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Cuidados al paciente en un ámbito contidiano
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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Universidad Nacional de Colombia 1997 - Vol. 45 N° 2 (99-102)
María del Pilar Diaz, MD, Profesora Asistente, Departamento de Medicina Preventiva, Antropóloga, Magister en Salud Pública, Universidad Nacional de Colombia.
El presente ensayo tiene como objetivo plantear la opinión de la autora sobre la concepción de, y la labor que, la Salud Pública debiera desarrollar en la actualidad. No se trata de una revisión histórica crítica de la disciplina, sino de una reflexión de una persona que como antropóloga ha andado caminos dentro de la Salud Pública con una perspectiva sociocultural.
La Salud Pública ha tenido y tiene diferentes concepciones, de acuerdo a las cuales ha determinado su actuar en distintas épocas. Quisiera citar, como ilustración, cinco opciones al respecto que Jaime Sepúlveda (1), en conjunto con otros autores, plantea como resumen de lo que se ha entendido por Salud Pública. La primera se refiere a la identificación de "lo público" con actividades generadas en los gobiernos y, la segunda, lo toma como sinónimo de participación comunitaria organizada. La tercera alternativa centra la Salud Pública en servicios NO personales de salud; la cuarta adiciona a la anterior algunos servicios personales de carácter preventivo, especialmente dirigidos a los llamados grupos vulnerables y la quinta, la asume como la respuesta organizada a problemas de enfermedad muy frecuentes o amenazantes para la población sana.
Al analizar estos enfoques de la Salud Pública se aprecia que se la tiende a identificar con acciones, que parten de
algún sector de la sociedad, para prestar servicios de atención y prevención de la enfermedad. Si bien ésta es una característica de la Salud Pública, ella no puede ni debe dejar de lado su aspecto investigativo en pro únicamente de planear, proveer y administrar servicios asistenciales masivos o promocionales surgidos en instituciones públicas o privadas.
La investigación le da una dinámica de actualización a la práctica de la Salud Pública porque le permite estar familiarizada con los problemas socio-económicos y culturales que afectan a las poblaciones, su modo de vida y bienestar, que como contexto o ambiente global de las mismas, influye en la situación de salud de los grupos humanos. El conocer dichas situaciones faculta al salubrista para plantear alternativas concretas y adaptadas a la realidad de las poblaciones para afrontar las problemáticas detectadas, con una activa participación de la comunidad, potencial o efectivamente afectada. En primera instancia, tales alternativas se pueden concretar en planes y programas de salud o en estrategias y actividades para efectuar al interior de las poblaciones investigadas. Pero, también, permiten generar nuevo conocimiento científico que guíe los rumbos que la Salud Pública debe tomar para afrontar los nuevos retos que imponen los modelos socio- económicos y políticos imperantes en
el mundo y que afectan la calidad de vida de sus habitantes.
Por eso considero que la Salud Pública posee dos dimensiones comple- mentarias A y B:
A. Como un quehacer interdisci- plinario, donde personas con diferentes perspectivas de aproximación al proceso salud-enfermedad se unen frente a un problema común, conjugan sus visiones teórico-prácticas en una sola para proponer una alternativa de estudio a la problemática y plantear soluciones globales para problemas integrales que afectan la salud de los pueblos. Por tanto, no es el campo de acción de una única disciplina, sino de varias en interacción, con un fin común: el bienestar de las poblaciones humanas.
Es de señalar que en este ensayo se acoge la definición de 'inter- disciplinario' provista por Gabriel Gyarmatti (2), la cual supone "lograr que los elementos constituyentes de dos o más disciplinas se integren entre sí. ( ... ). Lo que caracteriza la investigación interdisciplinaria es precisamente (... ) la explicación y análisis de los supuestos básicos de los paradigmas y teorías propios de una determinada disciplina, empleando para ello los enfoques, conceptos, sistemas de catego- rización, variables y métodos de otras disciplinas. De esta manera permite evaluar muchos planteamientos, los
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cuales, a primera vista, aparecen como completamente lógicos (o de sentido común), pero que a la luz de otro enfoque o la estructura lógica de otra disciplina, a menudo, son altamente problemáticos".
Un ejemplo que ilustra lo planteado anteriormente es el hecho detectado en una investigación sobre percepción de riesgos ambientales y uso de servicios de salud (alopáticos y populares) para menores de 5 años. Se observó que madres de estos pequeños y Madres Comunitarias del Instituto Colombia- no de Bienestar Familiar explicitan perfectamente información occidental (proveniente de la denominada educación en salud) sobre cuestiones del ambiente (en este caso remitido a la vivienda y el barrio en una zona urbana de la amazonía colombiana) que pueden ocasionar enfermedades en los niños. Sin embargo, la observación directa permitió detectar la presencia de esos mismos riesgos, verbalizados por las madres, en sus casas y en el barrio mismo. ¿Qué pasa entonces? La educación en salud no trasciende el nivel de información. Se identificaron una serie de valores, creencias y situaciones socio- económicas que "obstaculizan" el cambio hacia actitudes saludables que esa misma educación ha promulgado. Por ejemplo, "yo me crié con agua sin hervir y estoy sano"; "hervir el agua me sale muy costoso"; "el agua hervida sabe feo"; "mi marido no tiene trabajo y no tengo para comprar combustible" o simplemente "los niños no hacen caso de tomar agua hervida" (3).
El ejemplo permite ver que otra lógica, la del potencial usuario del servicio, se impone sobre la lógica racional moderna que el agente de salud occidental, alopático, suele manejar. Por eso, como lo afirma Elias Sevilla (5) "este fracaso de la estrategia individual ocurre porque se
olvida que los problemas de salud son fenómenos sociales no individuales, es decir afectan poblaciones (como diría Rose) e implican relaciones (como diría Bohanan). Rose argumenta en forma convincente en favor de las estrategias poblacionales que, si bien no encajan en la tradición clínica centrada en el individuo, son imprescindibles cuando se desea afectar las causas de los problemas de salud" (1994:3). Por tanto, la Salud Pública no debe plantear estrategias individuales (como los simples cambios funcionales de hábitos basados en la información de los efectos ocasionados por la exposición a ciertos riesgos), al estilo clínico, para resolver problemas de salud de poblaciones porque así no se habrá de lograr una adecuada efectividad.
A partir de lo anterior se puede señalar que existen múltiples racionalidades que deben ser tenidas en cuenta para generar políticas, donde diversas disciplinas como las Ciencias Sociales pueden colaborar con sus plantea- mientos. El desconocer dichas racionalidades conduce frecuente- mente al fracaso de muchas iniciativas. Este punto es particular- mente relievante en el mundo actual donde se recuperan, reconocen y legitiman la diversidad y la heterogeniedad, como bien lo refleja la Constitución Colombiana de 1991 en sus principios fundamentales, donde hace referencia al reconoci- miento y la protección a la diversidad étnica y cultural de la república.
"La interdisciplinariedad se construye en el trabajo práctico, se lo vive en la gestión cotidiana; es básicamente una actitud mental que combina la curiosidad con un criterio amplio y un espíritu de aventura y descubrimiento e incluye también la intuición que existen, entre todas las cosas, relaciones que escapan a la observación corriente y analogías de
comportamiento y estructura. Es la convicción de que, por definición, descubrir significa salirse de los caminos trillados. Es el fruto de una formación contínua, de una flexibilizacián de las estructuras mentales y cada día aparecerá más como la condición de una verdadera investigación científica (4).
Correctamente entendida y aplicada, la interdisciplinariedad está orientada a potencializar la acción de los profesionales, permitiendo generar a través de diagnósticos integradores líneas propositivas de trabajo,formular y ejecutar acciones pertinentes para transformar una realidad como la nuestra; la creciente complejidad de los problemas suscitados por una sociedad cambiante exige romper con el marco limitado y limitante de las disciplinas, para confluir con un trabajo mancomunado, para lo cual es condición sine qua non que el objeto de la investigación y/o de acción sea claramente definido" (Yépez y Barreta, 1994: 152).
B. La segunda dimensión se refiere a la Salud Pública como realidad vivencial de la situación de morbimortalidad en poblaciones dentro de contextos socio-económicos, políticos y culturales particulares, donde la confluencia de la historia natural y social de las enfermedades delinean perfiles epidemiológicos específicos, ante los cuales los actores sociales involucrados en el proceso salud-enfermedad escogen diversas alternativas de acción (propias o extrañas) para afrontar la situación que afecta su bienestar.
Los contextos que habrán de tenerse en cuenta para el análisis de la situación de salud, aunque pueden observarse separadamente, intersectan y superponen lo local dentro de lo regional y, a su vez, en lo mundial.
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al gobierno en el diseño de propuestas, basadas en el conocimiento de la realidad a través de la investigación y la práctica social. A ellas se deben vincular profesores y alumnos mediante la experiencia docente-asistencial. De
l. Sepúlveda, Jaime et. al. "Aspectos básicos de la vigilancia en Salud Pública para los años noventa". En: Salud Pública Mex., 1994; 36:70-82.
este deber la Salud Pública no se puede eximir, por lo cual debe abrirse a nuevos campos de saber que le permitan conocer realidades y plantear acciones ante ellas. A la par el médico, como cualquier agente de salud, debe contar
REFERENCIAS
Universitaria, Santiago de Chile; 1992.
con una visión amplia y abierta frente a los procesos de cambio, mediante su involu-cramiento con otros saberes que le permitirán profundizar y reorientar su(s) labor(es) hacia las demandas tácitas y explícitas de las poblaciones.
interdisciplinariedad, lo biológico y social en la formación de médicos". En: Lo biológico y lo social. Serie Desarrollo de Recursos Humanos 1994;101: 143-161.