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ciencias..............................................
Tipo: Esquemas y mapas conceptuales
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l Diccionario de las Emociones en su tomo I ha tenido gran aceptación en diferen- tes contextos con público universitario y extrauniversitario. Su objetivo fue explicar las principales emociones que se generaron en el contexto de la pandemia por Covid-19. El trabajo colaborativo entre la Dirección General de Divulgación de las Humanidades y la Coordinación del Progra- ma Institucional de Tutoría de la Facultad de Psicología de la UNAM ha generado el tomo II, que incluye otras 12 emociones (ira, euforia, indiferencia, asco, aburrimiento,
curiosidad, hostilidad, compasión, empatía, asombro, gratitud y orgullo), con el propósito de continuar aportando información para el cuidado de la salud mental. El contenido de este tomo II se enfoca en la identificación de las emociones, sus manifestaciones psicológicas y fisiológicas, la función que tiene cada una, técnicas o estrategias para regularlas, información para identificar el nivel de afectación para buscar atención psicológica, así como referencias culturales y de divulgación con las que se ofrecen ejemplos concretos. El cuidado de la
El Diccionario de las emociones es un proyecto de divulgación de la Coordinación de Humanidades y la Facultad de Psicología, para identificar y entender cómo manejar los sentimientos y estados de ánimo en situaciones de crisis y desafíos. La primera etapa tuvo 12 temas (https:// www.gaceta.unam.mx/especial-dicciona- rio-de-las-emociones/), que ya dieron paso a un libro. Ahora, en esta segunda temporada, empezamos con la ira, esa furia e indignación que puede ser muy dañina.
a ira es una reacción emocional natural en el ser humano que, como otras emociones, tiene objetivos de supervivencia (huir o defender), pero que, fuera de control, puede incluso resultar letal. Si analizamos las definiciones que da la Real Academia Española respecto de la ira obtenemos: Ira: sentimiento de indignación que causa enojo. Indignación: enojo, ira o enfado ve- hemente contra una persona o sus actos. Enojo: movimiento del ánimo que promueve ira contra alguien. Vehemente: que tiene una fuerza im- petuosa. Un discurso vehemente/Ardiente y lleno de pasión/ Dicho de una persona: que obra de forma irreflexiva, dejándose llevar por los impulsos. Podemos, así, elaborar una nueva defi- nición: la ira es un sentimiento de furia e indignación contra alguien, representado con gran pasión, y en el que el individuo se deja llevar por sus impulsos y, a menudo, actúa de forma irracional. La Asociación Psicológica Americana (2010) reconoce la ira como la represen- tación más intensa del enojo, por lo cual parece más certero que muchos aspectos de esta emoción sean definidos como parte del enojo.
Dicho estado puede surgir por situaciones aversivas, por ejemplo,
que causan dolor crónico y muestran con frecuencia sentimientos de marcada hosti- lidad. Otro ejemplo claro es cuando en un partido de futbol los fanáticos enfurecidos gritan insultos al árbitro por su penaliza- ción y hacen destrozos u ocasionan peleas.
Por medio del resentimiento y la irrita- bilidad, puede causar síntomas físicos: una persona enojada llega a desarrollar dolores de cabeza, aceleración de la respiración o aumento de las pulsaciones cardiacas. Su conducta la puede llevar a gritar, insultar e incluso golpear a los de- más. La ira está ligada a pensamientos distorsiona- dos y negativos, que surgen en situaciones estresantes, agobiantes y momentos que nos hacen sentir en peligro. Cuando dicha emoción se presenta de manera frecuente o desproporcionada, quien la padece valora el contexto como algo terrible, aun cuando en realidad no lo sea. Las reacciones limitan la comunicación, pues el proceso cognitivo se ve limitado. La gente no piensa cuando está enojada y puede decir cosas y cometer actos de los que tal vez se arrepienta.
cuando estamos sometidos a estímulos dañinos o a situaciones muy desagradables, lo que explica conductas como las que manifiestan pacientes con enfermedades
a euforia es un estado mental y emocional en el cual se manifiesta exacerbación del estado de ánimo, que proviene de un sentimiento de alegría o de sensaciones placenteras. Dado que su duración es breve, la mayoría de las veces se puede entender como una condi- ción de reacción natural a los estímulos. El origen etimológico de la palabra proviene del griego euphoría y quiere decir “fuerza para soportar”; es por ello que se puede entender también como la capacidad que tienen las personas para resistir y tolerar dolor en situaciones adversas. Con respecto al campo semántico de los conceptos de emociones, hay relacio- nes de similaridad por una superposición de significados en sus diferentes grados formando constelaciones afectivas, así “alegría”, “contento”, “felicidad”, “euforia” forman la constelación Alegría. A pesar de que se tienen antecedentes en los que se le da una connotación con tendencia positiva, dependerá de la manera
en que se gestiona la emoción, debido a que los sentimientos positivos que se generan pueden desencadenar un desequilibrio emocional, ya que al ser una exacerbación de la sensación de bienestar y un estado alterado de la consciencia, los individuos pueden ponerse en riesgo a sí mismos y a los demás.
La persona experimenta alegría intensa, bienestar, júbilo y excitación, la cual tras- ciende a un gran gozo, motivada por alguna situación en la que se presentan otras emo- ciones positivas, pero también se manifiesta por ingerir algún tipo de sustancia. Cuando se presenta la euforia como producto de alguna medicina o droga, es muy frecuente que la persona, en lugar de recibir algún beneficio, sufra daños en el cuerpo, tanto físicos como psicológicos y emocionales, como pueden ser ansiedad, depresión y para- noia. Es común que el estado de euforia lo exprese con risas, palabras, gritos y mo- vimientos acelerados. Cuando sentimos alguna emoción, ésta se refleja en nuestro cuerpo y cerebro. La euforia está muy relacionada con la alegría, y su efecto en el cerebro es similar, donde se involucran diversas estructuras: el lóbulo frontal rea- liza un monitoreo del estado emocional, el
tálamo regula la consciencia y participa en cómo se ejecutan las respuestas emociona- les. Al mismo tiempo se liberan dos tipos de neurotransmisores: dopamina y serotonina. Además, se presentan cambios no sólo en el sistema nervioso central, también se acelera el ritmo cardiaco, la respiración aumenta, se modifica la digestión y las pupilas se dilatan.
Por lo común, la euforia es transitoria y puede caracterizarse por prepotencia, escasez de sueño, ignorar las consecuencias de acciones, aumento de la actividad sexual y cerebral, agitación rápida, movimientos repetitivos, aumento del tono de la voz, rapidez en la articulación de las palabras, desinhibición, dispersión de la atención, pensar las mismas cosas y llegar a las mismas conclusiones, abuso de drogas y alcohol, megalomanía, compulsión por gastar dinero e indiscreción. Sin embargo, cuando se presenta sin motivo o se prolonga, la euforia es síntoma de trastornos psíquicos y desórdenes aními- cos. Dependiendo, entonces, de su duración y sus motivaciones, puede comprenderse como un estado alterado de la consciencia. En ese lapso, los individuos pueden ponerse en riesgo y a los demás. Los límites entre la euforia y la alegría no siempre son fáciles de identificar. Para algunas personas la segunda es más fre- cuente y continua, mientras que para otras es más aguda y eventual: todo depende de las condiciones internas y externas de existencia de la persona. Es por eso que no se puede diferenciar rápidamente. En todo caso, el criterio médico interpre- ta como síntomas de euforia la pérdida del contacto afectivo con la realidad, es decir, la aparición de picos de alegría y excitación inmotivados, persistentes y sobre todo capa- ces de conducir a las personas a emprender acciones más atrevidas o arriesgadas de lo que normalmente las harían. Asimismo, se activa por diversos moti- vos, algunos de ellos son:
a indiferencia puede definir- se como la falta de interés y de participación emotiva, la indiferencia afectiva es la ausencia de sentimiento; se presenta como una carencia de expresión de las emociones. La falta de emotividad o inhibición de los afectos, conocida también como aplanamiento, hace referencia a un fenómeno psico- patológico en el que el individuo presenta dificultad o incapacidad para experimentar sentimientos y emociones, así como para expresar- las en su entorno social. Cuando una persona se muestra indiferente, comunica un estado de apatía (la falta de emoción, moti- vación o entusiasmo); es decir, no responde ni frío, ni caliente. Desde el punto de vista moral, se puede considerar a la indiferencia como un valor opuesto a la empatía; nos hace inmunes al dolor ajeno, y nos des- poja del más básico sentimiento.
no lo sienten hacia sustancias, objetos u olores específicos. Por ejemplo, pueden olfatear o tocar insectos o lombrices sin el más mínimo recelo; inclusive ingerirlos sin reservas. Es así que, en las indicaciones y expre- siones emocionales de asco de personas adultas y otros menores de edad, los niños aprenden a identificar y reconocer aquello que ha de provocarles repulsión. No obs- tante, alimentos y productos que resultan nauseabundos en algunas culturas, son considerados apetitosos y únicos en otras. La sensación de asco es también distinta para cada individuo, y es posible reprimirla o superarla. Por ejemplo, en el ejercicio de la medicina y en el sector de los servicios fúnebres, esta superación desempeña un papel importante, aunque hay grandes diferencias entre individuos.
Entre las cosas que comúnmente lo detonan están: comida que no nos gusta, alimentos putrefactos, la falta de higiene, olores fuertes o penetrantes (cañerías, alcohol, tabaco, etcétera.), fluidos corporales (sudor, orina, heces, saliva, pus, sangre o eyaculaciones), ciertos animales y sus secreciones.
l asco es una emoción natural y adaptativa que se identifica dentro de las clasificadas como aversivas (que nos despiertan rechazo y repu- dio claramente); también se encuentran el miedo y el odio. Para la Real Academia Española, se trata de “una impresión desagradable que es causada por algo que nos repugna”. Es una emoción considerada básica y universal; esto significa que es necesa- ria para asegurar la supervivencia del organismo y que prácticamente todas las especies animales pueden sentirla, pero en los humanos ha evolucionado mucho, incorporando elementos socioculturales; y por esta última característica ha sido denominada “ampliada”. Desde un enfoque evolucionista, surgió como mecanismo de defensa ante ele- mentos contaminantes y potencialmente peligrosos para el organismo. Suele acompa- ñarse de una respuesta típica de naturaleza psicológica, fisiológica y conductual. El asco fue definido por Charles Darwin como una sensación de repulsión del sen- tido del gusto con influencia del olfato, tacto y vista; compartiendo una sensación “parecida”. Ahora sabemos que también determinados sonidos lo desencadenan. Todos lo hemos sentido alguna vez; por ejemplo, cuando se nos presenta una co- mida que nos desagrada en extremo. El asco se trata de una emoción nega- tiva. Sin embargo, también cumple una función. Al igual que el miedo, nos protege de diferentes estímulos potencialmente peligrosos que pueden comprometer nues- tra vida o salud. Se afirma que el primero precede al segundo.
El asco refleja elementos de personalidad, socioculturales, fenomenológicos, cogni- tivos, fisiológicos y conductuales que lo distinguen de cualquier otra emoción. El componente fenomenológico com- prende la experiencia o percepción sub- jetiva-personal de náusea o repugnancia y constituye el elemento central de la emoción. Sin éste, no se podría abordar desde el punto de vista psicopatológico.
La experiencia subjetiva implica síntomas, como los siguientes:
l aburrimiento se considera una emoción moral y desagradable. Sur- ge ante circunstancias carentes de estímulos. Se asocia con baja activi-
El aburrimiento se manifiesta regularmen- te con conductas pasivas, expresiones de cansancio, bostezos, fatiga, somnolencia e indiferencia y la percepción de que el tiempo transcurre lentamente. Propicia la distracción y la falta de atención. A menudo presenta una postura corporal abatida. Por ejemplo, con el cuerpo encorvado, descan- sando la barbilla sobre la palma de la mano de un brazo que a su vez se apoya sobre otra superficie. Se acompaña de expresiones faciales de apatía o ligero disgusto, un tono de voz monótono y el deseo o impulso por cambiar de circunstancia.
El aburrimiento es intrínseco al ser hu- mano. Es raro encontrar a alguien que afirme que nunca se aburre. Este estado emocional informa al organismo sobre una experiencia carente de gratificación. Tiene la función de alentar al individuo para hacer un mejor uso de su tiempo y llevarlo a la búsqueda de nuevas metas, cuando las anteriores ya no le satisfacen. De esta manera, genera apetito de nuevas experiencias, de aprender, de desarrollar habilidades y competencias que le resulten benéficas en un momento determinado.
dad fisiológica, falta de interés y dificultad para concentrarse en una actividad. Emerge ante la percepción de la falta de fenómenos interesantes para ver, oír o hacer (física o intelectualmente). En ese momento, se desea estar inactivo y no hay un estímulo que sirva para satisfacer el deseo de actividad. El displacer caracteriza a esta emoción, a causa de la reducción de la activación fisiológica y la desactivación de la conducta. Se le considera también con- trapuesta a la diversión y el entretenimiento, elementos que pueden figurar como su solución.
a curiosidad es una emoción agra- dable que involucra la búsqueda de información, conocimientos y experiencias nuevas. Es alimenta- da por la voluntad de superar o ampliar nuestro dominio, conocimiento y compren- sión del mundo. Es una emoción positiva fuertemente vinculada al impulso de conocer o averiguar cosas novedosas y resolver interrogantes, una respuesta humana natural y puede darse como un estado emocional temporal o configurarse en un rasgo de personalidad. Puede ser definida como una suerte de energía o estado motivacional persistente que lleva a los individuos a desarrollar com- portamientos exploratorios. Dicho estado puede presentarse con mayor frecuencia e intensidad en algunas personas en com- paración con otras. La medida en la que estos comportamientos exploratorios serán satisfechos dependerá de los estímulos del ambiente. Para propiciar el estado de curio- sidad, esos alicientes deben poseer ciertas características, tales como la novedad, la complejidad, la incongruencia y la sorpresa. A propósito de ello, tanto novedad –com- prendida como aquellos estímulos que no resultan familiares al individuo–, como sorpresa –entendida como la incongruencia entre un acontecimiento esperado y una manifestación distinta en la realidad– son propiedades que llevan al individuo a entrar en una situación de conflicto cognitivo, que implica la percepción de una alteración de lo que se considera conocido, familiar y comprensible. Así, todo aquello que se nos presenta como novedoso, despierta nuestra curiosidad. La curiosidad está compuesta por dos dimensiones: la exploración, o deseo de esforzarse por conocer y superar el desafío
La curiosidad no es una facultad única, sino que, más bien, es multifactorial. En ella convergen procesos procedentes de toda actividad motriz normal y de los diversos órganos sensoriales. Éstos están en un constante estado de alerta y a la espera de una oportunidad para entrar en actividad, de modo que requieren de un objeto sobre el cual enfocarse. Dado que las emociones tienen una función adaptativa, es posible afirmar que, en lo que respecta a su componente fisio- lógico, al igual que como ocurre con otras emociones, la curiosidad está vinculada al sistema límbico, que es la denominación del conjunto de estructuras cerebrales que se encarga de gestionar el comportamiento y las emociones. En particular, la amígdala tiene un papel muy relevante en la regulación de la emo- ción, propiciando, además, la asociación entre los estímulos del ambiente y los
que supone enfrentarse a la novedad, y la absorción, o fuerte interés en examinar con detalle las cualidades específicas de algo.
La curiosidad funge como un impulso para el desarrollo del pensamiento, en tanto que es el factor fundamental para la ampliación de la experiencia, siendo esta última el componente básico para el desarrollo intelectual reflexivo. En su manifestación psicológica residen las diferencias individuales en grados de intensidad y la frecuencia con que se expe- rimenta. Por ejemplo, la curiosidad puede ser motivada por una falta de información, cuando tenemos que tomar una decisión, o puede provenir sólo por el deseo de llegar a cierto estado de conocimiento. El tipo de curiosidad y las razones personales para aprender también se conjugan positivamen- te, ya que determinan el valor emocional y, por tanto, la persistencia en la indagación. Por esas razones, a la curiosidad se le estudia como una motivación intrínseca en la que la recompensa es el mismo estado de exploración. En este enfoque, precede al interés cognoscitivo. Hay dos diferentes manifestaciones de la curiosidad: