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cáncer de vagina recopilación, Apuntes de Ginecología

material para repaso sobre el cáncer de vagina

Tipo: Apuntes

2023/2024

Subido el 13/05/2025

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INTRODUCCIÓN
El cáncer de vagina es una neoplasia ginecológica poco frecuente, que representa
menos del 2% de los tumores malignos del tracto reproductor femenino. Su
diagnóstico resulta particularmente complejo debido a la escasa sintomatología en
estadios iniciales y a la alta probabilidad de que se trate de una lesión metastásica
secundaria a cánceres ginecológicos primarios, como el de cuello uterino o
endometrio. Aunque históricamente ha afectado principalmente a mujeres
posmenopáusicas, en las últimas décadas se ha observado un aumento de la
incidencia en mujeres jóvenes, asociado principalmente a la infección persistente por
el virus del papiloma humano (VPH), en particular los tipos 16 y 18, considerados de
alto riesgo oncogénico.
Desde una perspectiva anatómica, la vagina desempeña un rol crucial en las funciones
sexuales, reproductivas e inmunológicas del aparato genital femenino. Su estructura
muscular, combinada con una rica irrigación sanguínea y compleja inervación, no solo
facilita dichas funciones fisiológicas, sino que también la convierte en una zona
vulnerable frente a la acción de agentes carcinógenos.
En este contexto, comprender a fondo la anatomía funcional de la vagina, así como la
fisiopatología, epidemiología, características clínicas y opciones terapéuticas del
cáncer vaginal, es fundamental para lograr un diagnóstico precoz y un abordaje
integral.
El presente trabajo tiene como finalidad brindar una visión integral y actualizada sobre
esta patología oncológica, abordando desde su evolución clínica hasta sus opciones
terapéuticas más recientes. Asimismo, se destaca el papel fundamental de la
fisioterapia oncológica, tanto en la rehabilitación de las pacientes como en la
prevención de secuelas funcionales, contribuyendo significativamente a la mejora de
su calidad de vida.
DEFINICIÓN
El cáncer de vagina es una neoplasia maligna rara que representa aproximadamente
entre el 1% y el 2% de todos los cánceres ginecológicos. Para que un tumor sea
clasificado como cáncer primario de vagina, debe excluirse cualquier evidencia clínica
o histopatológica de tumores primarios en el cuello uterino, la vulva o el endometrio,
así como antecedentes recientes de estas neoplasias (dentro de los últimos cinco
años). Esta diferenciación es crucial, ya que la mayoría de las lesiones malignas en la
vagina suelen corresponder a metástasis secundarias de otras neoplasias
ginecológicas (Adams et al., 2021).
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¡Descarga cáncer de vagina recopilación y más Apuntes en PDF de Ginecología solo en Docsity!

INTRODUCCIÓN

El cáncer de vagina es una neoplasia ginecológica poco frecuente, que representa menos del 2% de los tumores malignos del tracto reproductor femenino. Su diagnóstico resulta particularmente complejo debido a la escasa sintomatología en estadios iniciales y a la alta probabilidad de que se trate de una lesión metastásica secundaria a cánceres ginecológicos primarios, como el de cuello uterino o endometrio. Aunque históricamente ha afectado principalmente a mujeres posmenopáusicas, en las últimas décadas se ha observado un aumento de la incidencia en mujeres jóvenes, asociado principalmente a la infección persistente por el virus del papiloma humano (VPH), en particular los tipos 16 y 18, considerados de alto riesgo oncogénico. Desde una perspectiva anatómica, la vagina desempeña un rol crucial en las funciones sexuales, reproductivas e inmunológicas del aparato genital femenino. Su estructura muscular, combinada con una rica irrigación sanguínea y compleja inervación, no solo facilita dichas funciones fisiológicas, sino que también la convierte en una zona vulnerable frente a la acción de agentes carcinógenos. En este contexto, comprender a fondo la anatomía funcional de la vagina, así como la fisiopatología, epidemiología, características clínicas y opciones terapéuticas del cáncer vaginal, es fundamental para lograr un diagnóstico precoz y un abordaje integral. El presente trabajo tiene como finalidad brindar una visión integral y actualizada sobre esta patología oncológica, abordando desde su evolución clínica hasta sus opciones terapéuticas más recientes. Asimismo, se destaca el papel fundamental de la fisioterapia oncológica, tanto en la rehabilitación de las pacientes como en la prevención de secuelas funcionales, contribuyendo significativamente a la mejora de su calidad de vida. DEFINICIÓN El cáncer de vagina es una neoplasia maligna rara que representa aproximadamente entre el 1% y el 2% de todos los cánceres ginecológicos. Para que un tumor sea clasificado como cáncer primario de vagina, debe excluirse cualquier evidencia clínica o histopatológica de tumores primarios en el cuello uterino, la vulva o el endometrio, así como antecedentes recientes de estas neoplasias (dentro de los últimos cinco años). Esta diferenciación es crucial, ya que la mayoría de las lesiones malignas en la vagina suelen corresponder a metástasis secundarias de otras neoplasias ginecológicas (Adams et al., 2021).

Este tipo de cáncer afecta predominantemente a mujeres posmenopáusicas, con un pico de incidencia entre los 60 y 70 años. Sin embargo, su frecuencia en mujeres jóvenes ha aumentado en las últimas décadas, en gran medida debido a la infección persistente por el virus del papiloma humano (VPH), especialmente los tipos 16 y 18, y en contextos con alta prevalencia de inmunosupresión, como en pacientes con VIH (Adams et al., 2021). Desde el punto de vista histológico, el cáncer vaginal se divide principalmente en cuatro tipos:

  • Carcinoma de células escamosas : el más común, representa entre el 80% y 90% de los casos, y suele originarse en las células epiteliales que recubren la vagina. En muchos casos, está precedido por una lesión precancerosa denominada neoplasia intraepitelial vaginal (NIVA) (American Cancer Society, 2023).
  • Adenocarcinoma: abarca entre el 10% y 15% de los casos. Destaca el adenocarcinoma de células claras, asociado a mujeres expuestas intraútero al dietilestilbestrol (DES), un estrógeno sintético utilizado entre 1940 y 1970.
  • Melanoma vaginal y sarcomas: menos frecuentes, pero de comportamiento clínico más agresivo. A nivel molecular, el VPH desempeña un papel central en la carcinogénesis vaginal, mediante la integración de su ADN viral en el genoma de las células huésped. Esto activa las oncoproteínas virales E6 y E7, que inhiben la función de genes supresores tumorales clave como p53 y pRb, lo que resulta en una proliferación celular desregulada, evasión de la apoptosis y acumulación de mutaciones (Baral et al., 2022). Es fundamental distinguir el cáncer vaginal primario de las extensiones directas de otros tumores ginecológicos, ya que esta diferenciación guía el abordaje terapéutico. Por ejemplo, si la lesión afecta tanto la vagina como el cuello uterino, el diagnóstico se clasifica como cáncer cervical; si compromete la vulva, se considera cáncer vulvar (American Cancer Society, 2023).

Desde una perspectiva funcional, este canal interno actúa no solo como vía de salida menstrual y de paso del neonato durante el parto, sino también como barrera inmunológica activa frente a patógenos. Esta combinación de funciones lo convierte en una estructura central para el mantenimiento de la salud ginecológica. Dentro de los genitales internos femeninos, este conducto se complementa con estructuras como el útero, las trompas de Falopio y los ovarios, formando un sistema coordinado para la reproducción. El útero se compone de tres capas: endometrio, miometrio y serosa, siendo el endometrio responsable de los cambios cíclicos que caracterizan al ciclo menstrual. El cuello uterino, o cérvix, comunica el cuerpo uterino con el canal mencionado anteriormente y se subdivide en ectocérvix y endocérvix, zonas clave en la fisiopatología de numerosas patologías ginecológicas. Por su parte, las trompas de Falopio son estructuras tubulares encargadas del transporte del óvulo y lugar habitual de la fecundación. Los ovarios, además de liberar óvulos, desempeñan una función endocrina esencial al producir estrógenos y progesterona (Jaramago, 2021). Respecto a los genitales externos, agrupados bajo el término vulva, se identifican estructuras como el Monte de Venus, los labios mayores y menores, el clítoris y el vestíbulo vulvar, donde desembocan la uretra y el canal vaginal. En esta región también se encuentran las glándulas de Bartholino, responsables de la secreción lubricante durante la excitación sexual (Jaramago, 2021).

FISIOPATOLOGÍA

La comprensión fisiopatológica de las neoplasias malignas localizadas en la porción inferior del aparato reproductor femenino sigue siendo limitada debido a su baja prevalencia. No obstante, es posible extrapolar mecanismos moleculares comunes con otras entidades oncológicas ginecológicas. Estos procesos comparten una serie de alteraciones celulares, hormonales, ambientales e infecciosas que contribuyen a la transformación maligna del epitelio que recubre esta región anatómica.

  1. Alteraciones genéticas Uno de los elementos centrales en la génesis tumoral es la disrupción de la regulación genética celular, mediante mutaciones en genes que controlan funciones críticas como la proliferación, la apoptosis y la reparación del ADN. En este contexto, destacan rutas intracelulares como:
    • PI3K/AKT
    • RAS/MEK/ERK Estas vías de señalización, al activarse de manera anómala, inducen un ambiente celular propicio para la proliferación incontrolada, la resistencia a la muerte celular programada, el desarrollo de nuevos vasos sanguíneos tumorales (angiogénesis) y una mayor capacidad invasiva (Palmero Picazo, Lassard Rosenthal, Juárez Aguilar y Medina Núñez, 2021). 2. Influencia hormonal El entorno hormonal, particularmente la exposición prolongada o desregulada a estrógenos y progestágenos, puede favorecer el crecimiento anómalo del epitelio genital. Este efecto es más evidente en mujeres con tratamientos hormonales prolongados o desequilibrios endocrinos, donde la estimulación continua del tejido mucoso favorece la aparición de displasias y, eventualmente, lesiones invasivas (Palmero Picazo et al., 2021). 3. Factores ambientales y de estilo de vida Ciertos hábitos y condiciones de salud también desempeñan un rol clave. Por ejemplo, la obesidad genera un estado inflamatorio crónico, con alteraciones metabólicas que modifican los niveles hormonales sistémicos. El tabaquismo, por otro lado, introduce compuestos carcinógenos capaces de provocar mutaciones en el ADN epitelial. Ambos factores están ampliamente relacionados con el riesgo de transformación celular en tejidos del aparato reproductor femenino (Palmero Picazo et al., 2021).

EPIDEMIOLOGIA

El cáncer que afecta directamente al epitelio vaginal constituye una neoplasia rara, con una representación menor al 1% de todos los tumores ginecológicos. A nivel global, de acuerdo con datos de GLOBOCAN 2020, se estimaron aproximadamente 17,908 casos nuevos con una tasa de incidencia ajustada por edad (ASR) de 0.36 por cada 100,000 mujeres. En México, ese mismo año se reportaron 246 nuevos casos, lo que equivale a una incidencia nacional de 0.12 por cada 100,000 mujeres (GLOBOCAN, 2020). Comparado con otros cánceres ginecológicos, como el cáncer cervicouterino (13.3/100,000), el de ovario (6.6/100,000) y el de endometrio (8.4/100,000), el tumor vaginal presenta una de las tasas más bajas, apenas superando al cáncer de vulva (1.7/100,000) y manteniéndose como la entidad con menor incidencia dentro del espectro ginecológico maligno. Distribución por edad La aparición de esta neoplasia muestra una clara relación con la edad. La mayor incidencia se concentra en mujeres mayores de 60 años, siendo la edad media al diagnóstico de 67 años. Las tasas de incidencia por grupo etario son las siguientes:

  • 15 a 39 años: 0.07 por 100,000 mujeres
  • 40 a 64 años: 0.78 por 100,000 mujeres
  • 65 a 74 años: 2.27 por 100,000 mujeres
  • 75 años o más: 3.78 por 100,000 mujeres (Medical News Today) Esta progresión indica que el envejecimiento es un factor determinante, posiblemente debido al acumulado de mutaciones celulares, cambios inmunológicos y exposición prolongada a factores carcinogénicos. Sexo y factores predisponentes Dado que esta enfermedad afecta exclusivamente a personas con órganos genitales femeninos, su prevalencia es del 100% en mujeres. No obstante, el riesgo no es uniforme, y existen varios factores predisponentes, entre los que destacan:
  • La infección persistente por Virus del Papiloma Humano (VPH), presente en aproximadamente el 75% de los casos, especialmente los genotipos 16 y 18.
  • La inmunosupresión (como en mujeres con VIH), que favorece la progresión de lesiones precancerosas.
  • La exposición intrauterina al dietilestilbestrol (DES), asociado al adenocarcinoma de células claras en mujeres jóvenes.
  • El tabaquismo, la obesidad y la edad avanzada, que contribuyen indirectamente al desarrollo de lesiones displásicas.

CUADRO CLÍNICO

Las neoplasias primarias del epitelio vaginal presentan un inicio insidioso y clínicamente silencioso. En etapas tempranas, este tipo de afección suele cursar sin sintomatología evidente o con signos vagos y poco específicos, lo que con frecuencia lleva a una subestimación del cuadro clínico por parte de la paciente. Esta ausencia de manifestaciones claras en los estadios iniciales representa un desafío importante para el diagnóstico precoz. Solo en fases más avanzadas, cuando el proceso tumoral ha progresado localmente o ha comprometido estructuras vecinas, emergen signos y síntomas que motivan la consulta médica. Principales manifestaciones clínicas

  • Sangrado genital anómalo: Considerado uno de los signos más característicos, puede manifestarse entre menstruaciones, tras el coito o en mujeres posmenopáusicas.
  • Secreción genital persistente: El exudado puede tener un aspecto acuoso, purulento o teñido de sangre, y no siempre se asocia a infecciones ginecológicas comunes ni al ciclo menstrual.
  • Dolor en la pelvis o durante las relaciones sexuales (dispareunia): Aparece cuando el crecimiento tumoral compromete terminaciones nerviosas locales.
  • Sensación de masa o cuerpo extraño : Algunas pacientes describen una protuberancia palpable o una sensación anormal en la región interna del tracto genital.
  • Alteraciones urinarias: Como disuria o dificultad miccional, en casos en los que la masa invade estructuras como la uretra o la vejiga.
  • Síntomas rectales : Incluyen tenesmo, estreñimiento o rectorragia en estadios avanzados con afectación del recto.
  • Síntomas sistémicos inespecíficos : Fatiga crónica, pérdida de peso o apetito, asociados al deterioro general del estado de salud en etapas avanzadas. Hallazgos en el examen físico
  • Presencia de lesiones ulceradas, nodulares o de aspecto verrugoso en la pared del conducto genital.
  • Sangrado inducido durante el tacto ginecológico.
  • Tumoraciones firmes, con o sin dolor a la palpación.
  • Adenopatías inguinales o pélvicas, indicativas de diseminación linfática regional. Consideraciones clínicas y pronóstico La evolución de esta entidad oncológica depende de múltiples factores, entre ellos el tipo histológico, la localización anatómica específica, el estado inmunológico de la paciente y el estadio clínico al momento del diagnóstico. El pronóstico es significativamente más favorable cuando la detección se realiza en fases tempranas. Sin embargo, la baja prevalencia y la inespecificidad de los síntomas iniciales suelen ocasionar un diagnóstico tardío. Dada esta realidad clínica, resulta esencial capacitar continuamente al personal médico, especialmente a quienes se desempeñan en atención primaria y ginecológica, para mantener un alto índice de sospecha clínica en mujeres con antecedentes de riesgo. Además, se deben fortalecer las campañas de concienciación social, promoviendo la revisión ginecológica periódica como medida clave para la detección de lesiones premalignas o malignas de forma temprana (Gandhi et al., 2020).
  • Adenopatías inguinales o pélvicas, indicativas de diseminación linfática regional. Enfoque diagnóstico El diagnóstico del carcinoma vaginal requiere una combinación de procedimientos clínicos, citológicos e imagenológicos:
  • Biopsia dirigida por colposcopia: Es el estándar para confirmar el diagnóstico histológico.
  • Citología vaginal : Tiene valor limitado, pero puede detectar alteraciones celulares precursoras. Estudios de imagen: o Resonancia magnética (RM) y tomografía computarizada (TC) para evaluar extensión local y regional. o PET-CT en casos de sospecha de metástasis a distancia.
  • Detección molecular del VPH de alto riesgo: Especialmente relevante, ya que más del 75% de los casos están asociados a los genotipos 16 y 18. Variables que influyen en el pronóstico El desenlace clínico del cáncer vaginal depende de factores como:
  • Tipo histológico (predominantemente carcinoma escamoso).
  • Localización anatómica del tumor (tercio superior o inferior de la vagina).
  • Estadio clínico al momento del diagnóstico (según FIGO).
  • Edad y comorbilidades de la paciente.
  • Respuesta al tratamiento multimodal (radioterapia, quimioterapia o cirugía).

TRATAMIENTO

El manejo clínico de las lesiones malignas primarias del epitelio vaginal está determinado por el estadio clínico, la extensión anatómica de la lesión y el estado funcional general de la paciente. Las estrategias terapéuticas comprenden modalidades quirúrgicas, radioterápicas, farmacológicas y cuidados paliativos, adaptadas a las características individuales del caso (Instituto Mexicano del Seguro Social, s.f.). Estrategias terapéuticas según estadificación clínica

  • Estadio 0 (carcinoma in situ) Se indican técnicas de preservación estructural como escisión local amplia, vaporización por láser, o aplicación tópica de agentes quimioterápicos (por ejemplo, 5-fluorouracilo al 5%). También pueden considerarse vaginectomía parcial o total, o bien braquiterapia intracavitaria, con dosis de entre 60 a 70 Gy dirigidas a la mucosa comprometida.
  • Estadio I En lesiones limitadas al conducto vaginal, se recomienda vaginectomía total o subtotal acompañada de linfadenectomía pélvica e inguinal bilateral. En tumores de bajo grado y pequeño volumen, la braquiterapia exclusiva puede constituir una alternativa terapéutica eficaz.
  • Estadio II Se contempla una resección quirúrgica ampliada que incluye vaginectomía total o exenteración pélvica anterior/posterior, combinada con radioterapia externa sobre pelvis y cadenas linfáticas, complementada con braquiterapia hasta 100–105 Gy.
  • Estadio III El enfoque requiere una intervención quirúrgica radical que puede incluir paracolpectomía, parametrectomía y linfadenectomía paraaórtica, asociada a radioterapia conformada tridimensional (3D-CRT) o IMRT, más braquiterapia adaptada al volumen tumoral residual.
  • Estadio IVA Se prioriza la radioterapia externa (45–50 Gy) sobre estructuras comprometidas, acompañada de braquiterapia intersticial o intracavitaria. En pacientes seleccionadas, puede indicarse exenteración pélvica con reconstrucción neovaginal.
  • Estadio IVB (diseminación sistémica) El tratamiento se orienta al control sintomático y paliativo, basado en quimioterapia sistémica con agentes como cisplatino, fluorouracilo, carboplatino,

CASO CON ÉXITO

Una mujer de 77 años acudió al servicio de atención primaria por presentar sangrado vaginal posmenopáusico. En un inicio, fue diagnosticada erróneamente con cáncer de cuello uterino, tras la realización de una biopsia cervical que no reflejaba alteraciones significativas. La paciente no tenía antecedentes médicos o quirúrgicos importantes, más allá de alergia a la aspirina, ni antecedentes familiares de cáncer. Su historia gineco-obstétrica reportaba menarquia a los 15 años, menopausia a los 45, tres gestaciones (dos partos a término y un aborto), y su último Papanicolaou había sido hace 38 años. Fue referida al Hospital Rebagliati (EsSalud, Lima) para evaluación por ginecología oncológica. En la exploración ginecológica con espéculo se observó una lesión ulcerada exofítica de 3 x 2 cm en el tercio superior de la pared vaginal posterior. El tacto rectal indicó que los parametrios estaban libres. La biopsia endocervical no mostró cambios patológicos, por lo que se decidió hospitalizarla para mayor estudio. En el segundo día de hospitalización, se realizó una biopsia dirigida a la lesión vaginal, cuyo resultado confirmó un carcinoma escamoso pobremente diferenciado de la vagina. Se solicitó una resonancia magnética pélvica que mostró engrosamiento irregular de la región vaginal sin masas infiltrativas ni adenomegalias. Doce días después de su ingreso, la paciente fue intervenida quirúrgicamente con una histerectomía radical tipo III extendida al tercio medio de la vagina, junto con una linfadenectomía pélvica bilateral. En el acto quirúrgico se identificó una lesión erosiva de 3 x 2 cm en la pared vaginal posterolateral izquierda, y los anexos aparecían atróficos. El estudio anatomopatológico del tejido operatorio reveló un carcinoma escamoso infiltrante medianamente diferenciado, con invasión hasta 4 mm de profundidad, llegando a menos de 1 mm del borde quirúrgico radial. Además, se detectó infiltración linfovascular. El cuello uterino, los parametrios, el endometrio, los anexos y los ganglios pélvicos (0/9) estaban libres de neoplasia, lo que permitió estadificar la enfermedad como pT1a, pN0. Debido a la presencia de invasión linfovascular, la paciente fue derivada a radioterapia, donde recibió tratamiento con radioterapia externa (RTE) complementada con braquiterapia intracavitaria (RIC). No fue necesario administrar quimioterapia. Durante el seguimiento postoperatorio, la paciente asistió a controles periódicos con ginecología oncológica y radioterapia. Se le realizaron ecografías, tomografías y pruebas de Papanicolaou. Un hallazgo incidental reveló una lesión quística en la fosa iliaca izquierda, posiblemente un linfoquiste postquirúrgico. En su último control

registrado en octubre de 2018, se encontraba en evolución favorable, sin evidencia de enfermedad. Puntos clave del caso

  • El sangrado vaginal posmenopáusico puede confundirse fácilmente con cáncer cervical; la localización exacta de la lesión debe confirmarse con especuloscopía detallada y biopsia dirigida.
  • El carcinoma escamoso es el subtipo más frecuente de neoplasia vaginal (90% de los casos).
  • El manejo quirúrgico mediante histerectomía radical tipo III fue apropiado en este caso de enfermedad localizada.
  • La presencia de invasión linfovascular motivó el uso de radioterapia adyuvante.
  • La paciente no recibió quimioterapia y tuvo una evolución clínica favorable sin recurrencia.
  • La importancia del manejo multidisciplinario y el seguimiento con imagenología y citología fue clave en este caso exitoso.

Uso de dilatadores vaginales Fundamentales tras la radioterapia vaginal para mantener la amplitud del canal, evitar la fibrosis local y prevenir la formación de sinequias y estenosis (OncoLink, 2022). Terapias manuales y técnicas miofasciales Indicadas para liberar restricciones en los tejidos blandos, disminuir el tono hiperactivo del suelo pélvico y restablecer la movilidad visceral y postural. Educación postural y respiratoria Clave para corregir alteraciones músculo-esqueléticas postquirúrgicas y mejorar la coordinación diafragma-suelo pélvico. Avances tecnológicos en la fisioterapia oncológica Nuevas líneas de investigación han incorporado el uso de radiofrecuencia no ablativa en combinación con ejercicios del suelo pélvico, como lo sugiere un estudio realizado por la Universidad CEU Cardenal Herrera. Aunque este ensayo se enfocó en sobrevivientes de cáncer de mama, sus resultados abren una vía prometedora en patologías ginecológicas postoncológicas. Se observaron beneficios en:

  • La elasticidad tisular.
  • La fuerza muscular pélvica.
  • La disfunción sexual postratamiento (Cadena SER, 2025). Importancia del abordaje interdisciplinario La intervención fisioterapéutica no debe ser vista de forma aislada, sino como parte de un modelo de atención interdisciplinaria, que incluya a psicólogos, sexólogos, nutricionistas y especialistas en oncología. Este enfoque permite abordar de manera más completa las secuelas físicas, emocionales y sociales del cáncer. Por ejemplo, en mujeres que han sido sometidas a histerectomía o radioterapia, es frecuente encontrar:
  • Debilidad de la musculatura perineal.
  • Disfunción sexual.
  • Alteraciones en la postura corporal.

Mediante programas personalizados, la fisioterapia contribuye a la recuperación funcional integral, favoreciendo también la autoestima y adaptación emocional de la paciente (Clínica Universitaria La Salle, 2023). PREVENCIÓN CON BASE FISIOTERAPEUTA La fisioterapia oncológica ha emergido como un pilar esencial dentro del abordaje multidisciplinario de pacientes con cáncer ginecológico, incluyendo aquellos con diagnóstico de neoplasias primarias del canal vaginal. Su propósito fundamental es prevenir o mitigar las secuelas funcionales derivadas de tratamientos agresivos como la cirugía radical, la radioterapia pélvica o la quimioterapia, que frecuentemente comprometen funciones clave como la movilidad, la continencia urinaria y la salud sexual (European University of Madrid, 2021). Objetivos terapéuticos de la fisioterapia oncológica en pacientes ginecológicas

  • Prevenir o tratar disfunciones del suelo pélvico, como la incontinencia urinaria o fecal.
  • Aliviar el dolor pélvico crónico y reducir las contracturas musculares.
  • Restaurar la elasticidad vaginal y prevenir complicaciones como la estenosis post-radioterapia.
  • Mejorar la función sexual y la calidad de vida general de la paciente.
  • Favorecer el bienestar emocional, reduciendo la ansiedad y mejorando la percepción corporal. Técnicas más utilizadas en la rehabilitación pélvica oncológica Ejercicios de Kegel (EMSP) Diseñados por el Dr. Arnold Kegel en 1948, consisten en la contracción voluntaria de la musculatura perineal, acompañada de control respiratorio. Se realizan en múltiples posiciones (decúbito, sedente, bipedestación) y son eficaces en:
  • El manejo de la incontinencia urinaria.
  • La mejora del retorno venoso y linfático en pelvis.
  • La optimización de la respuesta sexual (Quirónsalud, 2022). Biofeedback y estimulación consciente