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Análisis de la Poesía y la Literatura: Un Estudio de la Obra de Ida Vitale, Guías, Proyectos, Investigaciones de Historia

Este ensayo explora la obra de la poeta ida vitale, analizando su estilo, temas y técnicas. Se destaca la importancia de la observación y la simpleza en su poesía, así como su capacidad para capturar la belleza de lo cotidiano. El ensayo también examina la influencia de autores como mircea eliade y ferdinand von schirach en la obra de vitale.

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2024/2025

Subido el 03/11/2024

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SEMANAL
SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA
DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE DE 2024
NÚMERO 1548
EL NUEVO ORÁCULO SOCIAL
ALGORITMOS CIBERNÉTICOS
Alejandro Montes
Joan Manuel Serrat, Premio Princesa de
Asturias 2024
Xabier F. Coronado
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¡Descarga Análisis de la Poesía y la Literatura: Un Estudio de la Obra de Ida Vitale y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Historia solo en Docsity!

SEMANAL

SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE DE 2024 NÚMERO 1548

EL NUEVO ORÁCULO SOCIAL

ALGORITMOS CIBERNÉTICOS

Alejandro Montes

Joan Manuel Serrat, Premio Princesa de
Asturias 2024
Xabier F. Coronado

3 de noviembre de 2024 // Número 1548

Portada: Ilustración de

Rosario Mateo

Calderón.

ALGORITMOS CIBERNÉTICOS:
EL NUEVO ORÁCULO SOCIAL
Es de dominio público –y hasta
lugar común– que los dispositivos
electrónicos y las redes de
comunicación más utilizados a nivel
mundial poseen la capacidad de
predecir , o seguramente mejor dicho
perfilar, moldear, predisponer y
hasta formar los gustos, preferencias
y elecciones que llevan a cabo sus
usuarios, es decir, cualquier persona
que posea un teléfono celular, una
tablet , una laptop , una pantalla
inteligente y, a través de ellos, navegue
en el ciberespacio. Todos hablamos “del
algoritmo” –una función matemática
aplicada aquí con propósitos
eminentemente comerciales– y
nos hemos acostumbrado a su
creciente imperio mientras seguimos
pensando que nuestras decisiones son
absolutamente independientes, libres
de coacción. El ensayo que ofrecemos a
nuestros lectores puntualiza los cómo
y los porqués ese libre albedrío está,
cuando menos, en entredicho y en
condición menguante.

La Jornada Semanal , suplemento semanal del periódico La Jornada_. Editor responsable: Luis Antonio Tovar Soria. Reserva al uso exclusivo del título_ La Jornada Semanal núm. 04-2008- 121817375200-107, del 18/XII/2008, otorgada por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Licitud de título 03568 del 28/ XI/23 y de contenido 03868 del 28/XI/23, otorgados por la Comi- sión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Editado por Demos, Desarrollo de Medios, SA de CV; Av. Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Alcaldía Benito Juárez, Ciudad de México, tel. 55-9183-0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, CP 02670, Ciudad de México, tels. 555355-6702 y 55-5355-7794. Distribuido por Distribuidora y Comercializadora de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, CP 02670, Ciudad de México, tels. 55-5541-7701 y 55-5541-7702. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y sub- títulos de la redacción.

DIRECTORA GENERAL: Carmen Lira Saade DIRECTOR: Luis Tovar EDICIÓN: Francisco Torres Córdova COORDINADOR DE ARTE Y DISEÑO: Francisco García Noriega FORMACIÓN Y MATERIALES DE VERSIÓN DIGITAL: Rosario Mateo Calderón LABORATORIO DE FOTO: Adrián García Báez, Israel Benítez Delgadillo, Jesús Díaz y Ricardo Flores PUBLICIDAD: Eva Vargas 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. CORREO ELECTRÓNICO: jsemanal@jornada.com.mx PÁGINA WEB: http://semanal.jornada.com.mx/ TELÉFONO: 5591830300. |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

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▲ Acapuco. Ilustración: Rosario Mateo Calderón.

3 de noviembre de 2024 // Número 1548

tivo mucho más cerca del origen que del final de su larga singladura. Para comprobarlo basta con repasar los comienzos de su carrera, un ciclo que abarca la primera de las seis décadas de su activi- dad artística.

Orígenes y Nova Cançó

Tenía una casa sombría que madre vistió de ternura y una almohada que hablaba y sabía de mi ambición de ser cura… Joan Manuel Serrat

JUAN MANUEL Serrat Teresa nace el 27 de diciembre de 1943 en el Poble-sec, barrio popu- lar de Barcelona situado en las laderas de Mon- tjuïc; hijo de un obrero catalán y una campesina originaria de Aragón. Sus primeros años están

Xabier F. Coronado

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De los sesenta años de carrera profesional de Joan Manuel Serrat, nacido en Barcelona en 1943, hijo de un obrero y de una campesina de Aragón, este artículo, que originalmente publicamos en abril del año pasado, se centra en su trabajo desde sus inicios en 1964 hasta 1976, cuando crea, madura y a la vez consagra lo esencial de su talento como cantante, compositor y arreglista, y graba discos que han trascendido su época. Incansable y siempre alerta, celebramos que recientemente se le haya otorgado el Premio Príncesa de Asturias, 2024.

Enraizado biológica y socialmente en lo popular, estuvo en condición de encontrar palabras comuni- cantes para expresarse al nivel de miles y miles de personas. Manuel Vázquez Montalbán

L

a vida profesional de un artista parte siempre de un origen y tiene un desarrollo posterior que lleva a la madurez creativa. La uniformi- dad de ese proceso se individualiza al con- trastar el momento en que el autor alcanza el pináculo de su creatividad. Aunque la lógica nos induce a pensar que éste llega tras haber reco- rrido buena parte de su trayectoria, son habitua- les los ejemplos que no encajan en este patrón. Lo dicho anteriormente se confirma al estudiar el amplio legado, urdido durante sesenta años de vida profesional, del cantante y compositor Joan Manuel Serrat. Cuando lo analizamos, nos damos cuenta de que alcanzó el esplendor crea-

PREMIO PRINCESA

DE ASTURIAS 2024

JOAN

MANUEL

SERRAT:

DE LA NOVA CANÇÓ

AL FIN DE LA

DICTADURA

▲ Joan Manuel Serrat recibe el Premio Princesa de Asturias de las Artes, 2024. Foto: AFP / Miguel Riopa.

▲ Joan Manuel Serrat.

3 de noviembre de 2024 // Número 1548

Hijo de un obrero catalán y
una campesina originaria
de Aragón. Sus primeros
años están evocados en la
canción “Mi niñez”, donde
devela nostálgicos reflejos
de su infancia. En la
adolescencia cursa el
bachillerato laboral, se
titula como tornero
fresador y, después,
estudia una ingeniería
técnica en la Universidad
Laboral de Tarragona.

evocados en la canción “Mi niñez”, donde devela nostálgicos reflejos de su infancia. En la adoles- cencia cursa el bachillerato laboral, se titula como tornero fresador y, después, estudia una ingeniería técnica en la Universidad Laboral de Tarragona, donde se gradúa como perito agrícola. Joan Manuel Serrat se presenta por primera vez al público en 1964, cuando canta en el programa “Radioscope”, un magazín musical que dirige Sal- vador Escamilla en Radio Barcelona. El periodista contacta al cantautor con Edigsa, la compañía discográfica fundada en 1961 por el empresario Ermengol Passola para grabar a los integrantes de la Nova Cançó. Años después, en un libro home- naje a la labor de Salvador Escamilla, aparece un texto de Serrat, “Postdata”, dedicado a quien le había ayudado a dar a conocer sus canciones:

Gracias, amigo. Por darme la primera, la segunda y la tercera oportunidad de cantar en público. Por ayudarme a aprender el oficio de cantar. Por confiar en mí. Por reconocerme cuando me han negado. Por defenderme cuando me han proscrito. Por tu fuerza, que aún me hace caminar…

EN 1965, SERRAT se suma al grupo Els Setze Jut- ges (los dieciséis jueces), que reúne a los funda- dores de la Nova Cançó, y participa en un festival celebrado en Espulgues de Llobregat junto a otros integrantes del movimiento cultural catalanista. Ese año graba su primer ep (Una guitarra) con los temas “Ella em deixa”, “La mort de l’avi” y “El mocador”. En 1966 aparece el segundo, Ara que tinc vint anys, con “Quan arriba el fred”, “El drapaire” y “Sota un cirerer florit”; y en 1967 publica su tercer ep, Cançó de matinada, que incluye “Me’n vaig a peu”, “Paraules d’amor” y “Les sabates”. También lanza un lp recopilatorio que contiene nuevas canciones: “La tieta”, “Balada per un trobador”, “Els titelles” y “Cançó de bres- sol”. En 1968 graba con Edigsa un trabajo de diez temas, Cançons tradicionals, la mayoría en ver- sión de Antoni Ros-Marbá. Joan Manuel Serrat promociona su música en recitales con otros integrantes de la Nova Cançó; el director de Edigsa, Claudio Martí, se aventura a darlos a conocer en Madrid y consigue que el Colegio Universitario Lasalle brinde sus instala- ciones para presentar a los cantantes catalanes. Es la oportunidad de promocionar el movimiento musical que se está desarrollando en Catalunya y sus canciones comienzan a escucharse entre la juventud madrileña. En uno de aquellos concier- tos se presenta Serrat y, al día siguiente del recital, el responsable de los programas El gran musi- cal y Los 40 principales, Rafael Revert, aprovecha la ocasión para invitarlo a cantar en los estudios de Radio Madrid; es la primera vez que se escu- chan sus canciones en una cadena nacional.

Popularidad: el trance de Eurovisión

Serrat tenía el don de contarnos lo que conocíamos y lo desconocido, lo deseado, lo inalcanzable. Antonio Muñoz Molina

EL AÑO DE 1968 supone para Serrat el salto a la popularidad. Su música se difunde en emisoras de radio de todo el país, le hacen entrevistas en la prensa especializada y tanto su nombre como su voz se van filtrando en los hogares de la España franquista. En esa época, uno de los eventos musi- cales de más repercusión en Europa era la cele- bración del festival de Eurovisión, un concurso

de canciones donde competían las televisiones públicas europeas presentando un cantante nacional. En la España del tardofranquismo –término que se acuña para referirse a la segunda fase de la dictadura (1959-1975)–, el festival de Eurovi- sión posee una alta cota de interés, tanto para el gobierno, que quiere promocionar una España diferente, como para la ciudadanía, que aprove- cha el evento para echar una mirada al exterior y descubrir las modas que se imponen en los países europeos. Desde el comienzo de la década de los sesenta los cantantes españoles en el festival de Eurovisión eran afines al régimen; Conchita Bau- tista y Raphael habían representado dos veces al país en los últimos años, pero en 1968, tras una encuesta realizada entre personas vinculadas al medio artístico, la creciente popularidad de Serrat avala la candidatura para su elección como repre- sentante español en el xiii Festival de Eurovisión, que se iba a celebrar el 6 de abril en el Royal Albert Hall de Londres. Después del nombramiento, Televisión Espa- ñola emite un programa especial para justificar la nominación de un joven que canta en catalán como abanderado nacional en el festival europeo, un hecho que para muchos resultaba inconcebible (https://www.youtube.com/watch?v=Q-vq6J8r- BUE). Durante el programa, “Juan Manuel Serrat” interpreta cuatro canciones en catalán y tres en castellano de reciente composición: “El titiritero”, “Mis gaviotas” y “Poema de amor”. El cantante es promocionado con una imagen de joven nor- mal con aire melancólico, de pelo corto y ataviado con pantalón de pana, trenca y bufanda. Para su lanzamiento graba el tema que va a cantar en el festival: “La, la, la”, una pegadiza composición del dúo Dinámico. A pesar de la controversia suscitada por su designación todo parece ir sobre ruedas, pero tres semanas antes del festival surge el conflicto: el cantante sorprende a todos al manifestar que quiere interpretar en catalán la canción com- puesta originalmente en español. La dirección / PASA A LA PÁGINA 6

▲ Joan Manuel Serrat después de recibir el Premio Princesa de Asturias de las Artes, 2024. Foto: AP / Miguel Oses.

3 de noviembre de 2024 // Número 1548

Mario Bravo

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Uruguay, año 2004. Una joven

escucha el disco A Contraluz de la

banda La Vela Puerca. En su

habitación, la muchacha canta:

“Llega la batalla/ y contra él

estalla/ algún día va a escampar/

y como sale de esta/ quiere la

respuesta/ sabe que no es escapar.”

Hoy, ya adulta y de visita en México,

la autora de Tan simple como eso y

Días quietos charla con La Jornada

Semanal antes de la presentación

del poemario digital Todo es muy

simple… y sin embargo. Poetas

uruguayas actuales , en el cual

participa con doce textos.

Silencio

LA POESÍA de Elisa Mastromatteo (Montevideo,

  1. es un cajón de recuerdos: la niñez, un barrio callado, unos abuelos quietos, rutinarios, y tangos escuchándose en la radio: “Una de mis salvaciones era la escuela. Lloraba cuando debía faltar, pues me enfermaba mucho. En esos días, de nuevo, venía el silencio”, rememora la poeta y precisa cuáles son las postales infantiles alojadas en su memoria: ‒Al fondo de mi casa estaba el taller de papá, ahí sí me encontraba en paz conmigo misma. No inte- ractuábamos mucho, sólo gestos, cada quien en lo suyo. Mi madre es profesora de literatura y eso hizo que la casa estuviese llena libros. Yo agarraba títulos que eran para “grandes”, y ella me facili- taba poesía.

Restos de alfajor

‒¿Qué emociones predominaron en su niñez? ‒Aburrimiento y tristeza. Fui una niña triste durante los domingos. Me acuerdo de decirle a mi madre: “No sé qué hacer… inventame un juego”. A veces, la ansiedad me abordaba en momentos importantes como mi cumpleaños. Y, cuando llegaba, lo disfrutaba un montón, pero al día siguiente, volvían la tristeza y las vivencias nostál- gicas. En su poema “Memoria”, dicho registro emocio- nal se asoma: “Mis abuelos ya no son esos viejitos/ oliendo a talco/ en el patio de la casa.// Son otros en mi memoria/ distintos/ a los que fueron.// Mis padres tampoco son/ aquellos que se recostaban lentos/ en la bruma siniestra/ del cansancio/ tan valientes el domingo/ a la hora del almuerzo.// Yo misma

Aproximarse

‒En su poema “En esos días”, enlista bellezas coti- dianas que colindan con esa simpleza… ‒Mi papá, al verme aburrida siendo niña, me proponía salirme al balcón de la casa y anotar todo lo que viera en la vereda. Y escribía historias con eso. Lo cotidiano se convirtió no sólo en aquello que acontece a diario, sino que, con esos elemen- tos, puedo hacer algo más: miro por una ventana y, de pronto, descubro algo maravilloso. Es impor- tante llevar eso a un papel para que, de algo tan pequeñito, quede un registro y después llegue a otra persona. Por ejemplo: la vejez, que es conmo- vedora, así como las dificultades que las personas enfrentan para vivir. En ocasiones eso maravilloso no sólo se ve en un hombre o en una mujer, sino en un paisaje o en la noche.

‒Algo siempre queda por fuera del lenguaje, ¿no es así? ‒Por suerte. Si todo fuese nombrable, ¿cuál sería la gracia? ‒afirma la poeta y sentencia que “la poesía está en lo innombrable”‒. Nombrar es aproximarse a una cosa. Si la tocamos, podemos romperla y estropear la multiplicidad de interpre- taciones que uno puede hacer sobre una pintura, un poema o una canción.

Un refugio

‒¿Usted cómo anda por la vida en Montevideo? ‒Alguna vez, Ida Vitale dijo: “Se piensa que el poeta es alguien que vuela”. Y yo diría: sí y no. Sí, porque a veces camino por Montevideo y siento que me desprendo; pero, al mismo tiempo, pienso que el semáforo está en verde o en rojo. También debe- mos caminar como cualquiera lo hace. Suceden diferentes situaciones en ese desprendimiento: me olvido de cosas y de lugares… ¡Volá, sí, aunque también debes cuidarte! Volar es un refugio que, paradójicamente, también conlleva riesgos. Si uno se pierde en ese refugio, te perdés a vos mismo… No hay que quedarse mucho ahí.

La habitación

‒¿La escritura poética es una casa o sólo es un hotel de paso? ‒Para escribir preciso que algunas cosas coti- dianas estén resueltas. Sólo cuando eso se calla un poquito, entonces puedo sentarme a escribir y no al estar en el ruido del conflicto. Escribir un poema es más una habitación dentro de la casa ●

POESÍA URUGUAYA

CONTEMPORÁNEA

MUJERESCONALAS:

ya no soy/ la niña con restos de alfajor/ en las manos/ y una casa entera que habitar/ a la hora de la siesta.”

Un camino

“LA POESÍA nunca me soltó”, expresa Elisa Mas- tromatteo al hablar sobre cómo ha encarado las turbulencias propias de la vida. Y agrega: ‒Me ayuda a salir de la incomodidad, de algún recuerdo tormentoso. En ocasiones, me pregunto qué estaría haciendo si no escribiera poesía. La res- puesta: si pudiera, abrazaría a mi abuela y diría las cosas que no dije a quien ya no está. En esa impo- sibilidad que la vida me plantea, la poesía se me ofrece como un camino.

‒En usted la memoria es una gotera constante, perturbadora. ‒Recordar tiene una parte de sufrimiento. Es tentador decir que sí quisiera dejar de ejercer tanta memoria. Tanta intensidad es agotadora y eso no te permite vivir con mayor simpleza.

Entrevista con Elisa

Mastromatteo

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3 de noviembre de 2024 // Número 1548

En la historia de la civilización

siempre ha habido mecanismos

para pensar, descifrar o imaginar

el futuro. Los oráculos, el Tarot, la

quiromancia, el poso de café, por

ejemplo, entre tantos otros

métodos, unos más o menos serios

en su efecto y arraigo en

determinada cultura. Pero el

futuro ya no es lo que solía. Este

artículo nos dice cómo el porvenir

ha ido perdiendo terreno en los

ámbitos del tiempo y tal vez se ha

vuelto demasiado predecible, pues

en no pocos aspectos ahora se

fabrica.

▲ Imagen de Rosario Mateo Calderón.

Oráculos: comunicación con los dioses

UNA CONSTANTE del ser humano en todas las épocas de la historia radica en su curiosidad por saber cómo será el futuro. Pronosticar lo que vendrá ha sido rasgo humano desde las primeras formas civilizatorias; para ello ha inventado orá- culos que, según el tipo de cultura, han sido la manera de adivinación del porvenir. Todo oráculo conecta fuerzas divinas con el ser humano: los dioses hablan con los hombres por medio de artes adivinatorias (la palabra oráculo nace del latín oraculum , derivado del verbo orare , que significa hablar) para decirles cómo será el futuro. Los egipcios tenían el oratorio de Amón; los grie- gos contaban con el templo de Delfos; los persas descifraban el fuego para adivinar el futuro; los chi- nos utilizaban el I Ching ; los mayas leían su Calen- dario; los aztecas empleaban el Tonalámatl… en fin, cada cultura, en diferentes momentos de la historia de la humanidad, ha hecho predicciones del futuro por medio de oráculos donde, como característica primordial, el misticismo se cristaliza y se expresa por medio de prácticas mágico-adivinatorias. La efectividad de los oráculos antiguos radica, en pri- mer lugar, en un voto de fe absoluta del consultante y, grosso modo , a partir de rituales donde se formu- laban las preguntas para que el sacerdote interpre- tase la respuesta de los dioses. Mircea Eliade, estudioso de la mitología de la Antigüedad, destaca la función social de los orá- culos como punto de encuentro entre lo divino y lo humano (profano-sagrado), además de ser centros de poder sagrado pues el conocimiento divino, al revelarse por medio de rituales, es guía espiritual con sumo valor. En consecuencia con Mircea Eliade, se podría señalar que el oráculo antiguo es hierofanía porque lo sagrado se expresa por medio de lo profano: “El objeto [en este caso el oráculo] aparece entonces como un receptá- culo de una fuerza extraña que lo diferencia de su medio y le confiere sentido y valor. Esa fuerza puede estar en su substancia o en su forma; trans- misible por medio de la hierofanía o del ritual.” (Mircea Eliade, El mito de eterno retorno )

Algoritmos predictivos: ¿pronóstico, prospección o diseño del futuro?

EN LA SOCIEDAD actual, tecnificada digital- mente, las prácticas adivinatorias del futuro ya no se basan sólo en la lectura de los sueños, del agua, de caracoles, tiradas de cartas, huesos de huma- nos muertos, vísceras de animales o la consulta de arcanos –aunque todavía tienen un gran rating en todos los estratos socioculturales–, sino que el hombre moderno, a diferencia del hombre anti- guo, utiliza algoritmos predictivos para conocer o, más bien, diseñar prospecciones de escenarios posibles. Con aplicaciones de alta gama (por ejemplo: Salesforce , SAS Fraud Detection , IBM

ALGORITMOS CIBERNÉTICOS: ELN

Alejandro Montes

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3 de noviembre de 2024 // Número 1548

secuencia de instrucciones que le dice a una computadora qué hacer” (Domingos, 2013). En el ámbito empresarial, son utilizados como técnicas bien sistematizadas que se alimentan de informa- ción y datos concretos, con base en parámetros focalizados del pasado o del presente del medio corporativo en cuestión, para generar previsiones, tendencias, directrices de futuros posibles. Información como edad, escolaridad, ingresos, sexo, ubicación geográfica…, después de ser proce- sada de manera predictiva o prospectiva, con base en un ciclo cibernético de ajustar progresivamente la información recabada en función de los resul- tados obtenidos ( deep learning ), se convierte en dato que segmenta a la población en potenciales consumidores estratificados. Laurent Alexandre lo explica bien: “La información es la materia prima de la IA. ¿De dónde viene? De nosotros mismos que hacemos miles de millones de búsquedas en Google o depositamos 10 mil millones de imáge- nes en Facebook. Para el deep learning , la avalan- cha de imágenes y de datos que se extiende en la web constituye una materia prima casi infinita y que se renueva cada día.” (Laurent Alexandre, La guerra de las inteligencias ). Ernesto Priani lo glosa: El resultado ha sido el desarrollo de un sinnú- mero de aplicaciones con las que hoy nos relacio- namos a diario. Por ejemplo, para que una inte- ligencia artificial logre reconocer correctamente nuestras fotos en Facebook, se necesitan no sólo las maravillas que hacen los algoritmos de redes neuronales, sino una montaña de datos etiquetados de los que pueda aprender. Es decir, al subir fotos y etiquetar a nuestros amigos en esa plataforma, no únicamente compartimos ese recuerdo con ellos, sino también con la Inteligencia Artificial. ¿Qué clase de intimidad estamos creando con ella? (Ernesto Priani, “Máquinas que escriben: nuestras fantasías y las humanidades”.) Dicho en otras palabras: el pronóstico y la pros- pección con algoritmos predictivos son procesos que completan información ausente que encierra cualquier operación que obtenga datos pues, de manera consciente o no, dejamos rastros digitales por todas partes. Roberto Aparici y Manuel Álva- rez Rufs señalan el rasgo algorítmico central para hacer predicciones, es decir, gestionar informa- ción para alcanzar resoluciones:

Los algoritmos son una herramienta poderosa, tremendamente efectiva en la realización de tareas complejas y repetitivas. Gracias a su capacidad para gestionar grandes cantidades de información de manera rápida y precisa, pueden tomar decisiones y realizar análisis complejos que serían imposibles para los seres humanos. Esto les permite tener un impacto significativo en muchos aspectos de nuestra vida, como la tecnología, la economía, la medicina, la comunicación o la educación. (Aparici y Álvarez, La invasión del algoritmo. )

Hasta aquí no hay nada de novedoso en este tipo de prácticas básicas de estadística empresarial. El riesgo brota cuando los datos de las personas, recabados de manera legal o ilegal, son procesados con algoritmos entrenados para identificar patro- nes de comportamiento y, en su caso, modelarlos a partir de pautas de consumo, creencias o hábitos. Ante tal estado de la cuestión es válida la siguiente interrogante: ¿Los algoritmos predictivos realmente pronostican el futuro con base en una prospec- ción de reconocimiento de patrones o modelan

VIENE DE LA PÁGINA 9 / ALGORITMOS CIBERNÉTICOS...

algoritmos predictivos un poco más sofisticados como traducción de un idioma a otro en tiempo real o identificación de emociones a partir del análisis del tono de voz, textos o tipo de navega- ción en la red; algoritmos predictivos de reco- mendación de ropa según nuestra talla, color de piel, edad o gustos personales a partir del historial de compras, tendencias de consumo… nos hacen comprender que el big data más operaciones lógi- cas dan como resultado algoritmos predictivos (en una de sus estrategias de manipulación de masas “conocer mejor a la persona que ella misma”, Noam Chosmky se adelantó por mucho a la tecni- ficación digital). Toda esta analítica predictiva obliga a preguntar: ¿Qué es y cómo funciona la caja negra de los algo- ritmos cibernéticos? Sin caer en honduras teóricas extensas, la recopilación de datos para procesarlos en patrones es la clave de arranque, es decir, el empleo de técnicas estadísticas univariadas o mul- tivariadas, con base en minería de datos, genera marcos de decisiones a partir de patrones de com- portamiento identificados. En esto hay un sentido organizacional, donde los datos se computan siguiendo patrones de selección y combinación que pueden generar agrupaciones semánticas. La ciencia de datos interpreta el mundo a partir de extraer información que permita establecer propiedades de o entre conjuntos para reconocer patrones de comportamiento. Puede utilizar enfo- ques de reconocimiento de patrones como el esta- dístico (supone que del conjunto por reconocer sus patrones hay medidas numéricas); reconoci- miento sintáctico (se basa en encontrar relaciones estructurales por medio de lenguajes formales para radicar una gramática); reconocimiento por redes neuronales (organización y combinación de la información); reconocimiento lógico (combina patrones a partir de la modelación del problema). Con estos tipos de reconocimientos de patrones, la selección de variables, las clasificaciones super- visadas y no supervisadas, entre otros elementos, ayudan a decidir cuáles características represen- tan mejor el patrón de comportamiento. Bajo este contexto, se pregunta: ¿los algorit- mos predictivos son la nueva hierofanía que nos conecta con la divinidad de la Inteligencia Artifi- cial para guiar nuestras conductas? ●

Al subir fotos y etiquetar a
nuestros amigos en esa
plataforma, no únicamente
compartimos ese recuerdo
con ellos, sino también con
la Inteligencia Artificial.
¿Qué clase de intimidad
estamos creando con ella?

▲Foto: Europa Press.

el futuro a partir de perfilar conductas humanas orientadas con base en escenarios sociales predi- señados?

¿Cómo hacen los algoritmos predictivos para que suceda lo que predicen?

SI LA FE del consultante es la madera del fuego de los oráculos antiguos, entonces el tipo de datos es la electricidad de los algoritmos predictivos, es decir, según la calidad de los datos, el algo- ritmo funcionará correctamente o no. Ya es lugar común –y odioso por momentos– afirmar que el smartphone y las tarjetas bancarias, entre otros como redes sociales, datos gubernamentales, transacciones bancarias…, alimentan el big data (enormes cantidades de datos), así como sensores en tiendas de ropa o espacios públicos, como via- lidades, están diseñados para identificar tipos de comportamientos y echar andar algún algoritmo predictivo. Algoritmos predictivos tan básicos que están en el smartphone , como indicación de palabras mientras se escribe un mensaje en WhatsApp (ojo: Meta AI que, sin pedir permiso a nadie, está instalada en nuestra mensajería cotidiana del WhatsApp) o que promueven alguna aplicación de App Store o Google Play Store, a partir de los hábitos del usuario; la tan trillada playlist de música o actividad física a partir de los sensores de acelerómetro o giroscopio para esta última;

3 de noviembre de 2024 // Número 1548

UN MUNDO PRIVADO

a prescindir de diálogos, lo que enriqueció la redacción de estos relatos, porque la autora no narra sino que construye hechos, gestos, silencios, movimientos, así como espacios que son modifi- cados repentinamente por una luz sutil y fugaz. A través de una prosa densa, condensada, suma- mente laboriosa, lo que logró la narradora es para- lizar la imagen, dotándola de un carácter plástico, muy cercana a la pintura, haciendo que sea la ilu- minación quien se encargue de revelar el mundo privado que observan los personajes. No hay una sola divagación, tampoco ningún lugar común, sino imágenes nuevas gestadas por una prosa car- gada de poesía sutil, muchas veces evidenciada mediante frases que la autora aísla y coloca en la más absoluta soledad: “Cuando mi mamá dejó de hablar el mundo también quedó en silencio”, o “Este silencio que es verde y no se marchita”, y “El mar era una pared negra. Las nubes corrían veloces, sin luna”, generando miles resonancias en el lector. Lo que consiguió Lilián López Camberos es un libro muy original, porque tuvo la capa- cidad de producir multitud de imágenes que no existían previamente a la apari- ción de Quisiera quedarme quieta

Roberto Bernal

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Quisiera quedarme quieta,

Lilián López Camberos,

Dharma Books,

México, 2020. N

arrados en primera y tercera persona, Qui- siera quedarme quieta contiene seis relatos a los que los distingue una prosa inusitada. Su novedad proviene del ritmo casi estático del que se vale Lilián López Camberos para, minuciosamente, construir ‒y no para describir‒ escenarios, personajes y objetos, ya sea valién- dose de las sensaciones que éstos producen o haciendo uso de múltiples recursos lumínicos. Se trata de una mirada que, influenciada por diver- sos estados de ánimo, deforma espacios y peque- ños objetos hasta incorporarlos a un mundo pri- vado, en el cual, cabe decir, cobran tal densidad que regulan la forma de estar en el mundo de los personajes. Da la sensación de que estos objetos ‒una planta, el buró, la puerta del baño, etcétera‒ actúan como una forma de asirse a “algo” frente a un mundo ajeno e impenetrable. Mientras tanto, surgen expresiones que de ningún modo son máximas, tampoco afirman nada, sino que hablan de un atestiguamiento frente lo cambiante de las imágenes alrededor: “Pensé que mientras el mar se mantuviera inalterable, con sus leyes y sus temblores, con su vastedad incomprensible, nin- guna visión sería permanente”, o: “Un ave negra levantó el vuelo. Vi su trayectoria. Entendí que los objetos, al moverse, seguían una línea en la que se replicaban a sí mismos en distintos momentos del tiempo y el espacio.” Y también: “Atardecía, un sol dorado que se desplomaba sobre Buenos Aires y le dibujaba formas asimétricas a los edificios.” Aunque distintas entre sí, las seis mujeres prota- gonistas de estas narraciones tienen en común la inclinación por el ensimismamiento, y desde ahí suspenden el tiempo, lo que les permite hacer un registro laborioso de las sensaciones que les pro- ducen los objetos que pueblan el espeso mundo privado que ellas mismas construyeron, registro que no hace más que intensificar la incompren- sión del entorno: “Por momentos la ciudad le parece claustrofóbica, excesivamente cerrada, esa hermosura anticuada, sin horizonte, los deta- lles repetidos por decenas.” Ante el permanente bombardeo de sensaciones violentas a las que son sometidas, estas mujeres eligen como refugio la rememoración del pasado, el cual, sin embargo, siempre se revela disperso, como si solamente que- daran de él esencias, estilizaciones: “El recuerdo de mi madre se condensa en una imagen que va per- diendo nitidez: descalza en el jardín, un cigarro en la mano, una manguera en la otra, su perfil recor- tado contra la luz.” En todas estas mujeres hay un tono de severidad, de indisposición total para cualquier expresión de cursilería, y este carácter adusto se extiende hasta los espacios, alterándolos: no hay nunca esa mirada embellecedora y burgués que tanto padece la narrativa mexicana, sino que las ciudades son endurecidas y deformadas por la percepción de los personajes: “Algunos diques se habrían abierto, entonces. La oscuridad actua- ría a la inversa, iluminando las regiones que, por voluntad, se habían mantenido herrumbrosas e ignoradas.” El temperamento sumamente callado y soli- tario de los personajes obligó a López Camberos

, hita”, y

Arte y pensamiento 3 de noviembre de 2024 // Número 1548

3

Al imprescindible Guillermo Tovar de Teresa, in memoriam

E

l Museo de América de Madrid rindió home- naje al pintor Miguel Cabrera (Villa de Ante- quera, hoy Oaxaca, 1710-1768), figura central de la pintura novohispana del siglo XVIII, con la espléndida exhibición titulada Miguel Cabrera. Las reglas del arte de un pintor novo- hispano. Cabrera fue un creador prolífico y su producción fue variada en géneros y formatos que abarcan las hermosas series de la vida de la Virgen, tema central de esta exposición, así como otras series hagiográficas de Santo Domingo, San Ignacio de Loyola, San Felipe Neri y San Francisco Xavier; retratos de la nobleza, miembros ecle- siásticos y monjas, entre ellas el soberbio cuadro de Sor Juana Inés de la Cruz; la realización de dos biombos con escenas mitológicas y sus series de pinturas de castas, aunadas a los encantado- res escudos de monjas y pinturas devocionales, también presentes en esta muestra. Sus obras

monumentales en algunas de las más suntuosas iglesias barrocas, como Santa Prisca de Taxco y Tepotzotlán, marcan un capítulo fundamental en el arte virreinal dieciochesco. Miguel Cabrera fue el artista más representativo y de mayor prestigio de su época, aunque en el siglo XX la crítica moderna lo puso en tela de juicio, salvo algunas excepciones. El ilustre historiador del arte Guillermo Tovar de Teresa publicó en 1995 la investigación más nutrida hasta ese momento en un libro que significó la revaloración del artista: Miguel Cabrera: pintor de cámara de la reina celestial (Grupo Financiero InverMexico). Escribe Tovar: “En el siglo XIX Cabrera gozó de un gran prestigio, heredado del siglo anterior. El conde Beltrami, hombre culto y refinado, cometió el disparate de considerarlo el Miguel Ángel mexi- cano ” ( Le Mexique, París, 1830), pero más allá de hipérboles, la conclusión de Tovar se resume a lo siguiente: “La obra de Miguel Cabrera muestra la suavidad que caracteriza a una época, pero tam- bién a un temperamento […] Calidez, emotividad

y gracia, como contenido, y dibujo, oficio y maestría en la aplicación del color, como los signos exteriores que caracterizan la producción pictórica de ese período en México, tutelado por el talento de un modesto pintor oaxaqueño.” La exposición, integrada por las doce pinturas marianas de la colección del museo, acompañadas por otras obras a manera de contextualización, también dedicó un apartado a la presentación del proyecto “Estudio y conservación de la serie La vida de la Virgen, de Miguel Cabrera”, importante trabajo científico que muestra al espectador el proceso de restauración y conservación de las pinturas. El visi- tante puede apreciar la técnica pictórica a partir de la reproducción de uno de los cuadros del proyecto Conserving Canvas con información precisa sobre los tratamientos de conservación y restauración realizados. A lo largo de la muestra apreciamos el refinamiento del pincel del maestro oaxaqueño, la dulzura y delicadeza en los rostros, la riqueza cromática, la minuciosidad en la representación de los detalles en las telas y parafernalia de los personajes y su entorno, en escenas cautivadoras de una belleza sublime. Se dedicó también un apartado a un hecho crucial en la vida y obra de Cabrera: la comisión del Cabildo de la Colegiata de Guadalupe para la realización de un estudio y análisis del lienzo de la Virgen de Guadalupe, cuyo resultado fue publicado bajo el título de Maravi- lla americana. La oportunidad de contemplar y copiar de primera mano el ayate de Juan Diego le abrió la posibilidad de realizar infinidad de copias exquisitas que fueron enviadas a diversas partes del mundo y le dieron renombre y popularidad en la metrópoli y en El Vaticano. No hemos tenido la oportunidad de ver una exposición de Miguel Cabrera en nuestro país en décadas. Este gran esfuerzo del Museo de Amé- rica debería ser presentado en alguno de nuestros museos, en espera de una gran retrospectiva.

Artes visuales / Germaine Gómez Haro

germainegh@casalamm.com.mx

Miguel Cabrera, el novohispano trascendental

▲ 1. Desposorios de la Virgen , 1751. 2. De negro e india, china cambuja , 1763. 3. Escudo de monja, siglo XVIII.

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3 de noviembre de 2024 // Número 1548 Arte y pensamiento

Tomar la palabra/

Agustín Ramos

Breviario antifascista

POR MÁS QUE lleve y lleve para su molino las aguas del genocidio sionista y los triunfos a la buena en Argentina e Italia y a la mala en Perú, Francia, Hungría y Ucrania, la derecha de México ‒toda esa derecha de papel cuché y aviso parroquial, elitista y acarreada, obscena o remilgosa, partidista y fáctica, hipócrita toda ella‒, no levanta cabeza después de sus derrotas. Y es que, como bien dice Umberto Eco, “los fascismos están condenados a perder sus guerras porque son estructuralmente incapaces de valorar con obje- tividad la fuerza de su enemigo”. Las claves de Eco para identificar los fascismos, más los otros textos compilados por Óscar de Pablo en Pequeña antología antifascista , vienen al pelo para detectar bien y calificar mejor los planes, actos y actitudes narcoprianistas, sin por ello soslayar la viga en el ojete estalinista cada vez más acomodado en el segundo piso… De Pablo proporciona un diccionario mínimo de la jerga progresista, pero aparte de dar las definiciones elementales (derecha, izquierda, ultra, etcétera) destaca cuestiones cruciales, “Masculinidad tóxica como principio político”, entre otras. Los escritos de Clara Zetkin y León Trotsky aportan visio- nes vigentes del fascismo. Vigentes porque diagnostican golpismos y porque previenen triunfalismos oportunis- tas. Desde la derrota, Zetkin traza en 1923 el dilema entre reforma y revolución. Y Trotsky, en el último suspiro bol- chevique, plantea la encrucijada de guerra o revolución. Ella, preclaro ejemplo feminista de autocrítica, llama a la autodefensa e invoca la voluntad clasista de un futuro posi- ble. Él, profeta, analiza el ser y hacer del fascismo, discierne el protagonismo individual en la historia como resultado de relaciones sociales y advierte, en 1933, que el advenimiento de las dictaduras fascistas sólo será el preludio de otra gue- rra mundial si acaso no lo impide la revolución. Bertold Brecht diría, hoy y aquí, que denunciar el golpeteo reaccionario mientras andas de zalamero con el capital que encarnan los Garza Sada, Slim, Salinas, Bailleres, Claudios X, “equivale a reclamar una parte del ternero y oponerte a sacrificarlo”. Porque si de por sí las cinco dificultades para decir la verdad, de Brecht, resultan incómodas, peor tantito en estos veranos cortos, cuando la verdad enoja e importuna al pescador en río revuelto, al rentista de la unidad a toda costa y a la nobleza proletaria que en los tiempos de la igual- dad es todavía más igual. Y cerrando la antología con broche de oro, el poeta Primo Levi nos dice: “Ustedes que al volver a casa/ Encuentran comida caliente y rostros amigables/ Pregúntense si es hombre/ Quien trabaja en el lodo/ Quien desconoce la paz/ Quien muere por un sí o un no/ Pregúntense si es mujer/ La que no tiene cabello ni nombre/ Ni fuerza para recordar/…” Hagamos pues poesía recordando a los 43, a Esmeralda de Huimilpan Querétaro, al Jtatik Marcelo de San Andrés Sacam’chen de los Pobres, a las víctimas del Estado geno- cida israelí y a los demás pueblos desplazados por la gula imperial.

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EL RIGOR Y la brevedad antológica, sus proteínas políticas y léxicas, hacen que se antoje terminar el banquete con una exquisitez literaria como la Autobiografía del gene- ral Franco , de Manuel Vázquez Montalbán, M (Mussolini) el hijo del siglo , de Antonio Scurati o Hitler, la biografía definitiva , de Ian Kershaw. Aunque tampoco vendría mal releer un clásico del tema que abunda en la sexualidad y el contexto familiar, Psicología de masas del fascismo , de Wil- helm Reich. Pequeña antología antifascista se puede obte- ner gratuitamente en https://lacasaeditora.org/wp-content/ uploads/2024/07/Antologia-antifascista-2.pdf ●

HACIA EL PANTANO, de Gerardo Laveaga (México, 1963), es el mejor thri- ller político mexicano que he leído desde La ministra de Francisco Rebolledo, aunque, a diferencia de ésta, resulta muy difícil asociar a sus personajes con gente real. Para nada es de esas novelas oportunistas que abarrotan las mesas de novedades sólo durante un par de sema- nas. Transcurre en un México que es y no es, aunque aventuro que más se trata de un México imaginario y personal, con guiños ocasionales al tangible; al México pasado e incluso a un presente alterna- tivo… o una mezcla de todo lo anterior. Hacia el pantano (Alfaguara, México,

  1. presenta la paulatina transforma- ción de una serie de personajes corrom- pidos (o agravados) por el poder. El poder político pero también de muchos otros tipos, como el que otorgan la belleza, la juventud y la sexualidad o la forma en que se ha abusado de un movi- miento que, sin presunción de inocencia mediante, señala a depredadores sexua- les. En ese sentido, vemos crecer despro- porcionadamente a personajes que, de entrada, parecen restringidos a la calidad de testigos, como sería el caso de Daniela que, pensaría uno, está ahí ex profeso para reunir a Rodrigo, joven profesor de derecho, con Rusalka, mejor amiga de aquélla que destaca por su descarada belleza y una inteligencia maquiavé- lica (término nunca mejor empleado). De hecho, este personaje tan simple en apariencia es una suerte de enlace para la narrativa de todos los involucrados que no necesariamente actúan entre sí o, si lo hacen, es de manera tangencial, como serían el magistrado promovido a fiscal general, el intachable Arturo Pereda, y Mauricio, un apuesto exgigoló involucrado con el crimen organizado que desde su celda le escribe cartas a una misteriosa mujer. Lo que tienen en común casi todos ellos, por lo menos Daniela, Arturo y Mauricio, son circuns- tancias que los hacen abdicar, consciente o inconscientemente, de la nobleza de sus ideales originales, y quienes pro-

vocan esa, digamos, pérdida de la ino- cencia, están íntimamente vinculados. El “Gobierno” es expuesto aquí como una especie de telaraña cuyos ávidos tejedores no son capaces de lograr más orden que el que convenga a cada cual. Uno de los personajes más alucinantes es la jovencísima y neogótica presidenta Yatziri Sabanero, ataviada con huipiles meticulosamente descritos y labios pin- tados de negro, a quien, como sucede en la vida concreta, nunca terminamos de conocer y que resulta un enigma fasci- nante. Se nos permite conocer al resto de personajes de manera profunda, no así a la presidenta Sabanero de la que no cono- cemos ni su estado civil. Es algo así como una divinidad que mueve sus piezas en la penumbra. Abogado él mismo y director edito- rial de la revista El mundo del Derecho , Laveaga se desliza con destreza de cam- peonato sobre esta resbalosa pista que es el connubio entre las leyes y la política en sí. Casi todos los personajes ejercen la abogacía en diversos campos, algunos con más escrúpulos que otros, aunque están los que lo hacen sin ninguno. Aun- que todos los personajes son apasionan- tes, el que más destaca es Arturo Pereda, exministro en retiro, dedicado a cuidar su jardín y a disfrutar sus últimos días al lado de su esposa, que es requerido con carácter urgente por la presidenta Sabanero para convertirse en fiscal gene- ral. En la cuarta de forros se dice que él “acepta sin dudar”, pero la realidad es que, a través de las 271 páginas de la novela él mantiene un constante forcejeo entre sujetarse a los erráticos dictados del verdadero jefe (que no es la presidenta) o ceñirse a la honestidad que lo caracte- riza. Casi sin darse cuenta, tras padecer una serie de humillaciones y atropellos que incluso ponen en peligro su vida, Pereda se encuentra a sí mismo del “otro lado”, apegado a lo que se espera de él. Y esto no es un spoiler , porque lo inte- resante es el proceso a través del cual se produce esta alteración, no de su perso- nalidad sino de sus principios ●

Empoderamiento

Biblioteca fantasma/ Evelina Gil

3 de noviembre de 2024 // Número 1548

Vilma Fuentes

Despedida en el Père-Lachaise:

“hasta pronto, Jacques”

Durante el tiempo que
pasé en esa funeraria, a
solas, de pie, junto al
ataúd donde Jacques
estaba recostado, no
hablé más que con él.
Nos dijimos lo de
siempre, lo que él no
cesaba de repetirme
decenas y cientos de
veces durante nuestras
últimos encuentros, en
persona o telefónicos.

Cuando ocurre, mucho dice la muerte de la vida de quien se queda y también de quien se va. Esta amorosa despedida generosamente nos deja entrever un poco de esa historia, de ese “aquí y ahora para siempre”.

E

l cielo de París era aún invisible en la negrura que nos rodeaba durante ese lento amanecer de los días del verano al despedirse. Ya poco menos de las siete de la mañana y aún nos vimos obligadas a encender la luz eléctrica para dejar afuera del cuarto la oscuridad. Tenía el tiempo contado para llegar a la funeraria, antes de salir en el cortejo que formamos unos cuantos y dirigirnos al cementerio del Père-Lachaise. Conteo del tiempo que siempre me ha dejado perpleja, pues no comprendo cómo llevar la cuenta de algo que no veo. La confianza de la gente en las manecillas que giran sobre un cuadrante, la fe en las sombras que cambian siguiendo la posición del sol, confianza y fe, pues, que me hunden en la absoluta incredulidad de los ateos que siguen cre- yendo en el más cambiante de los espejismos. Mientras me preparaba a salir rumbo a la funeraria, antes de que Tania pasara por mí para acompañarme, no pude cesar de vigilarme espe- rando descubrir en mí una nueva sensación, un sentimiento desconocido, en fin, si no una espe- cie de iluminación que diera otro cariz a la rea- lidad, al menos una señal particular que parpa- deara diciéndome: estás en buen camino, sigue, atrapa, jala, abre bien los ojos y mírala, mira la muerte, ahora sí va a dejarte atisbar su secreto, fíjate bien, que no se te escape, que se te meta en la memoria para que, luego, puedas mirarla cuanto tiempo necesites, para que sepas quién es cuando la encuentres, cada vez que te cruces en su camino o en el tuyo. Porque, aunque no lo creas, te cruzas varias veces con ella durante la vida, casi a diario, a escondidas, invitadora, escu- rridiza, juguetona y coqueta como una tentación del mismito demonio. Terminé de prepararme para el último encuen- tro que tendría con Jacques, o, si no con él, sí con su cuerpo antes de que lo cremaran y no me que- daran más que cenizas, me dije, me interrumpí sin querer pensar en el horror de lo que decía, pensando en el cuerpo de Jacques, tratando de no pensar en las llamas que lo envolverían en menos de una cuantas horas de esa mañana ya comenzada. Contesté, pregunté, respondí, no escuché nada de lo que dijimos, ni de lo que ella dijo, ni de lo que yo dije, creí haber dicho, pues nunca separé los labios durante el largo trayecto en el auto que nos llevó del hospital, situado en las afueras del sur de París, a la funeraria, ubicada en el norte al otro extremo de esa ciudad, donde estaba el

ataúd con Jacques acostado, dormido tal vez, en su interior. Tania me guió a la capilla donde se encon- traba el ataúd de Jacques. Todo en la funeraria era sobrio y pulcro. Ni un mueble, ni una flor, ni nadie de más. Colocado sobre algún mueble con- cebido y hecho para las circunstancias, el ataúd estaba al centro de una pieza a la que se llegaba por una especie de pequeña sala de espera. Espera de qué… me pregunto ahora. Durante el tiempo que pasé en esa funeraria, a solas, de pie, junto al ataúd donde Jacques estaba recostado, no hablé más que con él. Nos dijimos lo de siempre, lo que él no cesaba de repetirme decenas y cientos de veces durante nuestras últimos encuentros, en

persona o telefónicos. Lo que yo también le repe- tía como si fuera algo inédito, algo que no supié- ramos desde siempre, desde antes de nacer y para siempre, después de morirnos y para siempre, deslumbrándonos al decírnoslo: “ je t’aime ”, “te amo”. Acaso esa mañana de la cremación del cuerpo de Jacques, yo estaba más muerta que él. Pero si, al parecer y según dicen los asistentes a la ceremonia funeraria de Jacques en el bellísimo cementerio del Père-Lachaise, el muerto era Jacques, yo no acababa, ni acabo ahora, de convencerme de que sigo viva y Jacques ha fallecido. Besé la frente de Jacques, su boca, otra vez sus labios que me murmura- ban nuestros secretos, esos secretos que Jacques se llevaba con él, besé también sus mejillas, la punta de su nariz, sus pár- pados que no querían cerrarse, ligeramente entre- abiertos, apenas una última mirada para mí, me susurró convenciéndome de la fuerza de ese amore chi muove il mondo , la fuerza de un amor que no nos dejará separarnos nunca, y yo le devolví su mirada diciéndome “éste del que nunca he de sepa- rarme” como suspiró Francesa de Rimini abrazada al vuelo de su amado, así sea a los infiernos. Después, alguien cerró el ataúd. Las cosas, las personas, el aire, su vuelo, todo des- apareció alrededor de Jacques y de mí. Estábamos al fin solos, el uno con el otro, la otra con el uno. Siguió otro “después” en la capilla ardiente del Père-Lachaise. Pero, luego, ya no hubo más “después”, ningún después donde encontrarnos, donde perdernos. Para ti, Jacques, y para mí, no puede haber mañana ni después. Estamos aquí y ahora, now and here , decía T.S. Eliot mirando la inmensidad de la tierra baldía. Estábamos aquí y ahora para siempre. Ese aquí y ahora que es nues- tro amor para siempre. Un lugar, un simple lugar donde ya no nos perderemos nunca el uno del otro, la otra del uno ●