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Revisión detallada de los sucesos transformativos del cadáver posteriores al deceso pertinentes para determinar el proceso evolutivo y tiempo de muerte en protocolos de reautopsia, realizadas para dar respuesta a incógnitas presentes en investigaciones medico-legales.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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Fenómenos cadavéricos Los fenómenos cadavéricos son alteraciones o modificaciones del estado físico del cadáver a partir del momento de muerte. Ya que el cuerpo no tiene manera de protegerse, estos cambios son provocados por los propios procesos de degradación bioquímica del cadáver o agentes externos a este, tales como bacterias, microbios, insectos u hongos, influidos por el medio ambiente en donde se encuentre el cuerpo al momento del deceso. Los peritos a cargo del caso deberán exponer en su informe el estado evolutivo en el que se encuentre el cadáver, basándose en los hallazgos que determinen si este se encuentra en proceso de putrefacción gracias a procesos de carácter autolítico, es decir, un “conjunto de procesos fermentativos anaeróbicos que ocurren en el interior de la célula por acción de las propias enzimas celulares, sin intervención bacteriana”. (Peña, Bustos y Verdín, 2019); o por el contrario, el medio ambiente ha favorecido procesos cadavéricos conservadores en el tiempo. De acuerdo con García Jiménez (2017): “la importancia del conocimiento de las etapas y de los elemento medico legales de estos procesos radica esencialmente en que se identifiquen las formas y estados del cadáver y ello permitirá la adecuada descripción de las posibles lesiones y los estudios histológicos de los órganos”. La clasificación de los fenómenos cadavéricos se realiza en base a los estudios de diversos autores, tales como Eugene Bouchut (1883), Lorenzo Borri (1926) y Aldo Franchini (1985). Borri diferencia los fenómenos cadavéricos en abióticos o vitales negativos, inmediatos y consecutivos, y transformativos. (Peña, 2019)
Abióticos inmediatos: Pérdida de la conciencia, insensibilidad, inmovilidad y pérdida de tono muscular, cesación de la respiración y la circulación. Abióticos consecutivos: Evaporación tegumentaria y apergaminamiento, enfriamiento del cuerpo, hipóstasis viscerales y aparición de livideces cadavéricas, rigidez cadavérica. Transformativos: Putrefacción, maceración, momificación, saponificación. Durante las primeras veinticuatro horas posteriores al deceso, los fenómenos ocurridos son la acidificación tisular, el enfriamiento cadavérico ( algor mortis ), la deshidratación cadavérica que ocasiona pérdida de peso, desecación de las mucosas y fenómenos oculares tales como el signo de Sternon-Louis y el signo de Sommer-Larcher, rigidez cadavérica y la aparición de livideces ( livor mortis ) A razón del tiempo prudencial en que se llevan a cabo las investigaciones penales pertinentes que autoricen a realizar una exhumación del cadáver de estudio, los fenómenos de interés son tardíos, pudiendo resultar en la destrucción del cadáver o su propia conservación a lo largo de cierto periodo de tiempo. Existen autores que sugieren la autolisis como un fenómeno que aparece inmediatamente después del fallecimiento, en el que las propias enzimas del cuerpo destruyen el tejido resultando en la reducción esquelética o la momificación. Los efectos que tiene la autolisis sobre los propios órganos resultan en el reblandecimiento de la porción medular de las suprarrenales, volviéndose una cavidad llena de un liquido de color castaño, la capa cortical de los riñones se altera, el encéfalo se autoliza y la pared gástrica se reblandece.
La fase cromática está caracterizada por la aparición de una mancha verde en la fosa iliaca, ubicada en el cuadrante inferior derecho del abdomen, causada por la descomposición de la hemoglobina a hematina (Moreira Aguilera, 1996) y a la contaminación de la materia fecal adyacente a la zona. A partir de las 48 horas, aparece un veteado venoso debido a la infiltración bacteriana a los vasos sanguíneos que consiste en la “visualización de la red venosa de la piel por imbibición de la hemoglobina transformada en compuestosazufrados y finalmente una coloración verdosa o negruzca, hasta las 72 horas”. (Peña, 2019). Fase cromática (Peña, 2019). La fase enfitematosa inicia después de las 72 horas hasta los siete días, gracias a la producción de gases por acción de germenes anaerobios, formando vesículas oscuras en la piel. Se distinguen de las quemaduras de segundo grado por la ausencia de reacción leucocitaria. Hay desprendimiento de la epidermis en las palmas y las plantas y expulsión del producto en caso de tratarse de una mujer embarazada (Alzate Ramirez y Buitriago Patiño, 2001). La infiltración gaseosa invade al tejido celular subcutáneo causando la protrusión de los globos oculares y una proyección de la lengua fuera de la
cavidad bucal. Hay una sobredistención de torax y abdomen por la misma acumulación de gases y los genitales externos se presentan hinchados (Peña, 2019). Sobre las manchas lívidas de la piel se forman ampollas pútridas llenas de líquido rojizo y ricas en bacterias. La rotura de las ampollas deja al desnudo la dermis y, la epidermis gaseosa y líquida invade el tejido subcutáneo, hinchando los párpados, el escroto, la cara, etc. (Moreira Aguilera, p. 5, 1996). Los gases que caracterizan la fermentación pútrida son principalmente carburos de hidrogeno, nitrógeno y amoniaco, producidos en el intestino y la cavida peritoneal, lo que aumenta la presión intraabdominal, comprimiendo las vísceras y dirigiendo la sangre hacia la periferia, a través de los tejidos o hacia las cavidades pleurales, además de la producción de enfisema pútrido. Moreira Aguilera (1996) señala que: “La presión intraabdominal provoca también el reflujo de contenido gástrico, la expulsión de la espuma en los ahogados de la vías aéreas, el desgarro o estallido de la pared abdominal, el parto post-mortem y el prolapso rectal”. Fase enfitematosa (Peña, 2019).
A lo largo de dos a cinco años, todas las partes blandas del cadáver irán desapareciendo. Los elementos más resistentes suelen ser tejido fibroso, ligamentos y los cartílagos, por lo que el esqueleto permanece unido durante todo este período, aunque al final también llegan a destruirse todos estos elementos. Conforme el proceso avanza, las vísceras van formando una masa anatómicamente indiferenciada y está constituido por materia pardo oscura adherente a los lados de los caquis, que se denomina putrílago, todos estos restos desaparecen y el cadáver llega a su esqueletización. (Peña, p. 19, 2019). Los fenómenos cadavéricos tardios propios de la conservación son la momificación, saponificación o adipocira y la corificación. La momificación varía en un tiempo aproximado de seis meses a un año luego del deceso e inicia en la cara, manos y pies. Consiste en la desecación del cadáver por la evaporación de agua de los tejidos. Las condiciones óptimas para que este fenómeno ocurra es que el cadáver se encuentre en un medio seco, de altas temperaturas (Peña, 2019) y sucede con mayor facilidad cuando la causa de muerte es la anemia luego de una pérdida masiva de volemia o la persona tenia baja masa muscular y peso. Las características de este fenómeno son la pérdida de peso masiva, piel desecada, oscura, de consistencia acartonada y adherida al esqueleto. Puede llegar a ser parcial y solo presentarse en ciertas áreas del cadáver. La desecación de vísceras y tejidos que lleva a su posterior endurecimiento y disminución de volumen pueden obtenerse a través de procedimientos exógenos, con inyecciones de alcohol amílico. Además, las intoxicaciones por arsénico y antimonio favorecen la momificación de los tejidos, así
como la ausencia de flora intestinal que retarda la aparición de putrefacción en neonatos y los terrenos ricos en nitrato de potasio. (Ramirez y Buitriago Patiño, 2001) “Las momias recientes se distinguen de las no recientes no solo por su peso, sino también por la persistencia de tejidos no desecados por completo, con una consistencia más o menos blanda, de ahí que se habla de una momificación incompleta. Después de un año desaparecen los caracteres de reciente en las momias”. (Carvajal Oviedo, 2015). Momificación (Peña, 2019). Los procesos de momificación facilitan el reconocimiento de causas mecanicas de muerte. Carvajal Oviedo (2012) afirma: “La piel y las partes blandas desecadas conservan de forma muy exacta los caracteres de las heridas de corte, de punta, de proyectiles de arma de fuego, etc. A veces es reconocible el surco de ahorcadura o de estrangulación”. Sin embargo, también reconoce que lo que refiere a estudios anatomopatològicos sobre lesiones viscerales, el resultado resulta dificultoso. La adipocira se refiere a la saponificación de la grasa subcutánea del cadáver. “Se produce por un proceso de hidrólisis e hidrogenación de la grasa del cadáver, debido a
La proliferación de la fauna y flora cadavérica inicia al momento de producirse la muerte favoreciendo su descomposición, una vez comienza el proceso de putrefacción. “Los más frecuentes son las moscas, que depositan los huevos alrededor de la nariz, boca y ano; a partir de ellos se desarrollan las larvas que son muy devoradoras, le siguen las pupas y finalmente la mosca adulta” (Peña, 2019). La presencia de productos micóticos en la superficie de los cadáveres exhumados es muy frecuente sobre todo si la descomposición no ha sido rápida y si la temperatura era favorable, estos hongos forman una cubierta gris, verdosa, morena o amarillenta en las zonas descubiertas del cadáver. (Moreira Aguilera, p.6, 1996). Durante los estadios de putrefacción, estadio gaseoso enfitematoso y fase colicuativa, aparecen las especies aspergillus, mucor, penicillium, oospora. Durante la transformación de las grasas o adipocira aparecen las especies oospora, aspergillus, eurotium, stemphilium, chetomices; por último, en el estadio esquelético las especies ylindrium, monosporium,sterigmatocystis favorecen la destrucción de la osamenta. (Alzate Ramirez y Buitriago Patiño, 2001) La fauna cadavérica “está compuesta por un total de 20 especies, agrupadas en 8 escuadras según el momento en que invaden el cuerpo”. (Vergara López, 2015). De acuerdo con Vergara López (2015) la fauna cadavérica inicia su aparición en el siguiente orden: “ califomiana (hasta el tercer mes), sarcofaguiana (entre el primer y el tercer mes), demestiana (del cuarto al noveno mes), corinetiana (del noveno al duodécimo mes), silfiana (durante el segundo año), acariana (entre el segundo y tercer año), anthrenes (entre el segundo y tercer año) y tenebris iptineus (durante el tercer
año)”. El análisis de la fauna cadavérica revela la data de muerte a través de los resultados de la evolución de las larvas en los tejidos. “Las especies de dípteros y coleópteros tienen una metamorfosis holometábola, lo que significa que pasan por los estados de huevo, larva, pupa, individuo juvenil e individuo adulto” (Peña, 2019). Este proceso es llevado a cabo por un especialista en entomología forense. Según Peña (2019), el proceso es el siguiente: Fase Previa: Recogidas las larvas Fase Analítica:
Peña, J., Bustos Saldaña, R. y Verdin, O. (2019). Fenómenos cadavéricos y el tanatocronodiagnostico. Gaceta internacional de ciencia forense , 31. ISSN: 2174- Vergara López, C. (2015). Medicina forense y criminalística. Recuperado de: https://www.estudiocriminal.eu/wp-content/uploads/2017/02/Medicina-Forense-y- Criminalistica-Casandra-Vergara-Lopez.pdf