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Tipo: Monografías, Ensayos
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Introducción y Breve Biografía de John Dee, página 3. El Jeroglífico Monádico: Teorema I, página 11. Teorema II, página 12. Teorema III, página 14. Teorema IV, página 15. Teorema V, página 16. Teorema VI, página 17. Teorema VII, página 19. Teorema VIII, página 20. Teorema IX, página 21. Teorema X, página 23. Teorema XI, página 25. Teorema XII, página 26. Teorema XIII, página 29. Teorema XIV, página 32. Teorema XV, página 33. Teorema XVI, página 36. Teorema XVII, página 39. Teorema XVIII, página 41. Teorema XIX, página 45. Teorema XX, página 46. Teorema XXI, página 50. Teorema XXII, página 55. Teorema XXIII, página 59. Teorema XXIV, página 67.
dedicó “El Jeroglífico Monádico”. Dee escribió “El Jeroglífico Monádico” en trece días, mientras se encontraba en Antwerp, justamente del 13 al 25 de Enero de 1564. Acto seguido escribió una larga carta de dedicación a Maximiliano II, en donde expone con todo detalle las razones, los ideales y los propósitos de su obra. Para el 30 de Enero, Dee ya tenía en sus manos el grueso del manuscrito completamente terminado, y en este mismo día se lo entregó a Silvius. Para el 31 de Marzo del mismo año, Silvius había impreso la primera edición de esta obra. Este libro que parece el producto de un repentino furor de Dee, fue en realidad la eclosión de “siete años de gestación”. A finales de 1560, Dee se encontraba nuevamente en Inglaterra, asentándose en las propiedades familiares, en la población de Mortlake. En este lugar, Dee dedicó quince años al estudio e investigación de todas las ciencias, y fue precisamente durante esta época cuando John Dee ejerció una fuerte influencia en todos los aspectos de la vida que se desarrollaba en la Inglaterra Isabelina. Durante estos quince años, Dee acumuló una de las mayores bibliotecas de su tiempo, compuesta de unos 3.000 volúmenes manuscritos, y unos 1.000 libros impresos. Muchos fueron los navegantes, exploradores e investigadores que fueron a consultar mapas, cartas, manuscritos y libros, atraídos por el carisma de Dee, y por el cúmulo de conocimientos que la biblioteca ofrecía; entre ellos destacan John Hawkins y Sir Francis Drake. El sueño de Dee, era que aquel centro se convirtiera en el Imperio de las exploraciones e investigaciones británicas de su época, de las cuales por cierto el fue un gran promotor, que aportó además de esfuerzos y conocimientos, sus propios fondos económicos para el desarrollo de diversas empresas. En 1583, John Dee y Edward Kelley, su amigo y mentor en las ciencias herméticas, viajaron a la Europa Continental y se radicaron en Praga, Liepzig y Trebona, por espacio de seis años, aunque se estuvieron moviendo frecuentemente de una ciudad a otra, perseguidos por la ira del Pope y de los intereses políticos de la región. Durante este periodo, Dee y Kelley estuvieron completamente enganchados al estudio de los Rituales Mágicos de la Qabalah. Kelley actuaba como Médium y escriba de Dee. “Una Verdadera y Esplendorosa relación se estableció entre el Dr. John Dee y algunos Espíritus”, escribiría años más tarde en sus memorias Edward Kelley, estas memorias han sido publicadas repetidas veces, y en ellas se narran toda clase de experimentos e increíbles experiencias. Cuando Dee regresó esta vez a Inglaterra, su situación había cambiado
mucho y de una forma drástica. En su ausencia, unos ladrones habían saqueado su casa de Mortlake destruyendo buena parte de su preciada biblioteca. Por otra parte, la Corte Real le encontraba sospechoso y se mostró francamente hostil con él, y la Reina Isabel, su protectora era ya demasiado vieja para mantener el orden entre los Nobles más poderosos. La mayoría de sus amigos habían muerto o abandonado la vida pública y los puestos importantes. Poco a poco se fue empobreciendo, al dejar de recibir ciertos aportes Reales que le sustentaron años atrás. En 1596, la Reina Isabel le nombró Intendente del Colegio Cristiano de Manchester, donde Dee se enfrentó con el odio y el miedo. Y por supuesto que la sucesión al trono en favor del supersticioso y reaccionario Jaime I no le ayudó en nada al Dr. Dee, y en 1605, se vio obligado a dimitir de su puesto en el Colegio Cristiano, y tuvo que regresar en condiciones precarias a su casa de Mortlake, en donde falleció en un estado penoso y lamentable en 1608. Debido a la publicación, cincuenta años después de su muerte, de las memorias de Kelley “Una Verdadera y Esplendorosa Relación con los Espíritus”, y al escándalo que causó esta obra, John Dee ha sido conocido durante más de cuatrocientos años como un Mago o como un loco investigador de las Ciencias Ocultas. Hasta hace muy poco tiempo, el Dr. John Dee ha sido reconocido como un mecenas de las exploraciones británicas isabelinas, que le dieron a Inglaterra parte de la fuerza Imperial que alcanzó. Solo ahora se reconoce su aporte “tras bambalinas”, en los círculos científicos y literarios de su época. Dee revivió el interés por las Leyendas del Rey Arturo, por la historia y por las antigüedades británicas, por las ballenas y la Ecología. Dee fue un brillante Mecánico y Matemático, un incansable viajero e investigador, con un fuerte peso académico y político. Y además, la personificación del Mago Renacentista, que supo unir y eslabonar al mundo inmaterial con el material. Su único verdadero sucesor en Inglaterra, ha sido posiblemente Robert Fludd.
LA PARÁBOLA MÁGICA, así llamó John Dee al Jeroglífico Monádico, y una vez que empecemos a entender sus aspiraciones y sus métodos, también empezaremos a entender lo que es la Doctrina de las Correspondencias, la cual se une al corazón de toda práctica Mágica como la Llave a todo cuestionamiento Hermético. En los tratados esotéricos leemos habitualmente, “Lo que es arriba, es abajo, y lo que es abajo, es arriba”, como refiriera Hermes Trimegésito en su Tabla Esmeralda. Y así es, si observamos con detenimiento el mundo material, encontraremos en él claramente definidas
gramática, cambiaría la noción de los números, revolucionaría la geometría y la lógica, la música, la óptica y la astronomía, e incluso, las ciencias ocultas y la filosofía. Dee fue más lejos y propuso la utilidad de la Mónada en todos los campos. Por ejemplo, la gramática debería tomar en cuenta al principio, el cuerpo y las secuencias de cada una de las letras de los tres Alfabetos Mayores, Griego, Latín y Hebreo, en relación con la Mónada. La geometría debería observar los misterios del Cuadrado Mágico y del Círculo Perfecto incluyentes del Jeroglífico Monádico, para basar en ellos sus estudios. El astrónomo debería observar el cielo sin más medios que los que propone el Jeroglífico Monádico; y así todas las ciencias. Para Dee, la técnica y mecánica que se revela en el Jeroglífico Monádico, evitaría que los materiales se vieran sometidos a los trabajos torpes o violentos que los hombres ejercían sobre ellos. John Dee, asegura que a partir del Jeroglífico Monádico, se puede encontrar la fórmula que conduzca al investigador a transformar cualquier tipo de materia al polvo de poder y de verdad que se encuentra en el mismo Sol. Haciendo que la Piedra Filosofal aparezca en forma de este polvo rojizo, ardiente como el Sol, capaz de transmutar cualquier Materia de un plano a otro, del primero al último. Hasta el movimiento de los Astros es posible conocer a través del Jeroglífico Monádico, sin necesidad de recurrir a ninguna clase de instrumentos, ¿Cómo si no, en la antigüedad pudieron conocer las cualidades y los movimientos de planetas como Urano y Plutón tan recientemente descubiertos?. Pero John Dee no se quedó solo en el aspecto científico del Jeroglífico, y así se lo hizo saber a Maximiliano II en su carta de dedicatoria: “Se encuentra presente, dentro del círculo central de nuestro Jeroglífico Monádico, un cuerpo físico y material, activado por una llama, por una fuerza Divina, la cual está revelada sin palabras en la Mónada. Cuando es activada, ella copula, en un perpetuo matrimonio con el Sol y la Luna, aunque estos se encuentren aparentemente separados en el cielo, o donde quiera que sea. La Mónada, una vez que se ha completado el “matrimonio”, no puede recibir ayuda ni cuidados, ni beber de su esencia original, hasta que se realice por completo, una Revolución Metafísica. Cuando esto sucede, el cuidador terrestre de la Mónada, es decir el Mago, sufre una trascendente Metamorfosis, después de la cual, rara vez es visto por el ojo mortal. Esto, ¡Oh Gran Rey!, es la verdadera invisibilidad del Mago, sin discusiones ni blasfemias”. La Mónada es por tanto nuestra esencia máxima espiritual, que se encuentra más allá de nuestros cuerpos físico y astral, pero no por ello
desconectada de nosotros. Y el llegar a entenderla nos ayudará a transmutar nuestra visión de la vida, del Universo, y con ello, a transmutar la materia y los conocimientos al mismo tiempo que nos transmutamos a nosotros mismos. Por tanto, no es extraño que Dee pudiera relacionarse con el mundo espiritual directamente, dándole forma real y práctica a las Invocaciones y enseñanzas de la Qabalah Mágica y Ritualística, que para muchos han pasado, pasan y pasarán desapercibidas, quedando sólo como una muestra del pensamiento Hebreo antiguo. Ciertamente, en el presente libro, no se encuentran las claves que descifran el funcionamiento práctico del Jeroglífico Monádico, debido a que su manejo en malas o ignorantes manos sería desastroso. John Dee se reservó las Claves para transmitirlas oralmente a sus alumnos más cercanos, pero con el presente trabajo, dejó abierta la puerta a la investigación y al estudio del Jeroglífico Monádico, para que aquellos que realmente se apliquen, descubran por si mismos el Sendero que desvela sus secretos. Esta pequeña obra, por si misma, revela muchas de las bases de estudios Esotéricos como la Alquimia, la Qabalah, la Astrología, etc., etc. Por esta razón, no dudamos que será de un máximo interés para todo estudiante avanzado de las Ciencias Ocultas. Y también para aquellos que posean una mente científica y abierta, sin importar la Ciencia Ortodoxa que dominen o estudien, si leen atentamente este trabajo, pues encontraran muchas analogías y concomitancias de relevante importancia. Pero si Ud. no es verdaderamente un estudioso, o si su mente es tan cerrada y limitada como sus propios sentidos, este libro no será de su interés, o en el mejor de los casos, solo le servirá para confundirle y para aumentar sus dudas. Si este es su caso es mejor que no siga adelante, y que espere un mejor momento para reemprender la lectura. Para llegar al conocimiento de la Mónada o de la Unidad, John Dee expone 24 Teoremas que contienen las enseñanzas, y previene desde el primer momento que “El que no las comprenda, que estudie o que se mantenga en silencio”, pues no hay peor crítica que la que nace de la ignorancia. Estas enseñanzas se basan principalmente en figuras, símbolos y grafísmos de uso común en las Ciencias Ocultas, y en las abstracciones que estas figuras representan. En su tiempo, “El Jeroglífico Monádico” conmocionó a los círculos Esotéricos y Ortodoxos y fue repetidamente editado y estudiado, comentado y comprendido por diversos autores. Filósofos, Matemáticos, Qabalistas, Astrónomos, etc., etc. Aunque con el paso del tiempo, el rechazo de algunos
Tauro (en el cual la Luna se exalta)
La tensión que se realiza entre el mundo de los elementos: Ellos tienden hacia cuatro direcciones coordinadas desde un punto invisible.
Aries (en el cual el Sol se exalta)
Mundo Astral
Mundo Material (la Tierra en el centro)
Los 4 elementos procediendo desde un centro desconocido.
1a. Energía (la cual, nos cuentan los Alquimistas, Materia “se encuentra fundamentada en el abdomen de Aries”).
Como viene la primera Energía-Materia “hacia abajo” (precipitándose hacia afuera) a la Materia-Universal.
En el Mundo Astral se reflejan los otros tres, por ello la Luna se encuentra “arriba” del Sol, subordinándose a éste.
Es una línea recta y el círculo, que representan de la forma más sencilla, que todas las cosas pueden ser demostradas, todas, incluso aquellas que no existen, o que simplemente se encuentran ocultas bajo los Velos de la Naturaleza.
Los Velos de la Naturaleza, o incluso nuestras propias limitaciones nos hacen presuponer que ciertas cosas No Existen. Nuestro pensamiento rechaza o teme todo aquello que rebasa nuestra naturaleza humana, incluso lo que procede de la Naturaleza Madre que nos rodea, pero que no alcanzamos a entender. La existencia del átomo y de las bacterias fue cuestionada hasta que la Ciencia Humana fue capaz de demostrarlos por métodos prácticos, ya que la abstracción matemática o la hipótesis empírica, siempre han dejado un lugar para la duda y para la especulación. Una línea recta, la manifestación prístina, y un círculo, que contiene lo interior y que da espacio a lo exterior, promulgando el todo, lo de dentro y lo de fuera, lo interno y lo externo, lo invisible y lo visible, lo tangible y lo intangible y viceversa, en fin, el todo, desde lo imaginable hasta lo inimaginable. Porque todo lo que pasa por nuestras mentes es susceptible de manifestarse y de ser, y todo lo que no pasa por ellas también. ¡Cuántas cosas nos quedan aún por descubrir!, existen muchas cosas pequeñas y muchas cosas grandes que todavía no podemos mesurar correctamente. Realmente que tan grande es el Universo, y realmente que hay más allá del electrón. ¿Por qué dos compuestos químicos iguales muestran comportamientos distintos, por qué uno puede estar vivo y el otro no?. ¿La Tecnología y las Ciencias Ortodoxas son las únicas respuestas a los fenómenos que nos rodean?. El camino es todavía muy largo, y las preguntas sin respuesta crecen cada día, y para poder continuar, debemos reconocer nuestros orígenes y recobrar nuestra capacidad de abstracción.
Todas las cosas por tanto tienen un punto de partida. El punto también demarca el equilibrio de las cosas, y a partir de un punto de apoyo, con una línea recta (una palanca), se puede “mover al mundo” (el círculo). En cuestiones tan sencillas y tan presentes al necio ojo humano se basan los principios de la polea, los engranajes, etc., etc. La Mónada por su parte, equilibra las fuerzas contrarias a las que está expuesto el hombre, y las mantiene en un balance perfecto, permitiendo con ello nuestra existencia y nuestro funcionamiento. Si no se tiene o si se pierde este punto o esta Mónada, las fuerzas desequilibradas se destruyen, y con ellas el todo que las rodea, es obvio por lo tanto que sin punto y sin Mónada, la manifestación y la creación no se dan o perecen inmediatamente, como los isótopos radioactivos.
Por lo tanto, el punto central que se observa justo en el centro del Jeroglífico Monádico representa a la Tierra, y alrededor de ella al Sol, a la Luna, y a los demás planetas, siguiendo todos y cada uno, sus respectivos senderos. El Sol posee la dignidad suprema, y por ello le representamos como un círculo con un punto central visible, que como ya hemos dicho es la Tierra.
Tomar a la Tierra como punto central del sistema planetario solar, no es un error astronómico, como puede parecer a simple vista, lo que sucede, es que la Tierra es nuestro observatorio astral, y es donde nos manifestamos como seres humanos, es decir, es donde nos encarnamos en esta vida, y desde donde partimos. La Tierra es el punto donde recibimos la influencia de las demás esferas, y donde tenemos un campo físico, químico y natural, en perfecta correspondencia con nuestra actual envoltura. Por otra parte, el Sol nos envuelve en su Astrolósfera, y es nuestro principal generador energético, por ello se le representa como el círculo que nos envuelve con su radio de acción. Los demás planetas, o esferas, representan los senderos de nuestra caída, así como los senderos de nuestra salvación a través de su influencia astrológica, teniendo a Mercurio como primer planeta, y a Aries como primer Signo Astrológico, significados gráficamente en el Jeroglífico Monádico.
El Jeroglífico Monádico
Y verdaderamente, he dado como complemento de la idea, la adición del semicírculo lunar, enlazándolo con el círculo solar, en representación del primer día o amanecer, y la primera noche o atardecer en la Tierra, porque el primer Día ya había sido creado con la Luz de los Filósofos.
Aquí, Dee hace una clara diferencia entre los días terrestres y los “Días” con Mayúscula, de la Creación, en los que la Luz Solar y su reflejo que da lugar a la Luz Lunas, aún no habían sido creados cuando Dios ya había separado la Luz de las Tinieblas, las aguas de la tierra y la tierra del espacio, dándole al planeta Tierra su propia Luz, su propia vida y sus propias características, antes de que el Sol y la Luna influyeran sobre ella. Científicamente, al margen del pensamiento creacionista o Esotérico, se habla de que la edad del Sol, de la Luna y de la Tierra, así como de los demás cuerpos celestiales que les rodean, es básicamente la misma. Y que si bien la Luna y la Tierra nacieron a partir de una explosión solar, es decir, que son fragmentos solares enfriados, no empezaron a interrelacionarse y a interinfluirse, hasta que no hubo pasado un largo periodo de caos, asentándose en un orden más estable. La superficie de la Tierra tuvo que esperar a que la atmósfera fuera menos densa para que los rayos del Sol y de la Luna le tocaran, sin embargo en sus entrañas, o en sus aguas, ya estaba sembrado el espíritu de la vida.
Vemos ahora, en la posición invertida del Jeroglífico Monádico, que el Sol y la Luna soportan una Cruz de ángulos rectos. Esta Cruz significa, dentro de nuestro Jeroglífico y por muchas y diversas razones, tanto al Ternario como al Cuaternario. El Ternario es conformado por dos líneas rectas que poseen un centro copulativo. Mientras que el Cuaternario es producido por cuatro líneas rectas que a su vez conforman y encierran cuatro ángulos rectos. Tomando en cuenta la doble repetición de estos elementos, las cuatro líneas rectas y los cuatro ángulos rectos, encontramos a la Octada, la cual, creo yo, que no fue conocida por los Magos que nos precedieron, por lo que os exhorto a estudiarla con mucha aplicación y detenimiento. Los tres planos de nuestros primeros Padres y la misma sabiduría del hombre se encuentra dividida en Cuerpo, Alma y Espíritu.
Por lo tanto en esta figura encontramos la primera manifestación del Septenario, es decir, dos líneas rectas con un punto central común como tercer factor, más las cuatro líneas que parten y convergen del punto central, que actúa separando a las dos líneas originales.
Partiendo de la Unidad, Mónada o punto central, en este caso manifestándose por el Binario desde una acción copulativa, que da paso tanto
Los Elementos van más allá de sus lugares acostumbrados, las partes homogéneas se dislocan, y esto es el descubrimiento de un hombre a través de la experimentación, que dedujo la separación de las cuatro líneas rectas y su retorno natural a sus lugares originales. Por lo tanto nunca será absurdo el representar el Misterio de los Cuatro Elementos, en el cual es posible resolver a cada uno de ellos en una forma básica y elemental, reflejándoles en cuatro líneas rectas que corren en cuatro direcciones distintas a partir de un punto central común, único e indivisible. Estas cuatro líneas, como todas las líneas están compuestas por una sucesión de puntos, o por el desplazamiento de un punto en una dirección determinada. Para los efectos de nuestra Magia el sentido es prácticamente el mismo, ya que el punto central se desplaza en cascada describiendo las cuatro líneas rectas de nuestros cuatro elementos, y manteniendo su influencia como punto original dentro de la mecánica mágica.
La idea de la Unidad, la Diversificación y la Síntesis, emergiendo desde el punto central y retornando más tarde a él, queda perfectamente reflejada en este Teorema, en donde también se revela la naturaleza mágica de todas las cosas y todos los seres, ya que en todos ellos se encuentra el punto central que se desplaza en todas las direcciones a través de los cuatro Elementos, Fuego, Aire, Agua y Tierra. Esta es una de las razones por las cuales los Alquimistas recurrían a los Cuatro Elementos básicos, para poder alcanzar la síntesis de la transmutación. Es universalmente conocida la influencia de los Cuatro Elementos en la Astrología, y su correspondencia analógica con los Planetas, con las letras sagradas IHVH, con la Cruz y con el sentido del estado Crístico. Y aunque en el pasado se tenía sólo como una idea, actualmente es de todos conocido que el átomo, o punto central, se encuentra vibrando tanto en los cuatro elementos, como en todas las cosas existentes en nuestro universo, es decir, por diversificadas que parezcan todas las cosas, en esencia son todas lo mismo una vibración atómica, un desplazamiento en cascada del punto central.
Por otro lado, la extensión Qabalística del Cuaternario, de acuerdo con la fórmula común de anotación, tal y como se describe en los números dígitos, uno, dos, tres y cuatro, no es otra cosa que una forma reducida de la Decena. Así mismo lo decía Pitágoras habitualmente, uno más dos, más tres, más cuatro hacen diez. Por ello los antiguos Filósofos Romanos, tomaron la forma de la Cruz para representar la Decena, X, así como tomaron las cuatro líneas rectas para formar y dibujar las primeras 21 letras de su Alfabeto. Y aún más, ellos definieron a la Cruz como el lugar, o el sitio desde donde el Ternario conduce su fuerza hacia el Septenario.
Por extraño que pueda parecer, en la antigüedad, los Alfabetos no se hacían, se construían en una correspondencia exacta de valor numérico y significado intrínseco de todas y cada una de las letras, de todos y cada uno de los números, esto lo saben bien los estudiosos de Qabalah. Esta construcción también tomaba en cuenta la vibración o pronunciación de las letras, los números y las palabras. Todos estos valores correspondientes a la construcción de los Alfabetos se mantenía en Secreto, y se utilizaban a conciencia en los trabajos o rituales Mágicos, Filosóficos, Teológicos y Científicos, y fueron principalmente transmitidos oralmente, o parcialmente en obras escritas, como en el caso de la presente. Dee y Kelley, estudiaron y experimentaron a fondo estos valores, y nos transmitieron parte de sus resultados, pero las Claves finales y prácticas siguen veladas para nosotros, que hemos de investigar y de estudiar desde estas bases por nuestra cuenta.