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Un recorrido por la evolución del arte desde finales del siglo xviii hasta principios del siglo xx, abarcando movimientos como el romanticismo, el realismo pictórico, el simbolismo, el impresionismo y el modernismo. Se analiza cómo estos estilos artísticos reflejaron los cambios políticos, sociales y tecnológicos de la época, con la aparición de nuevos materiales, técnicas y temáticas. Se destaca la creciente importancia del artista como figura creativa y la consolidación de la fotografía como un medio artístico. El documento proporciona una visión general de las principales características y desarrollos de estos movimientos, ofreciendo un contexto histórico y cultural que permite comprender la transformación del arte en el siglo xix y principios del xx.
Tipo: Resúmenes
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9.1 Historia del Arte del siglo XIX Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX se sentaron las bases de la sociedad contemporánea, marcada en el terreno político por el fin del absolutismo y la instauración de gobiernos democráticos. En el terreno del arte, comienza una dinámica evolutiva de estilos que se suceden cronológicamente cada vez con mayor celeridad, que culminará en el siglo XX con una atomización de estilos y corrientes que conviven y se contraponen, se influyen y se enfrentan. Surge el arte moderno como contraposición al arte académico, situándose el artista a la vanguardia de la evolución cultural de la humanidad. La arquitectura decimonónica sufrió una gran evolución debido a los avances técnicos que comportó la Revolución Industrial, con la incorporación de nuevos materiales como el hierro, el acero y el hormigón, que permitieron la construcción de estructuras más sólidas y diáfanas. Cobró cada vez mayor importancia el urbanismo, la preocupación por el entorno habitable, que se tradujo en obras de saneamiento, infraestructuras, mayor atención a los medios de transporte y apertura de espacios verdes para buscar mejores ambientes y condiciones de vida para el ciudadano. 9.2 Romanticismo Movimiento de profunda renovación en todos los géneros artísticos, los románticos pusieron especial atención en el terreno de la espiritualidad, de la imaginación, la fantasía, el sentimiento, la evocación ensoñadora, el amor a la naturaleza, junto a un elemento más oscuro de irracionalidad, de atracción por el ocultismo, la locura, el sueño. Se valoró especialmente la cultura popular, lo exótico, el retorno a formas artísticas menospreciadas del pasado —especialmente las medievales—, y adquirió notoriedad el paisaje, que cobró protagonismo por sí solo. Cobraron también importancia las artes gráficas, principalmente la litografía y el grabado en madera. En escultura prevalecen las formas neoclásicas, reinterpretadas según las nuevas temáticas románticas. La literatura del Romanticismo estableció la idea de un arte que surge espontáneamente del individuo, destacando la figura del «genio» —el arte es la expresión de las emociones del artista—. Exaltó la naturaleza, el individualismo, el sentimiento, la pasión, con un nuevo gusto por formas íntimas y subjetivas de expresión como lo sublime, y dando valor a nuevos aspectos como lo oscuro, lo tenebroso, lo irracional. El teatro romántico tuvo dos notables antecedentes nuevamente en el Sturm und Drang con Schiller (Don Carlos, 1787; Guillermo Tell, 1804) y Goethe (Fausto, 1808). Como en el resto de la literatura romántica, destaca por el sentimentalismo, el dramatismo, la predilección por temas oscuros y escabrosos, la exaltación de la naturaleza y del folclore popular. Surgió un nuevo género, el melodrama, y se popularizaron los espectáculos de variedades (vaudeville). La música romántica se caracteriza como en el resto de las artes por el predominio del sentimiento y la pasión, de la subjetividad y emotividad del artista, exaltando la música nacional y popular. Se amplía notablemente la orquesta, para poder satisfacer plenamente la expresividad del artista, los nuevos sentimientos que en él anidan (lo sublime, lo patético).
9.3 Realismo pictórico Desde mediados de siglo surgió una tendencia que puso énfasis en la realidad, la descripción del mundo circundante, especialmente de obreros y campesinos en el nuevo marco de la era industrial, con un cierto componente de denuncia social, ligado a movimientos políticos como el socialismo utópico. La escultura se basó igualmente en el fiel reflejo de la sociedad, con predilección por figuras de obreros y personajes marginales. La literatura realista se opuso al subjetivismo romántico, defendiendo la descripción rigurosa y detallada de la realidad, con influencia de la filosofía positivista, que consideraba al artista como parte indisoluble de la sociedad, siendo la obra artística un fiel reflejo de los condicionamientos sociales que envuelven al artista. El principal formato realista fue la novela. Con el teatro realista nació el teatro moderno, pues sentó las bases del que sería el teatro del siglo XX. Se puso énfasis en el naturalismo, la descripción minuciosa de la realidad, no solo en la temática y el lenguaje, sino también en decorados, vestuario, atrezzo, etc. En el terreno de la música, en paralelo al realismo surgió el llamado nacionalismo musical, que supuso el renacer de diversas regiones europeas hasta entonces poco destacadas culturalmente. Heredero de las formas musicales románticas, se revalorizó el folclore y la música popular como portadores de ancestrales valores culturales de todos los pueblos. Impresionismo: fue un movimiento profundamente innovador, que supuso una ruptura con el arte académico y una transformación del lenguaje artístico, iniciando el camino hacia los movimientos de vanguardia. Los impresionistas se inspiraban en la naturaleza, de la que pretendían captar una «impresión» visual, la plasmación de un instante en el lienzo —por influjo de la fotografía—, con una técnica de pincelada suelta y tonos claros y luminosos, valorando especialmente la luz. 9.4 Simbolismo y Pintura simbolista. Estilo de corte fantástico y onírico, surgió como reacción al naturalismo de la corriente realista e impresionista, poniendo especial énfasis en el mundo de los sueños, así como en aspectos satánicos y terroríficos, el sexo y la perversión. Una característica principal del simbolismo fue el esteticismo, reacción al utilitarismo imperante en la época y a la fealdad y materialismo de la era industrial. Frente a ello, el simbolismo otorgó al arte y a la belleza una autonomía propia, sintetizada en la fórmula de Théophile Gautier «el arte por el arte» (L'art pour l'art), llegando incluso a hablarse de «religión estética». La belleza se alejó de cualquier componente moral, convirtiéndose en el fin último del artista, que llega a vivir su propia vida como una obra de arte. Ligado al simbolismo estuvo también el llamado arte naïf, cuyos autores eran autodidactas, con una composición algo ingenua y desestructurada, instintiva, con cierto primitivismo, aunque plenamente consciente y expresiva. La literatura simbolista destacó por su esteticismo y decadentismo, llevando la sensibilidad romántica a la exageración, sobre todo en el gusto por lo morboso y terrorífico, surgiendo una «estética del mal», apreciable en la atracción por el satanismo, la magia y los fenómenos paranormales, o la fascinación por el vicio y las desviaciones sexuales. Su principal vehículo de expresión fue la poesía, que era elaborada, formalmente exigente, con un sentido rítmico casi musical, con un lenguaje evocador y sugerente, simbólico, destacando su carácter polisémico.En música,