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alteraciones bioquimicas de la hepatitis, Apuntes de Gastroenterología

resumen del tema antes mencionado

Tipo: Apuntes

2017/2018

Subido el 02/05/2018

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Peritonitis bacteriana espontánea
La infección del líquido ascítico (LA) sin fuente aparente de infección intra-abdominal. Se trata de
una complicación frecuente y grave de los pacientes con cirrosis hepática avanzada y ascitis.
Aproximadamente el 10-30% de los pacientes cirróticos con ascitis hospitalizados tienen una PBE.
La recurrencia es elevada, el 70% de los pacientes sufren una recidiva en el primer año, y la
mortalidad al año es del 50-70%, por lo que todo paciente que se recupera de un episodio de PBE
debe ser considerado como potencial candidato a trasplante hepático. El diagnóstico y tratamiento
precoz y las medidas preventivas han contribuido a mejorar su pronóstico en los últimos años.
El mecanismo patogénico clave que inicia la PBE es la translocación bacteriana (TB), proceso por
el cual las bacterias entéricas viables y no viables y sus productos (endotoxinas y ADN) cruzan la
barrera mucosa intestinal e infectan los ganglios linfáticos mesentéricos, desde donde alcanzan la
circulación sanguínea y, posteriormente, el líquido ascítico (LA). Aquellos pacientes con una
disminución de la capacidad defensiva del LA han demostrado ser más susceptibles de desarrollar
una peritonitis.
Los síntomas y signos de infección en la PBE a menudo son sutiles, por lo que es necesario un
elevado índice de sospecha ya que la demora diagnóstica supone un considerable empeoramiento en
el pronóstico de la enfermedad, especialmente en pacientes con mayor deterioro de la función
hepática. Hasta en el 13% de los casos puede cursar de forma asintomática. Con frecuencia las
manifestaciones clínicas consisten en un deterioro de los síntomas que habitualmente acompañan a
la cirrosis, como un aumento de la ascitis, fallo en el tratamiento diurético, aparición o
empeoramiento de la encefalopatía, vómitos, etc. Por ello, cuando un paciente cirrótico con ascitis
ingresa en un hospital se debe investigar la presencia de PBE, aunque no presente manifestaciones
clínicas evidentes de infección. La aparición de íleo paralítico, hipotensión o hipotermia se produce
en estadios avanzados y conlleva un peor pronóstico. Las alteraciones analíticas como la presencia
de leucocitosis, la acidosis metabólica o el deterioro de la función renal obligan siempre a descartar
PBE, incluso en ausencia de otras manifestaciones clínicas. El diagnóstico de PBE se establece
mediante paracentesis, por un recuento en el LA de polimorfonucleares 250/µl, en ausencia de
datos de peritonitis bacteriana secundaria. El cultivo positivo del LA no es necesario para el
diagnóstico (aproximadamente el 30%-50% de los cultivos son negativos). Se debe realizar una
paracentesis diagnóstica a todos los pacientes cirróticos con ascitis que ingresan en el hospital, a
pacientes con ascitis que presenten signos o síntomas clínicos de peritonitis o infección sistémica, a
aquellos con deterioro reciente de la función hepática o renal y a pacientes con ascitis y hemorragia
digestiva, antes de iniciar la profilaxis antibiótica
Profilaxis primaria: Los pacientes con una concentración de proteínas en LA menores a 10 g/l y/o
un nivel de bilirrubina en suero mayor de 2,5 mg/dl tienen un mayor riesgo de desarrollar PBE, por
lo que algunos estudios sugieren que la profilaxis antibiótica podría ser una estrategia acertada en
estos pacientes. El antibiótico empleado en la mayoría de estos trabajos es norfloxacino a dosis de
400 mg/día de forma continua. También se ha utilizado ciprofloxacino (500 mg/día) y trimetoprima-
sulfametoxazol (160/800 mg 5 días/semana) con éxito.
Profilaxis secundaria: Los pacientes que se recuperan de un episodio de PBE presentan una
probabilidad de recidiva anual de hasta el 70%, por lo que la profilaxis antibiótica está ampliamente
establecida en estos pacientes. En un estudio controlado con norfloxacino (400 mg/24 horas vía En
caso de mejoría de la función hepática y desaparición de la ascitis no está suficientemente claro si la
profilaxis debe mantenerse de forma indefinida o si se debe suspender.
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Peritonitis bacteriana espontánea

La infección del líquido ascítico (LA) sin fuente aparente de infección intra-abdominal. Se trata de una complicación frecuente y grave de los pacientes con cirrosis hepática avanzada y ascitis. Aproximadamente el 10-30% de los pacientes cirróticos con ascitis hospitalizados tienen una PBE. La recurrencia es elevada, el 70% de los pacientes sufren una recidiva en el primer año, y la mortalidad al año es del 50-70%, por lo que todo paciente que se recupera de un episodio de PBE debe ser considerado como potencial candidato a trasplante hepático. El diagnóstico y tratamiento precoz y las medidas preventivas han contribuido a mejorar su pronóstico en los últimos años.

El mecanismo patogénico clave que inicia la PBE es la translocación bacteriana (TB), proceso por el cual las bacterias entéricas viables y no viables y sus productos (endotoxinas y ADN) cruzan la barrera mucosa intestinal e infectan los ganglios linfáticos mesentéricos, desde donde alcanzan la circulación sanguínea y, posteriormente, el líquido ascítico (LA). Aquellos pacientes con una disminución de la capacidad defensiva del LA han demostrado ser más susceptibles de desarrollar una peritonitis.

Los síntomas y signos de infección en la PBE a menudo son sutiles, por lo que es necesario un elevado índice de sospecha ya que la demora diagnóstica supone un considerable empeoramiento en el pronóstico de la enfermedad, especialmente en pacientes con mayor deterioro de la función hepática. Hasta en el 13% de los casos puede cursar de forma asintomática. Con frecuencia las manifestaciones clínicas consisten en un deterioro de los síntomas que habitualmente acompañan a la cirrosis, como un aumento de la ascitis, fallo en el tratamiento diurético, aparición o empeoramiento de la encefalopatía, vómitos, etc. Por ello, cuando un paciente cirrótico con ascitis ingresa en un hospital se debe investigar la presencia de PBE, aunque no presente manifestaciones clínicas evidentes de infección. La aparición de íleo paralítico, hipotensión o hipotermia se produce en estadios avanzados y conlleva un peor pronóstico. Las alteraciones analíticas como la presencia de leucocitosis, la acidosis metabólica o el deterioro de la función renal obligan siempre a descartar PBE, incluso en ausencia de otras manifestaciones clínicas. El diagnóstico de PBE se establece mediante paracentesis, por un recuento en el LA de polimorfonucleares ≥ 250/μl, en ausencia de datos de peritonitis bacteriana secundaria. El cultivo positivo del LA no es necesario para el diagnóstico (aproximadamente el 30%-50% de los cultivos son negativos). Se debe realizar una paracentesis diagnóstica a todos los pacientes cirróticos con ascitis que ingresan en el hospital, a pacientes con ascitis que presenten signos o síntomas clínicos de peritonitis o infección sistémica, a aquellos con deterioro reciente de la función hepática o renal y a pacientes con ascitis y hemorragia digestiva, antes de iniciar la profilaxis antibiótica

Profilaxis primaria: Los pacientes con una concentración de proteínas en LA menores a 10 g/l y/o un nivel de bilirrubina en suero mayor de 2,5 mg/dl tienen un mayor riesgo de desarrollar PBE, por lo que algunos estudios sugieren que la profilaxis antibiótica podría ser una estrategia acertada en estos pacientes. El antibiótico empleado en la mayoría de estos trabajos es norfloxacino a dosis de 400 mg/día de forma continua. También se ha utilizado ciprofloxacino (500 mg/día) y trimetoprima- sulfametoxazol (160/800 mg 5 días/semana) con éxito.

Profilaxis secundaria: Los pacientes que se recuperan de un episodio de PBE presentan una probabilidad de recidiva anual de hasta el 70%, por lo que la profilaxis antibiótica está ampliamente establecida en estos pacientes. En un estudio controlado con norfloxacino (400 mg/24 horas vía En caso de mejoría de la función hepática y desaparición de la ascitis no está suficientemente claro si la profilaxis debe mantenerse de forma indefinida o si se debe suspender.

Profilaxis en pacientes cirróticos con hemorragia digestiva: Hasta el 20% de los pacientes cirróticos con hemorragia digestiva están infectados al ingreso y el 50% adquieren la infección durante la hospitalización. La infección empeora el pronóstico, aumentando el riesgo de síndrome hepatorrenal, fracaso en el control de la hemorragia, resangrado e incrementando la mortalidad intrahospitalaria.

Se debe iniciar tratamiento antibiótico empírico inmediatamente tras el diagnóstico de PBE, sin esperar al cultivo del LA, modificándolo posteriormente según el resultado del antibiograma.

El antibiótico debe cubrir los gérmenes que más frecuentemente son responsables de la PBE, principalmente bacterias gram negativas (BGN) (80%) (Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae), y bacterias aeróbicas gram positivas (20%). El antibiótico debe además alcanzar niveles adecuados en el LA.

Se puede utilizar ceftriaxona (2g/24 horas por vía intravenosa), como mínimo 5 días si la evolución es favorable. Otros antibióticos utilizados con éxito son amoxicilina con ácido clavulánico o ciprofloxacino.

En los pacientes con PBE no complicada, es decir, pacientes estables, que no presentan hemorragia digestiva, íleo paralítico, datos de insuficiencia renal grave (creatinina < 3 mg/dL) ni encefalopatía hepática grave (< grado II), se podría indicar tratamiento antibiótico por vía oral con ofloxacino a dosis de 400 mg/ 12 horas durante 8 días