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Un análisis de la antropología económica, una disciplina que estudia el proceso de aprovisionamiento de bienes y servicios materiales en las sociedades humanas. El texto aborda temas como la aplicabilidad de categorías analíticas occidentales, el valor, la historia y la conexión entre grupos sociales diversos, y el peso de la cultura en los procesos económicos. Se incluyen debates fundamentales en antropología económica, como la distinción de Marx entre el valor de uso y el valor de cambio, y la teoría cultural del valor.
Tipo: Apuntes
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Universitat de Barcelona
La antropología económica estudia el proceso de aprovisionamiento de bienes y servicios materiales que hacen posible la vida en las sociedades humanas. En el curso de este proceso, en el que debemos incluir la fase final de consumo, las personas cons- truyen y expresan relaciones de poder, al tiempo que producen significado.
El grado en que algo es 'necesario' para la vida ha sido largamente debatido y las di- ferencias que podemos observar entre una sociedad y otra tienen causas de tipo ecológico, histórico y cultural. Sin embargo, algunas necesidades deben ser resueltas indefectiblemente, de lo contrario la(s) persona(s) morirá(n). Así pues, existe un límite fisiológico al relativismo en lo que respecta a los medios de vida. Por otro lado, ciertos bienes no materiales, como por ejemplo la benevolencia de los antepasados, pueden ser considerados como fundamentales para la reproducción de una sociedad. La mayor parte de los bienes inmateriales, sin embargo, tienen alguna forma de expresión material como por ejemplo los sacrificios de alimentos en el culto a los antepasados o el intercambio de riqueza en las ceremonias mortuorias. El ámbito de la antropología económica abarca la interacción recurrente entre individuos en el interior de los grupos sociales, así como entre los grupos sociales y con el medio-ambiente, con el objeto de proveer los bienes y servicios materiales necesarios para la vida. Tradicionalmente, los procesos económicos han sido divididos en distintas fases: producción, distribución-circulación y consumo. Estas categonas analíticas responden a formas de interacción social observables en todas las sociedades, aunque las cate- gorías en sí mismas sean producto de la tradición académica occidental. Sin em- bargo, la gente se involucra en relaciones sociales que pueden ser descritas como
'económicas' y que pueden ser analizadas como parte de las categorías de producción, distribución y consumo. La antropología económica en sus orígenes se interesó por la "Vida económica de los pueblos prirxutivos"' dónde estaban ausentes muchos de los elementos presen- tes en la economía occidental (dinero para todos los usos, sistema integrado de mer- cado). La observación directa de sociedades no capitalistas mediante el trabajo de campo etnográfico produjo una información enorme y muy rica en matices sobre las actividades económicas en distintas sociedades por todo el mundo. El modo en que lo/as antropólogo,'as reaccionaron frente a esta diversidad y el modo en que gestio- naron el material etnográfico en términos teóricos está en el origen de la mayor parte de los debates de 1:1 antropología económica.
Los debates fundamentales en antropología económica se han centrado en torno a
Las categoda de análisis occidentales
El debate principal tuvo lugar entre los antropólogos llamados 'formalistas' y los lia- mados 'substantivistas'. Los primeros consideraban que los postulados de la econo- mía marginalista milían para todas las sociedades, es decir, que la adjudicación racional (optimizadora) de recursos (escasos) entre usos alternativos por parte de los indivi- duos era de aplicación universal (Firth 1970). Los segundos, siguiendo a Polanyi (1957), pensaban que la teoría de la acción racional respecto a la toma de decisiones econó- micas era válida únicamente en el contexto de la economía de mercado occidental, y postulaban que uria definición real de la economía debía tener sentido en cualquier sociedad, cualquiera que fuera su proceso de adjudicación y circulación de los recur- sos. El concepto rnás interesante que surgió de este debate, aunque en sí mismo no fue discutido respecto a las economías 'primitivas', era el de la necesaria 'imbricación' o 'engastamiento' de las actividades económicas en otros procesos sociales. Una segunda ola de debate en la década de 1970 incluyó antropólogos que trabajaban con
recientemente, los antropólogos han debatido sobre la centralidad del significado para la comprensión de !los procesos económicos. Bourdieu (1980) ha desarrollado el con- cepto de 'habitus' que describe cómo las relaciones sociales del pasado se transforman en disposiciones pa.ra la acción, un esquema de percepciones que generan las prácti- cas. Por otro lado, la posición de Gudeman (1986) se basa en su preocupación con los problemas metodológicos que los modelos occidentales de producción del cono- cimiento plantean para la comprensión de otras culturas. Propone estudiar cómo cada sociedad modela ciilturalmente los procesos de acceso a los medios de vida, y mues- tra que algunas sociedades tienen modelos múltiples y articulados para explicar sus actividades económicas. De algún modo, el trabajo de Gudeman sigue la estela del estudio pionero de Bumont (1982) sobre la aparición en occidente de un modelo cultural afín al capitalismo. Finalmente, otros antropólogos (Scott 1976) usan el término de 'econornía moral' para referirse a moralidades (ideas del bien y del mal, de equidad y de justicia) y valores culturales que conforman el ámbito de las relaciones sociales económicas.
A través de las categorías clásicas de producción, distribución y consumo intentaré ahora presentar brevemente los conceptos fundamentales y los desarrollos teóricos que se han ido planteando en la antropología económica.
La producción se entiende generalmente como la transformación de la materia por la acción humana, a través del trabajo, con el fin de obtener algún bien útil y consumi- ble. Algunas veces como en la recolección y en la caza, el trabajo humano uriliza tecnología muy siniple para seleccionar y conseguir los bienes conocidos susceptibles de ser consumidos como alimentos y que se encuentran en el medio-ambiente local. La interacción entire el medio y los seres humanos se ha estudiado desde una pers- pectiva ecológica cpe enfatiza los intercambios de energía entre distintas especies, pero que también enfatiza la cultura como factor fundamental de adaptación humana a los constreñirnientos del entorno natural. El medio-ambiente, sin embargo, no es un factor a-históric:~en el que habitan las poblaciones humanas. Es más bien el resul- tado de relaciones pasadas entre individuos, grupos, comunidades y sociedades más amplias que se adaptan y al tiempo transforman el medio 'natural' que habitan. La ecología política intenta incluir esta historia en su perspectiva (Martínez Aher 1992).
En la mayoría de las sociedades, el proceso de producción requiere el uso de tecnología compleja y el diseño de procesos de trabajo cooperativos. El conocimiento tanto de los saberes y habilidades necesarios para hacer uso de una tecnología parri- cular, como de la coordinación del proceso en su totalidad es un elemento crueial de control que generalmente se encuentra desigualmente distribuido entre los que parti- cipan en la producción. El modo en que una sociedad determinada organiza el acceso a la tierra, el agua, el trabajo, la energía en general, la tecnología y la información expresa las relaciones sociales económicas y políticas. Por otro lado, en todas las sociedades estas relaciones están imbricadas en otros ámbitos institucionales como los del parentesco, la religión, la política, y relaciones económicas que puedan califi- carse de 'des-irnbricadas' (exclusivamente económicas) difícilmente han podndo ob- servarse. Los estudios del campesinado, por ejemplo, muestran a menudo c8mo el parentesco y el matrimonio, que en la experiencia se confunden con discursos de respeto y amor, configuran no sólo los sistemas de herencia sino también las relacio- nes sociales de producción en el interior del grupo doméstico que define la unidad de producción agrícola. Los significados culturales asociados con determinadas tareas y con identidades colectivas tales como el género, la edad, la casta o el grupo étnico también contribu- yen a configurar el proceso de trabajo. El concepto de 'división de trabajo' con su corolario 'la solidaridad orgánica' intentaba describir la forma de integración de las sociedades complejas a través de la necesaria dependencia entre ámbitos especializa- dos de trabajo (Durkheim 2002a y b). Un ejemplo de este significado puede eneon- trarse cuando se habla de la 'división sexual del trabajo' en una sociedad en su conjunto cuando se adjudica culturalmente a los hombres ciertas responsabilidades en la producción y otras responsabilidades a las mujeres. En este sentido el concepto de 'división del trabajo' es amplio y general. A menudo, sin embargo, la idea de 'divi- sión del trabajo' se utiliza para describir procesos de producción particulares y el modo como se distribuyen y asignan las distintas tareas a los individuos o grupos dentro de estos procesos concretos. Esto ha permitido a los antropólogos analizar interacciones detalladas entre los que participan en determinados procesos laborales.
El concepto de distribución se refiere a la adjudicación de bienes entre distintos indi- viduos o grupos, mientras que el concepto de circulación se refiere al movimiento de los bienes. Estos procesos articulan las etapas de la 'producción' y del 'consumo' en una economía. También reproducen categorías diferenciadas de personas en relación
El concepto de redistribución como proceso institucionalizado se refiere a eomu- nidades políticas centralizadas que concentran los bienes en un centro de poder mediante sistemas tributarios, para luego reasignar una parte de estos bienes a deter- minados grupos, individuos o a ámbitos específicos. Los ejemplos etnográficos abar- can desde los sistemas de Gran Hombre hasta estados fuertemente centralizados. En la tipología de Polanyi, el intercambio como proceso institucionalizado remite a sociedades en las que la economía está plenamente integrada mediante el sistema de mercado. Sin embargo, existen muchas formas de transacción que pueden definirse como 'intercambio' ya sean las rutas de socios comerciales que cruzan el continente australiano, los tratos propios de los mercados africanos, o los sistemas de intercam- bio ceremonial de Melanesia. El intercambio plantea dos problemas fundamentales de las transacciones: pri- mero, la comparación entre los objetos intercambiados y, segundo, Pa no simultanei- dad de las necesidades de los agentes. La comparación es la cuestión central del valor. Las cosas intercambiadas siempre se evalúan, pero el modo en que esta evaluación se realiza cambia mucho de una sociedad a otra. E n general para que una transacción se realice debe existir alguna medida de valor que permita a los agentes alcanzar una equivalencia aceptable para todas las partes involucradas. Cuando algún tipo de objeto estándar se utiliza como medida de valor se puede hablar de dinero aunque algunas de las otras funciones que generalmente se asocian con el dinero, como la de servir de medio de intercambio, estén ausentes. A menudo, el proceso de alcanzar equivalen- cias de valor se realiza en el mismo acto de intercambio tal como ocurre en las prác- ticas de regateo, mientras que en otros casos una autoridad central puede establecer una tasa fija de intercambio para todos o para ciertos objetos. En otros casos, como se supone que ocurre en el modelo postulado por los sistemas de mercado, la equi- valencia de valor se alcanza automáticamente mediante la libre circulación de todas las mercancías sujetas a las fuerzas de la oferta y la demanda. Los economistas clásicos intentaron encontrar una medida universal de valor en el trabajo: la energía gastada en producir las mercancías intercambiadas fue considerada como su único elemento común y por tanto el único que podía servir para comparar su valor. La mayoría de las sociedades tienen varias 'esferas de circulación' en las que operan distintas medidas de valor. En el ejemplo que describe Bohannan (1959) de la economía multicéntrica de los tiv de Nigeria, distintos bienes circulan en distintas esferas, cada una de las cuales está definida por valores morales distintos relativos a la subsistencia, al prestigio y a la alianza, y la conversión de valores de una esfera a otra, aun siendo posible, está siempre sancionada moralmente. La idea de que diversas medidas de valor pueden operar simultáneamente en una sociedad se ha revelado muy
interesante. Cada vez más los antropólogos están prestando atención a la circulación de bienes entre distintos individuos, grupos sociales o comunidades políticas si- @endo el recorrido de las cadenas de transacción y las distintas esferas de valor por las que circulan los bienes concretos en distintos momentos de su 'biografía' (Appa- durai 1986). Otras perspectivas estudian la variación del significado que se atribuye a los bienes o a los procesos de transacción, así como SUS causas y consecuencias mate- riales (Ahntz 1986).
El consumo puede (lefinirse simplemente como el uso de un bien o servicio. A veces e1 uso implica la destrucción del bien e impide cualquier uso futuro. En otros casos un bien puede ser utilizado de muchas maneras simultanea o sucesivamente por diver- sas personas. La antropología económica ha prestado atención tradicionalmente a la adjudicación de recursos a distintos fines dentro del grupo doméstico y entre sus distintos miembros. En ell caso de los alimentos, por ejemplo, se han estudiado las diferenciaciones de género y edad que afectan la ingestión de nutrientes en calidad y cantidad diferentes por parte de los componentes de los grupos domésticos. A medida que la investigación etnográfica se ha interesado por los procesos de consu- mo, se han enfatizado cuestiones relacionadas con el poder y con los constreñimien- tos culturales e institucionales de larga duración que los afectan. La antropología económica se interesa en las relaciones sociales que emergen en torno a los procesos de consumo en el espacio íntimo del grupo doméstico o en otros espacios más abiertos y públicos. Algunos antropólogos subrayan el aspecto signifi- cador de los actos de consumo, concebidos como signos en un sistema de informa- ción que expresa las relaciones sociales (Douglas & Isherwood 1980). Otros enfatizan el papel del consurrio en el mundo globdizado contemporáneo dónde los bienes, las personas y la información circulan constantemente más aiiá de fronteras de todo tipo, y dónde la identidad cultural aparece crecientemente como el aspecto central de la realización personal, de la solidaridad colectiva y del empoderamiento (Miller 1995). Bourdieu (1979) ha mostrado cómo las relaciones de diferenciación y de domi- nación se construyt:n mediante procesos complejos de consumo en dónde el aprovi- sionamiento y el acceso a los bienes materiales están relacionados con la producción y reproducción de identidades personales y colectivas. Su objetivo en La distitzh6n (1979) es precisamcrnte describir las distintas formas del capital patrimonial (econó- mico, humano y social) y su interacción en sus respectivos campos de realización, desde la perspectiva de la reproducción del sistema social en su conjunto. Otra
El interés en el sector informal de la economía y los planteamientos feministas rei- vindicando el valor del trabajo doméstico, han supuesto también una nueva perspectiva al ampliar el concepto de 'trabajo' sobre todo en el ámbito de las economías occidenta- les en ¡as que existía ima tendencia implícita a asimilar trabajo con empleo asalariado esta- ble. Las investigaciories en torno a las relaciones informales (económicas o de otro tipo) van a revelar su interés en un contexto en el que las realidades de la especialización flexi- ble, las transformaciones del modelo clásico de Estado-nación, la revolución digital y los desplazamientos ma!jivos de poblaciones, parecen apuntar hacia la importancia creciente de las redes personales corno estructuradoras de las sociedades contemporáneas.
de los límites de uii ámbito conceptual propio de 'lo económico'. Mientras puede segar resultando útil retener el énfasis en lo material de los procesos económicos, en la practica, las relaciones materiales deben estudiarse conjuntamente con sus expre- siones culturales. Por otro lado, cada vez resulta más necesario tomar en considera- ción cuestiones de conexión entre ámbitos diversos y en relación con procesos hPst6rieos relacionados -para los sistemas de aprovisionamiento, las relaciones de producción, las culruras del consumo, las migraciones laborales o políticas. La prác- tica de la antropologia económica parece orientarse hacia el estudio de la reproduc- ción social en su conjunto (Karotzky 1997).
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