrativa, c on frecuencia los productos finales del trabajo del historiador aparecen con la forma de un relato que describe y explica lo sucedido en un mo- mento pasado. Esta característica hace que haya autores que defiendan que el contenido de la historia no esté constituido solamente por los eventos que se relatan sino también por la forma en que esos eventos se pre- sentan y explican, además de incluir, de forma inevita- ble, implicaciones ideológicas y morales.

Existe una multiplicidad de sentidos atribuibles al término “historia”: función material, eficiente, formal, final. Pero para que el texto sea considerado como perte- neciente a la práctica historiográfica disciplinada, debe ser no solo verosímil (compatible con la evidencia con- ceptual de que se dispone sobre la causalidad física y de las acciones individuales y grupales humanas), sino también tener validez empírica ; es decir, los aconteci- mientos y las causas evocadas deben apoyarse sobre la evidencia documental o monumental disponible. Solo así puede hablarse de una historia científicamente vá- lida , con pretensiones de verdad.

¿Cuál es el objetivo de la Historia de la Psicología (HPsi)? ¿Cuál es el objeto de estudio de la Historia de la Psi- cología? Desde la perspectiva de Rosa Rivero, la HPsi tiene por objetivo describir y explicar la psicología, sus cambios en el tiempo y producir elaboraciones teóricas sobre el propio deve- nir de su objeto de estudio. Esto es, estudia los modos en los

que se hace, se construye y se aplica el conocimiento psicoló- gico. Atendiendo al cambio y a las transformaciones de la psi- cología como forma de saber científico, el objeto de estudio de la HPsi es lo que los psicólogos han dicho, escrito y ela- borado sobre constructos intelectuales que hoy entendemos como vinculados a la psicología.

Si la HPsi teoriza sobre lo que los psicólogos han dicho, escrito y elaborado sobre determinados constructos in- telectuales , ¿qué criterios usamos para delimitar el ob- jeto de estudio?

El objeto de estudio de la HPsi se define en este contexto como: Textos , personajes e instituciones que generaron dis- cursos sobre lo psicológico, así como las acciones que dieron lugar a ellos.

  • Discursos que han sido generados, recibidos, usados o desechados en diversos momentos temporales.
  • Acciones de sujetos humanos, incluidos en entornos sociales e históricos concretos.

Entonces, si el objetivo de la historia de la psicología es describir y explicar los cambios y las transformaciones que se han producido a lo largo del tiempo sobre este campo de estudio en particular, se trataría ahora de adop- tar una perspectiva de análisis que resulte adecuada.

Esta perspectiva nos motiva a considerar que la psicolo- gía que importa no es lo que ha hecho cualquier psicólogo sino sus personajes eminentes y significativos para el desarrollo de la psicología en su condición de tal, vale decir psicólogos que son considerados como tales por parte de quienes hoy son reconocidos como expertos en psicología.

Debido a que estos personajes sobre lo cual se basa ese relato histórico se vinculan muy profundamente con lo que se ha hecho , dicho, escrito y elaborado sobre esos