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Llama “paradigma otro” a la diversidad de formas críticas de pensamiento analítico y de proyectos futuros marcados por la colonialidad.
Tipo: Resúmenes
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Walter Mignolo – “Un paradigma otro”: colonialidad global, pensamiento fronterizo y cosmopolitismo crítico El autor se ocupa de bosquejar “un paradigma otro” de pensamiento crítico, analítico y utopístico que contribuya a construir nuevos conocimientos y salir de la tradición. Contribución a futuros construidos sobre distintos principios políticos, éticos, económicos y epistémicos. Llama “paradigma otro” a la diversidad de formas críticas de pensamiento analítico y de proyectos futuros marcados por la colonialidad. Al ser diverso no tiene un autor de referencia u origen común. Pero sí tiene en común “el conector”, de la marginalidad de los temas. Un “paradigma otro” es en última instancia el nombre que conecta formas críticas de pensamiento “emergente” (como en la economía) en las Américas, Norte de África, sur de India, sur de Europa, y cuya emergencia fue generada por el elemento común de toda esta diversidad: la expansión imperial/colonial desde el siglo XVI hasta hoy; que negó a estos lugares la posibilidad de razón, de pensamiento y de pensar el futuro. El “paradigma otro” es distinto y complementario de la “transición paradigmática” que identificó y presentó con fuerza argumentativa Boaventura de Sousa Santos. Ambos surgen de la misma constatación: el agotamiento del proyecto de la modernidad. Surgieron críticas a la modernidad bajo el nombre de “posmodernidad”. Esta propuesta difiere de las tesis posmodernas que surgieron en Francia o Estados Unidos por dos aspectos: uno por una mayor apertura a la variedad epistémica y política del mundo, particularmente atenta a la variedad de historia locales en relación y conflicto con la modernidad europea; y otra, por una direccionalidad prospectiva a sus análisis, que Sousa Santos conceptualiza en los dos proyectos contradictorios de la modernidad (regulación y emancipación). El agotamiento de la modernidad es, para Sousa Santos, en la medida en que la civilización neoliberal impone cada vez más el principio “regulador” de la modernidad y, por un agotamiento de las ideologías modernas (cristianismo, liberalismo y marxismo) para imaginar futuros posibles. La emancipación adquiere, en Sousa Santos, una escena/escala planetaria. Además, muestra la necesidad de pensar el conocimiento como geopolítica en vez de pensarlo como un lugar universal al que todos tienen acceso, en el cual “la diversidad sea un proyecto universal”. Esto sería posible sólo y en la medida en que lo “distintivo” de cada proyecto se “conecta” mediante una doble traducción que contribuirá a corregir, las debilidades del pensamiento crítico posmoderno con respecto a las aperturas que ofrecen el posmodernismo oposicional y “un paradigma otro”. El desafío es el de lidiar y deshacer los lugares de poder asignados a los distintos tipos de conocimientos, y que ha de superarse desde ambas perspectivas del espectro: por quienes trabajan en las oficinas del saber subalterno. Un “paradigma otro”, complementario a la transición paradigmática, emerge, en su diversidad, en y desde las perspectivas de las historias coloniales; en el conflicto entre las lenguas, los saberes y los sentires (en la colonialidad del ser; no un ser ontológico, sino en el poder diferencial del racializado) en/desde las historias locales a las que le fueron negadas potencial epistémico y, en el mejor de los casos, fueron reconocidas como “conocimiento local” o localizado. Los movimientos indígenas, por ejemplo, el levantamiento zapatista, la historia del colonialismo des de la perspectiva de los actores que lo vivieron en las colonias. Por ello, “un paradigma otro” no es un “paradigma de transición”, sino un “paradigma de disrupción”. Se entronca en la discontinuidad de la tradición clásica que ocurre en el primer momento de la expansión colonial cuando Cristóbal Colon, cargado de sus lecturas antiguas y medievales, se encuentra con gentes para quienes esa tradición les es ajena, y tampoco les importa. Pero esas gentes pagaron las consecuencias de ser ajenos a la tradición grecolatina. La diferencia epistémica colonial, se repitió luego, a lo largo de la expansión colonial. En suma, un “paradigma
otro” en su diversidad planetaria está conectado por una experiencia histórica común: el colonialismo; y por un principio epistémico que ha marcado todas sus historias: el horizonte colonial de la modernidad. Esto es, la lógica histórica impuesta por la colonialidad del poder. El concepto de colonialidad convoca el concepto de poscolonialidad en dos sentidos complementarios. Uno, literal, es indicar que la colonialidad continua. Y el segundo, utopístico, indicar el espacio de análisis y los proyectos dirigidos a revelar la lógica oculta de la colonialidad. Ese concepto de poscolonialidad, no es un significante vacío que integra la multiplicidad, sino que esconde, bajo el mismo signo, la diversidad de significantes llenos de diversas historias coloniales. Historias locales/diseños globales , intenta ser una contribución al “paradigma otro”; son variadas y congruentes experiencias coloniales transformadas en reflexión crítica y en critica epistémica. Pero tienen un origen, se gestó como relación dialógica y asimétrica de poder en el siglo XVI y esa gestación sirvió de fundación a la modernidad/colonialidad hasta hoy. El choque cultural entre indígenas y españoles significó la confrontación de dos tipos de cosmologías y de epistemologías. La gestación del “paradigma otro”, a finales del siglo XV y principios del XVI, tuvo su continuación en los autores indígenas del XVI y mediados del XVII. El paradigma otro surge en ese silencio que grita detrás de cada página de autor castellano sobre la conquista y colonización de América. Un fenómeno que también se reprodujo en otros espacios: Australia, Canadá, Nueva Zelanda, donde el tipo de colonialismo y de descolonización estuvo más integrado en la configuración del “primer mundo” o del “mundo civilizado”. El autor no sugiere que haya una unidad o coherencia férrea exigida por el pensamiento de la modernidad que une a todos los proyectos. Todo lo contrario. Por eso habla de un “paradigma otro” y no de “otro paradigma”, que sería simplemente uno más, el último en llegar, siguiendo la lógica de los anteriores. Estos proyectos forman un paradigma otro porque tienen en común la perspectiva y la crítica a la modernidad desde la colonialidad; esto es, no ya la modernidad reflejada a sí misma en el espejo, preocupada por los horrores del colonialismo, sino por la vista por la colonialidad que la mira reflejarse a sí misma en el espejo. Y porque cuestionan la propia lógica mediante la cual la modernidad se pensó y se sigue pensando como modernidad y posmodernidad. El paradigma otro no es, no puede ser, reducido a la hegemonía de la posmodernidad o del proyecto posmoderno puesto que en ambos casos el paradigma otro es reducido al silencio, como lo fueron otras formas de pensamiento durante quinientos años de colonialidad/modernidad. Todos estos proyectos surgen de la toma de conciencia de que no se trata de “diferencias culturales”, sino que de lo que se trata es de “diferencias coloniales”, que fueron construidas por el pensamiento hegemónico en distintas épocas; fueron enmascaradas y vendidas como “diferencias culturales” para ocultar el diferencial de poder; esto es, la colonialidad del poder. Pueblos no europeos fueron privados de la posibilidad de crear pensamiento. Así el paradigma otro tiene en común: pensar a partir y desde la diferencia colonial. El “pensamiento fronterizo” sería precisamente el del rumor de los desheredados de la modernidad; aquellos para quienes sus experiencias y sus memorias corresponder a la otra mitad de la modernidad; esto es, a la colonialidad. El pensamiento fronterizo tiene su anclaje en el siglo XVI, con la invención de América, y se continúa en y con la historia del capitalismo y con la reproducción de la lógica de la colonialidad y la celebración de la modernidad como punto de llegada a la civilización mundial.
El problema de la inmigración, hoy, es indisociable de la organización interestatal del mundo moderno/colonial. Las migraciones masivas, como lo estamos viendo desde 1970, van del Sur al Norte. Uno de los principales motores de la inmigración masiva hacia Europa, principalmente, fueron las descolonizaciones en Asia y África. Hacia Estados Unidos, los varios regímenes dictatoriales durante la Guerra Fría, además de la vieja historia con México, desde 1848, con Puerto Rico, desde 1898, y con la revolución cubana, desde 1959. Este libro explora la cara oculta de la modernidad, la colonialidad, sin cuya comprensión será difícil pensar en cómo integrar las diferencias y socializar el poder evitando la fuerza militar y la violencia de Estado. Contribuirá a la formación de una “epistemología otra”. Los principios que guían la concepción moderna del conocimiento y su estructura están sustentados en cuatro grandes ideologías y sus herencias grecolatinas: el cristianismo, conservadurismo, liberalismo y socialismo. No importa dónde se mire y cómo se mire, esas cuatro ideologías configuran la cosmovisión y la cosmología de lo que se denomina Occidente, occidentalismo. Esas 4 ideologías se cruzan y se mezclan, a veces de manera contradictoria. Las fronteras geográficas, en última instancia, son la expresión material y móvil de dos principios clave de la articulación conceptual e ideológica del mundo moderno/colonial: la diferencia colonial y la diferencia imperial. Estas se enmarcan en otro concepto mayor instaurado por Aníbal Quijano, la colonialidad del poder. Viendo estas instancias de acción e interacción en la historia y en la estructura lógica de la colonialidad del poder, como se constituyeron y transformaron la diferencia colonial y la diferencia imperial. Recordando la última sección de la Apologética historia sumaria de Bartolomé de Las Casas, escritas a mediados del siglo XVI. Las Casas diferencia 4 tipos de “bárbaros” que se complementan a las instancias de poder anterior mencionadas: