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Orientación Universidad
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Género y Derechos Humanos, Esquemas y mapas conceptuales de Humanidades

reflexión final género y derechos humano

Tipo: Esquemas y mapas conceptuales

2022/2023

Subido el 23/09/2023

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andrea-dominguez-45 🇲🇽

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Instituto Tecnológico de Monterrey
Campus Querétaro
Género, sociedad y derechos humanos
Profesora Elsa Carolina López Basurto
El Camino Hacia La Deconstrucción Del Estigma Menstrual
Presenta:
Andrea Domínguez Bermúdez A01704116
11 de junio de 2022
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Instituto Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro Género, sociedad y derechos humanos Profesora Elsa Carolina López Basurto El Camino Hacia La Deconstrucción Del Estigma Menstrual Presenta: Andrea Domínguez Bermúdez A 11 de junio de 2022

Considero pertinente tomarme la libertad de hundirme hasta los inicios del primer mes de clases recuperando mi propia reflexión a través del trabajo “El Difícil Camino de la Deconstrucción”, siendo no solo el punto de partida para la presente introspección, pero también como la base de lo que en un inicio declaré como mi objetivo principal, “mi propia deconstrucción”. Si bien, para situarnos en la misma página, este proceso involucra un constante cuestionamiento, aprendizaje e interpretación de los conceptos y prácticas impuestas tanto por nosotros mismos, como por la sociedad. Como mencioné hace unos meses, consiste en permitirse a uno mismo comprender el por qué y de dónde desemboca “lo que está bien” y “lo que está mal”, llegando al punto de recortar algo tan subjetivo como lo es nuestra sociedad. La función de abrir los ojos como primer paso, es poder salir de la burbuja para entender la realidad. En este camino considero al privilegio como una de las variables más importantes a analizar, ya que puede comportarse como un arma de doble filo. Por un lado, se comporta como la venda que cubre, lo que Sandra Harding (1987) expresa como “[…] no existe problema alguno si no hay una persona (o grupo de personas) que lo defina como tal y lo padezca: un problema es siempre un problema para alguien”, comportándose como la mentalidad de “si no me afecta, no existe”. Por el lado contrario de la moneda, este puede resultar en una poderosa herramienta contra los recortes adoptados por un sistema patriarcal hetero-normativo. Decidí empezar desde el privilegio para exponer su importancia en el análisis sociológico de la estigmatización de la menstruación. Una de las cualidades de este tema, es que la violencia no es corporizada como en otras problemáticas sociales, es decir, se transmite como una enfermedad mediante el tabú, logrando ejercer un mecanismo de orden y control hacia los cuerpos menstruantes mediante expresiones, percepciones y simbologías estigmatizadas inmersas en la construcción social. Lo importante, es analizar en qué posición nos encontramos y de esta

Esta consideración fue uno de los factores que incluso cambió el rumbo de nuestra investigación ya que muchas veces se analiza solo a la minoría afectada; donde los resultados, aunque son de valor, se ven limitados únicamente desde la perspectiva del afectado ¿Por qué no analizar también la realidad de los que no viven la opresión? ¿Por qué enfocarnos únicamente en los cuerpos menstruantes y no en la perspectiva de los no menstruantes? Como mencioné anteriormente, la investigación no puede ser generalizada ya que hubiéramos caído en el mismo ejercicio de opresión al minimizar la subjetividad única de cada experiencia. El cuidado del lenguaje al identificar ambas comunidades fue de suma importancia para no caer en la atribución errónea de género, en la que la menstruación es característico de ser mujer, dejemos en claro que una mujer puede no ser menstruante y una persona menstruante puede no identificarse como mujer; deslindando por completo la correlación entre género y menstruación. Enfatizo que la única diferencia entre comunidad menstruante y no menstruante es que una vive la opresión mediante la experiencia y el otro es un actor inherente dentro de esta, donde ambos pueden ser precursores del estigma. Este tipo de atribuciones erróneas son muestra viva de la presencia del tabú en las prácticas sociales. Retomo uno de los antecedentes más escuchados y respaldados a lo largo de las entrevistas que demuestran la correlación inmediata entre mandatos de género y menstruación. La vivencia de la menarquía es generalmente descrita como el simbolismo determinante para pasar a “ser mujer”, interpretando que todo lo relacionado con la menstruación competa únicamente al mundo privado de las mujeres usando frases como “es que ya es mujer” “algún día serás mujer”. Entonces, ¿si no menstrúas, no eres mujer?, lo único cierto aquí es que este es el comienzo de la estigmatización. Si bien, esto lo correlaciono directamente con el hecho de que somos seres meramente culturales. Nuestro mundo propio se construye por los contextos, experiencias y formaciones

derivados de una de las variables principales del estigma. Los sistemas de medios, académicos, culturales y médicos, son los responsables de la construcción social, aquí me parece sumamente interesante cómo el estigma de la menstruación guarda múltiples incoherencias por parte de estos sistemas, pero aun así se es normalizado. Para poder comprender estas incongruencias, haré uso de la correlación entre variables adaptación-adopción. A lo largo del análisis me surgía una constante pregunta hacia el por qué a pesar de los avances en la sociedad, estos sistemas de aprendizaje siguen siendo insuficientes para retratar la menstruación como es ¿lo hacen a propósito para cumplir dentro del marco de cultura patriarcal? A lo largo de la investigación pude responder a ambas preguntas partiendo del principio en el que la naturaleza del ser humano se basa en una constante adaptación a los hechos. En términos de la menstruación, se vive una constante adecuación no solo por la naturaleza misma del proceso a través de cambios hormonales retratados en la salud y emociones, pero también por efecto del ocultamiento como práctica cultural. El no ponerse pantalones blancos o ropa ajustada para “que no se note”, esconder la toalla sanitaria al sacarla del bolso, representar el sangrado con un líquido azul, el uso de eufemismos para poder pronunciar algo que no debe ser público, aguantar el dolor para poder continuar con tus actividades ya que parar por cólicos resulta una exageración, el que los mismos productos de “higiene” mantengan químicos tóxicos para la salud y su única funcionalidad sea para desprender un olor “que sea agradable”; son la peligrosa adaptación a la que hemos llegado los cuerpos menstruantes mediante la adopción impartida por los sistemas de aprendizaje ¿En verdad es necesario adoptar estas prácticas para poder adaptarnos? ¿Sería muy descabellado pensar en una adaptación que no involucre la adopción de la opresión?

En vistas de lo anteriormente analizado, se hace urgente la necesidad de tomar acción ante la percepción de la menstruación. Es por esto que hago énfasis en el privilegio como disipador del estigma, cuestionando nuestra posición frente a las vivencias de la construcción de tabúes socioculturales en nuestro papel tanto de personas menstruantes, como no menstruantes. Esto presenta nuevos ámbitos que induce hacia la reflexión obviando los puntos focales por los que debemos de empezar a arrancar el estigma. Más que una generalización y comprensión del presente fenómeno, se debe buscar profundizar la deconstrucción en los significados, emociones y vivencias que permitan la incorporación de nuevas prácticas desprendidas de la dominación.

Referencias Harding, S.(1987). ¿Existe un método feminista?. En Feminism and Methology (Ed.), Bloomington: Indianapolis. Indiana University Press. López, E. Apuntes de clase, 2 de marzo de 2022.