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La autorregulación del aprendizaje es un tema de suma importancia, que provoca cada vez más inquietud en los investigadores, en el presente trabajo se presenta una revisión de artículos académicos publicados de abril de 2014 a abril de 2018 relacionados con los avances sobre el tema; los criterios de inclusión -además de la fecha- fueron que el artículo se encontrara disponible en español y que conceptualizara el tema de autorregulación.
Tipo: Monografías, Ensayos
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Artículo de revisión:
ALUMNA:
Autorregulación del aprendizaje: artículo de revisión Por: Rosario Fátima Diz Ramírez
Resumen
El aprendizaje ha sido objeto de múltiples investigaciones desde distintos ángulos a lo largo de la historia. Los seres humanos no aprendemos solo en las aulas, y actualmente las tecnologías de la información y la comunicación han influido de manera significativa en cómo aprendemos, nunca como hoy, se ha requerido ser autogestor del propio conocimiento, y tener la capacidad de autorregular el aprendizaje.
La autorregulación del aprendizaje es un tema de suma importancia, que provoca cada vez más inquietud en los investigadores, en el presente trabajo se presenta una revisión de artículos académicos publicados de abril de 2014 a abril de 2018 relacionados con los avances sobre el tema; los criterios de inclusión -además de la fecha- fueron que el artículo se encontrara disponible en español y que conceptualizara el tema de autorregulación.
Se presentan las convergencias y divergencias en cuanto al concepto y modelos relacionados con la autorregulación, así como algunas ideas encontradas en los artículos respecto al alumno autorregulado y la tarea de los agentes educativos en la promoción de procesos autorregulatorios en los aprendices.
Se concluye que el tema de autorregulación seguirá en constante estudio y crecimiento, ya que como se afirmó inicialmente, las nuevas condiciones en las que aprende el ser humano del siglo XXI, requieren el desarrollo de dicha competencia.
Palabras clave : autorregulación, aprendizaje.
Introducción
¿Cómo aprenden los seres humanos? Es una pregunta que aún en nuestros días sigue siendo fuente de múltiples investigaciones, debido a que es un tema que se puede abordar desde muy diversos ángulos. ¿Cómo lograr que el que aprende, lo haga de manera rápida, eficiente y, si es posible, sin dolor? Es otra de las grandes interrogantes de las ciencias de la educación y más específicamente de la didáctica.
Por otro lado, debido a que el aprendizaje nunca se ha limitado a las aulas, y menos ahora, con la gran cantidad de información a la que se tiene acceso a través de las tecnologías de la información y la comunicación, es evidente que los seres humanos tienen la necesidad de gestionar el propio conocimiento de una manera más rápida y eficaz, en palabras de Lepe Martínez (2016):
La era de la información en la que estamos insertos y las características personales del que aprende, hacen necesario que este último disponga de ciertas estrategias que le permitan autodirigir de modo cada vez más autónomo su propio proceso de aprender (p. 57). Aprender de manera autónoma y eficiente es una habilidad que reviste gran importancia en nuestros días, como afirman Costa Román y García Gaitero (2017):
Vale la pena adentrarse en este mundo complejo que es el aprendizaje humano, ya que en la actualidad se viene demandando a los estudiantes, en particular, y a los seres humanos, en general, el uso de estrategias cognitivas que les permitan continuar aprendiendo toda la vida y también estrategias de
autorregulación de su propia conducta, que los haga ser sujetos más eficientes en este mundo tan cambiante y lleno de transformaciones (p.119). La continua evolución en las áreas del conocimiento ha provocado un cambio de paradigma en las ciencias de la educación, ya que el enfoque se transformó de proponer estrategias para la enseñanza -educación tradicional, centrada en el docente y en la transmisión de conocimientos-, a proponer estrategias para el aprendizaje - educación centrada en el aprendiz y en el desarrollo de competencias para el aprendizaje y la adaptación constantes-. Como lo explican Chaves, Trujillo, y López (2015):
En la década de los 70’s del siglo pasado las teorías educativas centraron su atención en el aprendizaje, en vez de la enseñanza. En la década de los 80’s los pedagogos y los psicólogos comienzan a utilizar el término aprendizaje autorregulado (p. 64). La autorregulación del aprendizaje como tema de estudio, surge entonces, de la necesidad del ser humano moderno de gestionar adecuadamente la gran cantidad de información que recibe diariamente, y de la urgencia de encontrar maneras apropiadas para resolver los problemas que se le presentan en su vida cotidiana que implican habilidades no sólo cognitivas, sino también, conductuales, motivacionales y actitudinales.
Las múltiples investigaciones que han surgido relacionadas con la autorregulación del aprendizaje se han multiplicado de manera exponencial en todo el mundo. Como lo describen Rosário, Pereira, Högemann, Nuñes, Figuereiredo, Núñez, Fuentes y Gaeta (2014), “el estudio de la autorregulación del aprendizaje emergió en
que es la autorregulación del aprendizaje, las cuales comparten algunos puntos. En este apartado se consignan algunas definiciones encontradas realizando un análisis de los puntos de convergencia entre ellas.
Para empezar, la autorregulación del aprendizaje, ARA, según Hernández Barrios y Camargo Uribe (2017):
Es un constructo de relevancia y vigencia en las ciencias de la educación. Su relevancia radica en que constituye una de las mejores variables predictoras del rendimiento académico (…) La ARA puede conceptualizarse como un constructo psicológico que se refiere al proceso mediante el cual el estudiante configura su actividad y organiza su entorno en procura de alcanzar los objetivos que se le imponen, o que se impone, frente a una actividad académica, de manera autónoma y motivada (p. 147). Los puntos clave que se encuentran en esta definición de autorregulación son: proceso para alcanzar objetivos de manera autónoma y motivada. Por otro lado, encontramos la definición de García Diego, Castañeda López y Mansilla Morales (2018):
La autorregulación consiste en un proceso activo en el que los alumnos se hacen protagonistas de su propio aprendizaje, lo interiorizan y se adueñan de los objetivos que se persiguen en él (Pintrich, 2000). Se erige, así, en un proceso consciente que ayuda al estudiante a ser proactivo en su aprendizaje y por tanto entendemos que partir del estilo de aprender, facilitará el control y la regulación de las estrategias que permiten al alumno alcanzar las metas propuestas (p. 139).
Las palabras clave de esta conceptualización son: proceso activo y consciente de control y regulación de estrategias que permiten alcanzar metas propuestas. Otra definición la ofrecen Sáez, Bustos, Pérez, Mella, Lobos y Díaz (2018):
La autorregulación del aprendizaje implica una disposición activa del estudiante a partir de la puesta en marcha de una serie de habilidades que involucran observar, vigilar y controlar los propios pensamientos, comportamientos y motivaciones para lograr un aprendizaje efectivo (Vives-Varela et al., 2014). Para ser un aprendiz competente es necesario ser un participante autorregulado, es decir, intencionado y activo, capaz de iniciar y dirigir el propio aprendizaje y no un aprendiz reactivo (p. 4). Las palabras clave de esta descripción son: puesta en marcha de habilidades para lograr un aprendizaje efectivo. Una definición más, la realizan Panadero y Alonso- Tapia (2014):
La autorregulación la definimos como “el control que el sujeto realiza sobre sus pensamientos, acciones, emociones y motivación a través de estrategias personales para alcanzar los objetivos que ha establecido”. Por un lado, la definición incluye el “control de los pensamientos”, es decir, el componente cognitivo de la autorregulación también llamado metacognición basado en el control estratégico de los procesos cognitivos. En el pasado se consideró que era la única forma de autorregulación, siendo la precursora del aprendizaje estratégico (Boekaerts & Corno, 2005). En la actualidad, sin embargo, la metacognición es englobada como una parte del proceso (pp.450-451)
permanentemente. En ésta, la autorregulación es un proceso indispensable (…) En cualquier trabajo se requiere planear metas, utilizar estrategias para alcanzar estas metas y realizar cambios y ajustes de las estrategias empleadas para optimizar el aprendizaje y el desempeño (p. 35). Es decir, la autorregulación del aprendizaje es una competencia esencial en el ser humano del siglo XXI, lo que convierte a este tema en un punto focal en los procesos de enseñanza aprendizaje.
Teorías y modelos de autorregulación del aprendizaje
El abordaje de la autorregulación del aprendizaje se ha hecho desde varias perspectivas teóricas, Panadero y Alonso-Tapia (2014) consignan siete grandes teorías sobre el aprendizaje autorregulado, “estando algunas de ellas mejor estructuradas y explicando con más exactitud el proceso autorregulatorio, si bien todas han tenido importancia para el desarrollo de este campo” (p. 12), dichas teorías son: operante de Homme; fenomenológica de Maslow, Marsh y Shavelson; del procesamiento de la información de Johnson-Laird; sociocognitiva de Bandura; volitiva de Kuhl; vygostskiana de Vygotsky; y constructivista de Piaget, sin embargo, estas teorías han sido consideradas como las precursoras de los modelos actuales de autorregulación del aprendizaje.
Barría López, Rodríguez Fernández y Salmerón Vílchez (2017) mencionan que actualmente los modelos sobre autorregulación, más importantes, son: el modelo adaptativo de Boekaerst, el modelo metacognitivo orientado al proceso de
Borkowski, el modelo de cuatro fases de Winne, el modelo cognitivo y social de Zimmerman y el marco general de aprendizaje autorregulado de Pintrich, los cuales se encuentran en constante evolución y maduración.
Es importante resaltar que, en la literatura revisada para este trabajo, dos autores son los más citados: en un abrumador primer lugar Zimmerman y en segundo lugar Pintrich, por lo que se consideran dos teorías o modelos preponderantes en la actualidad, además, como afirman Torrano, Fuentes y Soria (2017), “ambos basados en la perspectiva sociocognitiva de Bandura” (p.163), por lo que comparten elementos comunes:
En general, los principales supuestos que comparten estos dos modelos son: [1] el alumno es un sujeto activo que construye su propio proceso de aprendizaje; [2] el aprendiz puede controlar y regular potencialmente ciertos aspectos de su cognición, motivación/afecto y comportamiento, así como determinadas características del contexto; [3] existe algún tipo de criterio, que ayuda al alumno a decidir si el proceso de regulación debe continuar o si se requiere algún tipo de cambio; y [4] los procesos de autorregulación son mediadores entre las características personales y contextuales de los sujetos, y su aprendizaje y rendimiento académico (Torrano, et.al., 2017, p. 163). Respecto de las características distintivas de cada uno de los modelos, encontramos que el modelo de Zimmerman presenta el proceso de autorregulación organizado en tres etapas:
La primera es la planificación y análisis de la tarea, centrada en el establecimiento de objetivos y la automotivación; la segunda, centrada en la
El análisis de los principales modelos sobre autorregulación, ha llevado a establecer algunos criterios respecto de quién puede ser una persona autorregulada en cuanto al aprendizaje, mismos que se consignan en el siguiente apartado.
El alumno autorregulado
Respecto a las características de los alumnos que autorregulan su aprendizaje, Torrano, et.al. (2017), afirman que “las notas definitorias (…) se articulan en torno a dos ejes: will (voluntad) y skill (destreza)” (p. 162). Y se resumen en los siguientes rasgos:
La motivación del estudiante para afrontar e implicarse en una tarea académica, así como para usar estrategias de autorregulación del aprendizaje, depende de una serie de elementos que le son significativos, por ejemplo, los conocimientos previos que posee, la cantidad de tiempo que dedica al estudio, qué tan competente se siente para usar y aplicar correctamente esas estrategias y su percepción de las posibilidades para alcanzar los resultados esperados, así como la utilidad que perciba de la tarea a realizar (p. 145). Estos mismos autores hacen énfasis en las creencias de los alumnos, ya que afirman que cuando los alumnos se perciben como capaces, pueden ser más estratégicos para gestionar su estudio y que continúan trabajando en mayor medida que quienes se sienten con menos confianza. Esto concuerda con las aportaciones de Sáez, et.al. (2018), quienes afirman que:
Las estrategias y creencias de disposición al estudio contribuyen a generar una motivación, actitud y estado emocional adecuados para la resolución de tareas de aprendizaje (Pérez et al., 2011). Las estrategias de disposición al estudio
de autorreforzamiento, como se puede vislumbrar en lo expuesto por Gaeta González y Cavazos Arroyo (2016):
Los alumnos con una mayor dedicación a la actividad académica, vinculada con un mayor rendimiento académico previo, muestran más seguridad y confianza para gestionar su aprendizaje, percibiendo además mayor utilidad del uso de estrategias de autorregulación, lo cual puede derivar en una mayor implicación en el estudio, incluso en aquellas actividades que pueden resultar menos interesantes, a través del uso de estas estrategias. Contrario a aquellos estudiantes con menores niveles de rendimiento y menor esfuerzo para gestionar su estudio (p. 163). Por lo que es necesario que los agentes educativos que acompañan procesos de aprendizaje -maestros, tutores, padres de familia, etc.-, analicen junto con el aprendiz, las creencias limitantes, pero además de ello, los agentes educativos pueden contribuir, incluso entrenar al aprendiz en el proceso de autorregulación.
Los educadores en el proceso de autorregulación del aprendizaje del alumno
La manera en que cada uno aprende depende de diversos factores, entre otros se han enlistado: factores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales; sin embargo, si consideramos el proceso de autorregulación como una competencia, es posible que esta sea susceptible de ser desarrollada, por lo que el factor social puede ser determinante para el desarrollo de esta. Para García Diego, et.al. (2018):
Un aprendiz (…) debe incorporar en su repertorio habilidades y competencias que le faciliten ser activo, reflexivo, teórico y pragmático según el momento y el contexto en el que se encuentre. Si entendemos al maestro como un agente educativo activo, creativo, innovador y reflexivo, la implementación de procesos autorregulatorios en su intervención educativa pasa por brindar herramientas para que el estudiante se conozca mejor, planifique y administre estrategias determinadas en función de la tarea a realizar, realice adecuadamente la toma de decisiones en su aprendizaje y en definitiva, se forme para un aprendizaje a lo largo de toda la vida (p. 146). Existen múltiples evidencias de que las habilidades que conforman el proceso de autorregulación se pueden mejorar a través de intervenciones educativas. Vives- Varela, et.al. (2014), resumen las siguientes estrategias para su desarrollo:
superior. En la misma línea se encuentra el estudio de Chaves Barboza, Trujillo Torres y López Núñez (2016), quienes estudiaron las acciones para la autorregulación del aprendizaje en entornos personales.
Por último, se puede afirmar que la gran mayoría de los artículos revisados parten de la hipótesis de que los agentes educativos pueden influir en el desarrollo de la capacidad autorregulatoria del alumno, y es posible vislumbrar que, en un futuro no muy lejano, se implementarán cada vez más programas que busquen desarrollar esta competencia en los aprendices, no sólo por sus beneficios en lo académico, como lo afirman Costa Román y García Gaitero (2017):
La utilización del aprendizaje autorregulado como metodología, es un acierto evidente que potencia no solo las aptitudes académicas en los estudiantes, sino también la autoestima y la madurez de los alumnos (p. 126).
Conclusiones
La revisión de los artículos académicos más actuales, publicados en el periodo abril 2014 a abril 2018, apoya la idea inicial de esta investigación, en la que se asevera que el tema de la autorregulación del aprendizaje está en pleno auge y crecimiento debido a las condiciones en las que los aprendices del siglo XXI tienen que realizar este importante proceso llamado aprender.
Los procesos de autorregulación en general, y de autorregulación del aprendizaje en lo particular, son un tema de actualidad y trascendencia en el cual vale
la pena contribuir, ya que el mundo de hoy ofrece retos que ninguna generación humana anterior había enfrentado.
Referencias
American Psychological Association (APA). (2015). Top 20 principles from psychology for PreK-12 teaching and learning. Coalition for Psychology in Schools an Education. Washington, D.C.: APA. Recuperado de: https://www.apa.org/ed/schools/teaching-learning/top-twenty-principles.pdf
Barría López, C.; Rodríguez Fernández, S. y Salmerón Vílchez, P. (2017). Autorregulación del aprendizaje en centros educativos de Granada donde se utilizan las tecnologías de la información y la comunicación. ReiDoCrea , 6, 140-
Cerezo, R., Bernardo, A., Esteban, M., Sánchez, M. y Tuero, E. (2015). Programas para la promoción de la autorregulación en educación superior: un estudio de la satisfacción diferencial entre metodología presencial y virtual. European Journal of Education and Psychology , (8), 30-36. Recuperado de: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S
Chaves Barboza, E., Trujillo Torres, J.M., y López Núñez, J. (2016). Acciones para la autorregulación del aprendizaje en entornos personales. Pixel-Bit. Revista de Medios y Educación , (48), 67-82. Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/368/36843409006.pdf