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Ensayo sobre la filosofía de la religión
Tipo: Monografías, Ensayos
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El presente trabajo tiene como finalidad exponer de forma comparativa y confrontativa las ideas en torno a lo santo o sacro en las obras de Rudolf Otto y Mircea Eliade, encontradas en sus obras Lo santo: lo racional y lo irracional en la idea de Dios , y Tratado de historia de las religiones respectivamente, aunque poniendo un amplio énfasis en la exposición del itinerario conceptual que construye Otto para poder hablar de lo santo en tanto que la exposición del mismo tenor sobre Eliade ya se ha hecho en otro momento.
Otto empieza en Lo santo dando testimonio de cierta certeza de resonancia epistémica: la religión – especialmente la cristiana– se presenta con su corte racional, casi limpio y transparente de conceptos que la posibilitan y la hacen accesible, que hacen posible predicamentalmente el conocimiento de la deidad; omnipotencia, voluntad, espíritu, etcétera. Esto que se predica de Dios pareciese absoluto y perfecto, palabra hecha justo para revelar la plenitud y redondez que hay en decir Dios y omnipotencia en un mismo renglón, que sin embargo dicho concepto como los otros mencionados salen de la esfera del hombre a la de Dios y no precisamente de la de Dios hacia la del hombre.
Una religión susceptible de predicación y hasta de definición no puede ni mucho menos que hacerse llamar racional, con una deidad igualmente racional. Más decir de Dios, infinito, omnipotente o todopoderoso no terminan por agotar lo que Él sea ni lo que la religión de igual manera sea. Esta poco exhaustividad al momento de querer definir a la deidad no hace sino revelar paradójicamente lo que es pero al
mismo tiempo no es, es decir, posee un fondo irracional que no termina de ser comprendido por el bagaje conceptual del que disponemos.
Negada esta vía de comprensión se nos ha de volcar a la andadura de otra, que hasta cierto grado le resultase a esta primera racional, antagónica. Este fondo religioso que no se alcanza razón mediante, al menos es latente en la emoción producto del misterio, siendo el sentimiento la otra vía que la religiosidad toma y puede anegarse de aquello que racionalmente tiene vedado.
Lo santo en un sentido vulgar es entendido como bondad perfecta, Kant lo entiende según su propia terminología como predicable de aquella voluntad que no duda en atender el deber moral, pero no será en este sentido ni común ni filosófico como Otto nos propone entenderlo, es cierto que lo santo nace o brota en terreno religioso extendiendo ciertas ramas al territorio de la ética entre otros, lo santo.
Lo santo en su significación primigenia o inclusive última tiene algo que lo excede, una significación indecible que solo se insinúa o se bosqueja. Cierto que por el uso de santo como sinónimo de lo bueno, lo bondadoso, queda cargado de connotaciones morales, por lo que Otto decide adoptar un neologismo, una nueva palabra que designe lo no expresable de lo santo, menos su sentido moral y en todo caso menos cualquier sentido racional, ganando para sí una significación puramente religiosa, este nuevo término será conocido como lo numinoso entendido como presencia, algo presente e irracional, sentido que se rescata del origen de la palabra santo.
Para introducirnos en los aspectos de esto que se empieza a bosquejar y que llamaremos de ahora en adelante lo numinoso, Otto quiere apelar a nuestra emoción religiosa.
¿Qué clase de sentimiento causa lo numinoso? ¿Cómo podemos esclarecerlo? No podemos abordarlo con un solo movimiento del espíritu que pueda ponerlo en conceptos llenos y concisos sino que hemos de intentar clarificarlo por medio de un rodeo de alusiones, analogías y simbolismos, por otros sentimientos afines a este y que más de las veces lo acompañan sin poder clarificarlo lo bastante y mucho menos identificarse con él enteramente.
Aquello que junto con el sentir y el credo de la fe se hace manifiesto y turba y anima con vehemencia el ánimo y es una presencia constante en los lugares cultuales y sacros.
Esto que no podemos definir sino solamente llegar a identificar por un rodeo por los sentimientos a él relacionado es lo que Otto llama oo nombra Mysterium Tremendum.
Tomamos directamente lo que Otto escribe al respecto:
El tremendo misterio puede ser sentido de varias maneras. Puede penetrar con suave flujo el ánimo, en la forma del sentimiento sosegado de la devoción absorta. Puede pasar como una corriente fluida que dura algún tiempo y después se ahila y tiembla, y al fin se apaga, y deja desembocar de nuevo el espíritu en lo profano. Puede estallar de súbito en el espíritu, entre embates y convulsiones. Puede llevar a la embriaguez, al arrobo, al éxtasis. Se presenta en formas feroces y demoníacas. Puede hundir al alma en horrores y espantos casi brujescos. Tiene manifestaciones y grados elementales, toscos y bárbaros, y evoluciona hacia estadios más refinados, más puros y transfigurados. En fin, puede convertirse en el suspenso y humilde temblor, en la mudez de la criatura ante... -sí, ¿ante quién?-, ante aquello que en el indecible misterio se cierne sobre todas las criaturas.^1
Una vez esclarecido, sabemos que solo podemos identificar este misterio por vía negativa, delimitando su forma sin tener plena certeza de cuál sea su verdadero contenido y contentarnos únicamente con saber que es verdadero.
Misterio es aquello secreto, velado y vedado al hombre de su pleno conocimiento; el mismo término es negativo puesto que no nos dice lo que es aunque
(^1) Rudolf Otto. Lo santo Lo racional y lo irracional en la idea de Dios. Alianza Editorial, Madrid, 2005, pag. 22
paradójicamente nos dice lo que es y no es. Lo extraño, solo experimentable en la emoción y el sentimiento al que podemos hacer resonar analógicamente para intentar comprender no el misterio sino lo que suscita como cualidad positiva.
La primera de las cualidades positivas es lo tremendo; lo inmenso lo acongojante, lo intenso que sobrecoge el ánimo y el espíritu, estremecimiento, un temor que sin serlo realmente guarda una íntima relación con él pues por analogía a este, nuestro sentimiento tremendo puede ser aludido.
Otto nos da algunas pautas históricas en donde se ha podido sentir y decir este no-temor como el hiq’dish hebreo que significa santificar que a su vez significa distinguir un algo por este sentimiento quasi-pavoroso donde a todas luces está presente lo numinoso; como de igual manera en el griego con la palabra sebastos , en el idioma inglés con awe o en el alemán con heiligen “santificar”.
De este sentimiento de lo tremendo ha salido la evolución histórica de las religiones, de él participan igual los dios que los demonios y cuando se le niega este papel fundamental y específico al hablar del origen de la religión no se puede no caer en el error, pues se niega un sentir fundante de la experiencia propiamente religiosa. Como el mismo Otto reconoce “se deja escapar la verdadera esencia del problema”.
Se rescata un dicho de Lutero: El hombre natural no puede temer a Dios, y esto es cierto en la medida en que lo tremendo, el estremecimiento no es de origen natural sino un escollo ya de lo misterioso, algo causado por lo no-natural, lo distinto que surge de las formas no acabadas o primitivas de la religión, constituyendo lo que realmente distingue a este tipo de religiones.
Este pavor primigenio e ingenuo es transformado o perfeccionado en los estadios superiores o posteriores de la religión, aunque no desapareciendo del todo, este sentimiento primigenio de la presencia del numen pues está dispuesto que en formas más acabadas de la religión pueda y vuelva a brotar este terror demoniaco ya que inclusive cuando se han cambiado los demonios por los dioses estos siguen conservando algo de sus formas primeras en tanto siguen siendo númenes.
manifiesto cuando se relaciona con el numen, solo manifestable en el ámbito de lo numinoso.
Para designar la reacción que provoca el misterio en el ánimo humano, al menos de manera analógica utilizamos el término stupor que Otto nos dice significa el asombro intenso, el pasmo, el quedarse con la boca abierta.^2
Misterio vulgar o popularmente es simplemente aludido, conocido o significado únicamente como “lo extraño que no se comprende o no se explica”. Es un concepto, cuando nos referimos a lo numinoso, meramente analógico ya que este es tomado directamente de la esfera natural del hombre, aunque como ya hemos dicho con anterioridad, la palabra no alcanza la plena identificación con lo que se quiere aludir indirectamente. Otto a este respecto explica:
Pero el misterio religioso, el auténtico mirum es -para decirlo acaso de la manera más justa- lo heterogéneo en absoluto, lo thateron, anyad, alienum, lo extraño y chocante, lo que se sale resueltamente del círculo de lo consuetudinario, comprendido, familiar, íntimo, oponiéndose a ello, y, por tanto ,colma el ánimo de intenso asombro.^3
El misterio está presente desde los estadios más bajos de la religión, presentado de manera tosca o cruda, este primer estadio no consiste en la creencia animista de las almas o entes no visibles, escondidos y latentes que no forman parte de nuestra realidad, no, esta es ya una racionalización posterior al encuentro con el numen, un intento de racionalizar el mirum.
El numen en su grado más inferior consiste en el sentimiento de algo que trasciende, algo que es enteramente heterogéneo, espíritus, demonios, devas, aun cuando no sea necesario nombrarlo o se necesite de la construcción de nuevos entes para su explicación.
El misterio resuena en todo su esplendor cuando se habla del estupor demoniaco, aquello inaprehensible, incomprensible, pues no únicamente porque la razón sea limitada ante el mirum sino porque se topa con algo absolutamente diferente, extraño en toda su naturaleza “ es algo inconmensurable con mi esencia y que por esta razón me hace retroceder hasta el espanto”
(^2) “ También se puede emplear la palabra obstupefacere. Más exactos son los vocablos griegos thambos y thambesthai. La voz thamb describe este estado de asombro intenso en forma sobresaliente.” Ibidem pp. 37 3 Ibid. pp. 38
Ciertamente en la misma medida que se intenta retroceder, también se avanza merced la curiosidad que despierta el mirum en la imaginación : Él mismo, la cosa singular y extraña, atrae la fantasía.
Este sentimiento de heterogeneidad cuando tiende a formas superiores o más perfectas del pavor fantasmal o demoniaco, se leva hasta ser algo que está más allá de la naturaleza, lo sobrenatural en cuanto están en contraposición y cuando se contrapone no solo a lo común corriente o natural sino también al mundo se conoce de igual manera como “ supracósmico” :
Sobrenatural y supracósmico son designaciones que tienen cierta traza de predicados positivos. Cuando los atribuimos a lo misterioso, parece que el misterio pierde su primera significación negativa y se convierte en afirmación positiva. Pero esto es sólo aparente en cuanto a los conceptos; pues «sobrenatural» y «supracósmico» son bien a las claras predicados, por los cuales el sujeto de quien se predica queda negado y excluido del mundo y de la naturaleza. Pero es exacto si nos referimos al contenido fuertemente positivo del sentimiento, el cual de ningún modo puede quedar eliminado. Por esta razón, las palabras «sobrenatural» y «supracósmico» son aptas para designar una realidad y una manera de ser «absolutamente heterogénea», de cuya peculiaridad sentimos algo, sin poder expresarlo por conceptos claros.^4
Lo misterioso se transforma y se exalta a lo largo y ancho de la evolución histórica perfeccionándose hasta tener un carácter mirífico, que podemos designar en tres grados: el de sorpresa, paradoja y antinomia.
a) Sorpresa cuando trasciende todas las categorías de nuestro pensamiento, es incomprensible. b) Paradoja cuando al no solo hacerlas ineficaces, se contrapone también a ellas y las anula, deroga y desbarata c) Antinomia cuando no únicamente se va contra los criterios racionales y las leyes del pensamiento sino que son predicados opuestos inclusive entre sí mismos: “Parecen estar en antagonismo inconciliable e irresoluble”.
Incomprensible absolutamente se presenta el mirum ante el inteecto humano que intenta comprenderlo, pues este intenta definirlo por atributos contarios excluyentes o contradictorios.
(^4) Ibid. pp. 42-
Nos encontramos así ante un material documental inmenso y heteróclito, ya que un mito cosmogónico melanesio o un sacrificio brahmánico no tienen menos derecho a ser tomados en consideración que los textos místicos de una santa Teresa o de un Nichiren, que un tótem australiano, un rito primitivo de iniciación, el simbolismo del templo Barabudur, la vestidura ceremonial y la danza de un chamán siberiano. las piedras sagradas que encontramos por doquier, las ceremonias agrarias, los mitos y los ritos de las grandes diosas, la instauración de un rey en las sociedades arcaicas o las supersticiones vinculadas a las piedras preciosas, etc. Cada documento puede ser considerado como una hierofanía en la medida en que, a su manera, expresa una modalidad de lo sagrado y un momento de su historia, es decir, una experiencia de lo sagrado entre las innumerables variedades existentes.^7
Tanto en Mircea Eliade como en Rudolf Otto opera una dialéctica de lo sagrado, en este opera a nivel del individuo comparado con lo numinoso en clave racional e irracional mientras en Eliade lo hace de manera más absoluta, no únicamente a nivel sensible, como lo expone el propio Eliade en la introducción a Lo sagrado y lo profano:
Pero, en las páginas que siguen, nos situamos en otra perspectiva. Querríamos presentar el fenómeno de lo sagrado en toda su complejidad, y no sólo en lo que tiene de irracional . No es la relación entre los elementos no-racional y racional de la religión lo que nos interesa, sino lo sagrado en su totalidad. Ahora bien: la primera definición que puede darse de lo sagrado es la de que se opone a lo profano.^8
Mientras en Otto lo encontramos explicado de la siguiente manera:
Todo el mundo admite que esta desestimación que irrumpe por sí misma en el sujeto de una manera inmediata, y no porque el sujeto reflexione sobre faltas cometidas, sino porque es dada con la misma presencia del numen; esta desestima sentimental que el sujeto se aplica a sí propio, a su pueblo y, en realidad, a toda existencia en general no es simple y verosímilmente un juicio ético, sino que pertenece a una categoría peculiar de valoración. No es el sentimiento de haber trasgredido la ley moral, aunque es evidente que cualquier
(^7) Mircea Eliade. Tratado de Historia de las Religiones. Ediciones Era, México, 1975 (^8) Mircea Eliade. Lo Sagrado y lo profano. GUADARRAMA, México, 1981 pag. 9
infracción la arrastra consigo como una consecuencia. Aquella desvaloración es más bien el sentimiento que tiene el sujeto de su absoluta profanidad.^9
Entre Eliade y Otto existe no un desacuerdo marcado o una distancia considerable sino una posible idiosincrasia distinta respecto a lo que es una religión primitiva y los grados de complejidad que existen en las religiones. Otto dice por ejempo:
Y un signo indicador muy esencial -aunque no el único ni tampoco el principal- de la superioridad del cristianismo sobre otras formas y grados de religión es que dispone de conceptos de eminente claridad, transparencia y plenitud^10
A lo que Eliade respondería al menos indirectamente:
(…) en ninguna parte se encuentran únicamente hierofanías elementales (las cratofanías de lo insólito, de lo extraordinario, de lo nuevo: el mana, etc.), sino que hay siempre huellas de formas religiosas que, en la perspectiva de las concepciones evolucionistas, se consideran como superiores (seres supremos, leyes morales, mitologías, etc.); 4) pero aun prescindiendo de esas huellas de formas religiosas superiores, hallamos siempre un sistema en el que se integran las hierofanías elementales. 11
Y se hace notar el particular aprecio o sobrestima que tiene Rudolf Otto por el cristianismo:
En ninguna religión ha llegado el misterio del anhelo penitencial a tan acabada, intensa y profunda expresión como en el cristianismo. Y esto demuestra una vez más la superioridad del cristianismo sobre las otras religiones. Es religión perfecta, y es más perfecta que las demás, puesto que cuanto está preformado y dispuesto en la religión llega en el cristianismo a convertirse en actus purus, en realidad consumada^12
A diferencia de Eliade que tiende a mostrarse más imparcial:
(^9) Rudolf Otto. Lo santo Lo racional y lo irracional en la idea de Dios. Alianza Editorial, Madrid, 2005, pag. 75 10
11 Ibid. pag. 10 12 Mircea Eliade op. cit. pag. 55 Rudolf Otto op. cit. pag. 81
ASALE R. Diccionario de la Real Academia. (2020). hierofanía | Diccionario de la lengua española. Recuperado el 25 de Noviembre 2020, de https://dle.rae.es/hierofan%C3%ADa
Eliade. M. Tratado de Historia de las Religiones. Ediciones Era, México, 1975
Eliade. M. Lo Sagrado y lo profano. GUADARRAMA, México, 1981
Otto, R. Lo santo Lo racional y lo irracional en la idea de Dios. Alianza Editorial, Madrid, 2005