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Es un resumen de los 3 primeros capítulos del libro
Tipo: Resúmenes
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EL COLEGIO NACIONAL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO
CUADERNOS DE LA GACETA
Uno de los temas en Jiscusión en las últimas décadas ha sido el del posible fin de la imagen moderna del mundo. Tal vez estemos entra11do en una forma nueva de ver el mundo y de razonar sobre él, que empezaría a dejar atrás el pensamiento llamada "moderno". Pero la discusión resulta estéril, o superficial al (llenos, si no precisamos justamente lo que podemos entel1der por "pensamiento moderno". ¿Estamos realmente en las postrimerías de un.a nueva ma- nera de ver y de pensar el mundo, que dimos en llamar
o menos pasajera, una .,ariante en suma, del mismo pensa- miento moderno? Cualquier respuesta exige caracterizar lo que entendemos po( "pensamiento moderno". "Modernidad" tiene muchos sentidos. En todos los tiempos se ha usado para distinguir la novedad, que irrumpe en la sociedaJ establecida y anuncia un cambio de la reiteración de las formas de vida que continúan el pa~ sado. En ese sentido, las "vanguardias", las propuestas nuevas de pensamienfº• la adhesión a las innovaciones aunque sean pasajeras, suelen calificarse de "modernas",
cualquiera que sea su contenido. Pero, en otro uso del tér- mino, por "moderna" entendernos tanto una época de la historia de Occidente que sucede a la Edad Media, corno la forma de vida y de pensamiento propios de esa época. Es este significado del término el que aquí nos interesa. La época "moderna" comprende un lapso muy amplio, lleno de vicisitudes, transformaciones, contradicciones in- ternas. ¿Cómo caracterizarla? Podernos partir de una idea regulativa, para descubrir un camino. Por variables y aun contrarias que sean las creencias, actitudes, valoraciones, programas de vida de una época, podernos buscar ciertas ideas básicas, supuestas en todas ellas, que perrnanezc.an y determinen .las otras manifestaciones corno propias de esa época. Las demás creencias y actitudes, por distintas que sean, las aceptan corno un trasfondo incuestionable. Si contradicciones hay, se levantan sobre el supuesto común de aquellas ideas básicas. Antes que una doctrina, formu- lada en enunciados precisos, esas ideas expresan una manera de pensar las relaciones del hombre con el mundo, una preferencia por ciertos valores y un estilo general de razonar, implícitos en varias doctrinas. No se trata de un sistema de pensamiento sino de una mentalidad. Natural- mente que esta manera de pensar coexiste, durante toda
so, al principio es aún la antigua visión del mundo la que da carácter a Ja sociedad y sólo en unos cuantos espíritus se expresa el nuevo pensamiento. Pero es este último el qu_e está preñado de futuro, es él el que termina dando su espe- cificidad a la nueva época. · Las ideas básicas que caracterizan a una época señalan Ja manera corno el mundo entero se configura ante el hom- bre. Condensan, por lo tanto, Jo que podríamos llamar una "figura del mundo". Una figura del mundo empieza a brotar, lentamente, en el seno de Ja anterior. Primero es
patrimonio exclusivo de unos cuantos, luego se va poco a poco generalizando hasta convertirse en el marco incues- tionable de la época. Una _vez que se ha vuelto predomi- nante, si algunos empiezan a impugnarla, puede tratarse de resistencias del pasado o de fenómenos disruptivos pasajeros, pero puede ser anuncio también del ocaso de la época. Porque una época histórica dura lo que dura la primacía de su figura del mundo. Generalmente se suele entender por "pensamiento moderno" una forma de pensamiento racional que tendría su expresión más clara en el siglo XVIII. A menudo, la idea de la historia y del mundo ilustrada, su proyecto de racio- nalidad, se tornan corno paradigma de la "modernidad''. Pero, en realidad, sus orígenes son más antiguos. Empie-
la aparición paulatina, en algunos ingenios, de una nueva. Las ideas ilustradas y su legado en los siglos posteriores, se levantan sobre esa previa manera de sentir y pensar el mundo, nacida de la ruptura del mundo medieval. La ruptura se inicia en el Renacimiento. Es en los siglos xv y XVI cuando se manifiesta el primer germen de lo que será un giro decisivo en la imagen del mundo y del hombre y en el modo de pensar sobre ellos. Este germen no es uni- versal. Aparece en algunas ciudades de Italia y de los Países Bajos. Allí empezará a forjarse la figura moderna del mun- do cuyo desarrollo verán los siglos siguientes. La imagen moderna del mundo empezó a formarse en el espíritu de unos cuantos hombres de avanzada en su época, pero no podernos marcarle inicios precisos. Podría- mos incluso perseguir hacia atrás ideas precursoras, hasta el siglo XIII tal vez, con el desarrollo de Jos burgos medie- vales, como no han dejado de hacerlo algunos estudiosos. ¿No encontrarnos en un San Francisco, en un Dante, un Petrarca o un Giotto vislumbres, dentro del espíritu del
Los primeros siete capítulos verán el Renacimiento a la luz del pensamiento moderno, los últimos tres reflexio- narán sobre el pensamiento moderno a la luz del Rena- cimiento.
La figura renacentista del mundo no podría entenderse sin una referencia a la imagen que la precedió. Ante~del Re@- cimiento~!¡;:osrμos y la_5gcieda_c;i_h!!1_m!n<Lse.J2(esentaban i?J!io la fifillrn_de yn 01<:i~Q.fi11J!.Q,en dQIJ_de c_a9Af.Q~Je11í~ su sitio<:letermiflJ!Q()_~egún_re!'!.ciQge~ _<:.laxai:riente fija das 1::11 referencia a un centr()-' Pensemos primero en la fábrica del mundo físico. El universo medieval estaba constituido por dos niveles de ser completamente distintos, sujetos cada uno a leyes propias. El mundo sublunar, es decir, la Tierra, obedecía a ciertas leyes físicas expuestas por Aristó- teles y continuadas en lo esencial por la física medieval. El mundo sublunar estaba rodeado por siete esferas. En cada una .. una i;iartícula de materia constituía un cueri;io celeste. Pero tenemos que imaginárnoslas como si fueran cáscaras cerradas. Estaban constituidas por un material sutil y trans- parente; giraban todas ellas col.1 movimiento regular. Estas siete cáscaras, concéntricas las unas respecto de las otras, correspondían a las órbitas que describían en torno de la Tierra, según la astrononúa ptolemaica, los cinco planetas
Más allá de·Ja séptima, estaba la última esfera. Era la esfera de las· estrellas fijas en la cual podíamos encontrar todas las luminarias celestes. ¿Y más allá? Más allá, sólo la presen- cia de Dios. El111llf1cl()_ físic()Jiel1..e.Q!!eS..JJnJímite_ preciso_
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Es CQ!I19_llrta__cajiJ:a/como_una de_estas muñecas rusas o p()lac_as enlascuales, aLabrir cada una, se encuentra ot~; ex:acta!1lenteJgual, al abrir ésta, Qtra más Y: así sucesiva~ m~nte hastªllegar a una muy pequeña_que_es, por_as(Cí~ cirio, el cenrro Q!1úcle_9_g~t9da_Ja__llllLii~cq,¡ Así en el mundo -físico~ - Podemos imaginárnoslo como si estuviera consti- tuido por una última esfera perfectamente limitada y cerra- da, fuera de la cual ya no hay absolutamente nada y dentro de la cual se encuentran circunscritas otras tantas esferas hasta llegar al núcleo de todo: la Tierra, El mundo es limitado y tiene un centro. [)e_ntro<le_e_sta arquitectura cada cosa_tiene asignado_unsitio.Hay ón:le- nes en el ser; cada ente tiende a ocupar su lugar natural. En el mundo sublunar rigen leyes diferentes a las del mundo celeste, pues en el cielo habitan cuerpos de una inteligen- cia sutil que, por otra parte, duran en sus revoluciones la eternidad. Por lo contrario, en el mundo sublunar rige la ge- neración y la corrupción; en él nada es eterno, todo dura un lapso finito. Cada ente obedece a su naturaleza, la cual está regida por leyes que no puede rebasar. Pues bien, a imagen de esta fábrica cósmica, el hombre medieval considera la arquitectura humana. También el mundo concreto del hombre es un mundo finito en el que todo ocupa un lugar preciso en relación con un centro y con una periferia. La Tierra es vista como_una_superfície__l_ifili: ta da, en el centro de la cual existe un lugar privilegi?do~ algunos lo colocan en Jerusalén, por ser allí donde el Dios hecho hombre redimió a la humanidad; otros lo sitúan en cambio en Roma, p()r ser el centro_de la cristiandad y del imperio; sea Roma o)erusalén, todos Ios mapas medieva- les muestran un centro p,reciso. ¿Y en la periferia qué hay? Nada, los abismos insondables; nadie puede asomarse a los bordes de la Tierra porque caería en el vacío. Si cada
------^ cosa· --·-·^ está -··--- ---^ en -- ·------·--··----^ el^ lugar del espacio ------ -- .- --·- - ------------^ que - ---------·-~-----------------^ le^ corresponde;-iglial
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sucede en eltie!1lpo_.AJ_iguaLque_el_esp_¡¡cJ9_hJ.Jmano_ !íe_i{e_1,1n_~~~ltro y u_na_perif_e:ria de_t_er111ina d_gs,_a_ií~mf)ién -el transcurso de la_hi~t9riatiene_lll}__co!11ÍeI1zo_pr:eciso:e! -momento en-que_pios c_r_eó;¡JapritperaR'lre_ja_e11_el_Edé11. -Todatahistoria_tiene__uJ1_ce11tm:_el-------.- -------· ·- ------··· --- ___ instante__e__n_q11e_Je1m.:
-glofioso=que_~l hij()del hombre regrese_a~!i~_i:~ala diestra del Padre, para juzgar a la humanidad. ToQ9 en- -éuentraentre-----r:·---""---~--·---------- estos hitos - ___________ ..perfect-amente-determinados. ·-·-· --------- --------- -:--· - ------~----. 'La sociedad humana, de modo semeiante. Es una soc1e-
obra de Calderón__de_l31_1_3_a_i:~gLgn:inteatro del_rnundo, Encontramos-en ella una variante de un tema propio de los autos sacramentales medievales. La vida humana, la sociedad, son representadas como una farsa. E_l_auto_r__de Ja trama QtprgQ_a cad<I_quie_n_su__fJª1_)_elel}la_comedia. Ése _ es_Dios, naturalmente. Hay un apuntador encargado de repetir a los actores el papel que deben desempeñar: es la conciencia. Y cada quien" al entrar en escenaJ_se_viste_deL
nado. Entra en escena, tiene que desempefiar brevemente_ su_papel y hace mutis. Es buen actor y será premiado por qlJi~I1 repafti{)}()s_papeles, aquel_ que desempefig_ex:acta- mente la función que le corresponde_, Quien tiene el papel de labrador debe ser durante toda la representación el mejor labrador posible, sin tratar de ser otra cosa, quien ha recibido el papel de rey debe representarlo lo mejor posible, sin dejar nunca de ser rey, quien :tiene asignado
que aquellos puntos que se suponían fijos en una esfera no fueran otrosJantos. soles__vagando en etespacio va-d~. a_co111_pa!'ia_d()stal.vezde_su_cortesi~pla.netas? "De manera que no hay un solo mundo, una sola tierra, un solo sol, sino tantos mundos cuantas estrellas luminosas vemos en torno nuestro." A la concepción antigua del cosmos empieza a rem- · plazarla, desde el siglo XVI, la figura de un mundo abierto, espacio que se extiende al infinito, uniforme y homogé- neo, sin límites ni centro. Y en ese océano infinito se despla- zan unos cuerpos minúsculos, flotando en el vacío; en uno de ellos nos encontramos nosotros. Frente a la imagen acogedora de un mundo cerrado, en el cual el hombre se encuentra inmóvil, en el centro, nos encontramos ahora con el pensamiento de un espacio inconmensurable, en el cual navegamos en una pequeña partícula, sin saber a dónde vamos. flo que en Nicolás de Cusa y en Giordano Bruno era entusiasmo por la infinita grandeza del univer- so, unos años después en Kepler será motivo de espanto:
Este pensamiento [la infinitud del universo] lleva consigo no sé que horror secreto; en efecto, nos encontramos erran- do en esta inmensidad a Ja que se le niega todo límite, todo centro, y por ende todo lugar determinado.
No_e!lyan2_exclamará Pascal más tarde: "El silencio de Jos espacios infinitos me aterra~;.-~ - - - - -· -- -·
. Enununiversoinfinito, puesto que cualquier parte pue- de ser centro y cualquieraperiferia, todolugares relativo, a_le;¡torio, no hay órdenes ni _¡J_t1estosex:clusivos en elc:ps- m__c:i~, to_cloqllt:_cia_fija_ci()_p()_i:ja~i:ejaciones que unos cuer- :io~ g1:1;¡rdan C().11 otros;~so es lo im_Qc)rtante~ Lo q~e-ime- (^3) Giordano Bruno, uDe !'infinito universo e mondi", en _Le Opere /taliane, ,d, Paolo de Lagarde, Gottinga, 1888, vol. J, p. 360. - Cit. por A. Koyré, op. cit., p. 66.
resa conocer no_esya eJ_lμgªLnatui:aJ_qμe_c_Qrre§.ponde a cada cuer_¡Jo, sinoJ;a~~elaciQ!1e~u~tiene__con()tr_QsJ_l;¡s ÍUJl: cionesen.:=qu~:-¿:e_e11ci1entra_eL111Q.Yimie11to~!e.11_11_c_uerpo ~e_~p_ecto a los mQvin:Ji.el1tQs~.l<25-ºtLQs" Y hemos dado, me parece, con la palabra clave: ~Q Si en la Edad Me- dia una noción central era el lugar, el sitio natural de cada cosa y de cada persona, en la nueva imagen del mundo, una palabra importante empieza a ser la función, las relaciones q_ue rigld}e_JJtre_las_cosas..Y_e_mr~os h()!119res- -E5ta imagen. del cosmos corr~()!l_ci_E:Jl_llf1_Ca_111!:iio se- rriei_fii_e e_í-l_l:l_g~ügraffa~ F:11~ Rena_cimientQ,_ la Tierra dej~ de tener un centro_geggráfico, Se inicia la era de los gran- des d~scubrl~e-;tos, en que las carabelas recorren largas distancias y los navegantes hacen la experiencia de que la superficie terrestre es una esfera en la que cualquier punto podría ser su centro. Es la época del descubrimiento de las costas meridionales de África, de la aparición de un nue- vo mundo, América. La primera circunnavegación del glo- bo precede diez años a Ja publicación de la obra de Copér- nico· ambas transformaciones de la imagen del globo son ' paralelas. No sólo Jos lugare§_ qμe c;aga quien ocupa_e_nJa _s11peJo ficie-t~~~~~tr~ se relativiz¡¡Q,tambii:nJas. culluras. Nicolás de cusa, B!U;C), M~ntaigne, Charran se explayarán sobre Ja relatividad de las creencias humanas. Si en otras tierras los hombres creen en cosas tan diferentes a las que nos- otros damos por seguras, si hemos descubierto que las adhesiones de Jos hombres a valores son tan diversas, ¿cómo aferrarnos a la idea de que nuestra cultura es la única válida? ¿Por qué no aceptar, más racionalmente, que la nuestra es una entre muchas posibilidades de cultura? De allí basta un paso ¡:iara sostener gue nuestra civilización cristiana es una de las civilizaciones ¡:iosibles y no el cen- , tro de la historia humana. Giordano Bruno da este__p__aso.
Ueg<La.r>-ensªcqμg_J_Qdas)asreligiones son válidas como _e.aminas a Dios ytodastienen semejantes derechosa considerarse ordenada.s_p.o..t:.Él. -. - - Al mismo tiempo que se relativiza la geografía humana, e111pieza. aresque_brajarse la arqu.itectura_elitamentaria .de la sociedad. Se consolidaJa.b.urgu_esi;i_que en siglos ante- riores se había ido formando en los burgos del Medioevo.^1 Los nuevos descubrimientos propician un gran at1ge gel .S:.Qrne_n::ici, que tiene por principales centros las ciudades marítimas del norte de Italia (Venecia, Génova, Pisa y, por su intermedio, Florencia), de los Países Bajos (Amberes, Brujas, Amsterdam), de Portugal (Lisboa). En 1501 llegan a Lisboa los primeros cargamentos de especies de la India. Los venecianos se apresuran a competir con los portugue- .ses y pronto dominan, en el Mediterráneo, el comercio de especies y sedas. Por su parte, Amberes y su rival, Brujas, prosperan gracias al desarrollo de empresas comerciales y bancarias ligadas a las ciudades teutonas. Los comerciantes empiezan a congregarse en ligas. Aparece, por primera vez, la gran banca. J2aJl.Qllel'().<;y_c_omercial1(e.§ _constituyen un nuevo poder que ya no está ligado al nacimiento ni al .puesto ocupado en la jerarquía social sino a su propia capacidad de empresa. Ejemplos notables podrían ser los Fugger (o Fúcar), banqueros alemanes de cuyos présta- mos dependía Carlos V para todas sus empresas guerre- ras, o la famosa _fail!ilia de los Medici,__en Florencia; su poder tiene por base su riqueza, como comerciantes primero, como banqueros después; gracias a ese poder por muchos años controfan el papado y propician el desarrollo indus- trial y artístico de Florencia.
-vos grancie_~J2foductores qé'.!!l~c:<mcias. En Florencia se instala la libertad gremial e industrial. En otras ciudades, desde Amsterdam hasta Venecia, se rompen muchas de
las trabas gremiales que impedían el desarrollo industrial y se otorgan facilidades a toda clase de obra¡es. Aparece así un 11ue_".~t.!po~~ hombi:e___ct1y_o,J?()ciC:r_r:i() está sujetQ'!_ las regu_laci_()I}~__y_rª11g2sfl_e_Ia soc:1edad ant1- gya sino q_u~Q_epende de la [uncióQ___qu_e,_Qe ~ech.o,_c:u1;1- ple en la sociedad. Alfred van Martin resume as1 la s1tuac1on en Florencia:
Es la formación de una capa social completamente nueva, de una nueva aristocracia del talento y de la energía activa (que sustituye a la anterior de nadmiento Y. de rango) Y que asocia al arte económico el político, pero siendo siempre el momento económico (el burgués) el que, predommando, determina el estilo de aquella vida.
\cierto que, en términos generales, el orden antiguo per- manece incambiado en el campo, pero en las oudades em- pieza a resquebrajarse, dando lugar a una movilidad social nueva..jAunque las posibilidades de ascenso social son aún limitadas las cualidades personales son capaces de
perio&~i:Q~s{;in<1nte con sus virtudes''., como comenta ya el cardenal Cayetano de Vio, muerto ~n 1469. Es la v111Ud per~o nal y no Ja condición social la que lfilporta en estos casos. Por limitada que sea aún la pos1b1hdad de .asce_nso so- cial, los individuos que lo logran causan adrmrac1on. Sur- ge un ideal desconocido hasta entonces: el que encarnan los que Maq~ llama "hombres nuevos". Son hombres que no sienten determinado su destmo P?r e_J_l__u_gax,.Qlll:_ ocupan, sino_que están em2_eñados en labr:ª-r§elo_me_d1ant.e_ su-~ acciS)n. 1.:()Llrande~i_r:isfüjduos_jascm<1_11 :1l_Re_11:ª-9:_
5 A. von Martin, Sociología del Renacimiento, Fondo de Cultura Econó- mica México 1946, P· 22. 20 s · ¡ XXI 6 Cf]. R. 'Hale, La Europa del Renacimiento. 1480-15. 1g o , México, 4a. ed., 1979, p. 173, y A. van Martín, op. cit., p. 148.
En el principio de la concepción moderna del hombre se encuentra paradójicamente una imagen originada en el pensamiento estoico tradicional y conservada en Ja tradi-
-1!!1f~fil().§_, As1 como el macrocosmos está formado por distintos órdenes en la jerarquía del ser y del valor, así también el hombre está constituido por distintos niveles
Antes aún de los estoicos, este terna se puede rastrear en antiguas mitologías. Karl Jung ha podido ver en Ja ima- gen del microcosmos un arquetipo originario, incons- Clente, que se expresaría en distintas formas en ]as cultu- ras más arcanas y sería símbolo de la personalidad total integrada. Pues bien, este antiguo tema revive en el Rena- cimiento con un sentido peculiar. J'a.ra_l'l'icoJás de Cusa, '9\le_Q<J_drí<tmo~ consi<:l_e_i:'ª_¡:_el primt:ro de los filósofos rerl_a<:_e_ntj_stas, eJ_h_Ol1}QreJJQ es parte d~J'todo, - eJ hombre e~un_lqd9, ¿}'Q_r_glj~ PO!Q_Ue tiene en~J)a potencia de
cosas pueden existir a su mod (^) 0''. Esta totalidad- del hom- bre iio consiste naturalmente en el tener propiedades, pues _e_l ho111bre no Jo ti:ne t(Jdo;. está e11Jap_o_sjl:>iJicJa_cj_de_ser.
El hombre puede ser semejante a una piedra, como lo es de hecho en los momentos del sueño profundo; semejan- te a un vegetal, ¿no tiene acaso en él todas las tendencias, las funciones que animan a la vida vegetativa? Puede ser tan bestial como una fiera, pero también semejarse a un á0=__ gel y -¡por qué no?- a un dios. El hombre_~ues un 12egueño mundo que contiene todos los órde_üJO:.iLdeLuni::_ YS:rso, Pero esta correspondencia sólo se realiza porque elcl hombre puede ser aquello que de algún modo elija, JTiieri..: · tras que las demás cosas no pueden ser m<ls_que_aquello que :)!:fL.SOn. (---(· ""'1 ~ '· ' "
En dos florentinos posteriores a Nicolás de Cusa, la. misma idea se desarrolla con tonos éticos, acompañada · de un gran estro literario. Uno de ellos es Marsilio Ficino':° el pensador pe_Q platónico Q_l!e marcó con su sell.9_1,JDfL époc11_, Traductor del Hermes Tn'smegisto, toma de él la idea del microcosmoS: El hombre, puesto bajo la égida de su propia libertad, puede pasar de un orden de ser a otro; por ello no tiene un lugar fijo en el macrocosmos, sino que se enfrenta a él reproduciéndolo. La idea del micro- cosmos llega a ser común. Para la alquimia, el hombre calca el mundo entero, y grandes alquimistas como Para- celso y Weigel se enredan en curiosas espec11.Jaci_cmes
del hombre.
.. p~~o- es en un joven consentido de la sociedad floren- tina, que lkgó a ser el ¡;:>rototipo de una juventud_Jo.grnda_
expresión más .P!?funcl~:....I>:!e_re.fit:ro a Giovanni Pico ,<:leila Mirandola. Pico fue autor de un famoso discurso intitu- lado-D~-¡~ dignidad del hombre. Había sido precedido por la obra de otro humanista, Gianozzo Manetti. Manetti se había alarmado por un escrito del papa Inocenc10 1II
que, con ideas tradicionales, trataba De miseria humanae vita (De la miseria de la vida humana). La respuesta de Manetti exhibe título voluntariamente provocador. Frente al lamento por la miseria del hombre caído, él hablará _I& dignjtate et_excellentia_hominís{!)e la dignidady exce- lenciculel bomhre).^1 Dos ideas del hombre se oponía~-:-Al discurso tradicional sobre las limitaciones del hombre que nace en pecado, necesitado de la gracia divina para ser redimido, Manetti enfrentaba una imagen optimista del hombre, para el cual pretendía rescatar su plena dignidad. El~igno deJa_granc:l~?:<l del hombre está en la actividad
~U('!Str;¡_en el trab;¡j() cJ~Sp_Jegado en Ja construcción dela ciudad terrena. - - - ---- - - - - - ---· Pu('!S bien, Pic() della Mirandola sigue la traza de Ma-
Creador ha distribuido todas las cosas, todo se encuentra en el lugar apropiado. Conforme lo narra el Timeo de P!atél_f1,_ la_¡n;tn()divirl_a_l1_<1 creado todoslos entes, slguiendo lo~;i_rqμetipq_s qu(!cofi!f~ª-en-e1-iJ1_i¡ilCl_Q~1este~~~ro, anteeste mun~o~p__l_eno, PJ()~~f;'!_cl('!ti~11ey queda__p_er- p_lejo._Dice el Discurso:Z
No quedaba arquetipo alguno para moldear una nueva creatura, n:i había tesoro alguno para dar en herencia a un nuevo hijo, ni había en todo el mundo lugar alguno en que asentar a er.te contemplador del universo. [Hemos adivinado que esta nueva creatura es el hombre]. Todos estaban ya ocupados --prosigue el texto--, todos habían sido distribui- dos, en la cima, en el medio, en los ínfimos lugares.
I G. Manetti, Clarissimi viri Tanocii de Manectis ... de Dignítate et Excellentia Homín'is, Basilae, apud A. Cratandum, 1532. 2 Giovanni Pico della Mirandola, De homínis dignitate, Vallecchi ed., Florencia, 1942, pp. 104-106.
Así el mundo creado por Dios, antes de aparecer el hom- bre era un mundo pleno, compacto; la naturaleza estaba acabada, nada le faltaba. Las leyes naturales habían sido dispuestas, los astros giraban y seguían los cauces instituidos por el Creador, cada cosa obedecía a su propia naturaleza, no había ningún lugar de sobra para este "contemplador del universo". ¿Dónde colocarlo? "&l_Q¡¿timo__J_úifice_e_sta::_ bleció finalment('!--º11_~ tod9_!Q__Q_ue_!:1abía ill>jgmc:l_o s_QfilJJi.lr:: mentea-Íos-de;;..ras, fuera. común ge ;¡q\lel<1_qμien no había_
la idea del microcosmos.1Ásí como un pequeño mundo no es una parte colocada dentro del gran mundo, que ocupe un lugar preciso en él, sino que refleja todo lo que h.ay en el universo, así el hombre no tendría nada en propio, de manera de poder asignársele todo lo que fuera común a las demás entidades;.._¡
Así -continúa Pico--, Dios puso al hombre como una obra de naturaleza indefinida, y poniéndolo en el corazón del mundo le habló así: "No te he dado Adán, un lugar deter- minado ni un aspecto propio, ni una prerrogativa tuya, para que obtengas y conserves el lugar, el aspecto y la prerroga- tiva que tú desees, según tu propósito y tu consejo".
Mientras las demás cosas tienen una naturaleza definida, estatuicla-por-leyes precisa~. el hombre tiene una naturale- za indefinida, es decir, no hay leyes que rijan su condición;
h!g;1_r_fji un sitio en-elordendeJ_;i._s_gerrifls_cg_s¡¡s, sinQ_que ~ tendrá el lugar y el ~ti()qt1e ~l_se__1JrOP()!lga obte_n_e~. El lugar dcl hollbre es la posibilidad de darse un lugar. Continúa el 1 Discurso:
-, La naturaleza limitada de las demás cosas está contenida dentro de leyes por mí prescritas, tú en cambio determinarás
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__L~i~ Vives, ,el humanista es - 1 - donde estas ideas se afirman pano ' mventa una parábola
menta^1 es: el^ del "gran t ema^ dcomun a^ v^ anos· autos sacra- t b 1 eatro el mundo" E 'l a a a vida humana a mod · ne se presen- teatral: cada personaje te , o de una representación había sido asignado po nl1a que atenerse al papel que le un b^ uen actor consistíar e en^ autor^ de^ la^ comed. ia,^ Dios.. Ser papel que Je había sido. representar a la perfección el vida, igual que en Ja re ~~~!~ado,_ sm salirse de él. En la
Jugar, sin pretender rebasaª! area que correspondía a ese A .;_ ra. esta representación teatral v· obrita _intitula_c;JªLqJq.bula del l ives opone otra, en una
representación. Presiden n tu '1 decididos a gozar de una
rnveJes de ser exponen , creac1on, en sus múltiples cosmos. Pero de^ '^ pronto ,^ actuandoJo. : el^ ord en entero del
.•nadie por dónde se coJ0:1a o en el programa, sin saber C (^) e d (^) o (^1) a (^) palabra a.Viv<='.s;_ ,, aparece^ un^ mimo· _geaja], Le
He aquí como él, Júpiter, quien es con su virtud y abarca todo l el mayor de los dioses tes d. ioses, (^) que ese mimo l Y. o es todo ve. ' na, con los restan- ,se t rans ormaba que mostrábas~^ os^ 1m1taba .a tod os,. y de tal manera
haberse retirado un mome~nta c as¡e, de sentido, y luego tra~ rad (^) o en una apariencia de b^0 vo. v1a.., a la es (^) cena transfigu-'
'.. ' ravec1do ¡abalí, zorra ladi- L. Vives, "Fábula del hombre" 1947, !. 1, pp. 539-540 , en Obras Completas Aguil M d
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na, puerca barrosa y delictuosa, temerosa liebre, envidioso can, asno estúpido, y luego de haber representado toda esa fauna fiera, quitándose un rato de la vista de los especta- dores, alzado el velo, tomaba a parecer ahora ya prudente, justo, sociable, humano, benigno, cortés, hombre al fin; tratábase con los otros ciudadanos, mandaba y obedecía a su vez, cuidaba con los otros en todo acto, se referfa a las costum- bres y utilidades públicas, y en todo se mostraba ciudadano urbano y compañero leal. No esperaban ya los dioses que se fuera a mostrar bajo nuevas formas, cuando héte aquí que se presenta ante los ojos de los dioses reformado y con la mis- ma apariencia divina que ellos; con ingenio más que humano, apoyado todo él en una mente sapientísima. ¡Qué espec- táculo fue éste para ellos! Primeramente maravillábanse de que también a ellos se les hubiera hecho salir a escena, figurados en aquel admirable cómico que muchos afirmaban ser el fabuloso y multiforme Proteo, hijo del océano; des- pués, tras una ovación frenética, ya no dejaban continuar la representación a aquel histrión genial, sino que pedían a Juno que, descarada la máscara, fuese admitido en los escaños con los dioses restantes, y que más que actor fuese espectador. Ya ella iba gozosamente a impetrarlo de su ma- rido cuando en aquel preciso instante sale el hombre [Vives revela al fin quién era este "mimo genial"], sale el hombre representando al mismo Júpiter óptimo, máximo, repro- duciendo con admirables e inenarrables gestos la efigie del padre, pujando su cabeza por encima de las de l.os otros dioses menores, penetrando en aquella alma, región luciente ro- deada de tinieblas que habita Júpiter, rey de los reyes y dios de los dioses. Así que los dioses le vieron, creyeron, en su momentánea turbación y sorpresa, que su seiior y padre ha- bía descendido a la escena.
.Eldesenlace de la fábula es que los dioses, admirados d~~g~f1ia_l_~o_111icli~n~c..!o-lle~in asiQ~lco_y_}e hacen-~Qfl1~' partir la----------------~- misma vida divina.
teatro del mundo". En éste cada quien debía desempeñar su papel sin salirse de él, ahora el hombre es un personaje al que nadie ha otorgado un papel; lo único que hace es mutar la naturaleza de las otras cosas; por eso, porque pue- de seme¡arse a cualquier naturaleza y él mismo no está sujeto a una naturaleza particular, por ello y sólo por ello, pue_de ser ora planta sin sentido o animal dirigido por sus mstmtos,. ora ciudadano, ora dios; porque al igual que el ::hos, no tlene una morada fija, carece de una naturaleza pro-
_todo por sí mismo, debe fraguarse para sí su propio ser. Esta idea nos abre a una comprensión del hombre de- susada en los siglos anteriores. Con entusiasmo y a la vez con cierta angustia, el hombre renacentista la anuncia Podríamos resumir esta concepción en unos cuantos ca~ racteres. ·,=-"En primer lugar, el hombre ya no tiene una ousia o esen- cia determinada, es visto fundamentalmente como acción que se da a sí mismo una esencia. Su naturaleza, si alguna hay en e.1 hombre,11Q.Sae b;ijoJ<J~gQ!í¡¡d~Lh¡¡ber, sino ~'!J())?cate.gm:í;u:)~Lll'!c;er;(el hombre es lo que-S;- hace es por lo tanto fundamentalmente libertad 1. En este sentido' la caracti:rística má~ importante del hrunbre, para est; concepc1on, es la¡:>rac:JK.<!.l@.r1sformadora libremente asu- rmdaG de la naturale:a, por una parte, de sí mismo, por Ja otra. El hombre esta en este mundo para elegir su ser y transformarse a sí mismo,_i En segundo lugar, si la naturaleza del hombre consiste en hacerse y en transformar la naturaleza, antes que en tener tal o cual propiedad, la condición humana corres-
entes es el estar abierto a un conjunto indeterminado de
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posibilidades, que puede justamente representar, como el mimo de la fábula de Vives.r Lo propio del hombre es pues la apertura de esas posibilidade~ El hombre anticipa un futuro. Se. hace_a.fil.mis_ffiQ.p_e.rdién_d_ose_ac_sLmismo_en el futuro .. El Renacimiento descubrirá entonces que el ente~
que es como es, como ha sido fijado por las leyes divinas, como puede describirse conforme a propiedades esen- _ ciales, y el reino de lo que es como ¡:iroyecta ser. SóJo_e1) el caso del hombre, un ente ¡:iuede ser como proyecta,¡;ior: que sól; la existencia humana. tiene la posibilidad d_e voluntad libre. El reino de lo que es conforme se proyec- ta, ya no es del dominio de lo natural, trasciende lo natural; el ll}Undo pro¡:ii9_de1.hombr<;:_sería )<1 __ posibilidad. ¡>e1g"I -¡:;:¡μndo de la pQ~ilJilicia.9_qu.;:pμecit:.el_hombre reaHzarcgn su propio hacer es e]f!1undo dela .cultura.
Tener una naturaleza fija es estar seguro, contar con cauces para la acción que se va a realizar. Las cosas naturales tie- nen un desarrollo marcado por un derrotero fijo, el hombre no. Al perder el centro, al dejar de tener un sitio dentro de un orden establecido (^) ' el hombre es lo que, con su virtud,r forja de sí mismo, entonces está sujeto constantemente ¡;il riesgo, a la inseguridad de la libertad.] El individuo enfrentado a su libertad tendrá una gran tentación: dotarse de nuevo de una condición fija y, en lugar de pretender en cada momento proyectar su propia vida, cobijarse en un orden establecido; el individuo tenderá a ampararse en la familia, en los prejuicios, en la sociedad, en el orden estatuido, para vivir al cubierto de una morada donde ocupe un lugar seguro.. Los humanistas del Renacimiento descubren que el
mo. De hecho, al explayarse con su creación retorna a sí mismo y, con todo, da a luz algo que antes no era.
El hombre se realiza a sí mismo, como Dios, creando. No puede menos de hacerlo, pues de lo contrario, no sería él mismo. Sin-~ .. (^) --_.-emb<![go, ----- ---~--------- en el acto.. ,,~- -- de realizarse a sí mismo-- -- - ____ , engencira unm1.,1ric:lo..nueyg; El. mundo de la cultura, sobre-
. puesto a la naturaleza:. ··... · · · En los primeros humanistas italianos se desarrolla esta idea. A mediados del siglo xv, Poggio Bracciolini presenta una concepción del hombre que influirá en otros autores. El hombre, nos dice, nace opuesto a la naturaleza; inerme al principio, crea sus propios instrumentos para proteger- se de las inclemencias naturales, se opone al entorno hostil y lucha con él hasta vencerlo, para adecuarlo a sus necesi- dades. Con virtus y studium vence a la naturaleza. Studium
dóffifnar sus- efectos, virtus no tiene el sentido de vlrtlid moral,guarda el significado originario de Ja palabraJ.ati"na que: según los contextos, podría traducirse por "capaggad creador;¡",".e~fuerzo" "',';¡IQr:,..''denuedo". En castellano, a veces la palabra "virtud" conserva ese sentido, cuando nos referimos, por ejemplo, a la virtud de una pócima para curar o a las virtudes adormecedoras de un discurso. En estos usos, "virtud" significa algo así como fuerza o cualidad trans- formadora. El hombre se opone pues, según Poggio, con
esfuerzo denodado y el conocimiento racional le permiten superar su debilidad natural y dominar la naturaleza. Contemporáneo de Poggio, autor del discurso sobre w_d_ign_idad y excelencia del hombre, que ya habíamos
·senta una_ggir@.:ga reivindicaciéJ.!.1_ci.el_~abaj2J:i.11rnan.Q. Se
1 "De Conjecturis", en Opera Omnia, t. 4. Opuscula, ed. P. Wilpert, 1959,
trata quizás de la primera aparición de la idea dL\J.!:L mundo del eJ>Píritu. propio del hombi:e.. Lo que diferencia el mundo material del mundo del espíritu es que éste últi- mo es producto del trabajo. Toda la naturaleza, dice Maz:etti, fue creada para el hombre, como señala el Génesis. El la moldea, la usa como materia prima para formar sus pro- pias obras. ~111unc:!Qpr.QPJQ.cleLh2111ill.e.ng_es la narurn.:. leza,;¡R;¡_rec:.e_ya _a!c:rea_r el_lef1g1J_a ie;.!1J_eg.Q, .desde que ap~e_11cl..e.;¡h.as:.eLf1J~go ha§t:é!Q~iDYenta la magia__y~e,Larter transforma el entorno a s1,1_i111ªge11- porqueJa_c.rea,~191.}del hombre no se. afiad~a:la naturalezª CoffiQ..l!Lr.Q¡¿aje...QJ.J.e. b ~briera, .sing_qu~J<J...Q.rd.enª-.c:le_quevo bajo otras formas. Así como-Dlos creó al hombre a su JJr()Ria_semeja_nza,ªsí eC!lélmbre,J:)equefio_gios::::c:r~a -a-su ima~ con su tr.<!l:ia-
-En Leonardo da Vinci, que no sólo fue pintor sino tecru- co, pensador, arquitecto, prototipo de la individualidad completa a que aspiró el Renacimiento, encontramos una nueva idea acerca ele la acción transformadora del hombre. Simboliza esta acción en_cl_()S ói:g;:1_f1Q.S_:~ímb9lo_.c:leJª co-ntemplaciÓn intelectual, y Ja ma¡1_Q,i!ls.tr.umento.del. trabajQ, ELtef11a _del ojo, co1119 ~ími:>.91Qc:ld conocimiento.hu- mano, esta~ en Ficino. Llamaba ªl__l:!9mbre. "ojo del mundo'', "~...e.jo del universo", "que contempla en cªQ.a cosa-; todas las demás existentes y__en verdad ve en sí mis-
en Leonardo cobra una importancia especial.
¿Hay algo que no se haya hecho por él [el ojo]? -Pregunta en el Tratado de la ptntura-. Él mueve a los hombres de oriente a occidente, para ello ha inventado la navegación y supera a la naturaleza en esto: los elementos naturales son
l Cit. por E. Garin. I.a revolución cultural del Renacimiento, Crítica, Grijalbo, Barcelona, 1981, pp. 153-155. ·
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finitos y las obras que el ojo ordena a las manos son infi- nitas, como demuestra el pintor en las ficciones de animales y hierbas, plantas y lugares.
El ojo es una alegoría de la capacidad cogn~scitiva; pero por sí mismo no tiene poder transformador, tiene que or- denar a otra capacidad humana, la mano. La mano es el símbolo del poder activo del hombre, de su práctica trans- formadora. El ojo ordena a la mano cambiar el mundo que él contempla. Así, el conocimie1:.to está ligado a Ja práctica, Y ésta carece de sentido si no está guiada por el conoci- miento. ¿Cuáles son las maneras en que el ojo ordena a las ma- nos transformar el mundo? Son dos; ambas están ligadas como caras de una moneda: ~-1 art~y_Ja<:,iencia. La visión eg~J~~yJa intelección_científi<:.a re.S-¡)üric.ieD.~aT@sITl'Qem PS!ñQ. El arte ya no responde a la idea antigua, de origen platónico: no es sólo una imitación de la naturaleza. Para Leonardo, es también re.cxe;ic;Lón, Básandose en la natura- leza, el ojo ordena a·1a-·manotransformarla. Por el arte, forjamos espacios nuevos. Para ello, inventamos las reglas de la perspectiva, que no son leyes naturales, sino las que rigen a los objetos tal como sólo el ojo los contempla. La perspectiva y el claroscuro engendran espacios imagina- rio~. La arquitectura está destinada a crear una nueva morada al hombre que refleje la _estructura que ha inve~- _tadopara su vida social. Leonardo diseña una "ciudad
cuya traza corresponde a las relaciones de clase-y a los hábitos de una república ordenada. 4 El arte es una crea- ción de un ámbito humano que no coincide con el e.Sp;i- fionatural. ·
3 Tmtado de la pintura, col. Austral, Espasa Caipe, Buenos Aires, 1947, pár. 58, p. 31. (^4) Cf E. Garin, op. cit., pp. 110 y ss.
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Igual que en el arte, ta111b_i_én<:_f1_l_a __ciencia,_I,a__c_iencia está íntimamenteligada a la práctica. Se trata de dos pasos s-\lc-e~ivos de una misma operación. "Estudia primero la 1 ciencia y sigue después la práctica, nacida de la ciencia." Y así como en la pintura, el ojo contempla primero el mun- do para luego ordenar a las manos la obra de arte, así en la ciencia el conocimiento teórico precede y ordena su utilización práctica. "La ciencia es el capitán y la práctica los soldados. "5 Este paralelo entre arte y ciencia responde a una preocupación honda de la época. Nos permite entender por qué el Renacimiento asiste a un nuevo arte, , que vuelve sus ojos al hombre ele carne y hueso y al pai- saje humano y, al mismo tiempo, es el momento en que se empiezan a descubrir las leyes de la mec:ínica y a apli- carlas a nuevas invenciones y fábricas. l'o_i:.que ar:nb_QS empeñossg11_el r,es_t1ltad_o_dgJg_mLs_rnaJu<:,l1ªsleJa__z¿ir11fs_y elstudiurn ¡.ior_recrear la__11at\lEaleza,
. Si en una obra estos temas alcanzan su más fina expre- sión es en algunos poemas filosóficos ele Tomrnaso Cam- panella. Para Campanella la condición del hombre alberga
ninguno nace con la fragilidad y desamparo del retoño de
otros animales nacen provistos ele escamas, cuernos, garras, de inmediato saben caminar y socorrerse, l.enos de fuer-
segundo, milagro del primero, ordena a la tierra, sin alas se eleva al cielo, cuenta sus movimientos y medidas, calcula sus naturalezas", domina el viento y los mares, recorre la tierra entera, doma los anímale:;, "todo ardid
s Aforis1nos, Col. Austr3l, Espasa Calpe, Buenos Aires, 1943, p. 32. Y Tratado de Ja pintura, ed. cit., pár. 12, p. 20.