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ENSAYO SOBRE LA VERDAD Y LA VIDA, Apuntes de Historia

ASPECTOS GENERALES SOBRE EL ENSAYO LA VERDAD Y LA VIDA TEORICO

Tipo: Apuntes

2018/2019

Subido el 04/12/2019

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gabriela-hiomara-montiel-iglesias 🇲🇽

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Universidad tecnológica de manzanillo
Mantenimiento en maquinaria pesada
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Expresión oral y escrita
3 unidad
Tema: ensayo
Autor: Miguel Unamuno
Obra: primero la verdad en la vida
Maestra: Dr. Alma Suazo
Alumno: Aarón Joel Enciso Ramírez
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Universidad tecnológica de manzanillo

Mantenimiento en maquinaria pesada

1-mmp-

Expresión oral y escrita

3 unidad

Tema: ensayo

Autor: Miguel Unamuno

Obra: primero la verdad en la vida

Maestra: Dr. Alma Suazo

Alumno: Aarón Joel Enciso Ramírez

Ensayo literario Verdad y Vida, de Miguel de Unamuno

Primero la verdad en la vida. Ha sido mi convicción de siempre, más arraigada y más corroborada en mí cuanto más tiempo pasa, la de que la suprema virtud de un hombre debe ser la sinceridad. El vicio más feo es la mentira, y sus derivaciones y disfraces, la hipocresía y la exageración. Preferiría el cínico al hipócrita, si es que aquél no fuese algo de éste. Abrigo la profunda creencia de que, si todos dijésemos siempre y en cada caso la verdad, la desnuda verdad, al principio amenazaría hacerse inhabitable la Tierra, pero acabaríamos pronto por entendernos como hoy no nos entendemos. Si todos, pudiendo asomarnos al brocal de las conciencias ajenas, nos viéramos desnudas las almas, nuestras rencillas y reconcomios todos fundirían se en una inmensa piedad mutua. Veríamos las negruras del que tenemos por santo, pero también las blancuras de aquel a quien estimamos un malvado. Y no basta no mentir, como el octavo mandamiento de la ley de Dios nos ordena, sino que es preciso, además, decir la verdad, lo cual no es del todo lo mismo. Pues el progreso de la vida espiritual consiste en pasar de los preceptos negativos a los positivos. El que no mata, ni fornica, ni hurta, ni miente, posee una honradez puramente negativa y no por ello va camino de santo. No basta no matar, es preciso acrecentar y mejorar las vidas ajenas; no basta no fornicar, sino que hay que irradiar pureza de sentimiento; ni basta no hurtar, debiéndose acrecentar y mejorar el bienestar y la fortuna pública y las de los demás; ni tampoco basta no mentir, sino decir la verdad. Hay ahora otra cosa que observar—y con esto a la vez contesto a maliciosas insinuaciones de algún otro espontáneo y para mí desconocido corresponsal de esos pagos—, y es que como hay muchas, muchísimas más verdades por decir que tiempo y ocasiones para decirlas, no podemos entregarnos a decir aquellas que tales o cuales sujetos quisieran dijésemos, sino aquellas otras que nosotros juzgamos de más momento o de mejor ocasión. Y es que siempre que alguien nos arguye diciéndonos por qué no proclamamos tales o cuales verdades, podemos contestarle que si así como él quiere hiciéramos, no podríamos proclamar tales otras que proclamamos. Y no pocas veces ocurre también que lo que ellos tienen por verdad y suponen que nosotros por tal la tenemos también, no es así. Y he de decir aquí, por vía de paréntesis, a ese malicioso corresponsal, que, si bien no estimo poeta al escritor a quien él quiere que fustigue nombrándole, tampoco tengo por tal al otro que él admira y supone, equivocándose, que yo debo admirar. Porque si el uno no hace sino revestir con una forma abigarrada y un traje lleno de perendengues y flecos y alamares un maniquí sin vida, el otro dice, sí,