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Este documento explora el concepto de cambio de época y su impacto en la sociedad actual. Analiza la crisis del paradigma de la modernidad, la transformación del capitalismo hacia una sociedad de control, y la influencia de la revolución tecnológica en las relaciones de poder y la producción de conocimiento. Además, se examina el papel de la educación en la transformación social y la necesidad de repensar el proyecto de la modernidad.
Tipo: Apuntes
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La época de cambio es aquella en la que se observan cambios que se van dando de forma incremental. Son cambios graduales pero enfocados en la eficiencia de los medios existentes. Es por eso que se centran en los medios y no en los fines. Según el autor, es fácil de identificar. Se reconocen por:
Visión del mundo y paradigma: una visión y paradigma tecnológico dominante es esa época y la aceptación sin críticas de la naturaleza, rumbo y prioridades del desarrollo. Estabilidad de los elementos de referencia para el desarrollo: son los valores, enfoques, conceptos, modelos, paradigmas y premisas que sirven de guía a los actores sociales del desarrollo, son estables y confiables, no están bajo cuestionamiento. Premisa interna para el cambio: este cambio es interno ya que las organizaciones y naciones deben cambiar de manera interna en su estructura y forma de funcionamiento, no hay turbulencias sustantivas en su entorno. Evolución tecnológica: no exige una revolución tecnológica. Lo que ocurre es una evolución para entender los cambios incrementales de la época, no se caracteriza por sus cambios radicales en las relaciones de producción, poder, experiencia humana y cultura.
El cambio de época se da cuando en la historia de la humanidad, las características de la época vigente están en deterioro irreversible y las consecuencias para el desarrollo están bajo cuestionamiento (comienza a ponerse en cuestionamiento el fin de la sociedad). Está determinado por turbulencias, incertidumbres, desorientación y vulnerabilidad. Un cambio de este tipo desestabiliza los cimientos de la sociedad anterior.
Visión del mundo y paradigma de desarrollo: en crisis, la humanidad comienza a criticar de forma generalizada la vulnerabilidad de la época mecánica vigente, desigualdad social, brechas económicas y tecnológicas entre sociedades desarrolladas y sociedades en desarrollo. Inestabilidad de los elementos de desarrollo: los modelos, conceptos, valores y paradigmas van perdiendo la capacidad de ser guías confiables, esta crisis arrastra todos los elementos de referencia que servían para orientar a los actores sociales, económicos, políticos e institucionales que aportan al desarrollo. La década del '90 es una etapa de búsqueda de nuevos elementos, valores, conceptos, modelos para el cambio.
Premisa externa para el cambio: las razones para el cambio están fuera y no dentro de las organizaciones, estos cambios son profundos en las relaciones de producción, poder, en la experiencia humana y la cultura, generando turbulencias, desorientación e incertidumbre. Naturaleza transformacional de cambio: la naturaleza, rumbo y consecuencia del desarrollo están bajo cuestionamiento irreversible, en este caso los cambios están asociados más a los fines que a los medios, un cambio de época requiere cambios transformacionales para reorientar la naturaleza, el rumbo, y consecuencia del desarrollo de las organizaciones y naciones. Revolución tecnológica: la revolución tecnológica llevada a cabo a finales del siglo XX, cambió la visión del mundo y el desarrollo del paradigma, pasando de la época del industrialismo a la época del informacionalismo, lo que llevará a cabo transformaciones en las relaciones de producción, de poder, experiencia humana y cultura.
Según Souza Silva, es la confluencia del desarrollo del informacionalismo, transformaciones culturales y la crisis del capitalismo. Las elites cuentan con la ventaja de controlar los distintos dispositivos de poder, pero no las hace infalibles, pueden fallar. Comienza a haber una revolución tecnológica. El conocimiento se vuelve insumo y producto a la vez, es decir, el conocimiento sirve para producir más conocimiento. Genera cambios económicos, se globaliza la economía y se pasa de un capitalismo industrial a uno financiero. También aparece la revolución cultural donde la vida aparece como un espectáculo donde es necesario exhibirse. Los cambios en las relaciones de poder, estos pierden sentido frente a los poderes globales, va acompañado a la crisis de la representatividad y la aparición de poderes supranacionales.
A finales de la década del 60 y 70 emerge un nuevo mundo a partir del surgimiento de diferentes procesos, la revolución en la tecnología de la información, la crisis económica y así la crisis del capitalismo, el Estatismo y su modificación, y los nuevos movimientos sociales y culturales.
La lógica de red, considerándola como una de las características más generales de la época emergente, donde es pensada como la nueva configuración de la sociedad del siglo XXI. Estos nodos interconectados donde la red intercambia insumos y productos son autónomos y dependientes, y su desempeño dependerá de su condición para la conectividad y habilidad estructural. Las relaciones de producción se alteran de forma estructural, social y técnicamente. Estas configuraciones generan la productividad y competitividad, donde se puede ver la globalización del capital y una localización cada vez más profunda del trabajo. Aquí emergen los innecesarios (los no integrados a la producción ni al consumo), donde el Cuarto Mundo inserta a los excluidos. Las relaciones de poder, establecida por tres elementos: la fuerza, el dinero y el conocimiento.
El paradigma de la modernidad está construido desde la mirada del hombre blanco que juzga y piensa al mundo desde sus categorías, estableciéndolas como universales.
Otra característica implicó la imposición de una ciencia androcéntrica, el mundo es pensado como una maquina y hay que descifrar sus movimientos, la realidad es pensada como objetiva y la ciencia aparece con la finalidad de descubrir sus leyes. Es el sujeto que crea los objetos.
Otra característica es la relación con lo anterior en la instalación de un pensamiento binario, superior-inferior, hombre-mujer.
Proceso de globalización y la profundización
de la crisis - Gracián
Gracián explica cómo en un período en el que la competitividad se está trasladando definitivamente a la escala global, las mayores firmas del planeta buscarán reducir los "tiempos de rotación" (es decir los tiempos de producción-circulación-consumo de bienes y servicios) para maximizar su competitividad (es decir, aumentar beneficios).
La dinámica de acortar los "tiempos de rotación" es la aceleración de la vida social como tendencia dominante dado que todo el proceso productivo y de consumo lo requiere. Lo interesante de este fenómeno es que esta tendencia se intensifica ferozmente en las épocas en que se exigen las condiciones de acumulación, es decir en épocas de crisis.
Por lo tanto, en épocas de crisis la necesidad de acelerar los tiempos se torna una constante. En estas circunstancias se exacerba la lógica central del capitalismo: todas las fuerzas están puestas para lograr reducir las barreras espaciales aniquilando la distancia a través del tiempo (léase aumentar la velocidad de los flujos de mercancías: objetos y dinero).
Así se inicia un proceso en el que las nuevas condiciones tecnológicas hacen posible la centralización del capital, que necesariamente no implica una centralización física del espacio productivo. Este desarrollo tecnológico marca la profundización de una tendencia esencial a la reproducción del capital.
Neoliberalismo
Por definición, el Neoliberalismo consiste en ideas políticas y económicas propias del capitalismo, fomentando la producción privada, sin intervención alguna del Estado. A nivel de las relaciones de producción, el empleado está más indefenso debido a la falta de intervención del Estado, mientras que los sindicatos son abolidos.
El Neoliberalismo fomenta un individualismo egoísta competitivo donde el único fin es acumular y competir dentro del mercado global. La privatización
de empresas es una de las características fundamentales de esta ideología, como también su inclusión dentro del mercado financiero, porque este instala la idea de que es posible alcanzar una monetización-mercantilización y formar un todo homogéneo.
Psicopolítica - Han
Han dirige su mirada hacia las técnicas de poder del capitalismo neoliberal. La psicopolítica es aquel sistema de dominación que, en lugar de emplear el poder opresor, utiliza un poder seductor, inteligente, que logra que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de dominación.
El sujeto sometido no es consciente de su sometimiento y se cree un proyecto libre que constantemente se replantea y se reinvierte cuando en realidad es el sistema el que está explotando su libertad. La psicopolítica se apodera de los datos que los individuos le entregan de forma efusiva y voluntaria; permitiéndole hacer pronósticos sobre el comportamiento de las personas.
La expresión libre y la hipercomunicación que se difunden por la red se convierten en el control y vigilancia ilimitada. Al principio se celebró la red digital como un medio de libertad ilimitada. Lo que en realidad con el paso del tiempo se convirtió en control y vigilancia total.
Todos se comunican intensamente y se desnudan por propia voluntad. Es por eso que en la actualidad la libertad y comunicación se convirtieron en control y vigilancia total.
El neoliberalismo convierte al ciudadano en consumidor. El poder del Neoliberalismo es eficiente a que actúa en "complacer y colmar". No hace a los hombres sumisos sino dependientes. Se esfuerza en generar emociones positivas y explotarlas, seduce en lugar de prohibir.
Relación de Han y Sibilia
Ambos tienen una visión del yo, del sujeto neoliberal, como afectado, desde la emoción, la culpa. El sujeto que cree que es libre de replantear y reinventarse, pero que en realidad es un sujeto sometido a un régimen capitalista.
La libertad individual no es otra cosa que el exceso del capital. El neoliberalismo no hace otra cosa que convertir al trabajador en un empresario, elimina la clase trabajadora sometida a la explotación ajena, "cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa".
Por eso no deja que el sujeto se resista a este sistema, porque se culpa a sí mismo, y ya no se trabaja para su necesidad, sino para el capital.
El éxodo del capital se aceleró desde comienzos de los años setenta con el desarrollo de lo que se llamó multinacionales. El capital se encontraba bajo el control del Estado. Pero a finales de los 70 las trabas de circulación serían abolidas por presiones. De multinacionales se convertirían en transnacionales. Mundiales.
"El estado ya no posee su capacidad de influencia y de regulación de mercados, puesto que el capital financiero ha decidido abrirse mundialmente instalándose donde sea con sus propias ideologías y control sobre el Estado. Ya no basta la explotación en un solo lugar para ampliar las economías, sino que los capitales financieros van desplazándose de un mercado a otro".
El capitalismo siente la necesidad de desvinculación del Estado. Con la aparición de una nueva forma de poder que permitiera economizar los costos de la organización. Surgió la necesidad de expandir el mercado, a partir de los años '70, con la instalación de multinacionales en otros países. La búsqueda del crecimiento dependía del desarrollo de las exportaciones.
Este proceso de globalización y debilitamiento del Estado dio lugar a una nueva forma de capitalismo, que Deleuze denominó "sociedad de control". A diferencia de la "sociedad disciplinaria" descrita por Foucault, en la sociedad de control ya no existen los encierros (fábricas, escuelas, hospitales, etc.), sino que el lenguaje es numérico. Aquí nunca se termina nada, todo es coexistente de una misma modulación (modulaciones cambiantes).
En la sociedad de control, ni la firma ni el número son importantes, sino la cifra, es decir la 'contraseña', quien nos marca el acceso a la información o nos rechaza. En cuanto al mercado o al capitalismo, ya no se basa en la producción, ya no se compran materias primas y se vende el trabajo o producto terminado, aquí lo que se quiere vender son servicios y comprar acciones.
La fábrica ha perdido el lugar cediéndoselo a las empresas donde lo más importante es el marketing, el hombre pasó de ser 'hombre encerrado' a 'hombre endeudado'.
Tanto Deleuze como Sibilia coinciden en que la sociedad actual se caracteriza por un control constante y cambiante sobre los sujetos, quienes deben adaptarse continuamente a las modulaciones del sistema. Ya no se trata de un poder visible y centralizado, sino de un poder difuso que se ejerce a través de mecanismos más sutiles, como el marketing y la deuda.
El sujeto ya no es el "hombre encerrado" de la sociedad disciplinaria, sino el "hombre endeudado" de la sociedad de control, que cree elegir libremente
pero en realidad está modelado por las exigencias del sistema. Esto se ve reflejado en la necesidad de mostrar la intimidad en las redes sociales, buscando la aprobación de los otros, lo cual contribuye a la conformación del "capital de consumo".
El desarrollo del capitalismo contribuyó a la consolidación de prácticas que comenzaron a modelar los cuerpos humanos. No solo el cuerpo comenzó a ser materia de mercancía, sino que también los sentimientos comenzaron a circular como moneda corriente. La difusión de valores es, hoy en día, un aspecto capital en la estrategia de comunicación de las empresas.
Desde un aspecto político, los nuevos líderes seleccionados por su exitoso pasado en el desarrollo como administradores privados, hicieron un gran aporte para seguir desarrollando políticas que contribuyeran a este proceso. Consagrados como tecnócratas.
Éxodo de capitales y el nuevo modelo
económico
El texto menciona cómo el mercado financiero comenzó a operar de manera imperialista, estableciendo sus propias reglas por encima de las políticas estatales, dando lugar al nuevo modelo económico del neoliberalismo. La liberación del trabajo habría supuesto el nacimiento de una sociedad y una economía diferente que habría puesto fin al poder del capital sobre el trabajo. Sin embargo, la desestandarización y la desburocratización buscaban el fin contrario. Esto dio lugar a una nueva era donde lo que podía servir para liberar a los hombres se volvió contra ellos.
El desarrollo de las producciones que valorizan el capital hizo que empeorara el trabajo de subsistencia, forzando a cientos de millones de pobladores rurales a trasladarse a villas miserias. Al mismo tiempo, la masa de capitales obtuvo grandes tasas de beneficio, logrando producir enormes riquezas utilizando cada vez menos trabajo, distribuyendo menos salarios y pagando cada vez menos impuestos.
Gorz nos explica cómo el dinero genera más dinero, cómo la modificación lógica productiva del capital cambió las relaciones del trabajo, los modos de organizarlo y de valorarlo como socialmente importante. La globalización no es solo mercantil y tecnológica como pretenden presentarla, sino fundamentalmente una respuesta política. El autor la llama estado
Transformaciones de la ciudadanía y el
ejercicio de lo público
El autor plantea que históricamente la ciudadanía estuvo asociada a la capacidad de apropiarse de los bienes y sus modos de uso. Sin embargo, lo que igualaba era los derechos. A partir del cambio de época (década 70) con la crisis de las instituciones y el descreimiento de lo político (fracturándose el nosotros y entrando en auge un individualismo), la respuesta a determinadas cuestiones se pensaban de forma ahistórica; territorializadas, monolingüísticas y el monopolio de las identidades lo tenía el estado.
Se sabía que era lo propio y había conformidad con lo que se tenía (tal o cual producto no es para alguien como nosotros). Los productos ya no se producen en un mismo lugar, sino que son una mezcla de partes hechas en distintos lugares y ensambladas en otro. Ya no se sabe que es lo propio, generando inestabilidad en los sujetos. Es el fin de los relatos emancipadores y el principio de la seducción individual.
La internacionalización implicaba poder conseguir objetos de distintos lugares, pero se sabía que era lo propio. La globalización implica no saber qué es lo propio, ni adónde se dirige. A su vez esto último conlleva transformar las diferencias en desigualdades. La idea consumidores del XXII implica que hoy en día estamos atravesados por un nivel de consumo nunca antes visto pero en términos de ciudadanía hay una especie de retroceso al donde solo una minoría decide los destinos políticos.
Tiene que ver con cambios en las lógicas territoriales -diseminación policéntrica- Movilidad larga distancia no genera el habitar lo propio. Identidad ya no es pensada desde la lealtad nacional sino desterritorializada y por comunidades. Para el autor el consumo puede servir para pensar. Este debe pensarse no como un gasto superfluo sino como diferentes racionalidades:
El triunfo del neoliberalismo en Argentina
Lo primero que cabe señalar es que el neoliberalismo en Argentina penetró por oleadas. La primera de ellas fue en 1976 a partir del golpe de Estado. En esta primera etapa se fracturaron los lazos sociales, se persiguió y disciplinó la mano de obra -organizada en distintos grados-, se abrieron las importaciones y se alentó la especulación financiera. En esta oleada no se privatizaron las empresas estatales.
El texto de Adamovsky comienza señalando el golpe de mercado que sufrió el gobierno de Alfonsín. Todo esto tenemos que analizarlo en el contexto de las mutaciones del capitalismo señalado por Gracián en su texto. Retomando lo anterior, el golpe de mercado que recibió el gobierno de Alfonsín vino acompañado de la doctrina del Shock. Es decir, presentar soluciones a determinados problemas, en una coyuntura de crisis, que en un contexto estable no serían aceptados.
El autor señala cómo los efectos del neoliberalismo afectaron a nuestro país. El estado dejó de regular ciertas áreas. Recuerden que el estado neoliberal no es un Estado mínimo, sino más bien debe ser un Estado lo suficientemente fuerte para garantizar la movilidad y las ganancias al capital. El Estado va a retroceder en áreas como la economía, dejando de regular las importaciones, se van a privatizar empresas, van a aumentar los despidos -tanto en el sector público como en el privado-.
El trabajo se va a precarizar con la baja de aportes patronales y de los costos laborales, sumado a la flexibilización. Esta desregulación del estado trajo consigo un crecimiento exponencial de la desigualdad. Es decir, aumentó la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen. La riqueza se irá concentrando paulatinamente en pocas manos -fenómeno que no es local sino global-. Aparecerán los excluidos, es decir aquellos que son considerados desecho para el sistema. Todo este proceso generará en los sujetos una sensación de inestabilidad y vulnerabilidad. De hecho, el autor señala cómo aumenta la percepción de la inseguridad. Si bien los índices de delito muestran que este aumentó, el temor del agente, producto de la ruptura de los lazos sociales, hace que los ciudadanos se sientan inseguros.
Por otra parte, las identidades se fracturarán. Ya no será el Estado el que detente el monopolio de las construcciones de las subjetividades, sino que será el mercado. Algunas identidades se volverán globales, otras se atomizarán. Por ejemplo, el autor señala las identidades vinculadas al barrio, la esquina, un club, etc. Donde se van a tensar las relaciones sociales vinculadas a la proximidad con la idea de diferenciarse.
Para el autor no hay crisis de la representatividad sino una transformación. Así como cuando el sistema representativo mutó del parlamentarismo a la democracia de partidos muchos sostuvieron que estaba en crisis la representatividad, lo mismo acontece con el cambio de época.
El autor analiza cuatro principios en los tres modelos de representación (parlamentarismo; democracia de partidos y democracia de lo público):
Tiene mucho que ver con la actualidad de nuestro país ya que respecto al conflicto en el sector agropecuario siempre se escucha que surgen de axiomas falsos o zonceras, algunas viejas de su época y otras de este siglo. Pretende pensar al sector social que alimenta y reproduce las zonceras que le permiten mantener su prestigio social y el valor de sus proyectos-ideas como guía de la sociedad.
Esta innovación que nos hace crecer, que no habla de dejar atrás ideas sino de construirlas y mejorarlas, de tomar lo viejo para mejorar lo nuevo. Desprenderse del centro, de su hegemonía, de conocer otras figuras posibles sobre la identidad. Pensar en la identidad desde la contingencia está siempre abierta al cambio, a su propio proceso de recreación y reinvención. La identidad no es fija, nos modificamos a cada instante en el contacto de los otros de nosotros. Esta es la identidad en nuestros tiempos llena de cambios, de incertidumbres, que entró en crisis.
El autor describe la modernidad como una máquina generadora de alteridades que, en nombre de la razón y el humanismo, excluye de su imaginario la hibridez, la multiplicidad, la ambigüedad y la contingencia de las formas de vida concretas. Habla de modernidad luego de la construcción que hizo Europa sobre sí misma a partir del siglo XVIII, donde pasó a ser el punto cero -que es un punto concreto desde donde se piensa, se mira, se habla- es decir a universalizarse los valores, patrones de conducta, formas de conocer (epistemología) y clasificación de personas, lugares, plantas, etc. El proyecto de modernidad quiere decir en primer lugar que nos referimos al intento fáustico de someter la vida entera al control del hombre bajo la guía segura del conocimiento, cuando habla de la modernidad como "proyecto" se está refiriendo también, y principalmente, a la existencia de una instancia central a partir de la cual son dispensados y coordinados los mecanismos de control sobre el mundo natural y social. Todas las políticas y las instituciones estatales (la escuela, las constituciones, el derecho, los hospitales, las cárceles, etc.) eficio de la colectividad a través del trabajo. El autor propone que la colonialidad del poder implica una colonialidad del saber. Es decir, el ejercicio del poder implica una forma de construir el saber de modo tal de generar formas de legitimar los dispositivos de sometimiento.
Modernidad y Taxonomía
El autor describe la modernidad como una máquina generadora de alteridades que, en nombre de la razón y el humanismo, excluye de su imaginario la hibridez, la multiplicidad, la ambigüedad y la contingencia de las formas de vida concretas. La modernidad construyó un punto cero desde el cual se universalizaron valores, patrones de conducta, formas de conocer (epistemología) y clasificación de personas, lugares, plantas, etc.
El proyecto de la modernidad implica el intento fáustico de someter la vida entera al control del hombre bajo la guía segura del conocimiento. Esto se logra a través de una instancia central a partir de la cual se dispensan y coordinan los mecanismos de control sobre el mundo natural y social. Todas las políticas e instituciones estatales (la escuela, las constituciones, el derecho, los hospitales, las cárceles, etc.) funcionan como aparatos de este proyecto.
Las taxonomías elaboradas por las ciencias sociales no se limitaban a la elaboración de una ciencia, sino que enseñaban "cuáles son las leyes que gobiernan la economía, la sociedad, la política y la historia" (Castro-Gómez). Es decir, las ciencias sociales construyen sus objetos de estudio. Esto se relaciona con lo dicho por Heler, donde en la modernidad es el sujeto el que construye el objeto de conocimiento. La verdad comienza a pensarse como una construcción a partir de la 'razón' blanca, europea, que impone una única forma de conocer.
La pedagogía es el gran ejemplo de todo lo dicho anteriormente, la escuela se convierte en un lugar o espacio creador del ser humano que conviene materializar con ideales atados al bienestar de un estado demandante. "Lo que se busca es introyectar una disciplina sobre la mente y el cuerpo que capacite a la persona para ser útil para la patria" (Castro-Gómez).
Optimismo Pedagógico
Caruso-Dussel hacen referencia a cómo se modificó la forma de pensar, la relación entre la escuela y la sociedad, vinculada con cambios en las condiciones de existencia. A partir del siglo XVIII y mediados del siglo XX emerge la noción de optimismo pedagógico, es decir, la idea de que todos pueden ser educados y transformados.
El optimismo pedagógico se basa en el pensamiento de que el único camino para cambiar la sociedad y que esta progrese es mediante la educación masiva de todos los que conforman las sociedades. No solo se cree que todo ser humano es educable, sino que esa educación es la que provocaría los cambios económicos, sociales y políticos que se necesitan para avanzar.
La cuestión biológica de los conquistadores también era argumento de superioridad. Este proceso también se conoce como Eurocentrismo, que refiere a la tendencia que sostiene que los valores culturales y sociales de Europa Occidental constituyen patrones o modelos universales.
En la modernidad, las ciencias pasaron a ocupar el lugar más importante. Los científicos se creyeron todopoderosos, pensaron que podían dominar a la naturaleza y crear una sociedad sin Dios, hacerse dioses en la tierra y cambiar el mundo para apropiarse de él.
Estas ideas comenzaron a proliferar en la época de la Ilustración, donde se permitieron expresar ideas que antes hubieran significado la pérdida de la cabeza a manos del verdugo. La vida dejó de verse como un proceso de contemplación y pasó a ser una búsqueda de la verdad, respondiendo a preguntas que antiguamente se daban por respondidas por el ser supremo (Dios).
Las ciencias sociales proyectaron la idea de una Europa aséptica y autogenerada, ya que establecían los parámetros económicos, sociales y políticos a los que debían adaptarse los colonizados. Esto implicaba la transformación de costumbres de interacción, organización social y política.
El multiculturalismo hace difícil establecer qué cosas pertenecen a una cultura. Se vuelve imposible hablar de crear un estado homogéneo, que fue el objetivo a alcanzar por la modernidad.
La tecnología y la ciencia se basan en las experiencias y dejan atrás las creencias. Se le da un orden a lo que existe y el SUJETO pasa a ser protagonista del conocimiento/saber. Aquí la libertad de pensamiento se impone como un derecho y un deber.
Las corrientes de iluminación, positivismo y socialismo utópico impulsaron la idea de que el conocimiento científico cumpliría un papel liberador, que la ciencia mejorará la calidad de vida de todos y especialmente de los más desfavorecidos. El sujeto racional fue considerado como fundamento de nuevos proyectos de sociedad, por eso la educación para formar la razón y para distribuir esos conocimientos pasó a ocupar un lugar central.
Los autores analizan los mitos que rodean a la educación. Estas frases hechas nos proveen respuestas automáticas que muchas veces vienen antes que las preguntas, ahorrando el tiempo del análisis y la reflexión. Estas mitomanías tienden a desentenderse de las miradas complejas que cualquier proceso de cambio requiere.
Relación sujeto-objeto entre la Edad Media y
la Era Moderna
En la Edad Media, el hombre actuaba como un espejo, es decir, tenía la capacidad de conocer porque era capaz de reflejar el mundo (HELER: 16). Por lo tanto, en la relación sujeto-objeto, el principal sería el objeto, quien daría lugar a la imagen-concepto. En consecuencia, el sujeto solo actuaría como ser receptivo de ese concepto y conocimiento.
En la edad moderna, el sujeto es el principal y es quien constituye al objeto, a través del conocimiento y la razón. "Hay concepto porque el sujeto ha organizado los datos sensoriales a partir de sus modos de pensar (HELER: 17)". Teniendo en cuenta esta modificación, el sujeto pasaría a ser predominante en la concepción del objeto cognoscente.
Heler se relaciona con el cambio de época, donde intenta explicar que a través de este cambio desaparecen signos, valores que se consideran propios, hace referencia a que continuamente estamos atravesando cambios e innovaciones de las cuales no alcanzamos a adecuarnos y ya aparece otra. En este proceso de conocimiento que es la búsqueda de la verdad, encontramos que la ética es una herramienta para cuando se aplica en la sociedad un cambio innovador.
Paradigma Prometeico y su relación con Heler
Para la autora, el modelo de ciencia en la modernidad aparecía reflejado con Prometeo, esta tradición que intentaba doblegar técnicamente la naturaleza hacia el bien común de la sociedad donde los prometeicos la llamaban "conocimiento puro". Se utilizan diferentes técnicas, pero hacia un solo propósito: la búsqueda de la verdad, con respecto a esto podemos citar a Heler
La idea de la identidad sustancialista se relaciona con la esencia del sujeto que "hace que el ente sea eso y no otra cosa". Se trata de algo que se posee por naturaleza y no se obtiene. El autor afirma que la identidad no es la igualdad; las personas y/o entes no pueden ser idénticas entre sí, ya que la identidad es una relación de la cosa consigo misma, con su esencia. "Un primer rasgo de identidad es su apuesta por la autonomía: se concibe una realidad que se ordena a partir de entidades que conllevan en sí mismas su ser, su sentido, su identidad, lo que las hace propias, lo que les da su mismidad."